El arte de Gobernar

Guillermo A. ZurgaEl arte de gobernar en una sociedad democrática, a diferencia del marxismo leninismo o comunismo, se desarrolla en un ambiente pluripartidista, donde los partidos políticos del sistema político de una nación compiten electoralmente para elegir mediante el voto, a las autoridades gubernamentales de cada nación. Bien sea para elegir a un presidente un primer ministro, y/o gobernadores, por un periodo de tiempo que también es variable, dependiendo del país. 

A través del tiempo y desde la época de la antigüedad, se han escrito muchas versiones del arte de gobernar. Veamos algunas citas pertinentes, comenzando por Platón, quien, entre muchos otros pensadores, produjo algunas recomendaciones a los políticos de como gobernar. Cito SIC, Internet. “Platón estaba convencido de que no acabarían las desgracias humanas hasta que los filósofos ocuparan los cargos públicos o hasta que los políticos se convirtieran en auténticos filósofos. Y es que la política es el arte de tomar el poder, de conservarlo y utilizarlo. Pero parece que alguien ha incorporado otra acepción a esta palabra en el diccionario de los poderosos, borrando así todos y cada uno de los pilares que sujetaban nuestra sociedad hasta hace poco: la ética, la honestidad, la filosofía... Como no empecemos a recapitular y a volver a educar conforme a las bases de una sociedad virtuosa, no esperemos más que las consecuentes corrupciones. - Rocío Castejón Echevarne.” Fin de la cita.

Cito SIC, Internet: “El Arte de gobernar. Manual del buen gobierno es un ameno ensayo de ciencia política y filosofía, escrito con un lenguaje asequible, al tiempo que una evocación de los más importantes pensadores, con una mirada a sus aportaciones a este campo. En él se dan cita Solón y el Estado de Derecho; Confucio y el arte de gobernar; Cicerón y su valiente denuncia de la corrupción; Bacon y la tecnocracia; Thomas Hobbes y el ser social; Spinoza y el deber de todo régimen político... ¿De qué modo concibieron este oficio filósofos y eruditos a lo largo de la Historia y qué opinaron y razonaron sobre este arte? ¿Quiénes fueron esos grandes pensadores y cómo dieron forma a sus teorías?

Rogelio Guedea, ganador de numerosos premios literarios, como el Adonais o el Rosalía de Castro, firma este manual de utilidad no sólo para el lector curioso, sino también para el político o gestor que aspire a llevar a cabo un cambio real en el modo de ejercer su cometido. La primera parte, «Espejo de príncipes», es una guía para el gobernante o aquel que pretenda serlo, que incluye consejos prácticos y visiones generales sobre el arte político. La segunda, «Glosario político», es una evocación (y también un tributo) de los filósofos que más han influido con sus contribuciones teóricas sobre la materia, entre los que se encuentran Platón, Aristóteles, Max Weber, Bertrand Russell o Hannah Arendt, entre otros muchos. Un libro tan esclarecedor e instructivo como de agradable lectura”. Fin de la cita.

Cito SIC, Internet: “El marxismo-leninismo es el término compuesto que aparece a fines de los años 1920 durante el mandato de Iósif Stalin, tras la muerte de Lenin y que pretende en principio el rechazo de cualquier brecha entre el pensamiento de Marx y el de Lenin, poniendo énfasis en el aporte creativo de este último al marxismo. Usualmente se usa para designar una tradición marxista que reúne elementos originales de los escritos de Marx, así como ideas propuestas por Lenin y otros autores afines. El término fue acuñado por Iósif Stalin y designa la ideología de la Unión Soviética y de todos los partidos fieles a Stalin y sus sucesores. El concepto se ha utilizado para denominar una cierta interpretación, originalmente favorecida bajo el mandato de Stalin, sobre el leninismo. Durante el gobierno de Stalin, este término acabó reemplazando al de leninismo. En lo sucesivo, la expresión marxista-leninista generalmente se refiere a la ideología oficial de la URSS, como asimismo a la de los partidos miembros de la Internacional Comunista y, más precisamente, a la interpretación estalinista del pensamiento leninista que estigmatizaba a todos los demás como herejes.

Después de 1945, el marxismo-leninismo es también la ideología que enarbolaron otros estados aparte de la URSS, de modo que el uso de la expresión se hizo más global y se mantuvo después de la muerte de Stalin en 1953 y después de la desestalinización (oficialmente iniciada en 1956). En su contenido ideológico, el concepto sufrió muchas variaciones para adaptarse a los contextos nacionales —como el maoísmo, el juche o el titoísmo — y a los imperativos del momento, donde la naturaleza de la ortodoxia varía en función de las necesidades políticas.

Aunque el marxismo-leninismo frecuentemente se considera como sinónimo de marxismo y al comunismo marxista, esto no es riguroso, ya que entre los marxistas y los comunistas del siglo XX existió un amplio espectro de opiniones sobre el marxismo-leninismo. El término "marxismo-leninismo" fue usado para designar la doctrina oficial de los países del Bloque del Este hasta el final de la Guerra Fría y sigue formando parte de las referencias de ciertos regímenes actuales y algunos partidos comunistas lo reivindican hasta hoy como su doctrina.

El objetivo del marxismo-leninismo es la creación de un Estado unipartidista que tenga el control total sobre la economía. Según el marxismo-leninismo, este Estado refleja el concepto del socialismo (medios de producción controlados por la sociedad), que eventualmente desarrollará el comunismo. Según el marxismo-leninismo, este Estado sería una aplicación de la dictadura del proletariado”. Fin de la cita.

Hablar de arte en política pareciera ser contradictorio, no obstante, esa expresión ha sido aceptada como correcta, puesto que muchos escritores y pensadores piensan que al fin y el cabo, gobernar se ha convertido en un arte, puesto que no todas las veces los gobernantes reciben a un país ordenado, disciplinado, sin deudas, con todas sus necesidades cubiertas, sin pobreza, con los servicios generales totalmente funcionando a la perfección, con la educación bien enrumbada, sin delincuencia, con un crecimiento económica anual siempre en aumento sostenido, etc. 

La aplicación del Arte en política, en la actualidad, solo sucedería en países de la fantasía, los cuales no existen, ni existirán, puesto que por lo general, todos los países tienen necesidades de mejoras, tanto de parte de su población como de parte de la infraestructura del Estado y en muchas otras de las áreas consideradas como vitales para la vida del ser humano.

Quizás en el mundo habrá habido gobiernos que han logrado hacer arte en su administración con resultados fantásticos para sus pueblos, y posiblemente fueron reelectos. No obstante, seguramente han sido una minúscula minoría, dado que en política es tan difícil hacer arte que solo los políticos prodigios pueden y podrían lograrlo.

Es que para hacer arte en política, se requiere a una nación equilibrada, perfectamente bien organizada, estructuralmente bien dividida, donde el Estado de Derecho sea rigurosamente respetado y los poderes del Estado estén bien distribuidos y alineados con la democracia. Donde el tamaño del gobierno o “burocracia” sea el correcto y bien distribuido.

Cierto que la democracia respeta y promueve la pluralidad política, esencial para una democracia. No obstante, deben existir límites que señalen hasta donde se puede permitir esa pluralidad de ideas. En el caso de Venezuela, por ejemplo, existen registrados unos 65 partidos políticos, alrededor 35 ministerios y unos 4 millones de empleados públicos, cuya existencia y cuyo costo anual jamás se podrían justificar y lamentablemente es una triste realidad, para mal de la nación y de su pueblo.

En política, son muchas las tendencias ideológicas que han surgido últimamente como consecuencia de los malos gobiernos, las crisis migratorias, la corrupción, las guerrillas, el terrorismo, el totalitarismo, la evolución del feminismo, la anarquía, el marxismo leninismo y la ultra derecha. España, Francia, Alemania, Reino Unido, Grecia, EEUU, y Latinoamérica en general se debaten en crisis políticas, que indican que algo debe hacerse para evitar un colapso mundial a nivel político, social y económico.

Evidentemente, cada problema político, afecta negativamente a la economía de los países que lo viven, puesto que, aun cuando son problemas perfectamente bien diferenciados, son factores inter dependientes y necesariamente tienen y deben entenderse y resolverse adecuadamente para lograr metas y objetivos que beneficien al país en el que actúan.

Lamentablemente, el radicalismo tanto de izquierda como de derecha, pareciera estar fuera de control, puesto que éstos factores, a los cuales se han sumado otros factores más específicos, tales como el feminismo, el nacionalismo, el racismo, el fundamentalismo, y el narco tráfico, contribuyen con tal radicalismo. Es de hacer notar que, este último factor del narcotráfico ha penetrado peligrosamente y profundamente en el sector político, razón para preocuparse y ocuparse.

Lograr hacer arte en política, bajo las condiciones políticas y generales que vive el mundo en la actualidad, es sumamente difícil, puesto que prácticamente, todas las regiones del mundo existente, estarían contaminadas con un desorden mundial jamás vivido en el pasado. Si a esto sumamos los problemas del clima mundial, el cual debería tener la prioridad necesaria y fundamental para intentar resolverlo, tenemos que concluir, en que el arte de hacer política se ha ido convirtiendo en un enunciado falso y engañoso, puesto que repito, las condiciones políticas, sociales, económicas y generales del mundo actual, no lo permitirían. “Amanecerá y veremos”.  

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