Al pueblo de Venezuela 

Padre Alberto ReyesSoy el P. Alberto Reyes, un simple cura rural cubano, una gota en el océano, una voz en el desierto, pero no quiero dejar de decirle al pueblo Venezolano que, desde mi isla, alguien más reza por ustedes, alguien más los admira y los anima.

 Sé que no está siendo fácil, sé que muchas familias están viviendo el dolor de la muerte de sus seres queridos y que el miedo y la incertidumbre buscan asfixiar las gargantas, apagar las voces que claman “Libertad” y atarles las manos y los pies. 

 Pero es que no puede ser de otro modo, no puede ser fácil. La izquierda se vale de los mecanismos democráticos para llegar al poder, y una vez conseguido ese poder, destruye sistemáticamente la democracia de la cual se sirvió, se aferra al poder y sumerge a los pueblos en la noche, en la esclavitud y en la miseria.

 Dicen que luchan por el pueblo, pero sólo buscan sus intereses, dicen que aman al pueblo, pero en realidad lo desprecian, lo odian y lo usan.

 Y desde la manipulación y el fraude buscan perpetuarse en el poder, mientras mienten mirando a los ojos, elogiando la libertad y la democracia, conscientes de que sus pueblos están maniatados y que la comunidad internacional suele ser débil y cobarde, y limita su intervención muchas veces a una simple nota de protesta, sin ir más allá.  

Ustedes han entendido lo que todos los que sufrimos las dictaduras comunistas debemos entender: que ellos no dejarán el poder por voluntad propia, que por muchas promesas que hagan no les interesa el bien de sus pueblos. Ustedes han entendido que, o se plantan y sacan del poder al dictador, o se sumergirán para siempre en una espiral de miseria y opresión.  

Desde Cuba los miramos con respeto y admiración, y también con esperanza, porque ustedes están dando un mensaje al mundo que va más allá de la solución que necesita Venezuela. Ustedes están diciendo a los que estamos sometidos por el mismo tipo de tiranía que la libertad es posible, y con la libertad, el progreso y la paz que nuestros pueblos se merecen y necesitan.   

Desde esta isla que les ha hecho tanto daño rezamos por ustedes, y los bendecimos en su determinación de ser libres, esa libertad que nos entregó el Creador cuando nos hizo.  

De todo corazón, les mando mi ánimo y mi bendición.

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