Cuba en la era de Raúl Castro

carmelo-mesa-lago-27Carmelo Mesa Lago

 

Cuba en la era de Raúl Castro

Reformas económico-sociales y sus efectos

Editorial Colibrí

I.S.B.N. 84-939436-2-2

336 páginas

Publicado 3 de diciembre 2012

En este libro Mesa Lago analiza las reformas socioeconómicas raulistas (o de Castro II) en 6 interesantes capítulos.  Cada uno de ellos presenta al final conclusiones que facilitan la recapitulación de los temas tratados.

Por derecho de su continua dedicación y su labor de seguimiento y análisis de la economía de la Isla a través de muchos artículos y libros, Mesa Lago es el decano y más conocido economista de la diáspora cubana.  A continuación presento un resumen de los principales temas tratados en el libro.  Posteriormente, haré una crítica de algunos de sus puntos de vista aunque de vez en cuando indico alguna breve crítica en este resumen.

El primer capítulo pone las reformas raulistas en el contexto histórico revolucionario y enfatiza que las reformas pro mercado y liberalizadoras del sector privado de Castro II son las más intensas y amplias de la revolución.  Estas tienen su origen en los problemas y perniciosas distorsiones acumuladas y exacerbadas por la desastrosa represión del mercado y del sector privado, así como por la falta de incentivos que determinaron la corrupción generalizada durante los casi 48 años de Fidel (Castro I).  Sin embargo, no indica con la misma fuerza que las reformas de Castro II son insuficientes por su timidez y limitaciones, tanto en amplitud como en profundidad, para resolver los severos desequilibrios socioeconómicos que la Isla enfrenta, tema que si aborda en el capítulo sexto.  Considero bastante desafortunado que señale como periodos idealistas aquellos que reprimieron al sector privado y al mercado, y eliminaron los incentivos.  ¿Acaso son más idealistas los déspotas de la dinastía norcoreana de los Kim, o más bien meros tiranos represores?   Destaca el periodo 1971-1985 como el de mayor progreso de la era revolucionaria, tanto por la estabilidad de las políticas públicas como las reformas liberalizadoras realizadas.  De hecho, en ese periodo Cuba fue país pionero en las reformas entre las economías del socialismo real.  Un tema interesante que debió destacar por sus significativas implicancias es que los dos periodos pragmáticos o liberalizadores previos, 1971-1985 y 1991-1996, fueron exitosos en lograr progreso económico.

El segundo capítulo destaca el bajo crecimiento de la economía cubana en 2006-2012, particularmente desde 2008.  Por años, y sistemáticamente desde 1989, el autor ha realizado una contribución al análisis de la economía cubana al puntualizar y contrastar las evidentes contradicciones entre las sobreestimaciones del PIB y los indicadores de los principales bienes agropecuarios e industriales.  También señala el retraso y falta de progreso en los sectores de transporte y energía.  Puntualiza los cambios metodológicos que sobreestiman el PIB nacional y se apartan de los empleados internacionalmente, así como los que subestiman la inflación existente, lo que origina la contradicción entre que las estadísticas aparentan estar bien, pero el país va mal.  Comenta la muy baja tasa de inversión que es agudizada por la falta de reparación y mantenimiento –evidente en las áreas de vivienda, acueductos y alcantarillados- y las políticas de paliativos empleadas para resolver problemas sectoriales específicos en vez de aplicar soluciones más completas y de largo alcance.  Analiza en detalle los serios problemas del sector agrícola generados por la política de precios y el pobre funcionamiento del acopio que determinaron que el 50% de las tierras quedaran ociosas, la declinación de la industria azucarera y que la Isla importe el 80% de su consumo alimentario.  Hace una distinción entre Castro I y Castro II,  exonerando en forma poco convincente a Castro II de los graves errores socioeconómicos cometidos.

El tercer capítulo estudia la evolución del sector externo en 2006-2012.  Destaca el pobre desempeño de las exportaciones de bienes; el cambio en la composición de las importaciones hacia los alimentos y los combustibles y en detrimento de los equipos y maquinarias; la expansión del turismo canadiense y las visitas de los cubanoamericanos que compensan el estancamiento de los visitantes europeos y latinoamericanos, mientras mantiene un elevado componente importado y un exceso de capacidad instalada; y la expansión de los servicios profesionales, mayormente a Venezuela.  Mientras señala que los servicios profesionales tienen un escaso impacto en la economía, ignora que la forma en que los profesionales reciben su remuneración está en violación a los convenios internacionales del trabajo y constituye un inaceptable trabajo esclavo.  Los profesionales salen al exterior por las bajas remuneraciones prevalecientes en la Isla y tratan de emigrar.  Destaca la importancia que la inversión extranjera ha tenido en áreas clave como el turismo, el níquel, el petróleo; la permanente falta de liquidez externa que se hizo notoria durante la Gran Recesión internacional de 2008-2009, el elevado endeudamiento externo en relación con el PIB y con las exportaciones que es el mayor de América Latina, la sobrevaluación del CUC que desalienta la expansión de los bienes y servicios transables, y la elevada dependencia de la ayuda de Venezuela que hace a la Isla particularmente vulnerable a la creciente degradación socioeconómica de ese país.  Un tema que no aborda y que podría cambiar mucho la situación de la Isla es el restablecimiento de las relaciones económicas con EEUU.

El cuarto capítulo trata el bienestar social de los cubanos en 2006-2012, los problemas de la pobreza y la creciente desigualdad, pero ignora completamente el tema de las libertades y derechos fundamentales y la represión que sufren quienes tratan de ejercerlos.  Señala que el pleno empleo, uno de los supuestos logros de la revolución, es un mito ya que encubre un elevado desempleo disfrazado de más del 30% de la fuerza laboral.  El nivel del salario real es aún inferior al 30% de 1989, asunto que se agrava porque se están eliminando los bienes racionados subsidiados y estos solo alcanzan para cubrir las necesidades de menos de 10 días al mes.  Establece que la situación de los afrocubanos es peor que la del resto de los ciudadanos.  El gobierno ahora intenta focalizar los gastos sociales en los más necesitados corrigiendo el error de la cobertura generalizada, así como eliminando programas ineficientes, incluso los iniciados por Castro I en el siglo XXI, que han deteriorado los servicios prestados, entre ellos las universidades municipales y los maestros emergentes.  Cuba ha reducido marcadamente los gastos de asistencia social que atienden a los más pobres bajo la premisa de brindarlos solo a los que carecen de parientes que puedan darles ayuda.  El autor señala como es imprescindible mejorar el desempeño económico para que los servicios sociales sean sostenibles ya que utilizan el 53% del presupuesto nacional y el 33% del PIB.  Cuba ha crecido poco en los últimos años y cuenta con una importante deuda social.  Particularmente en vivienda, debido a su abultado déficit y el mal estado del acervo existente, lo que la sitúa como el principal problema social de la Isla; le otorga gran importancia a la autorización de la compra-venta de viviendas.

El quinto capítulo presenta la discusión de especialistas e intelectuales del Isla sobre las reformas anterior a la aprobación de los Lineamientos y las principales reformas adoptadas.  Esa discusión, aunque presentada en forma esquemática  y destacando que se dio mayormente dentro de mantener el socialismo, expone perspectivas muy interesantes sobre la necesidad de reformas de mayor calado, aunque no aborda dos temas fundamentales:  (1) la implantación de instituciones inclusivas que apoyen derechos y libertades individuales esenciales para que el sector privado tenga el tejido de instituciones sociopolíticas para pueda expandirse sin ser expoliado por la élite (la nomenklatura) e (2) impulsar políticas macroeconómicas que determinen precios básicos realistas que alienten el crecimiento económico.  Muchas de las propuestas de los especialistas –entre ellas: la creación de pequeñas y medianas empresas y cooperativas autónomas, tanto agrícolas como en otras actividades, y la eliminación del acopio-- no fueron adoptadas, pero son imprescindibles.  Posteriormente, el capítulo resume las medidas adoptadas destacando un restrictivo y oscuro debate nacional sobre ellas y distingue entre medidas administrativas (reorganización de entidades; perfeccionamiento empresarial e inicio de la descentralización; campañas contra la indisciplina laboral y la corrupción; apertura la crítica dentro del socialismo y el PCC); no estructurales (acceso de cubanos a hoteles y restaurantes para turistas; pagos de adeudos, aumento de precios del acopio, venta de insumos a agricultores; transportistas privados; mejoras en los salarios; reforma de las pensiones; reducción de gratuidades, reducción de los bienes racionados, y subsidios) y estructurales (actualización del modelo económico; despidos del sector estatal y expansión del empleo privado; aumento de las actividades de los cuentapropistas; entrega en usufructo de tierras estatales ociosas cubiertas de marabú; aumento de cooperativas; compraventa de casas y autos; flexibilización de la emigración).

El sexto capítulo analiza la insuficiencia de las reformas socioeconómicas debido a sus marcadas limitaciones y hace recomendaciones para algunas medidas especificas, particularmente en el sector social, que podrían ser efectivas para mejorar los resultados.  Destaca el aspecto positivo de las reformas administrativas y no estructurales, así como la insuficiencia de las medidas estructurales –de esta forma se  continuará gobernando la pobreza- debido a las fallas fundamentales en su diseño e implementación, en especial en el sector agrícola y en el cuentapropismo cuyo alcance tuvo que ser ampliado poco después de haber sido aprobadas por el exceso de trabas e impuestos.  Considero insuficientes la crítica sobre la visión y coherencia de las reformas, el análisis de las medidas institucionales básicas para promover al sector privado y el mercado -entre ellos el restablecimiento de las libertades económicas esenciales básicas-, así como el de políticas macroeconómicas que determinen precios apropiados para promover la producción hacia el exterior en una economía pequeña que tiene que orientarse a la exportación.  Difiero del señalamiento de que la limitación en los resultados de las reformas se debe, no solo a las fallas de diseño, sino también a las diferencias en la cúpula y en la burocracia sobre las reformas.  Si bien hay funcionarios que rechazan o se oponen a  la necesidad de las reformas, entre ellos Machado Ventura, eso no significa que la oposición haya sido determinante ni decisiva en la ejecución.

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