Nueva Delhi, Marzo 20 (DP.net).– A fines de enero pasado se produjo un atentado contra la embajada de Israel, en Nueva Delhi, India, el cual, aunque no dejó víctimas mortales ni heridos, ha sido considerado como un acto de terrorismo. Alrededor de las 5:00 p.m., hora local, se registró el día 29 la explosión cerca de la embajada israelí, en momentos en que el Presidente indio Ram Nath Kovind y el Primer Ministro Narendra Modi participaban en una ceremonia militar a un kilómetro de distancia.
El gobierno de la India, asesorado en la investigación del caso por el propio Mossad israelí, acaba de concluir que el referido atentado fue llevado a cabo, por control remoto, por elementos de la peligrosa Guardia Revolucionaria Islámica iraní, en la India. Esta es la fuerza que fuera comandada, en su momento, por el asesinado peligrosísimo general iraní, Qassem Soleimani.
Es evidente que Irán sigue haciendo de las suyas, sembrando insistentemente el terror más allá de sus propias fronteras. No parece haber cambiado demasiado en su siempre peligrosa conducta externa. No se le puede perder de vista sin correr riesgos enormes en tiempos en los que hay sobrados indicios que siguen desarrollando un programa encaminado a producir armamentos nucleares.
De conformidad con la investigación realizada, India vincula con Irán la explosión frente a la Embajada de Israel en Nueva Delhi.
Un experto en antiterrorismo citado por "The Hindustan Times" ha sostenido que el hecho de que la bomba no fuera de gran intensidad y de que no hubiera «objetivos humanos» en el incidente «se debe quizá a que los iraníes no querían problemas con una nación "amiga" como India».
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