¿Por qué la incoherencia e inefectividad de la política exterior estadounidense?

A finales de 2014 hay varias tendencias internacionales claras para el 2015.  EEUU está iniciando una etapa de elevado crecimiento económico impulsado por un sistema financiero mejor capitalizado, la notable expansión de la producción de petróleo y gas que lo harán autosuficiente de energía en el futuro próximo, y un sector empresarial pujante con continuas innovaciones tecnológicas en distintas áreas clave.  Simultáneamente hay un estancamiento o muy bajo crecimiento en Europa (en particular en la Unión Europea) y Japón y una desaceleración del crecimiento económico de China y del mundo emergente y en desarrollo.  Hay varios estados débiles y fracasados que generan una notable preocupación e inestabilidad en el medio oriente y el mundo árabe, en particular, en Afganistán, Irak, Siria, Libia y Pakistán.  Hay tensiones por la política exterior agresiva de China y Rusia por sus reclamaciones territoriales.

En EEUU hay una amplia discusión sobre cuál debe ser la política exterior en el futuro próximo.  Si más aislacionista, posición que apoya implícitamente el presidente Barack Obama y explícitamente el candidato presidencial republicano libertario Ron Paul, o en cambio debe ser activista como sugieren Bret Stephens el periodista internacional del Wall Street Journal y el senador John McCain, quien pronto presidirá la influyente comisión de servicios militares del senado estadounidense.  McCain ha apoyado consistentemente políticas más intervencionistas de EEUU en Irak, Libia, Siria y Ucrania.

En este contexto David Rothkopf, ex funcionario de la administración del presidente  Bill Clinton, experto vinculado a prestigiosos centros de pensamiento (“thinks tanks”) de Washington y editor de la revista Foreign Policy ha publicado el libro National Insecurity.  Considera que el Consejo de Seguridad Nacional (CSN) adscrito a la presidencia de EEUU, en general, se manejó mal durante la primera parte de la presidencia de George W. Bush y durante el gobierno de Barack Obama.  Esto ha ido en detrimento de EEUU y sus países aliados.  El CSN ha realizado funciones que no le corresponden (pecados de comisión) y dejado de hacer las que tiene asignada (pecados de omisión).

Rothkopf enfatiza un problema.  Cuando los presidentes o sus asesores inmediatos buscan un control directo sobre la política exterior estadounidense, hay una tendencia a dejar de lado a los secretarios de estado de los departamentos de Defensa y de Estado (relaciones exteriores) y las burocracias que los apoyan.  Los presidentes han tenido la tentación de concentrar directamente la formulación de políticas, lo que ha expandido mucho el CSN con miembros de sus campañas electorales, que es demasiado grande para trabajar de manera eficiente, pero demasiado pequeño para lograr la profundidad del conocimiento, la experiencia y la memoria institucional que tienen el Departamento de Estado y el Pentágono.  Así el CSN cuestiona la acción de esos departamentos en lugar de proponer líneas claras de acción y hacer el seguimiento correspondiente.  Rothkoft considera que las funciones del CSN son fundamentalmente de planeación estratégica y asegurar que los departamentos ejecuten las actividades convenidas.

Rothkopf sugiere que Obama no tenía la experiencia para manejar grandes organizaciones y, por ello, ha sido inepto para la administración desde la presidencia en asuntos de política exterior con un voluminoso personal del CSN en vez de dejarlo a los departamentos de defensa y estado.  Considera que un proceso de política interna ordenada y coordinada por un asesor de seguridad nacional eficaz, es imprescindible para que los presidentes, y los EEUU, logren tener una política exterior coherente y efectiva.

Rothkopf se centra más en la mecánica de la formulación de políticas que en el fondo de las mismas aunque también las comenta críticamente.  Así el libro cubre desde un punto de vista operativo en bastante detalle los dos periodos presidenciales de Bush y los primeros cinco y medio años de Obama.  Rothkopf se basó en relatos de primera mano mediante entrevistas a los funcionarios del gobierno y presenta relatos muy interesantes sobre cómo se ha realizado el trabajo diario y la toma de decisiones de alto nivel.

Funcionarios cercanos al presidente Bush durante la primera parte de su gobierno, específicamente el secretario de defensa Donald Rumsfeld y el vicepresidente Dick Cheney, y ahora un abultado CSN en el gobierno Obama han usurpado, centralizado,  microadministrado y actuado directamente en las funciones que le corresponden a los departamentos de estado (relaciones exteriores) y defensa, debilitando la efectividad de la política exterior estadounidense.  Esto explica que Obama haya tenido tres secretarios renunciantes de defensa (Robert Gates, Leon Panetta y  Chuck Hagel) en 6 años, quienes también se han quejado de que el personal del CSN les ha cuestionado, reprendido o pedido explicaciones por sus acciones.  El resultado ha sido la deriva estratégica de la administración de Obama.

Si el CSN cumpliera adecuadamente sus funciones, haría que las dos grandes burocracias, la de defensa (el pentágono emplea unos 1,400,000 militares, 700,000 civiles y 700,000 contratistas) y de relaciones exteriores realicen mejor sus actividades y que el gobierno estadounidense como un todo esté mejor enfocado y sea más eficiente y efectivo en sus políticas.  Ello podría contribuir decisivamente a una mayor pujanza de EEUU en los próximos años.

Rothkopf confía en que los votantes estadounidenses en la elección de los futuros presidentes den mayor peso a la capacidad gerencial y la experiencia política exterior.  Su verdadera preocupación es que sin una reforma de largo alcance, un sistema de política disfuncional socavará la capacidad de EEUU para adoptar y seguir las políticas exteriores eficaces en un mundo volátil e inestable, pero de creciente influencia estadounidense. 

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