Reply: Un "Summer Camp" de ensueño: Vamos Argentina!

Martin y Felipe son dos jóvenes –de 14 y 12 años respectivamente- nacidos en la Argentina que han vivido prácticamente toda su vida en los EEUU (tranqui con esos colmillos, Mr. Sessions, que son ciudadanos “americanos” desde hace cerca de diez años), y acaban de viajar a Buenos Aires porque quieren ver el Campeonato Mundial de Futbol desde su tierra, rodeados por sus numerosos primos. No puedo ni imaginar un mejor Summer Camp que ese.

Y eso que la Argentina llega al mundial a los tumbos.

Lo tienen a Messi, es cierto, quien además de ser “el mejor jugador del mundo” llega al Mundial de Rusia en su plenitud, como profesional y como ser humano. Asentado como líder de su equipo tanto en la Albi-celeste como en el Barsa, su personalidad se ha consolidado con su condición de padre de dos hijos, Thiago y Mateo, algo mas pequeños que Martin y Felipe. La simpleza y la sensatez brillan en sus dichos y en sus hechos, en abierto y saludable contraste con su predecesor como “mejor del mundo” y líder de la Albi-celeste, quien continua abocado a todo tipo de locuras que enmarcan su vocación por ser genio y figura hasta la sepultura.

Somos muchos, Argentinos o no, los que quisiéramos ver a Lio Messi alzar la Copa del Mundo, sin lo cual muchos otros seguirán cuestionando su condición de “mejor del mundo”. Aunque ese es un tema que a Lio parece preocuparle mucho menos que, por ejemplo, a ese monumento escultural a la pedantería que se llama Cristiano Ronaldo o al barrilete (papalote, Cuban guys…) sin cola en el que se ha convertido Neymar.

Pero tanto frente a Cristiano (actual campeón de Europa con su Portugal) como ante Neymar (lesionado y ausente en la debacle de Brasil ante Alemania hace cuatro años) Messi padece un importante hándicap, solamente por jugar para la Argentina.

Pasé un puñadito de días en Buenos Aires hace poco (llevaba casi seis años sin visitarla) y, a pesar de sentirme tan bien como siempre en esa ciudad que sigue siendo epítome de lo que -para mi- significa calidad de vida, fue como subirme a una maquina del tiempo (en marcha atrás, siempre en marcha atrás…). El mismo caos, la misma incertidumbre, las mismas quejas contra los bosteros (de Boca Juniors) que presiden tanto la Asociación del Futbol Argentino (AFA) como la nación. El peso en caída libre, la inflación desbocada, el FMI a sus puertas…

Como las imágenes valen mas que las palabras, búsquese, amigo lector, una foto bien reciente, y a color, del actual presidente de la AFA, “el Chiqui” Tapia. Su peinado de pende-viejo le hace sombra al gato Garfield que nuestro tremendo presidente (el de los Estados Des-unidos) ostenta sobre la oquedad de su cabeza. Su aspecto físico es el de uno mas de “los Gordos”, como llaman en la Argentina a los dirigentes sindicales, que paralizan el transito un día si y el otro también.

“El Chiqui” acaba de cancelar el ultimo ensayo de la selección que capitanea Messi, que debía enfrentar a Israel en Jerusalén.
Lo hizo porque se sintió responsable por la seguridad e integridad física de los jugadores argentinos, y sorprendido (vaya uno a saber como) por las amenazas de los palestinos enardecidos por la reciente visita de Ivanka y “el Kenny”.

Y no puede haber peor presagio para la suerte de la selección argentina en Rusia que esa cancelación. Por que, mas allá de lo deportivo, el partido cancelado llenaba un requisito subliminal para todos los que queremos ver a la Argentina campeona: el cabalístico.

En 1986, la Argentina jugó contra Israel su ultimo partido de preparación antes de ir a jugar el Mundial de México (debió haber sido el de Colombia, pero Colombia desistió y “el Memo” Cañedo, un dirigente de lujo que fue la antítesis de “el Chiqui”, se lo birló a Henry Kissinger y se lo llevó a tierras aztecas).

Argentina perdió aquel partido contra Israel. Recuerdo una caricatura en el diario Excélsior de México donde un jugador argentino–muy parecido al predecesor de Messi-, yacía despatarrado en el piso con estrellitas girándole alrededor y este epígrafe: “Aprendí la humildad…, ahora si soy perfecto!...”
Nadie daba dos pesos por la selección Argentina en México ’86, una selección que terminó ganando la Copa por segunda vez –la primera fue en 1978, de local- en el estadio Azteca (con actuación y varios goles memorables del “humillado” por los israelíes…).

Cancelada la cita en Jerusalén, las ultimas tres actuaciones de la selección Argentina muestran a un equipo sin rumbo, goleado por Nigeria (uno de sus rivales en el grupo D del mundial), y totalmente desmantelado por España, uno de los candidatos a estar en la final. El 4 a 0 a los haitianos en la Bombonera, dicho esto con todo respeto, no sirve como parámetro.

Aun así, y como lo explicaba una columna reciente en El Nuevo Herald ( www.elnuevoherald.com/opinion-...rticle212501194.html ) la vida (la bien vivida) no pasa por dejarnos dividir bajo rótulos como “ganadores” o “perdedores”. La vida no se limita a obtener copas u otras muchas cosas que nos permitan alardear frente a los demás. La vida debe ser siempre una expresión de fe, y a esa fe hay que gritarla a todo pulmón.

Después de todo, el primer juego o partido es contra Islandia, que se “preparó” perdiendo con holgura ante México y Perú , y luego claudicando sobre el final contra Noruega (entre vikingos no hay corneadas, ya lo se…) y empatando, también sobre el final, contra una desganada selección de Ghana. Islandia me sabe a “croqueta preparada”. Con esos tres puntitos y un par de padrenuestros –el Papa Pancho no nos va a fallar, a pesar del desaire que le hicieron los bosteros a ultima hora- llegamos a la segunda ronda.

Además, ni en el "Little Big Horn" que fue la derrota ante España, ni en el partido contra Nigeria, pudimos alinear a Messi.

A no aflojar entonces, Martin y Felipe, hasta quedarse afónicos con ese grito de “Ar-gen-tina!!!, Ar-gen-tina!!!, Ar-gen-tina!!!”…