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Reply: De castristas a canelones
Topic History of: De castristas a canelones
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Transcurrido un mes desde la designación de Miguel Diaz-Canel como presidente de los consejos de Estado y de Ministros de Cuba por la Asamblea del Poder Popular, me sigue resultando imposible predecir el significado real y concreto de esa designación.
No comprendo como en Miami hay tanta gente que ya sabe que es lo que el nuevo presidente cubano va a hacer, o bien, lo que no va a hacer. A juzgar por la cantidad de escritos “analizando” la situación que se han publicado en este patio, nuestra “cubanologia” de salón –sin poner un solo pie en Cuba- no escarmienta ni siquiera con los años de fracasos que acumula. Y hay hasta quienes se ofenden porque nadie les publica sus elucubraciones, sin entender que debieran estar agradecidos por evitar así el consiguiente y ya habitual papelón.
El propio designado nos ha dicho que su elevación a las presidencias no implica otra cosa que la continuidad de un sistema que nunca incluyó apertura ni diversidad alguna en el terreno de la política, y hasta ha sugerido que todo lo que hará lo hará previa consulta con el Primer Secretario del único partido (el comunista) que ampara la ley cubana, es decir su predecesor, Raúl Castro.
Visto así, es difícil anticipar grandes cambios, mas allá del tan cacareado (pero no tan significativo) detalle de que, por primera vez en casi seis décadas, el presidente de Cuba no se apellida Castro. Los cubanos que apoyen a Diaz-Canel ya no se identificarán como castristas –en Miami los seguiremos llamando igual, porque es la única manera de mantener viva la llama (o el guanaco) del fervoroso anti-castrismo del que algunos (y cada vez son menos) viven- sino como canelones, quizás…
Pero lo cierto es que, desde que Raúl Castro asumió (en febrero del 2008) los cargos que hoy ocupa Diaz-Canel, han habido muchos cambios en Cuba, y casi todo lo que Raúl dijo que iba a hacer lo hizo durante sus diez años de gestión. Nuestros cubanologos se concentran, claro está, en aquello que jamás prometió y que a todos nos gustaría ver. Pero el “performance” de Raúl en materia de promesas cumplidas no es un dato menor. Sobre todo cuando los mas incondicionales entre nuestros Trumpetistas valoran mas que nadie esa vocación por cumplir lo prometido, y ensalzan a nuestro tremendo presidente –me refiero al “americano”- por la forma en que esa virtud lo distingue de los políticos tradicionales.
No pretendo predecir lo que hará en el futuro el tándem que hoy lleva las riendas en Cuba, pero si quisieran dar muestras de una verdadera y profunda vocación por el cambio, una manera de hacerlo es restaurando el “estado de derecho” en la isla –un funcionario de la Fiscalía General de Cuba acaba de decir en Ginebra que está en pleno vigor- aceptando esta humilde sugerencia de mi parte: eliminen la percepción de injusticia que sobrevuela al caso del secuestro de la lanchita de Regla, ocurrido en abril del 2003.
Las sentencias dictadas contra los participantes en ese incidente, en el cual no se derramó una sola gota de sangre ni se abusó de la fuerza mas allá de la apropiación indebida de la lancha por parte de los secuestradores, fueron descomedidas.
Apropiarse por la fuerza de una nave para alterar su curso es un acto de terrorismo bajo las leyes cubanas –y bajo las de muchos otros países-, y así debe ser. Pero la mayoría de los casos como el de la lanchita de Regla son el resultado de una ley “americana”, la Ley de Ajuste Cubano.
La severidad de las sanciones contra este grupo de secuestradores, según las autoridades cubanas, se debió a la necesidad de frenar una ola de incidentes similares que se estaban tramando en diversos puntos de la isla por esos días de comienzos del año 2003, incidentes que obligaban a Cuba a demostrar su capacidad para controlar sus fronteras bajo la presión de las autoridades de los EEUU, que así se lo exigían.
Para mi es evidente el contrasentido entre esa presión que los EEUU ejercía (y ejerce, presumiblemente) sobre Cuba y la vocación por incitar, desde los EEUU, la emigración de los cubanos, a través de nuestras propias leyes.
Cuatro de los secuestradores de la lanchita de Regla cumplen cadena perpetua: Harold Alcalá Aramburo, Maykel Delgado Aramburo, Ramón Henry Grillo, y Yoanny Thomas González, mientras que Wilmer Ledea Perez cumple una condena de treinta años de prisión. Todos ellos llevan ya mas de quince años tras las rejas. Una reconsideración de estos casos pudiera reforzar la percepción de Justicia que requiere todo gobierno, todo Estado, para exigirle a otros la reparación de las injusticias cometidas contra ellos.
Ojalá los canelones vieran desde esa perspectiva la situación de estos cinco humildes cubanos y actuaran en consecuencia.