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Reply: El verdadero Cristóbal Colón y su gesta
Topic History of: El verdadero Cristóbal Colón y su gesta
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Aunque se especula bastante sobre el origen del gran navegante y "Almirante de la Mar Océano", la hipótesis de que fuera judío no se sostiene en el contexto de la época en que vivió, justamente cuando los Reyes Católicos expulsaban a los judíos de sus tierras y hasta a los judíos conversos solía la gente llamarlos peyorativamente "marranos". Si su origen hubiera sido hebreo no es lógico que Fernando e Isabel le encomendaran tan notable misión.
Aunque una de las hipótesis más aceptadas es la de que nació en Génova, muchos historiadores de prestigio la disputan con buenas razones. La hipótesis de que nació en Génova se apoya en que durante sus primeros años como navegante estuvo al servicio de flotas genovesas y a que algunas fuentes sostienen que sus padres se llamaban Domeneghino Colombo y Susana Fontanarossa, lo cual tampoco está confirmado. La hipótesis de que era español, nacido en Galicia, surge a través del libro publicado en 1914 por el historiador Celso García de la Riega, bajo el título, Colón, español. Su origen y patria. Para demostrar esta afirmación se basó en unas pruebas documentales de los siglos XV y XVI. También se dio cuenta de que empleaba el castellano con marcados rasgos gallegos y lusos. Pero Colón vivió largos períodos en Portugal y contrajo nupcias con una portuguesa, lo cual puede haber influido en su acento y discurso.
Además, hay otros argumentos que dicen que su abuelo era un tejedor genovés que se había radicado en la región catalana. ¿Habría entonces nacido Colón en Cataluña?
En cualquier caso, su largo servicio a la Corona Española lo hace español por derecho.

Felicidades a nuestro querido hermano Gerardo por su formidable artículo sobre Cristóbal Colón y el descubrimiento del Nuevo Mundo.
Nunca había leído tan convincentes opiniones sobre la religiosidad del Almirante. Inclusive ha habido frecuentes comentarios sobre si era o no hebreo, además de si era de origen genovés, etc. ¡Bello artículo! Gracias Gerardo.

Cuando Colón subió los escalones hacia su cabina en la "Santa María", su mirada cayó instintivamente hacia el horizonte. A lo lejos, vio una luz como de una vela y rápidamente llamó a otro miembro de su tripulación, quien confirmó el avistamiento. Las tres naves fueron alertadas y cada hombre se apostó en cubierta buscando señales de tierra firme. A las 2 a.m., el grito de "¡Tierra! ¡Tierra!” brotó de la garganta de Rodrigo de Triana. La emoción de la tripulación les permitió superar con ecuanimidad las muchas horas que les tomó navegar por el traicionero arrecife que rodeaba la costa de su nuevo destino hasta tocar tierra.
A la puesta del Sol aquel 12 de octubre de 1492, el canto del himno de Salve Regina resonó en el Atlántico. Noventa hombres se agruparon de pie en las cubiertas de tres carabelas capitaneadas por Cristóbal Colón, el hombre en el que habían confiado. Era el mismo ritual de oraciones vespertinas que realizaban desde que salieron de España hacía meses, pero esta noche era diferente. Mañana sería la fiesta de Nuestra Señora del Pilar, la gran patrona de España. Colón había prometido a sus hombres que ordenaría el regreso de la expedición si no avistaban tierra antes del día de su fiesta, una promesa que tenía la intención de cumplir. Confiaba firmemente en que Nuestra Señora no abandonaría la empresa por la que tanto había trabajado y confiaba en ella alentado por las señales de que se acercaban a tierra que su ojo avizor había notado que estaban aumentando cada día.
Cuando Colón se arrodilló en la playa para dar gracias, la siguiente oración brotó de sus labios: “Oh Señor, Dios eterno y omnipotente, por Tu santa palabra has creado los cielos, la tierra y el mar; bendito y glorificado sea tu nombre; alabada sea tu majestad, que has dignado que, por medio de tu indigno servidor, tu sagrado nombre sea reconocido y dado a conocer en este nuevo sector del mundo".
Era la primera oración que se pronunciaba en el “Nuevo Mundo”, seguida por el canto del Credo, el Te Deum y otras oraciones en acción de gracias. Mientras se desplegaban estandartes y banderas, el futuro “Almirante de la Mar Océano” proclamó solemnemente: "En el nombre de Nuestro Señor Jesucristo ..." y procedió a reclamar la nueva tierra para sus soberanos, pero no antes de reclamarla primero para su Divino Maestro, dándole el nombre de San Salvador. (Santo Salvador).
Fue esta misma fe en la intercesión de María para alcanzar su meta la que lo había impulsado a bautizar el buque insignia del primer viaje con el nombre de Santa María de la Inmaculada Concepción, que suele referirse en la historia como "la Santa María", acompañada por la Niña y la Pinta. Asimismo, durante el regreso de ese primer viaje, cuando las carabelas estuvieron a punto de hundirse en una tormenta, Colón y sus hombres prometieron una peregrinación a la primera iglesia mariana a la que llegaran; promesa que cumplieron en las Azores dos semanas después.
Toda evidencia muestra que Colón era un hombre de profunda devoción que se tomó su fe extremadamente en serio. Uno de sus contemporáneos, Bartolomé de las Casas, lo describió como un hombre de justicia y profunda piedad: "Observó los ayunos de la iglesia con la mayor fidelidad, confesó e hizo comunión a menudo, leyó el Oficio Divino como un hombre de iglesia, odió la blasfemia y las palabrotas profanas, y estuvo muy dedicado a Nuestra Señora y al padre Serafín San Francisco..."
Por otra parte, hay que situarse en el contexto de la época, donde las ambiciones humanas eran frecuentemente más determinantes que las leyes que trataban de frenarlas y donde la esclavitud era aceptada desde tiempos inmemoriales como botín de guerra o de conquista, o como una forma de pagar deudas pendientes. Colón, nombrado Almirante de la Mar Océana, distaba mucho de tener los atributos que hoy se exigen a las personas notables bajo el concepto universal de los derechos humanos. En otro sentido, además, hay que entender también la enorme dificultad de ir al mando de un puñado de rufianes que requerían la mano dura de un líder para frenar sus impulsos, lo cual no siempre se podía lograr.
No obstante, esa leyenda negra que lamentablemente se propaga hoy día sobre su crueldad con los indios y sobre su responsabilidad por los excesos cometidos por los conquistadores, es falsa. Colón iba a explorar esas tierras con un propósito de comerciar y de establecer asentamientos, así como también de lograr que los habitantes de algunas de esas tribus aceptaran ser súbditos de la corona.
No siempre estos propósitos se desarrollaban por medios pacíficos, como eran las costumbres de una época de conquistas, inclusive entre los propios nativos del Nuevo Continente, sus imperios y sus tribus, que constantemente guerreaban con enorme crueldad. Sin embargo, Colón adoptó desde su primer viaje un acercamiento pacífico y, por tanto, se enfrentó y trató de frenar a los abusadores, quienes urdieron todo tipo de conjuras para tomar posesión de esas tierras no como colonizadores, sino como conquistadores, y no tardaron en provocar graves desavenencias y conflictos con los naturales. Durante su ausencia al regreso de su segundo viaje, habían sido enviados a España maliciosos informes por mediación de otras naves que ya entonces empezaron a hacer la travesía entre dicho país y las Indias Occidentales, provocando tales patrañas la desconfianza de los Reyes Católicos.
Durante su tercer viaje a esas tierras debió enfrentarse no sólo a esa desconfianza sino también a la realidad de la presencia de aventureros españoles que llegaban en números crecientes a los territorios descubiertos con otras expediciones y que no se avinieron a soportar el mando ni las genialidades del Almirante, provocando rebeliones contra su autoridad. Un tal Francisco de Bobadilla, en contubernio con los colonos que esclavizaban a los indios, hizo prisionero a Colón y lo envió a España a bordo de una nave, cargado de cadenas.
Aunque los Reyes después darían a Colón todo género de satisfacciones, procurando reparar por todos los medios posibles tan inmerecido agravio, su autoridad en el Nuevo Continente fue mermando y los abusos en las tierras descubiertas fueron aumentando. A Colón le sorprendió la muerte en la ciudad castellana de Valladolid el 20 de mayo de 1506, a la edad de 55 años, en donde trataba de entrevistarse con el rey Fernando el Católico para discutir los resultados de sus últimas exploraciones.
Posteriormente, Fray Bartolomé de las Casas tomaría sobre sus espaldas la ingente misión de "defensor de los indios", que le causó también graves problemas con los colonos y las autoridades coloniales en una lucha ingrata que lo absorbió por el resto de su vida.