Reply: De "Las Bases" de Alberdi a las de Trump

NOTE: You are posting the message as a 'Guest', you can not edit the message or delete it
Please Log in or Register to skip this step.

Your e-mail address will never be displayed on the site.

reCaptcha

Topic History of: De "Las Bases" de Alberdi a las de Trump

Max. showing the last 10 posts - (Last post first)

Mis disculpas, amigos Abelardo y Gerardo, por no comparecer antes, pero es que yo sigo el consejo de Melina Mercouri cuando dijo aquello de “Nunca en Domingo”.

A una de mis hijas le hicieron hace años un comentario muy parecido al que le hicieron a la nieta de tu amigo, Abelardo, pero no se lo hicieron en New England sino en Tallahassee. Y quien le hizo el comentario a mi hija no fue un compañerito enfermo de wasperia, sino una de sus profesoras en la universidad. Y es que entre nosotros, los montoneros del Norte, la ignorancia se propaga a través de la enseñanza…

Hace poco mas de un mes, en uno de los noticieros nacionales de los Networks originales (otrora presentados por periodistas de la talla de un Walter Cronkite y hoy convertidos en poco mas que crónica roja y pronóstico del tiempo) el cierre de esa media hora de “noticias” fue el siguiente: unos niños de primer o segundo grado (no recuerdo en que estado ni ciudad de “América”) le escriben al editor del libro de texto con el que estudian los viajes de Cristobal Colon para exigirle que enmiende un craso error contenido en el texto. Según los niños, el texto no debiera decir que Colon desembarcó “en América” (como en efecto dice y en efecto fue) sino en una isla del Caribe, dado que el almirante Genovés (algún día habrá que explicarle a esos chicos que don Cristobal no era pariente de don Vito…), jamás puso sus pies en lo que nuestros niños entienden por “América”. La nota celebraba a los niños por su afán al exigir esa precisión en su libro de texto.

Los tres noticieros nacionales (CBS, ABC y NBC), plagados de “malas noticias” como masacres, escándalos, fraudes y la infaltable vulgaridad o salvajada “du jour” de nuestro “tremendo presidente”, han optado por cerrar sus ediciones diarias con lo que en el gremio llaman una nota de color (una buena noticia para compensar las anteriores). En el noticiero nacional de CBS esa noticia de cierre se presenta bajo el rubro “On the Road”, y en el de ABC bajo el sugestivo titulo “América Strong”… No les puedo asegurar en cual de las tres cadenas vi la nota de los niños quisquillosos pero quisiera creer que no fue en ABC…

Mi estimado Gerardo. No fue mi intención escribir sobre el Derecho Constitucional Comparado. Es cierto que copiar no es necesariamente un pecado; a veces es un síntoma de inteligencia,… y a veces no… La Constitución de los Estados Unidos de América es un remedo de la constitución no escrita que ha regido por añares a los súbditos de su majestad británica, y si hubiera sido por John Adams, ambas constituciones hubieran sido prácticamente idénticas. Nuestro sistema bicameral británico ha sido “perfeccionado” por Lord McConnell, y a punto estamos de tener una monarquía presidida por alguien tanto o mas loco (e infinitamente mas ignorante) que aquel rey Jorge del cual nos desembarazamos en 1776.

En cuanto a tu comentario sobre los abogados-legisladores, no puedo estar mas de acuerdo contigo, amigo Gerardo. Si estoy desilusionado e insatisfecho con mi iglesia católica, ni te imaginas lo abochornado que a veces me siento por ser colega de alguien como el “Secretario Acosta” o su “jefe” y ventrílocuo Alan Dershowitz; o de Marco Rubio y Ted Cruz, ambos abogados-legisladores, solamente por nombrar un par de ellos, con quienes, además, nos unen otros lazos… Nunca he sido de tomar mucho pero el Bar cada vez me produce mas nauseas. Aunque ese tampoco es un sesgo que yo haya abordado en mi escrito sobre “Las Bases”, acepto tu comentario como una sugerencia y abordaré ese tema con gusto en un futuro próximo.

No me cabe duda de que tanto Alberdi como Sarmiento se horrorizarían de la cultura anglosajona de nuestros tiempos, pero tampoco me sorprendería que sintieran la misma reacción hacia la actual cultura que impera en Argentina y otros países del continente.

Alberdi, en particular, nos dejó un legado constitucional que debiera servir, al menos, como guía paradigmática a los pueblos que hasta ahora permiten que sus dirigentes jueguen festinadamente con el derecho constitucional y estén prestos a cambiarlo una y otra vez a su conveniencia.

Me atrevería a decir que ninguna constitución sale de la nada, como si se tratara de una revelación divina y absolutamente original. En el acontecer humano, y sobre todo en sus aspectos jurídicos y políticos, toda reforma y todo progreso se basa en antecedentes que robustecen lo que se ha calificado como derecho consuetudinario.

Es evidente que la Constitución de Estados Unidos tenía sus antecedentes. También es evidente que sentó las bases para la transformación de una sociedad que procedía de sistemas aristocráticos, que no reconocía muchos aspectos del derecho natural, incluyendo la práctica de la esclavitud, y que era paternalista y giraba alrededor del jefe de familia. Estas transformaciones tomaron tiempo, pero la Constitución les sirvió de base para que se desarrollaran.

La Constitución de Estados Unidos fue el resultado de un amplio debate público y sus delegados se sintieron imbuidos del mandato de los ciudadanos habilitados por la democracia embrionaria de entonces. No creyeron hablar por sus propios intereses partidistas sino en función de la voluntad de esos ciudadanos habilitados. Por lo tanto, evitaron convertirse en autores de su Constitución y la reconocieron como obra de todo su pueblo. Por eso la encabezaron con la famosa frase: "We, the people..."

Por consiguiente, fue la herramienta para la evolución democrática que se desarrolló en los siglos subsiguientes. Una herramienta que apenas ha requerido algunas adaptaciones (las enmiendas) para funcionar en un contexto cada vez más moderno.

Muy pocas constituciones, si alguna, son una copia literal de otra previamente promulgada en otra parte. Cuando hablamos de constituciones "copiadas", creo que se entiende más bien en el sentido de "adaptación" a lo esencial de la constitución que le sirve de patrón para conformarla a las particularidades de la sociedad que la adopta.

Un caso que nos toca muy de cerca es la Constitución argentina de 1853, que tomó como modelo los ensayos precedentes de orden constitucional de Juan Bautista Alberdi, quien a su vez se inspiró particularmente en la Constitución estadounidense al adoptar, entre otras características, el modelo presidencialista de esta última, la división en tres poderes y el bicameralismo, así como el federalismo, componentes esenciales del orden constitucional norteamericano.

Esta Constitución tomó de modelo la obra de Alberdi en 1852, titulada "Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina", que precisamente incluía un proyecto constitucional.

Por supuesto que habrá muchas copias muy poco alentadoras de unas constituciones plasmadas en las constituciones posteriores de otros países, pero aquí vemos un caso prominente de gran éxito, permitiendo un siglo de estabilidad al gran país del cono Sur, pese a los muchos contratiempos de pugnas de poder, un síndrome que ha sido siempre tan frecuente en América Latina. Y por supuesto que no fue una "copia" puesto que el mismo Alberdi critica en su obra las constituciones de Estados Unidos y de Francia. Alberdi miraba también más a Europa que a Estados Unidos como fuente de cultura, comercio y población. Luego no podemos decir que "copió" pero sí que aprovechó los conceptos que estimó favorables y prometedores para el futuro de su país. Como tampoco puede negarse que la cultura argentina ha sido mucho más influenciada, a través de Alberdi y otros notables pensadores, por la cultura europea que por la norteamericana.

En general, los historiadores estiman que la Constitución argentina de 1853 tomó de modelos principalmente a la de Estados Unidos, pero también a las de Suiza, Chile, la de 1848 de Francia y la promulgada en Cadiz en 1812. Así que podría decirse sin propósito peyorativo alguno que "copió" de todas ellas.

Estimo que esta tendencia a "copiar" es benéfica porque se trata de aprovechar lo bueno cuando se ha probado su eficacia. Dista mucho de ser servilismo cultural o de otra índole.

En cuanto a otro sesgo de este debate, lo que está pasando en Estados Unidos (y también en otras partes) es que los abogados (y la enorme mayoría de los legisladores son abogados) están haciendo trizas del derecho consuetudinario, manipulando leyes en una marejada iuspositivista que burla el espíritu constitucional con sutilezas desviacionistas y provoca constantes encontronazos a distintos niveles del orden jurídico, con interpretaciones diversas y a veces antagónicas según sea la tendencia ideológica o partidista del juez de turno.

Amigo José Manuel,

Me ha gustado e interesado mucho tu artículo.
Siempre he sido un admirador del autor de Facundo aunque hace tiempo que he perdido mis ilusiones respecto a Nuestra América.

Que muchos anglosajones se crean superiores (siempre ha sido así y no veo razón para que cambien) no me extraña. Lo que no puedo entender es que otros muchos se lo crean también y que por estupidez, guataquería o servilismo los mantengan en esa idea.

Hace algún tiempo tuve el placer de recibir en mi entonces casa de Lille a la nieta de un prestigioso médico cubanoamericano de Mayami, ya fallecido.
Esta encantadora e inteligente joven etudiaba en un famoso College del área de Boston. Me contó que uno de sus compañeros, un wasp de pura cepa, le expresó su asombro al ver que los estudiantes “latinos” podían ser tan inteligentes.
A lo mejor a ese muchacho se le pasó su tonta y soberbia “waspería”.

Mientras hay vida hay esperanza

Cuando salí de Cuba, es decir, el mismo día que supe que nos íbamos de Cuba, el 20 de mayo de 1960, fue que me enteré también que nos íbamos a La Argentina.

Mi tío, el Dr. Antonio “Bobby” Maceo –además de regalarme lo que por entonces llamábamos una pluma fuente que, ya en el avión, tiñó de “azul falange” mi camisa blanca-, trató de programarme para el cambio que se me venia encima. Me habló de los dos personajes argentinos que él mas admiraba, Domingo Faustino Sarmiento –que, según supe después, tenia muchos “fans” en la Cuba de entonces- y Juan Bautista Alberdi, el autor de “Bases para la organización política de la Confederación Argentina”, librito que se convirtió en una suerte de boceto para lo que fue la Constitución Argentina de 1853.

Tanto Alberdi como Sarmiento estuvieron exiliados en Chile durante largo tiempo, en la época en que la Argentina estaba dominada desde Buenos Aires por Juan Manuel de Rosas. Los dos conocieron y admiraron (como también lo hizo Martì) a los por entonces jóvenes Estados Unidos de América. Tras la derrota de Rosas a manos del entrerriano Justo José de Urquiza en la batalla de Caseros, tanto Sarmiento como Alberdi se integraron como asesores del triunfador, Sarmiento como militar y Alberdi como ideólogo.

Pero Sarmiento, quien llegó a la presidencia de la nación en 1868, también era un ideólogo (y un gran literato). A su muerte, en 1888, el presidente Carlos Pellegrini lo describió cono el cerebro mas poderoso que haya producido la América (Sarmiento, un gran admirador de Benjamín Franklin, nunca hubiera aceptado ese honor…).

Lo cierto es que no es aventurado decir que entre ambos, Alberdi y Sarmiento, sentaron las bases para el desarrollo cultural, económico y, eventualmente, político (aunque para ellos la política era algo secundario, pues conocían a cabalidad las limitaciones de su pueblo) no solo de la Argentina, sino de todo el sur del continente americano.

Si hay un lema que encarna el pensamiento y las prioridades de ambos hombres, ese lema, en mi humilde opinión, es “gobernar es poblar”. Y para poblar era necesario abrir las fronteras de la nación argentina a la inmigración europea a través de la nueva Constitución, que debía ser “una constitución absorbente, atractiva, dotada de tal fuerza de asimilación, que haga suyo cuanto elemento extraño se acerque al país…”, en palabras de Alberdi.

La Argentina de mediados del siglo XIX era, según Alberdi, “un desierto”, no solo por sus vastas extensiones escasamente habitadas sino también en el sentido cultural y en cuanto a la inmadurez política de sus muy pocos habitantes, no aptos para sostener los pilares de un sistema republicano de gobierno como el que instituyó la Constitución de 1853. Según Sarmiento, era extremadamente difícil civilizar a los pueblos de América sin antes eliminar la ignorancia y la barbarie.

Tanto Alberdi como Sarmiento admiraban la cultura anglosajona, y Alberdi favorecía la inmigración de ese origen, llegando a decir que los sudamericanos debían convertirse en “yankees hispanoamericanos”.

Con frecuencia me pregunto que pensarían hoy estos dos grandes pensadores argentinos nacidos hace mas de dos siglos (Alberdi en Tucumán y Sarmiento en la provincia de San Juan) de la cultura anglosajona en nuestros tiempos; y en todos sus aspectos, tanto el de la educación como el de la civilización y la aptitud para ser buenos ciudadanos de una república.

Las “bases” que cuentan hoy en día entre los anglosajones no son una serie de prescripciones que tienen como norte el progreso y el bienestar de todo un pueblo enriquecido por la diversidad que genera una política migratoria abierta de par en par.

Cualquiera de nuestros “expertos politólogos” (los “pensadores” de hoy) entiende por bases a los partidarios de un Trump en los Estados Unidos (o del Brexit, en el caso de la igualmente decadente Gran Bretaña), esa misma población inculta e ignorante que tanto Sarmiento como Alberdi procuraron civilizar. Y es que se puede, perfectamente, ser anglosajón y optar por la barbarie; ambas cosas distan mucho de ser incompatibles.

Con el agravante de que la actividad política es hoy infinitamente mas corrupta e inmoral que en la época de Sarmiento y Alberdi, y los políticos solo se preocupan por complacer a sus bases (incluidos entre esas bases los intereses económicos que financian sus campañas).

Pero la situación es mas grave aun: esos mismos políticos aterrados ante la posibilidad de perder el apoyo de sus bases fomentan todo tipo de fobias en ellas, recurriendo al mismo miedo que sienten ellos para buscar respaldo para sus “ideas” disparatadas.

Para gente como Trump y quienes lo rodean, gobernar es asustar. Se basan en el miedo para poder manipular y controlar a las bases sin cuyos votos jamas obtendrían poder politico alguno.

La ineptitud de ese tipo de gente que hoy representa a esa raza anglosajona que tanto admiró Alberdi para sostener los pilares de un gobierno republicano es similar a la de las montoneras que describió Sarmiento en su obra “Civilización y Barbarie”. No pueden disimular su patética ignorancia con su pelo rubio y sus ojos azules: como no puede disimular la suya nuestro “tremendo presidente” con su peluquín color zanahoria.

He sido anglófilo (y conservador) durante toda mi vida, en parte gracias a lecturas como Alberdi y Sarmiento. Y es justo reconocer que el problema que representa el temor a perder el apoyo de las bases miedosas, ignorantes e incultas no es exclusivo del sistema político de los Estados Unidos.

Hace pocos días las autoridades cubanas intentaron privar a un compatriota a quien admiro del derecho a estar presente en el funeral del cardenal Jaime Ortega Alamino. Cuando nuestro “tremendo presidente” dice y/o hace su barbaridad de cada día (para él es casi una necesidad fisiológica), cualquiera de nuestros millares de expertos politólogos mayameros nos diría que lo hace para complacer a su base. Cabe suponer que la misma explicación se aplica a las barbaridades que cometen las autoridades cubanas, como en el caso del funeral del cardenal. ¿Pero cual es la base a la que que pretenden complacer las autoridades cubanas? ¿El ala dura del gobierno y el pueblo cubano, como seguramente nos dirían unos cuantos de esos que se auto-proclaman “expertos” entre nosotros? ¿La que integran los cubanos de Mayami que durante años detestaron y denostaron al cardenal Ortega y que seguramente denostarían a quienes, como mi compatriota restringido, quisieran asistir a su funeral? ¿A que –o a quienes- le tienen miedo las autoridades cubanas cuando le prohíben a alguien asistir a un funeral?

Pero así como es justo reconocer que el miedo a lo que hoy llamamos bases no es un fenómeno que ocurre exclusivamente en los Estados Unidos, no se entiende como alguien pueda estar orgulloso de un sistema político como el nuestro, cada vez mas lejos de la democracia y mas cerca del elitismo plutocrático, anti-científico y anti-intelectual.

La barrabasada de considerar a la raza anglo-sajona moral e intelectualmente superior a otras –con el perdón de Alberdi y Sarmiento- no resiste la evidencia de los ejemplos que nos dan cada día Trump, Lindsey Graham, y tantos otros de sus atribulados secuaces, condenados a desmentir hoy o mañana mucho de lo que dijeron ayer o anteayer.

Trump no ha drenado el pantano; instaló su propio tanque séptico (marca “El Donald”) en la Casa Blanca…, y el hedor es cada vez mas penetrante…

Time to create page: 0.245 seconds