Reply: La Masacre en la Loma de San Juan: 60 años después

NOTE: You are posting the message as a 'Guest', you can not edit the message or delete it
Please Log in or Register to skip this step.

Your e-mail address will never be displayed on the site.

reCaptcha

Topic History of: La Masacre en la Loma de San Juan: 60 años después

Max. showing the last 10 posts - (Last post first)

En Los fusilamientos de la loma de San Juan: Amnesia selectiva 60 años después, la premisa del del Sr. José Álvarez es resaltar que los 71 fusilados aquel 12 de enero de 1959 merecían morir porque eran criminales vinculados al régimen autoritario de Fulgencio Batista.

Justificar un asesinato en masa como el ocurrido en el campo de tiro de San Juan 11 días después de haber tomado los rebeldes el mando político en Cuba es una apología tosca a un crimen de lesa humanidad que ejecutó el castrismo. El eminente historiador, Herminio Portell-Vilá (muy antibatistiano por cierto), consideró este acto como un traslado del “terror rojo” del Segundo Frente a Santiago de Cuba, una ciudad que pensó que, después del fusilamiento de los 53 expedicionarios del Virginius en 1873 a manos del brigadier español José Burriel, nunca se repetiría nada igual.

Sin embargo, la Loma de San Juan fue testigo del “salvajismo” de Raúl Castro con un mayor número de fusilados en una misma noche (Nueva historia de la República de Cuba: 1898-1979, Miami: La Moderna Poesía, 1996, p. 700). Leovigildo Ruiz en “Diario de una traición Cuba: 1959”, obra que recoge detalles de lo acontecido sobre el drama cubano, consideró esta matanza como la que contenía “el mayor número de hombres fusilados en Cuba en un solo día y en un solo lugar” (Miami: Florida Typesetting, 1965, p. 29). En cuanto a los “juicios”, Alberto Baeza Flores en su formidable libro “Las cadenas vienen de lejos” señala que, de los 71 asesinados, sólo 5 fueron juzgados y en “juicios sumarísimos y secretos” (ed. Síntesis, México: Editorial Letras, 1961, p. 159).

Más allá de que narrativa histórica de la réplica es una repetición casi literal de la historiografía oficialista castrista de los hechos, el punto del escrito original no es promover un debate acerca de los pecados cometidos durante la contienda o guerra civil para remover al dictador Batista del poder. Con seguridad, podemos decir que hubo hombres buenos y hombres malos en ambos lados. Si bien es cierto que el régimen batistiano descarriló innecesariamente la democracia cubana con el fatídico golpe de Estado del 10 de marzo y cometió excesos y crímenes, no es menos cierto que el Movimiento 26 de Julio, utilizando el terrorismo urbano como metodología de lucha, también se bañó de sangre.

Restarle importancia al hecho de que un acusado tenga acceso a una defensa apropiada dentro del marco de un juicio debido con plena garantías, es un error grave debido a que este mecanismo procesal es un pilar del modelo de auto gobierno que llamamos democracia. La suposición de inocencia hasta que dicho proceso emita un veredicto que concluya lo contrario podrá ser imperfecto, pero es la forma más civilizada de enfrentar e intentar hacer justicia. Nunca vamos a estar todos de acuerdo con lo que determine un proceso legal, sin embargo, la existencia de un mecanismo de jurisprudencia que busque la verdad y lo justo y ofrezca un entorno para decidir sobre esto sustentado en leyes, derechos y recursos dotados con garantías básicas de espacios de libertad de expresión y llevado a cabo por una rama judicial independiente de las otras extensiones del gobierno o cualquier partido político, es esencial para una república sana y operante. Eso es un Estado de derecho.

Gran parte de los autores materiales e intelectuales del Holocausto y de los crímenes de guerra cometidos por el régimen nacionalsocialista fueron arrestados al caer Alemania nazi y tuvieron una serie de juicios con audiencias y procedimientos legales plenos por cerca de 10 meses en Nuremberg. Un mes después, se emitieron los veredictos. Hubo muchos que criticaron dichos juicios por considerar éstos una formalidad innecesaria, dado la evidencia clara de la culpabilidad de los apresados. La cordura sabia ejercida por los aliados no soviéticos al desatender los clamores por soluciones rápidas de aplicar la justicia e insistir en un proceso consecuente con la un Estado de derecho, fue lo correcto. Esto es el caso, sobre todo, tomando en cuenta la cifra millonaria de muertes que el totalitarismo fascista causó y la crueldad con que se desempeñó.

Los que buscaron establecer democracias duraderas sobre las cenizas que dejó la Segunda Guerra Mundial, tuvieron de base la justicia aplicada en los juicios de Nuremberg y Tokio, en procesos de lustración y la implementación de una amplia gama de leyes para proteger a estas democracias incipientes y evitar que movimientos antisistema llegasen al poder nuevamente. La justicia aplicada a los regímenes fascistas de Alemania y Japón, en el entorno civil, hoy se les reconoce como justicia transicional. Ese mecanismo para enfrentar un pasado tenebroso que queda al caer un régimen dictatorial (particularmente uno totalitario), busca esclarecer los crímenes cometidos, responsabilizar al criminal y atender a la víctima. Sólo cerrando fila correctamente por medio de un proceso de justicia transicional es que el puerto de la democracia se convierte en destino factible al liberarse un país.

Cuba, para poder transitar hacia una democracia, una vez que caiga el castrocomunismo, tendrá que implementar, invariablemente, la justicia transicional. Por mucho que los responsables de tantos crímenes de lesa humanidad en nuestra patria merezcan los mismos tratos que ellos ejecutaron, la civilidad se debe imponer y la relación inherente entre la democracia y un Estado de derecho se debe respetar. Las pasiones y los prejuicios no pueden desplazar la prudencia y la paciencia que dicta el imperio de la ley.

Justificar el asesinato en masa ocurrido en la Loma de San Juan es una apología tosca a un crimen de lesa humanidad que ejecutó el castrismo. Un texto del Sr. José Álvarez titulado “Los fusilamientos de la loma de San Juan: Amnesia selectiva 60 años después” fue publicado por Cubanet hace algunos días en respuesta a mi artículo.
[ Ver los argumentos de José Álvarez AQUÍ ]

Ahora, me dispongo a aclarar varios puntos que considero de relevancia para los cubanos que aspiran a que la Isla pueda llegar a vivir algún día en democracia.

La Masacre de la Loma de San Juan: 60 años después.
Uno de los tantos crímenes de lesa humanidad
que recae sobre los hombros de la dictadura
que aún tiraniza a Cuba.
La Masacre de la Loma de San Juan es la versión cubana de la Masacre de Katyn, ese asesinato masivo de soldados, oficiales, policías e intelectuales polacos, llevado a cabo por la policía política soviética en la primavera de 1940.

Señalar un evento singular que sirva de acto insigne del historial de un régimen despiadado y asesino es tarea imposible. El mal tiene muchas dimensiones y cada víctima y sus allegados padece el dolor. El daño es personal y colectivo a la vez. En 60 años de régimen, la escasez material y moral que provocó el castrocomunismo resulta inversamente proporcional a su perversión y crueldad.

En ese sentido, uno de los tantos crímenes de lesa humanidad que recaen sobre los hombros de la dictadura es la Masacre de la Loma de San Juan. Lo que ocurrió aquella madrugada del 12 de enero de 1959, expuso la naturaleza tiránica del comunismo cubano al exhibir. Setenta y una personas salvajemente asesinadas (algunos recuentos apuntan hasta 73 casos). Tras los disparos, los cuerpos cayeron una fosa común de 40 metros de largo que había sido excavada un tiempo antes del circo patético que llamaron “juicio”, donde se dictaron cobardes sentencias sin el mínimo rigor. En aquella ocasión fue el propio Raúl Castro quien asumió el papel de chacal en jefe de la matanza.

No todos los fusileros a cargo de la barbarie parecen haber tenido buena puntería. Luego de que varios buldóceres rellenaron con tierra la zanja donde cayeron los cuerpos masacrados, testigos, como fue el caso del periodista Antonio Llano Montes, revelan haber visto manos sobre la superficie de la tierra, reforzando la hipótesis de que había víctimas vivas entre los fusilados, quienes, en caso de haber sobrevivido, murieron asfixiados intentando salir.

Como todo lo que ha hecho el régimen comunista cubano, la masacre tuvo como objetivo escarmentar a opositores y potenciales detractores del sistema.

Años después, el ciclón Flora, con sus lluvias fortísimas, se ocupó de desenterrar algunos de los cuerpos, sacándolos sobre la tierra y dejándolos a la vista de todos. El castrismo, siempre eficiente a la hora de limpiar sus manos ensangrentadas ante la opinión pública internacional, tomó la decisión de reubicar los cadáveres en tumbas de concreto pesado y desaparecerlos en aguas cercanas. La idea clara era tratar de borrar el registro de lo ocurrido.

La Masacre de la Loma de San Juan es la versión cubana de la Masacre de Katyn, ese asesinato masivo de soldados, oficiales, policías e intelectuales polacos, llevado a cabo por la policía política soviética en la primavera de 1940. En el caso de la matanza cubana, el crimen recoge todas las características que personifica la revolución castrocomunista y su modus operandi.

La lucha contra el régimen autoritario de Fulgencio Batista fue apoyada por toda una amalgama de corrientes políticas que, a la postre, serían traicionadas por Fidel Castro. En otras palabras, la “revolución cubana” ha sido una fabricación propagandística, una fábula sacada del cofre marxista-leninista para ayudar pavimentar la contracultura. Como mismo golpe de Estado bolchevique luego fue transformado en la “Gran Revolución Socialista” (ignorando los hechos y las fuerzas democráticas anti zaristas). La traición fue siempre una constante en la praxis castrista y lo ocurrido aquel 12 de enero lo ejemplifica cabalmente.

Bonifacio Haza Grasso, comandante de la Policía de Santiago de Cuba, fue fundamental a la hora de facilitar la transición de poder entre el régimen y los rebeldes. El papel de mediador de Haza entre las Fuerzas Armadas Constitucionales de Cuba y el Ejército Rebelde fue aprovechado por los Castro para asentarse en Santiago, sin encontrar resistencia armada por parte de las fuerzas públicas de la zona.

Con su proceder, Haza Grasso también evitó muertes innecesarias y el desorden que suelen traer consigo ese tipo de procesos. Desde el 1 de enero de 1959, el alto oficial se reunió con los hermanos Castro, quienes, en su afán de proyectar una imagen de reconciliación nacional, entraron con él a Santiago. Sin embargo, una vez que los rebeldes tomaron el control logístico de la ciudad, Castro se encargó de que Haza Grasso no fuera excluido de la matanza planeada y ejecutada.

El castrocomunismo siempre ha sido adicto a los encaramientos sanguinarios y la masacre de la Loma de San Juan es un reflejo paradigmático de ese ejercicio continuo en Cuba comunista. Sin embargo, la Masacre de los 71 (como también se le conoce), fue particularmente anunciada y glorificada por la prensa oficialista en su momento y posteriormente por la maquinaria de historiográfica para, de este modo, cementar una visión particular y falsa de lo que ocurrió y desanimar cualquier intento de desafiar el totalitarismo que se estaba gestando en secreto.

La legalidad que aplicaron los verdugos a los detenidos (luego fusilados), fue de una carencia imperiosa de un debido proceso judicial digno de un filme tragicómico. Esta también ha sido la norma de la jurisprudencia castrista a través de todas sus etapas. La “ley” existe sólo para racionalizar el poder político dictatorial y punto. Nada nuevo ahí. Luego, la cantidad de sangre y los grados de la perversión oscilan de acuerdo a la utilización que el crimen podría dar y nunca ha reflejado un cambio de naturaleza.

La Masacre de la Loma de San Juan es parte de esa larga lista de crímenes que la justicia deberá enmendar para alcanzar la verdadera democracia en Cuba. Si eso se logra, de nada le servirá al castrismo las bóvedas de cemento utilizadas ni todos los intentos de silenciar la verdad y de negarle al pueblo cubano su reclamo a la memoria colectiva y la justicia redentora. La democracia, la reconciliación y un Estado de derecho necesitan de la aplicación fidedigna de la justicia. No importa el tiempo que haya pasado.

Time to create page: 0.273 seconds