No debiera ser necesario convocar una vez al año a un "Día de la Mujer", porque todos, hombres y mujeres, le debemos el homenaje diario a la madre que nos vio nacer y nos crió, si no fuera por otras razones, que también son muchas.
De hecho, no se celebra un "Día del Hombre". Pese a que también todos tenemos un padre, quien debe desempeñar un papel importante en nuestra existencia.
La mujer, como madre, se gana la partida con honores porque su misión suele ser más íntima y abnegada que la del padre. Pero no es esa la razón de este Día. Es otra.
Es un Día para que reflexionemos sobre el valor de la mujer como ser humano. No sería necesario conmemorarlo si la mujer, históricamente y también en la actualidad, hubiera contado con el mismo reconocimiento y respeto como persona con que siempre ha contado el género masculino.
Esa reflexión anual se hace necesaria porque la mujer sigue siendo objeto sexual para muchos hombres y porque refugiados en un falso y perverso blindaje cultural, se abusa de ellas, se les falta el respeto y se les priva de sus derechos fundamentales en muchas partes. En algunos países se llega al extremo de convertirlas en ciudadanas de segunda clase mediante leyes o normas culturales opresivas.
Por otra parte, no se trata de igualar la mujer al hombre. Somos bien distintos. Se trata de reconocer esas diferencias como un complemento maravilloso de nuestras vidas en común. La "igualdad" que merecen consiste en reconocerles los mismos derechos y oportunidades, dentro del contexto de su papel como mujeres en la sociedad, que no tiene que ser necesariamente una copia del papel de los hombres sino tener la misma pertinencia e importancia en la urdimbre de la sociedad.
Saludo a todas las mujeres en este Día y aspiro a que no sea necesario seguir proclamándolo año tras año cuando aprendamos todos a respetar y rendir homenaje a la mujer, como persona, todos los días del año.
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