Enfrentado a otras urgencias legislativas y preocupaciones ciudadanas, como la seguridad, y respondiendo a las demandas de los partidos de la oposición, el gobierno fue cediendo protagonismo al Congreso, donde se alcanzó un acuerdo refrendado por 14 partidos políticos con representación parlamentaria.
Sin embargo, el Presidente Boric no ha renunciado a los objetivos políticos de su anterior intento de reformar la Constitución. Boric insiste en su agenda que consiste en transformar la república democrática en una "Democracia Paritaria", abandonar la omisión indígena para implantar un "Estado plurinacional e intercultural", anular "La ley protege la vida del que está por nacer" para aprobar una que pueda "Asegurar condiciones para embarazo, interrupción voluntaria del embarazo, parto y maternidad voluntarios y protegidos", calificar a Chile de "Estado social y democrático de derecho" y, eliminar la propiedad sobre las aguas para hacerla "inapropiable".
Aunque se anticipa que la nueva versión reformista será más moderada que la propuesta anterior y Boric trata de adornarla con esas frases tan atractivas, conviene ilustrarse sobre las condiciones subyacentes de cada uno de estos proclamados propósitos a la hora de aceptar un nuevo texto constitucional. Boric ha dado un giro pero no está logrando convencer a su pueblo de que en realidad haya recapacitado.
'Más que sepultar al neoliberalismo, administrarlo'.– afirma Patricio Navia sobre el nuevo giro en la gestión de Boric
Boric aspiraba a convertir a Chile en la tumba del neoliberalismo, la realidad política lo ha obligado a convertirse en un administrador de un modelo económico de libre mercado exitoso.
Stgo. de Chile, Mayo 23 (Patricio Navia).– Aunque el gobierno de Gabriel Boric aspiraba a convertir a Chile en la tumba del neoliberalismo, la realidad política lo ha obligado a convertirse en un administrador de un modelo económico de libre mercado exitoso, pero que necesita reformas y mejoras para fortalecerlo y darle viabilidad a largo plazo.
A regañadientes, Boric podrá salvar su hasta ahora mediocre legado si logra poner su firma en la nueva Constitución (la Constitución de 1980, remodelada por segunda vez) y si logra consensuar una reforma a las pensiones. Pero si se empecina en tratar de derribar los cimientos del modelo capitalista que rige en Chile, en vez de enterrar al neoliberalismo, el gobierno de Boric terminará de cavar su tumba y tallará en su lápida el deshonroso récord de ser la peor administración del país desde el retorno de la democracia en 1990.
Pecando de entusiasmo excesivo y confianza desmedida -e injustificada- en sus propias capacidades, el Presidente Gabriel Boric y su coalición compuesta por el Frente Amplio y el Partido Comunista (FA+PC) se embriagaron con su victoria presidencial de fines de 2021. Olvidaron que esa victoria se debía más a que una mayoría de los chilenos votó en segunda vuelta más por el temor a una presidencia de José Antonio Kast que por entusiasmo con un gobierno de Boric.
Como el FA+PC estaba lejos de la mayoría en el Congreso, el Presidente Boric debió salir a buscar socios en la izquierda y centroizquierda para armar una coalición mayoritaria. Pero, temiendo que Boric fuera un pasivo más que un activo de largo plazo, el PS y los otros partidos de la vieja Concertación -exceptuando el PDC- entraron al gabinete, pero insistieron en hablar de dos coaliciones de gobierno. El sinsentido de querer tener un monstruo de dos cabezas pronto pasó la cuenta y la aprobación de Boric empezó a caer ...
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