La investigación científica está siendo supeditada a los caprichos de los consumidores

El público tan ávido de servicios de radio, televisión y telefonía celular cada vez más amplios y el crecimiento insaciable de las grandes empresas proveedoras están condenando a una parcial extinción de la investigación astronómica y astrofísica.

 

El primer pulsar fue detectado en 1967.

Hoy sería imposible ese descubrimiento.

Marzo 16.– La profusión de emisoras de TV y FM que, además, son cada vez más potentes, y la proliferación de múltiples antenas de telefonía celular están oscureciendo gravemente el acceso al espacio exterior que antes tenían los investigadores.

Satélites afectados por las emisiones magnéticasAunque los convenios internacionales preservan ciertas zonas del espectro electromagnético para uso exclusivamente astronómico, una de ellas se encuentra asediada entre los 1,400 MHz y los 1,427 MHz, donde se halla la línea de 21 cm del hidrógeno neutro, que permite estudiar la formación estelar y la distribición de la materia en las galaxias. Está colocada entre dos bandas reservadas para los teléfonos móviles, cuyas necesidades son cada vez mayores a medida que se incluyen más y más funciones en su servicio.

También se ha invadido la zona en la que los astrónomos registraban las radioemisiones de Júpiter y otros planetas. Observar ahora, por ejemplo, al planeta gigante entre la cacofonía de señales de las emisores de radio y TV es prácticamente imposible.

Los agujeros negros, cuásares o galaxias activas emiten una amplia banda que comienza en los 5 GHz y que los radio astrónomos comparten con los dispositivos de geolocalización y otros satélites, sufriendo por ellos notables interferencias.

De 22 GHz a 24 GHz tenemos la zona de emisión de agua y amoniaco, con las que se estudian las nubes moleculares para buscar las claves de vida en otros planetas. Esta banda está también invadida por los radares de los misiles inteligentes.

La astronomía submilimétrica, importante para estudiar las molléculas del medio interestelar, trabaja por encima de los 100 GHz. A partir de 2019 los operadores de telecomunicaciones han empezado a exigir una parte de ese espectro.

Estas interferencias pueden producir efectos secundarios inesperados y nocivos. Aparte de que no se ha investigado a fondo su influencia en los seres vivos, hay un ejemplo notable de los efectos que pueden causar en los medios y vehículos electrónicos: Una sonda detectó en 2011 que, de repente, todo Japon se iluminaba como un árbol de Navidad. Hasta 2015 no se supo lo que había ocurrido. Se había puesto en funcionamiento una nueva cadena de TV que emitía en el rango correcto, pero el equipo usado para recibir la señal en los hogares nipones interfería en la banda reservada para los satélites climatológicos. Por tanto, estas emisiones puden estar afectando la labor de los meteorólogos.

Si es tan fuerte la interferencia electromagnética que estamos padeciendo, cabe preguntar cuál es su efecto a largo plazo en los seres humanos y la ecología.

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