Jorge Valls Arango, nuestro hermano y Presidente de Honor de la Solidaridad de Trabajadores de Cuba (STC) se ha marchado, pero no nos ha dejado solos. Su ejemplo, sus enseñanzas y su cubanía siempre nos van a acompañar.
En palabras de Mario Rivadulla, su amigo y compañero de presidio, en la STC nos sentimos “Profundamente conmovidos por el fallecimiento de que quien fue uno de los más nobles y altos exponentes de la juventud cubana, gladiador incansable y siempre fiel a sus principios, un hombre a carta cabal de moral inquebrantable y un preciado amigo y compañero”.
En ocasión de una entrevista, Jorge afirmaba que “A veces no recuerdo lo que he olvidado”. En la STC siempre recordaremos lo que no podremos olvidar de él. Jorge, como buen cristiano y extraordinario ser humano, nos enseñó la importancia de amar al prójimo, nos inspiró con su ejemplo la importancia del perdón, y nos inculco el valor que tiene la reconciliación con uno mismo y con los demás.
Como cubano y lo que Jorge quería para su país, solo basta con recordar que al finalizar su juicio, ante los llamados Tribunales Revolucionarios de la Cabaña en 1964, le preguntaron si tenía algo que declarar. Jorge se levantó y encarándose a los miembros del Tribunal que lo condenaría a 20 años de prisión les dijo: “Yo creo en Dios, en la libertad esencial del hombre, en la sacralidad del ser humano, en la Constitución, y en todo lo que Ignacio Agramonte defendió en la Asamblea Constituyente de Guáimaro en 1889” y acto seguido se sentó.
Desde muy joven Jorge se identificaba con el movimiento de los trabajadores, ya en 1955 al ser reorganizado el Ejecutivo Nacional del Directorio Revolucionario, durante la lucha contra el dictador Batista, Jorge asume la responsabilidad de atender a los trabajadores. Años después al poco tiempo de haber salido de la prisión en 1984, Jorge se une a la STC en su lucha por Cuba y por los trabajadores, aportándonos su experiencia, sus conocimientos y sus principios y valores, ganándose el respeto y la admiración de todas las compañeras y los compañeros de la organización.
Para Jorge la muerte no era nada extraño, muchas veces había estado cerca de ella, pero nunca le había tenido miedo. En 1986, en una entrevista televisada en Venezuela, realizada por Sofia Imber y Carlos Rangel, sobre su experiencia en las prisiones de Cuba le preguntaron “¿tú crees que es por tu fe católica?, ¿qué te mantuvo y te dio la posibilidad de sobrevivir en esas condiciones durante veinte años?”. A lo que Jorge les contestó:"¿Y si Dios no da el crecimiento, cómo vive la semilla? Si no lo tuviéramos a Él, ¿qué otra cosa? Sencillamente si Dios ha querido que yo viva, Él ha querido que yo siga viviendo, y el día que Él quiera llevarme pues me llevará. Yo creo que eso es lo único que tiene el ser humano, el ser humano dispone únicamente de su fe y de su alma”.
Sí, siempre recordaremos de Jorge lo que no podremos olvidar de él: El Jorge amigo y hermano, el Jorge estudiante, el Jorge luchador por los derechos de todos y cada uno de los cubanos a lo largo de toda su vida. El Jorge de profundo pensamiento político y social, el Jorge Filósofo, el Jorge profesor, el Jorge soñador, en fin el Jorge poeta;
“El frío del bosque posa en mi mejilla sus dedos,
Y aúlla el viento más allá de las fuentes.
Estoy llorando.
El cielo se retuerce en turbonada.
Sigo marchando,
La cabeza gacha, sin volverme.
La saeta cruza de la espalda al pecho,
Pero se disimula la sangre.
Dios está resonando en bronces bajo mi oído.”*
Secretariado de la Solidaridad de Trabajadores Cubanos.
*Jorge Valls Arango: “El cielo se retuerce en turbonada”