La Ley de Ajuste y la Cuba de hoy.
- Helio J. González
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La Ley de Ajuste y la Cuba de hoy.
27 Jun 2012 19:13
Hace casi 10 años escribí el artículo, “La Ley de Ajuste Cubano, mi tío y yo”. No tuve la oportunidad de publicarlo en aquel momento y quedó en la gaveta de los recuerdos. No pensé publicarlo nunca, pero últimamente, debido al debate que ha traído la propuesta al Congreso del representante cubano-americano, David Rivera, he decidido publicarlo. Creo que a pesar de los años, vale la pena desempolvarlo como base para el recuento. He agregado una reflexión adicional, acorde con la realidad que vivimos.
Miami, 2 de julio de 2003.
La Ley de Ajuste Cubano, mi tío y yo.
Hace unos días, escuchaba en la radio el Show de Rick Sánchez, y sentí profundo dolor ante los planteamientos que muchos cubanos hacían sobre la Ley de Ajuste Cubano, decían que debía ser derogada, el argumento era que muchos cubanos hoy día viajan a Cuba, como si Cuba fuera un destino turístico más, a pasarse vacaciones allá, a hacer fiestas de 15, etc. Unos decían que eran los recién llegados, otros que no, una señora dijo que su esposo que trabajaba en el aeropuerto tenía muchísimas experiencias de estos hechos negativos, otros comparaban la situación de los cubanos con la de otros pueblos latinoamericanos, y por lo tanto su tesis era que nuestra emigración era económica y no política, en fin que todos ellos concluían que debía derogarse la Ley de Ajuste Cubano. Yo que llegué hace poco tiempo de Cuba, no podía dar crédito a lo que estaba escuchando, con motivaciones diferentes, era el mismo argumento esgrimido hasta el cansancio por la tiranía que oprime a nuestra patria: “la asesina Ley de Ajuste Cubano debe ser derogada”, mesas redondas dedicadas al efecto, tribunas populares cuyo tema central es éste y en las que se culpa a dicha ley de la muerte de tantos y tantos cubanos que se lanzan al mar y mueren en busca de la libertad.
Tengo un tío que es ya un anciano y que nunca se metió en política. Desde los diez años comenzó a trabajar, y siendo un jovencito tuvo la oportunidad de comenzar a trabajar en Ultra, una de las buenas tiendas que tenía nuestra capital, allí con su esfuerzo, honradez y carisma llegó a ser jefe de un departamento, logrando tener un sueldo que le permitió alcanzar un buen nivel de vida para él y su familia. La “revolución” nacionalizó la tienda y él continuó trabajando en la misma, pero a mediados de los sesenta, el gobierno determinó que todas esas plazas que eran ocupadas por hombres debían serlo por mujeres y mi tío quedó “excedente”. Eso representó un gran trauma para él, que había trabajado prácticamente toda su vida en ese giro. Le ofrecieron trabajar en un servicentro despachando gasolina y tuvo que aceptar ese empleo. Habían comenzado los Vuelos de la Libertad, respuesta del presidente Lindon Johnson al éxodo de Camarioca y mi tío que nunca había pensado dejar la Isla, pidió a su hermana mayor que estaba en EE.UU, que lo reclamara; por suerte el único hijo varón que tenía, era muy pequeño, y no estaba incluido en la ley que impedía salir del país a los varones entre 16 y 27 años (como ya era mi caso) y pudo ser incluido en esa gran lista de miles de cubanos que pudieron emigrar a los EE.UU. por esa vía. El costo era muy alto, él fue enviado a cortar caña albergado en los campamentos que el gobierno preparó al efecto y mi prima de 14 años, junto a todas las “jackelinas” (por Jackeline Kennedy) como se les llamó despectivamente a las mujeres que deseaban emigrar, representando con ello que eran traidoras a la patria, fue enviada también a tan corta edad, a los campos, a realizar las más duras tareas agrícolas bajo la vigilancia de los comisarios del régimen. Sufrieron muchísimo en esos dos largos años antes de poder venir a EE.UU, con sus maleticas, cargadas con la ropa que podían disponer, sin un centavo y dejando casa, muebles y todas las propiedades personales, además de los otros familiares que posiblemente no podrían ver más. No había marcha atrás en la Cuba castrista, como no la hay hoy tampoco, después de tantos años. Mi tío y su familia, que eran personas comunes y muy honestas, se habían convertido en exiliados políticos, gracias a la “revolución” que no perdonaba a aquellos que deseaban emigrar y por lo tanto todos sus bienes quedaron confiscados, su casa entregada a otra familia, sus muebles, televisor, refrigerador, y todo lo que les pertenecía, pasaban a otras manos y además, perdían también el derecho a retornar a su patria si así lo hubieran deseado o necesitado. No había marcha atrás en la Cuba castrista, repito. Como mi tío, fueron miles y miles más, pero lo triste es que después de tantos años, con cerca de dos millones de cubanos “emigrados”, la situación sigue siendo la misma. Salir del país, significa perder no solo los bienes materiales, por los que cada persona lucha durante toda su vida para alcanzar, sino también se “pierde la condición de ser cubano” y se es considerado un traidor. ¿Quién le puede decir a un cubano que no es un exiliado político? ¿Acaso un chileno, exiliado durante la dictadura de Pinochet, perdió sus propiedades, casa, televisor, piano, adornos, libros, por nombrar algunas de las pertenencias que normalmente alcanzan los seres humanos? Cuando regresó a Chile allí conservaba lo que le pertenecía; quizás la comparación no es buena, pues no es bueno comparar dictaduras, cada pueblo sufre lo que padece en carne propia, pero en el caso del pueblo cubano, no solo ha sufrido la más atroz de las tiranías, sino que lo ha sido por muchos años, y sigue siéndolo, pero además nunca ha tenido tampoco la solidaridad de los pueblos latinoamericanos, como hermanos de América. América Latina ha estado de espaldas al pueblo cubano que sufre y me duele decirlo, porque como cubano me siento profundamente latinoamericano.
En Miami, la mayoría de los latinoamericanos cuestiona las ventajas migratorias de que gozan los cubanos, la razón es porque posiblemente no conocen la situación inhumana que se está viviendo en Cuba, piensan que la emigración cubana es económica, y comparan la situación de sus pueblos que también pasan por grandes carencias y necesidades y les parece injusto el trato que nos dan a los cubanos. Hay que reconocer que la propaganda castrista ha calado hondo en el exterior, “los logros de la Revolución en salud y educación” son hasta anhelados por muchos latinoamericanos y “la postura digna de un pequeño pueblo ante la embestida del imperialismo” es como un ejemplo de valentía que desearían para sus propios gobiernos. ¡Qué poco conocen la realidad de Cuba! Para conocer la realidad de Cuba hay que vivirla, vivirla día a día, vivirla mes por mes y año por año, y no sólo por el hombre de “a pie” sencillo como decimos los cubanos, aun por aquellos que gozan de algunos privilegios económicos, porque la triste realidad que se vive en Cuba, no es sólo la de las carencias materiales, comida, ropa, calzado, vivienda, calles desbaratadas, casas y edificios cada vez en peor estado, salarios de esclavo, etc, etc, etc. La triste realidad que se vive en Cuba es la de la miseria existencial, es la que destroza tanto al obrero sencillo, como al profesional, al maestro como a la ama de casa, al sano como al enfermo, al padre de familia, al hijo adolescente, al joven estudiante obligatoriamente becado en el pre-universitario en el campo, al joven universitario. Es la miseria existencial de todo un pueblo oprimido, que vive sin esperanzas acatando como un cordero las arbitrariedades del “máximo líder” que lo ha encerrado en “un paraíso” en el que se anhela el día del mes que va a llegar el picadillo de soya o los tres huevos (en Ciudad de la Habana son seis) por persona, y que se distribuyen por la libreta de abastecimientos, tras largas colas en las que de lo único que se puede hablar es de pelota (beisbol) para soportar las horas de calor y malestar. Es la miseria existencial de un pueblo que no puede protestar, que no puede elegir, que tiene que acatar todo lo que proviene de arriba (del partido y del gobierno) como si fuera un dogma de fe. Es la miseria existencial de un pueblo que se ve obligado a decir que sí cuando considera que es no y viceversa, y eso hora a hora y día a día, va dando una sensación de cansancio, que hace a un pueblo que es joven vivir como un anciano. Y me dirán, pero por qué no luchan, por qué soportan tanto sin enfrentar esa situación para revertirla y solo tratan de emigrar.
Es que acaso no bastan las decenas de miles de fusilados y los cientos de miles de presos políticos para reconocer que el pueblo cubano, esta maniatado de pies y manos. Es que no bastan los miles de delatores insertados en una cultura de la delación para crear el terror, la inseguridad y el miedo, haciendo que se tema hasta del que parece ser el mejor amigo, del vecino y hasta del familiar. Es que acaso no bastan las cuatro décadas de intensa y continua propaganda en los medios de difusión, todos bajo el absoluto control del estado para aniquilar el espíritu cívico del ciudadano, para comprender que el cubano ha sido reducido a ser totalmente dependiente de ese estado todopoderoso. Las recientes detenciones de decenas de disidentes pacíficos, periodistas independientes y luchadores por los derechos humanos, a condenas de hasta 28 años de cárcel, con juicios sin garantías procesales y en condiciones de confinamiento infrahumanas no solo para ellos sino también para sus familiares, ya que los de las provincias occidentales los confinan en cárceles de las provincias orientales y viceversa, en un país con un casi inexistente sistema de transportación pública o privada, (imagínense a una esposa o una madre preparando una facturita de esa comida que no hay, para después llevársela al familiar detenido a una prisión a 700, 800 o 900 km de su residencia a través de un sistema de transportación que no existe, ¡el nivel de sufrimiento es inimaginable!, y los fusilamientos sumarios a tres jóvenes que habían secuestrado un barquito para huir de la isla, han hecho que muchos tomen conciencia del sufrimiento del pueblo cubano y de la maldad del régimen que lo desgobierna, pero aún así, es muy poco lo que la comunidad internacional ha hecho a favor de la liberación del pueblo de Cuba.
Yo vine hace muy poco de mi querida isla y puedo testificar que después de la caída del muro de Berlín y con ello el renacimiento de la esperanza de un cambio en la misma, el pueblo cubano se fue dando a sí mismo cuotas de libertad que no había detentado en 30 años, la lectura de la prensa soviética, Novedades de Moscú, Sputnik, Tiempos Nuevos y otros, en la época del Glasnost fue creando un clima que la favorecía. La combinación de la liberación de Europa del Este con la terrible situación que se creó con el mal llamado “Periodo Especial” crisis total del sistema socioeconómico cubano, hizo que el pueblo rechazara las organizaciones creadas por el régimen, por miles los jóvenes que siendo militantes de la UJC llegaban a la edad de pasar al Partido, entregaban el carnet para no pasar al mismo, se crearon infinidad de grupos disidentes, los CDR y la FMC se convirtieron en organizaciones solo representativas pero sin funcionamiento real, el régimen fue perdiendo capacidad de convocatoria, en 1994 el gobierno despejó una aguda protesta social con la salida masiva de balseros conocida como “Guantánamo”, en 1996 mas de 100 organizaciones disidentes formaron Concilio Cubano que el régimen terminó con la destrucción de las avionetas de Hermanos al Rescate. A pesar de una cierta mejoría en las condiciones económicas creadas por el turismo y la entrada masiva de remesas del exilio cubano, el régimen no lograba revertir la situación. La visita del Papa, fue un punto culminante, primero la misa en la plaza Antonio Maceo de Santiago de Cuba, donde cientos de miles de cubanos aplaudieron el discurso de Mons. Meurice, al día siguiente casi un millón de cubanos pidiendo a coro libertad en la mal llamada plaza de la Revolución (que algún día volverá a ser Plaza Cívica) aplaudieron con gran entusiasmo las palabras del Papa. Pero el tirano también estaba en la Plaza escuchando como el pueblo pedía libertad, y parece que eso fue mucho para él. A partir de ese momento el endurecimiento del régimen fue constante, fue eliminando poco a poco todas las facilidades que había creado para salir de la crisis a través de los trabajadores por cuenta propia, se reajustaron los mecanismos de control político en las empresas mixtas, etc. y en eso ocurrió el affaire del niño Elián González, y con él, marcadamente un nuevo punto de inflexión en la situación de nuestra Patria. Tribunas Populares, Mesas Redondas, Marchas del Pueblo Combatiente, nacidas bajo el “clamor patriótico” del niño que se presentaba al pueblo como secuestrado a su padre, se quedaron para siempre haciendo de la vida diaria de los cubanos un verdadero infierno. A pesar de ello, más de once mil cubanos firmaron el Proyecto Valera, para pedir cambios democráticos en la Isla y el movimiento disidente siguió dando pasos hacia adelante, cortos pero firmes. Al régimen no le quedó mas remedio que quitarse la careta y despreciando no sólo al pueblo cubano, pues eso lo ha hecho durante 44 años, sino también a los gobiernos amigos sobre todo de la Unión Europea que estaban facilitando la entrada de Cuba al acuerdo de Cotonou y a otros convenios de colaboración, dio el zarpazo ya descrito de las detenciones y los fusilamientos.
El pueblo de Cuba ya no puede más, está muriendo día a día, en su desesperación busca emigrar para al menos salir del infierno y buscar una vida mejor en un clima de libertad política y posibilidades de luchar para mejorar su destino aunque sea pasando por el dolor de alejarse de la Patria. La desesperanza es la característica que mejor define la condición del cubano. No siente que el mundo y mucho menos América Latina sean solidarios con su sufrimiento. Laurent Fabious refiriéndose a la tiranía castrista decía hace solo unas semanas “las dictaduras prosperan en medio del silencio del mundo” porque los pueblos sojuzgados por las dictaduras totalitarias no pueden liberarse por sí mismos, necesitan del apoyo y la solidaridad internacionales. Es por eso que ante tanto dolor, separación familiar y sufrimiento, doy gracias al gobierno de EE.UU. porque al menos con la ley de ajuste cubano reconoce este sufrimiento y permite a cada cubano que llega a su territorio luchar por la vida digna que le es negada en su tierra, jamás caeré en la tentación de hacerle coro al gobierno cubano que en su propaganda la llama “la asesina ley de ajuste cubano” y me digo, todos los pueblos de América Latina y de Europa deberían también tener su Ley de Ajuste Cubano, pues el cubano exiliado dondequiera que esté, ha demostrado con su esfuerzo y sacrificio que es capaz de crear prosperidad y que es a la vez generoso con todos sus hermanos de la Isla. Ojalá la complacencia con la tiranía se trueque en solidaridad con el pueblo porque así veríamos una liberación mucho más temprana. Aun si los gobiernos del mundo siguen dándole la espalda al pueblo cubano, algún día éste logrará su liberación y ese día surgirá una nueva Nación, y al igual que el cubano ha demostrado en el exilio su capacidad creativa, lo demostrará también al interior creando la república que quería Martí “con todos y para el bien de todos”.
Miami, 25 de junio de 2012
¿Ha cambiado Cuba?
Claro que Cuba ha cambiado. No por el régimen sino por la sociedad civil, que se ha forjado a sí misma. El régimen está produciendo cambios hasta ahora cosméticos pero toda la sociedad clama por cambios profundos. Creo en el diálogo y la reconciliación. Pero para que haya diálogo, toda la sociedad cubana tiene que estar presente en el mismo, gobierno, oposición, exilio, sociedad civil. Para que la República sea Con Todos y para el Bien de Todos, sólo hay un camino y es el de la libertad y la participación democrática de todo el pueblo cubano.
Lamentablemente los pasos que se están dando son tan lentos, que el pueblo y sobre todo los jóvenes, que viven sin esperanza en el presente y en el futuro, sólo piensan en emigrar. Como romper con ese nudo. El régimen tiene la palabra, hay que realizar cambios profundos hacia la democracia, pero no se ven. Hay que abrirse al pluralismo, pero sólo se acepta a quien acata. Hay que dialogar, pero dialogar con todos.
Los de aquí y los de allá tenemos que abrir nuestros corazones a esa patria que sufre, y se desgasta día a día en el alma del pueblo. ¿Hasta cuándo? Debemos abrirnos a todas las propuestas de diálogo serio, el cambio tiene que ser forjado por el pueblo cubano, no podemos aceptar que se siga culpando al “enemigo externo”, para no realizar los cambios necesarios.
En un magnífico análisis de la realidad cubana actual dentro y fuera de la Isla, “Cuba sí tiene pensamiento, proyectos y protagonistas para su futuro” Dagoberto Valdés nos presenta el desarrollo de la sociedad civil en la Cuba de hoy, desarrollo indetenible, que nos muestra como los pueblos van creando conciencia desde la adversidad y la opresión. En el mismo, Dagoberto nos ilumina para poder afirmar, Cuba sí tiene proyectos para el futuro, porque si algo siempre estamos repitiendo los cubanos, es que debido a la destrucción de la sociedad civil por el régimen que ya lleva 53 años en el poder, y el atropellamiento del alma nacional, Cuba no podrá recuperarse. Eso es falso, si bien, el daño antropológico ha sido enorme, Cuba sí se recuperará.
Lamentablemente, el diálogo que la Iglesia ha comenzado, y al que asisten laicos católicos, integrantes de la sociedad civil y algunos personeros del régimen, sigue siendo un esfuerzo desde lo pequeño. Como dijo Machado y posteriormente Serrat lo repitió, “caminante no hay camino, se hace camino al andar”, hay que seguir haciendo camino, pero no es suficiente. Hay una sociedad civil que se desvive por el cambio, hay un pueblo esperando el cambio, hay un exilio listo para dialogar y apoyar el cambio, pero falta la voluntad de cambio en el gobierno. Discursos oficiales, revelan sólo la necesidad de “actualizar el proyecto socialista”, proyecto fracasado estrepitosamente, que para exhibir logros en el sistema de salud y en el educativo, ha destruido la familia, la sociedad, la economía y el alma nacional. En realidad, el régimen no quiere ni el cambio necesario, ni el diálogo necesario, porque no acepta al adversario, no acepta a la sociedad civil, no acepta a la oposición, sigue pensando con la cabeza del todopoderoso. A pesar de ello, Cuba quiere el diálogo, para dialogar se necesita que tanto gobierno como oposición se sienten a la mesa, ambos tienen que reconocerse, y estar dispuestos a lograr el bien común del futuro de Cuba. El tiempo se está acabando. Eusebio Leal, Historiador de la Habana, en su discurso en la apertura del ¨Diálogo entre Cubanos¨ promovido por la Iglesia, el pasado mes de abril, entre otras cosas decía: Debo remitirme al concepto de que “hay que cambiar todo lo que debe ser cambiado”, y no me cabe la menor duda de que la dirección de nuestro país, independientemente de cualquier reclamo, se expresa a favor de que muchas cosas deben cambiar. Como no me cabe la menor duda de que también hay elementos terriblemente reticentes al cambio. Los hay. Le respondo, trate de convencer a sus jefes, de que “hay que cambiar todo lo que debe ser cambiado” porque el tiempo se acaba, y de no haber un cambio pacífico, lo será cruento, pero el cambio se dará.
En el mismo discurso también expresaba: “Pude persuadir a muchos, menos, a mis propios hijos”. Ellos decidieron hacer su destino y acogerse también a eso que llamamos nosotros la diáspora. Quiere decir: ir a cualquier parte del mundo”. Si los cambios no se apresuran y Cuba vuelve a insertarse en la comunidad internacional como un país capaz de dar esperanza a sus hijos, seguiremos agradeciendo a los Estados Unidos, permitir a los cubanos que emigran reconstruir sus vidas dignamente, y en gran medida eso lo debemos a la Ley de Ajuste Cubano.
Miami, 2 de julio de 2003.
La Ley de Ajuste Cubano, mi tío y yo.
Hace unos días, escuchaba en la radio el Show de Rick Sánchez, y sentí profundo dolor ante los planteamientos que muchos cubanos hacían sobre la Ley de Ajuste Cubano, decían que debía ser derogada, el argumento era que muchos cubanos hoy día viajan a Cuba, como si Cuba fuera un destino turístico más, a pasarse vacaciones allá, a hacer fiestas de 15, etc. Unos decían que eran los recién llegados, otros que no, una señora dijo que su esposo que trabajaba en el aeropuerto tenía muchísimas experiencias de estos hechos negativos, otros comparaban la situación de los cubanos con la de otros pueblos latinoamericanos, y por lo tanto su tesis era que nuestra emigración era económica y no política, en fin que todos ellos concluían que debía derogarse la Ley de Ajuste Cubano. Yo que llegué hace poco tiempo de Cuba, no podía dar crédito a lo que estaba escuchando, con motivaciones diferentes, era el mismo argumento esgrimido hasta el cansancio por la tiranía que oprime a nuestra patria: “la asesina Ley de Ajuste Cubano debe ser derogada”, mesas redondas dedicadas al efecto, tribunas populares cuyo tema central es éste y en las que se culpa a dicha ley de la muerte de tantos y tantos cubanos que se lanzan al mar y mueren en busca de la libertad.
Tengo un tío que es ya un anciano y que nunca se metió en política. Desde los diez años comenzó a trabajar, y siendo un jovencito tuvo la oportunidad de comenzar a trabajar en Ultra, una de las buenas tiendas que tenía nuestra capital, allí con su esfuerzo, honradez y carisma llegó a ser jefe de un departamento, logrando tener un sueldo que le permitió alcanzar un buen nivel de vida para él y su familia. La “revolución” nacionalizó la tienda y él continuó trabajando en la misma, pero a mediados de los sesenta, el gobierno determinó que todas esas plazas que eran ocupadas por hombres debían serlo por mujeres y mi tío quedó “excedente”. Eso representó un gran trauma para él, que había trabajado prácticamente toda su vida en ese giro. Le ofrecieron trabajar en un servicentro despachando gasolina y tuvo que aceptar ese empleo. Habían comenzado los Vuelos de la Libertad, respuesta del presidente Lindon Johnson al éxodo de Camarioca y mi tío que nunca había pensado dejar la Isla, pidió a su hermana mayor que estaba en EE.UU, que lo reclamara; por suerte el único hijo varón que tenía, era muy pequeño, y no estaba incluido en la ley que impedía salir del país a los varones entre 16 y 27 años (como ya era mi caso) y pudo ser incluido en esa gran lista de miles de cubanos que pudieron emigrar a los EE.UU. por esa vía. El costo era muy alto, él fue enviado a cortar caña albergado en los campamentos que el gobierno preparó al efecto y mi prima de 14 años, junto a todas las “jackelinas” (por Jackeline Kennedy) como se les llamó despectivamente a las mujeres que deseaban emigrar, representando con ello que eran traidoras a la patria, fue enviada también a tan corta edad, a los campos, a realizar las más duras tareas agrícolas bajo la vigilancia de los comisarios del régimen. Sufrieron muchísimo en esos dos largos años antes de poder venir a EE.UU, con sus maleticas, cargadas con la ropa que podían disponer, sin un centavo y dejando casa, muebles y todas las propiedades personales, además de los otros familiares que posiblemente no podrían ver más. No había marcha atrás en la Cuba castrista, como no la hay hoy tampoco, después de tantos años. Mi tío y su familia, que eran personas comunes y muy honestas, se habían convertido en exiliados políticos, gracias a la “revolución” que no perdonaba a aquellos que deseaban emigrar y por lo tanto todos sus bienes quedaron confiscados, su casa entregada a otra familia, sus muebles, televisor, refrigerador, y todo lo que les pertenecía, pasaban a otras manos y además, perdían también el derecho a retornar a su patria si así lo hubieran deseado o necesitado. No había marcha atrás en la Cuba castrista, repito. Como mi tío, fueron miles y miles más, pero lo triste es que después de tantos años, con cerca de dos millones de cubanos “emigrados”, la situación sigue siendo la misma. Salir del país, significa perder no solo los bienes materiales, por los que cada persona lucha durante toda su vida para alcanzar, sino también se “pierde la condición de ser cubano” y se es considerado un traidor. ¿Quién le puede decir a un cubano que no es un exiliado político? ¿Acaso un chileno, exiliado durante la dictadura de Pinochet, perdió sus propiedades, casa, televisor, piano, adornos, libros, por nombrar algunas de las pertenencias que normalmente alcanzan los seres humanos? Cuando regresó a Chile allí conservaba lo que le pertenecía; quizás la comparación no es buena, pues no es bueno comparar dictaduras, cada pueblo sufre lo que padece en carne propia, pero en el caso del pueblo cubano, no solo ha sufrido la más atroz de las tiranías, sino que lo ha sido por muchos años, y sigue siéndolo, pero además nunca ha tenido tampoco la solidaridad de los pueblos latinoamericanos, como hermanos de América. América Latina ha estado de espaldas al pueblo cubano que sufre y me duele decirlo, porque como cubano me siento profundamente latinoamericano.
En Miami, la mayoría de los latinoamericanos cuestiona las ventajas migratorias de que gozan los cubanos, la razón es porque posiblemente no conocen la situación inhumana que se está viviendo en Cuba, piensan que la emigración cubana es económica, y comparan la situación de sus pueblos que también pasan por grandes carencias y necesidades y les parece injusto el trato que nos dan a los cubanos. Hay que reconocer que la propaganda castrista ha calado hondo en el exterior, “los logros de la Revolución en salud y educación” son hasta anhelados por muchos latinoamericanos y “la postura digna de un pequeño pueblo ante la embestida del imperialismo” es como un ejemplo de valentía que desearían para sus propios gobiernos. ¡Qué poco conocen la realidad de Cuba! Para conocer la realidad de Cuba hay que vivirla, vivirla día a día, vivirla mes por mes y año por año, y no sólo por el hombre de “a pie” sencillo como decimos los cubanos, aun por aquellos que gozan de algunos privilegios económicos, porque la triste realidad que se vive en Cuba, no es sólo la de las carencias materiales, comida, ropa, calzado, vivienda, calles desbaratadas, casas y edificios cada vez en peor estado, salarios de esclavo, etc, etc, etc. La triste realidad que se vive en Cuba es la de la miseria existencial, es la que destroza tanto al obrero sencillo, como al profesional, al maestro como a la ama de casa, al sano como al enfermo, al padre de familia, al hijo adolescente, al joven estudiante obligatoriamente becado en el pre-universitario en el campo, al joven universitario. Es la miseria existencial de todo un pueblo oprimido, que vive sin esperanzas acatando como un cordero las arbitrariedades del “máximo líder” que lo ha encerrado en “un paraíso” en el que se anhela el día del mes que va a llegar el picadillo de soya o los tres huevos (en Ciudad de la Habana son seis) por persona, y que se distribuyen por la libreta de abastecimientos, tras largas colas en las que de lo único que se puede hablar es de pelota (beisbol) para soportar las horas de calor y malestar. Es la miseria existencial de un pueblo que no puede protestar, que no puede elegir, que tiene que acatar todo lo que proviene de arriba (del partido y del gobierno) como si fuera un dogma de fe. Es la miseria existencial de un pueblo que se ve obligado a decir que sí cuando considera que es no y viceversa, y eso hora a hora y día a día, va dando una sensación de cansancio, que hace a un pueblo que es joven vivir como un anciano. Y me dirán, pero por qué no luchan, por qué soportan tanto sin enfrentar esa situación para revertirla y solo tratan de emigrar.
Es que acaso no bastan las decenas de miles de fusilados y los cientos de miles de presos políticos para reconocer que el pueblo cubano, esta maniatado de pies y manos. Es que no bastan los miles de delatores insertados en una cultura de la delación para crear el terror, la inseguridad y el miedo, haciendo que se tema hasta del que parece ser el mejor amigo, del vecino y hasta del familiar. Es que acaso no bastan las cuatro décadas de intensa y continua propaganda en los medios de difusión, todos bajo el absoluto control del estado para aniquilar el espíritu cívico del ciudadano, para comprender que el cubano ha sido reducido a ser totalmente dependiente de ese estado todopoderoso. Las recientes detenciones de decenas de disidentes pacíficos, periodistas independientes y luchadores por los derechos humanos, a condenas de hasta 28 años de cárcel, con juicios sin garantías procesales y en condiciones de confinamiento infrahumanas no solo para ellos sino también para sus familiares, ya que los de las provincias occidentales los confinan en cárceles de las provincias orientales y viceversa, en un país con un casi inexistente sistema de transportación pública o privada, (imagínense a una esposa o una madre preparando una facturita de esa comida que no hay, para después llevársela al familiar detenido a una prisión a 700, 800 o 900 km de su residencia a través de un sistema de transportación que no existe, ¡el nivel de sufrimiento es inimaginable!, y los fusilamientos sumarios a tres jóvenes que habían secuestrado un barquito para huir de la isla, han hecho que muchos tomen conciencia del sufrimiento del pueblo cubano y de la maldad del régimen que lo desgobierna, pero aún así, es muy poco lo que la comunidad internacional ha hecho a favor de la liberación del pueblo de Cuba.
Yo vine hace muy poco de mi querida isla y puedo testificar que después de la caída del muro de Berlín y con ello el renacimiento de la esperanza de un cambio en la misma, el pueblo cubano se fue dando a sí mismo cuotas de libertad que no había detentado en 30 años, la lectura de la prensa soviética, Novedades de Moscú, Sputnik, Tiempos Nuevos y otros, en la época del Glasnost fue creando un clima que la favorecía. La combinación de la liberación de Europa del Este con la terrible situación que se creó con el mal llamado “Periodo Especial” crisis total del sistema socioeconómico cubano, hizo que el pueblo rechazara las organizaciones creadas por el régimen, por miles los jóvenes que siendo militantes de la UJC llegaban a la edad de pasar al Partido, entregaban el carnet para no pasar al mismo, se crearon infinidad de grupos disidentes, los CDR y la FMC se convirtieron en organizaciones solo representativas pero sin funcionamiento real, el régimen fue perdiendo capacidad de convocatoria, en 1994 el gobierno despejó una aguda protesta social con la salida masiva de balseros conocida como “Guantánamo”, en 1996 mas de 100 organizaciones disidentes formaron Concilio Cubano que el régimen terminó con la destrucción de las avionetas de Hermanos al Rescate. A pesar de una cierta mejoría en las condiciones económicas creadas por el turismo y la entrada masiva de remesas del exilio cubano, el régimen no lograba revertir la situación. La visita del Papa, fue un punto culminante, primero la misa en la plaza Antonio Maceo de Santiago de Cuba, donde cientos de miles de cubanos aplaudieron el discurso de Mons. Meurice, al día siguiente casi un millón de cubanos pidiendo a coro libertad en la mal llamada plaza de la Revolución (que algún día volverá a ser Plaza Cívica) aplaudieron con gran entusiasmo las palabras del Papa. Pero el tirano también estaba en la Plaza escuchando como el pueblo pedía libertad, y parece que eso fue mucho para él. A partir de ese momento el endurecimiento del régimen fue constante, fue eliminando poco a poco todas las facilidades que había creado para salir de la crisis a través de los trabajadores por cuenta propia, se reajustaron los mecanismos de control político en las empresas mixtas, etc. y en eso ocurrió el affaire del niño Elián González, y con él, marcadamente un nuevo punto de inflexión en la situación de nuestra Patria. Tribunas Populares, Mesas Redondas, Marchas del Pueblo Combatiente, nacidas bajo el “clamor patriótico” del niño que se presentaba al pueblo como secuestrado a su padre, se quedaron para siempre haciendo de la vida diaria de los cubanos un verdadero infierno. A pesar de ello, más de once mil cubanos firmaron el Proyecto Valera, para pedir cambios democráticos en la Isla y el movimiento disidente siguió dando pasos hacia adelante, cortos pero firmes. Al régimen no le quedó mas remedio que quitarse la careta y despreciando no sólo al pueblo cubano, pues eso lo ha hecho durante 44 años, sino también a los gobiernos amigos sobre todo de la Unión Europea que estaban facilitando la entrada de Cuba al acuerdo de Cotonou y a otros convenios de colaboración, dio el zarpazo ya descrito de las detenciones y los fusilamientos.
El pueblo de Cuba ya no puede más, está muriendo día a día, en su desesperación busca emigrar para al menos salir del infierno y buscar una vida mejor en un clima de libertad política y posibilidades de luchar para mejorar su destino aunque sea pasando por el dolor de alejarse de la Patria. La desesperanza es la característica que mejor define la condición del cubano. No siente que el mundo y mucho menos América Latina sean solidarios con su sufrimiento. Laurent Fabious refiriéndose a la tiranía castrista decía hace solo unas semanas “las dictaduras prosperan en medio del silencio del mundo” porque los pueblos sojuzgados por las dictaduras totalitarias no pueden liberarse por sí mismos, necesitan del apoyo y la solidaridad internacionales. Es por eso que ante tanto dolor, separación familiar y sufrimiento, doy gracias al gobierno de EE.UU. porque al menos con la ley de ajuste cubano reconoce este sufrimiento y permite a cada cubano que llega a su territorio luchar por la vida digna que le es negada en su tierra, jamás caeré en la tentación de hacerle coro al gobierno cubano que en su propaganda la llama “la asesina ley de ajuste cubano” y me digo, todos los pueblos de América Latina y de Europa deberían también tener su Ley de Ajuste Cubano, pues el cubano exiliado dondequiera que esté, ha demostrado con su esfuerzo y sacrificio que es capaz de crear prosperidad y que es a la vez generoso con todos sus hermanos de la Isla. Ojalá la complacencia con la tiranía se trueque en solidaridad con el pueblo porque así veríamos una liberación mucho más temprana. Aun si los gobiernos del mundo siguen dándole la espalda al pueblo cubano, algún día éste logrará su liberación y ese día surgirá una nueva Nación, y al igual que el cubano ha demostrado en el exilio su capacidad creativa, lo demostrará también al interior creando la república que quería Martí “con todos y para el bien de todos”.
Miami, 25 de junio de 2012
¿Ha cambiado Cuba?
Claro que Cuba ha cambiado. No por el régimen sino por la sociedad civil, que se ha forjado a sí misma. El régimen está produciendo cambios hasta ahora cosméticos pero toda la sociedad clama por cambios profundos. Creo en el diálogo y la reconciliación. Pero para que haya diálogo, toda la sociedad cubana tiene que estar presente en el mismo, gobierno, oposición, exilio, sociedad civil. Para que la República sea Con Todos y para el Bien de Todos, sólo hay un camino y es el de la libertad y la participación democrática de todo el pueblo cubano.
Lamentablemente los pasos que se están dando son tan lentos, que el pueblo y sobre todo los jóvenes, que viven sin esperanza en el presente y en el futuro, sólo piensan en emigrar. Como romper con ese nudo. El régimen tiene la palabra, hay que realizar cambios profundos hacia la democracia, pero no se ven. Hay que abrirse al pluralismo, pero sólo se acepta a quien acata. Hay que dialogar, pero dialogar con todos.
Los de aquí y los de allá tenemos que abrir nuestros corazones a esa patria que sufre, y se desgasta día a día en el alma del pueblo. ¿Hasta cuándo? Debemos abrirnos a todas las propuestas de diálogo serio, el cambio tiene que ser forjado por el pueblo cubano, no podemos aceptar que se siga culpando al “enemigo externo”, para no realizar los cambios necesarios.
En un magnífico análisis de la realidad cubana actual dentro y fuera de la Isla, “Cuba sí tiene pensamiento, proyectos y protagonistas para su futuro” Dagoberto Valdés nos presenta el desarrollo de la sociedad civil en la Cuba de hoy, desarrollo indetenible, que nos muestra como los pueblos van creando conciencia desde la adversidad y la opresión. En el mismo, Dagoberto nos ilumina para poder afirmar, Cuba sí tiene proyectos para el futuro, porque si algo siempre estamos repitiendo los cubanos, es que debido a la destrucción de la sociedad civil por el régimen que ya lleva 53 años en el poder, y el atropellamiento del alma nacional, Cuba no podrá recuperarse. Eso es falso, si bien, el daño antropológico ha sido enorme, Cuba sí se recuperará.
Lamentablemente, el diálogo que la Iglesia ha comenzado, y al que asisten laicos católicos, integrantes de la sociedad civil y algunos personeros del régimen, sigue siendo un esfuerzo desde lo pequeño. Como dijo Machado y posteriormente Serrat lo repitió, “caminante no hay camino, se hace camino al andar”, hay que seguir haciendo camino, pero no es suficiente. Hay una sociedad civil que se desvive por el cambio, hay un pueblo esperando el cambio, hay un exilio listo para dialogar y apoyar el cambio, pero falta la voluntad de cambio en el gobierno. Discursos oficiales, revelan sólo la necesidad de “actualizar el proyecto socialista”, proyecto fracasado estrepitosamente, que para exhibir logros en el sistema de salud y en el educativo, ha destruido la familia, la sociedad, la economía y el alma nacional. En realidad, el régimen no quiere ni el cambio necesario, ni el diálogo necesario, porque no acepta al adversario, no acepta a la sociedad civil, no acepta a la oposición, sigue pensando con la cabeza del todopoderoso. A pesar de ello, Cuba quiere el diálogo, para dialogar se necesita que tanto gobierno como oposición se sienten a la mesa, ambos tienen que reconocerse, y estar dispuestos a lograr el bien común del futuro de Cuba. El tiempo se está acabando. Eusebio Leal, Historiador de la Habana, en su discurso en la apertura del ¨Diálogo entre Cubanos¨ promovido por la Iglesia, el pasado mes de abril, entre otras cosas decía: Debo remitirme al concepto de que “hay que cambiar todo lo que debe ser cambiado”, y no me cabe la menor duda de que la dirección de nuestro país, independientemente de cualquier reclamo, se expresa a favor de que muchas cosas deben cambiar. Como no me cabe la menor duda de que también hay elementos terriblemente reticentes al cambio. Los hay. Le respondo, trate de convencer a sus jefes, de que “hay que cambiar todo lo que debe ser cambiado” porque el tiempo se acaba, y de no haber un cambio pacífico, lo será cruento, pero el cambio se dará.
En el mismo discurso también expresaba: “Pude persuadir a muchos, menos, a mis propios hijos”. Ellos decidieron hacer su destino y acogerse también a eso que llamamos nosotros la diáspora. Quiere decir: ir a cualquier parte del mundo”. Si los cambios no se apresuran y Cuba vuelve a insertarse en la comunidad internacional como un país capaz de dar esperanza a sus hijos, seguiremos agradeciendo a los Estados Unidos, permitir a los cubanos que emigran reconstruir sus vidas dignamente, y en gran medida eso lo debemos a la Ley de Ajuste Cubano.
Reply to Helio J. González
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Re: Re:La Ley de Ajuste y la Cuba de hoy.
28 Jun 2012 20:58
Excelente análisis.
La simplificación en las cosas humanas lleva a conclusiones que terminan creando nuevos problemas. Hay que tener en cuenta a la persona humana como objeto y sujeto de nuestras acciones.
La eliminación de la Ley de Ajuste Cubano puede resultar aparentemente el cierre de una válvula de escape para el régimen cubano. Pero ¿qué significaría esto para el ciudadano común y corriente enfrentado a una vida imposible?
De nuevo, creo que has abordado el tema con sensibilidad humana, que tiene que ser el ingrediente fundamental en toda acción.
La simplificación en las cosas humanas lleva a conclusiones que terminan creando nuevos problemas. Hay que tener en cuenta a la persona humana como objeto y sujeto de nuestras acciones.
La eliminación de la Ley de Ajuste Cubano puede resultar aparentemente el cierre de una válvula de escape para el régimen cubano. Pero ¿qué significaría esto para el ciudadano común y corriente enfrentado a una vida imposible?
De nuevo, creo que has abordado el tema con sensibilidad humana, que tiene que ser el ingrediente fundamental en toda acción.
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