Para un ególatra aprendiz de autócrata hay pocas cosas mas importantes que cumplir lo prometido –o que quienes lo apoyan crean que lo ha cumplido. De ahí que no me sorprenda la decisión de nuestro tremendo presidente y su tremendo gabinete de aduladores (no se pierdan el video de la primera reunión de gabinete, un festival de la guataquería y un irresistible estimulo para la vergüenza ajena:
www.cnn.com/2017/06/12/politic...t-meeting/index.html
) de cumplir lo prometido a sus votantes en esta “Cuba-bis” que es Miami.
Como en los comic-books de Superman, Cuba tiene su mundo bizarro en Miami, en donde todo es al revés que en la Cuba real. De ahí que algunos de nuestros vecinos y sus representantes invoquen la representación de once millones de cubanos en la isla que claman por una mayor apertura en las relaciones entre Cuba y los EEUU a la hora de exigirle al presidente Trump que les aplique de nuevo a esos mismos cubanos el torniquete del aislacionismo. Si la tierra es una esfera, el mundo bizarro es un cubo perfecto (como el que cubre la cabeza de estos presuntos cubano-americanos).
Mas allá de esa veneración del absurdo que profesan algunos de nuestros compatriotas, el “Trump Cuba Policy” se parece mucho al “Trump Care”: aparte de llevarle la contraria a Obama (nominalmente, no sustancialmente) es una medida que no satisface ni a tirios ni a troyanos.
Mientras continúen vigentes las leyes del Congreso de los EEUU que restringen todo tipo de contactos con Cuba, la revisión sucesiva, con marchas y contramarchas, del marco regulatorio de esas leyes a través de los departamentos del Poder Ejecutivo solo contribuirá a aumentar la confusión.
Y es de esa confusión de lo que viven quienes llevan años tomando como rehenes a ambos pueblos, el cubano y el “americano”, abrazados a la tabla de salvación de un “logro” (circa Siglo XX y Guerra Fria) comprensiblemente mítico para un grupete insignificante de ciudadanos de esta gran nación: nos pagan el rescate, or else…
Por eso el Secretario de Estado ha sugerido, con razón, que la política de los EEUU hacia Cuba no se puede reconsiderar sin quitarnos el chaleco de fuerza que representan esas leyes restrictivas, labor que debe hacer el Congreso y no el Poder Ejecutivo.
¿Pero cuanto pesa (o debiera pesar) esa vocación de nuestro tremendo presidente por cumplirle, por ejemplo, a los combatientes de la Brigada 2506 que apoyaron su candidatura, a la hora de renegociar con Cuba? No debiera pesar mas que lo que pese un análisis concienzudo de los verdaderos intereses nacionales de los EEUU y los deseos de la vasta mayoría del pueblo “americano”.
Es una lástima, para Cuba y para los cubanos, que nuestro Congreso federal esté hundido en una profunda crisis de polarización e inoperancia. Quizás la solución pase por el programa de obras públicas que anunciara recientemente la Casa Blanca –anuncio que se perdió en el fragor de la cada vez mas burda politización de nuestros medios de comunicación-, pues es una de las pocas iniciativas con visos de superar esa polarización entre los dos partidos que dominan el escenario en el maltrecho sistema político de los EEUU.
En la Argentina de los cincuenta, frente a cada obra pública que inauguraba el presidente Perón había una valla monumental con la leyenda “Perón Cumple, Evita Dignifica”. Quizás cuando comencemos a ver letreros similares a lo largo y ancho de los EEUU llegará también la hora de consensuar, dentro del Congreso de los EEUU, nuestros intereses nacionales (circa Siglo XXI) con nuestra política hacia Cuba.
Quizás hasta llegue el día en que, frente al primer hotel de la cadena Trump en Varadero, veamos una valla con la leyenda: “Trump Cumple, Ivanka Dignifica”.
Pero mientras tanto, poco y nada ha cambiado. Será cuestión de preguntarle a nuestros brigadistas –que están en todo su derecho al defender su postura- si se sienten complacidos.
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