Puñaladas en Jerusalén y fantasías en Washington

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Puñaladas en Jerusalén y fantasías en Washington

24 Oct 2015 23:29 - 24 Oct 2015 23:33
#8975
  • Mahmoud Abbas se atrevió en septiembre a dar luz verde a la violencia
  • El fin primordial de la actual “intifada de los cuchillos” es publicitario
  • Los palestinos no quieren la paz, quieren antes la destrucción de Israel
Nada tiene de espontánea la ola de acuchillamientos a judíos inocentes. Las manos ocultas que la instigan odian a Israel y se odian entre sí, son Fatah y Hamas, las dos facciones rivales del gobierno palestino. Y como no se atreven a enfrentarse en una guerra abierta –que sería autodestructiva–, pues lo hacen como siempre lo han hecho: incitando a su pueblo en contra del pueblo judío, para luego tratar de sacarle doble partido político. Pero hay más.

La ofensiva retórica la han llevado hasta la ONU. Desde ese podio Mahmoud Abbas, presidente de Fatah y de la Autoridad Palestina, se atrevió en septiembre a dar luz verde a la violencia. La legitimó al decir que anulaba su firma en los Acuerdos de Oslo, en los que se había “comprometido a renunciar”. ¿Y por qué en la ONU? Sabía que allí recibiría un aplauso en vez de una condena. Un gran golpe de imagen contra Israel.

Porque el fin primordial de la actual “intifada de los cuchillos” es publicitario. A nivel tanto doméstico como internacional. Entre los suyos, Abbas está hundiéndose. Todavía gobierna en Cisjordania pero en una lucha a muerte por el poder con Hamas –que gobierna Gaza–, y el slogan para ganar adeptos parece ser “¿cuál de las dos facciones ataca más a los judíos?”. Publicidad de sangre.

Y a nivel internacional sí hacen frente común en un desesperado intento por recuperar la relevancia, evaporada desde que las revueltas árabes y las guerras en Siria e Irak acaparan las noticias de Oriente Medio y monopolizan la atención mundial. No sólo han perdido los palestinos influencia. También el dinero que durante décadas les ha aportado el candelero de la inalcanzable paz (un promedio de $2,000 millones anuales).

Inalcanzable porque la verdad hay que decirla: los palestinos no quieren la paz, quieren antes la destrucción de Israel. Tres veces han rechazado la posibilidad de crear dos estados, en los años 2000, 2005 y 2008. El último intento de negociaciones, mediado por el secretario de Estado John Kerry, fue un estrepitoso fracaso. Los palestinos lo sabotearon creando “un gobierno de unidad” con los terroristas de Hamas (que el pasado julio colapsó, para volver al odio rutinario).

Hoy nuestro quijote Kerry se reúne en Berlín con Netanyahu y Abbas. Es improbable que su mediación genere frutos duraderos, porque arranca con fantasías y premisas equivocadas que vician el proceso. La Casa Blanca equipara moralmente ambos lados y culpa a los asentamientos, ignorando convenientemente que la construcción se ha reducido de 5,000 durante la presidencia de Ehud Barak a 1,554 en los últimos seis años.

¿Y por qué no exige Kerry a los palestinos que saquen los explosivos de la mezquita Al-Aqsa, y que dejen de divulgar la mentira de que los judíos van a destruir esa mezquita? De sobra sabe Kerry que Israel ha mantenido el status quo en el Monte del Templo, que alberga Al-Aqsa y el Templo de Jerusalén (El Domo). Y aún más, siendo el Monte del Templo el lugar más santo del judaísmo (construido originalmente por Salomón hace 3,000 años) , Netanhayu ha prohibido a sus propios ministros que lo visiten para evitar tensión. Los judíos no rezan allí, lo hacen en el Muro de las Lamentaciones, lo único que queda en pie del antiguo templo.

También debería Kerry pedirle a Abbas que pare de incentivar el terrorismo pagando $100 millones anuales en salarios a terroristas encarcelados. Y que se retracte de declarar el 16 de septiembre que “daba la bienvenida a cada gota de sangre vertida en Jerusalén”, incitando a los apuñalamientos.

Abbas, Hamas & Co actúan con impunidad porque se lo permiten. Son expertos en hacerse las víctimas. Llevan décadas lográndolo gracias a la inexplicable complicidad de gran parte de la comunidad internacional y los medios de comunicación, que practican el deporte de la hipocresía: cuando los ofensores son palestinos se silencia o desvirtúa; pero ¡ay! si es un judío, porque aunque actúe en defensa propia es condenado en las noticias alrededor del globo.

La “intifada de los cuchillos” la pararán fácilmente los jefes palestinos cuando cumpla su macabro objetivo. Ya han empezado a amenazar con el siguiente chantaje: convertir la hasta ahora guerra para conquistar más territorio en una guerra religiosa. Ese sería su gran sueño, unir fuerzas con el terrorismo islámico. Al tiempo.
Last edit: 24 Oct 2015 23:33 by Rosa Townsend.
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