La lógica de las religiones
- Gerardo E. Martínez-Solanas
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La lógica de las religiones
08 Jan 2015 04:41 - 11 Jan 2015 17:45
El ser humano ha sido un ser religioso por naturaleza a través de toda la historia de nuestro planeta.
La evolución de las especies que culmina en el homo sapiens es un proceso gradual que abarca miles de millones de años, pero que cristaliza en un momento preciso en el que un individuo de nuestra especie comenzó a formular los por qués de su existencia y a reflexionar sobre su trascendencia.
Desde el momento en que el ser humano contempla el universo que lo rodea y se maravilla por la belleza y diversidad de su entorno, nace la idea de un Ser supremo o Creador al que rinde alabanzas y ofrece veneración. Nadie ha podido determinar cuándo se produce este eslabón de nuestra especie, pero sabemos que fue en el momento preciso que conoció a Dios y se postró para venerarlo y adorarlo. A partir de ese momento tuvo conciencia de su mortalidad, al tiempo que reflexionaba sobre la trascendencia del ser, forjando ideas filosóficas y religiosas que justificaran su razón de existir.
De ese crisol surge el arte, el lenguaje, las herramientas, las invenciones, estimuladas por la idea de que se vive para progresar y para mejorar en beneficio propio y de las generaciones futuras. Desde entonces empezó a enterrar a sus difuntos con ritos que demostraban su convencimiento de un más allá en las moradas ignotas de ese Ser supremo que comenzaba a vislumbrar. Superó el instinto con el amor, la compasión y el sacrificio por los demás.
Alrededor de este despertar de la conciencia surgieron las religiones. Las más primitivas identificaban deidades en el firmamento, o las representaban en formas de animales pensantes con características humanas, hasta desembocar en un politeísmo antropromorfo con deidades poderosas, pero demasiado humanas en sus pasiones.
No obstante, en todos esos esquemas religiosos primitivos predominaba siempre un Ser supremo, un Creador omnipotente, una entidad primigenia que debía ser, por lógica, el origen de todas las cosas. En el panteón de los griegos primaba el dios Cronos (Saturno para los romanos), padre ancestral de todos los dioses y señor del tiempo. Pero mucho antes, en los albores de la historia, ya reconocían los sumerios y los asirios a Anú, dios del cielo y padre de todos los dioses.
Los estudios realizados sobre el tema estiman que en realidad el monoteísmo precedió al politeísmo porque los pueblos acabaron interpretando durante la evolución de las culturas prehistóricas hasta los albores de nuestra historia que ese Dios todopoderoso, creador y primigenio, al poseer tantas cualidades, se traducía en toda una “familia” de dioses porque en cada característica identificaron a una deidad diferente; así se pasó de atributos a individualidades.
El judaísmo viene a corregir esa desviación, que tiene un antecedente notable cuando el Faraón Akhenatón retomó el monoteísmo, reconociendo un solo dios que nombró Atón. Esto duró poco porque implicaba una transformación radical en la estratificada sociedad egipcia, que optó por barrer violentamente con todo vestigio monoteísta a la muerte del faraón en 1334 AC, pero la chispa acabó prendiendo en el padre Abraham.
De la corriente judaica que desemboca en el Cristianismo, el concepto de Dios se traduce como “la realidad absoluta”, en contraposición a la idea panteísta que identifica a Dios con el Universo del que todos y todo somos parte. Pero el Universo es una entidad creada, en el que transcurre el tiempo, evoluciona y cambia, mientras que el Dios judeo-cristiano es eterno (trasciende al tiempo) e infinito (trasciende al espacio) y el Universo y todos sus componentes son su Creación.
El problema de la multiplicidad de religiones es que cada una interpreta a Dios y a su Creación a su modo. Los relativistas afirman que cada una defiende “su verdad”, como si pudieran haber muchas verdades distintas sobre una misma cosa. Es evidente que ninguna religión ha podido identificar y comprender en toda su extensión la Verdad absoluta que es origen de todas las verdades de la ciencia porque eso significaría haber logrado la perfección, de la cual estamos todavía muy lejos. No obstante, es razonable postular que alguna religión debe estar más cerca de la Verdad que todas las demás. Por lo tanto, no se las puede equiparar a todas.
Aunque cada uno en la fe que deposite en sus creencias va a proclamar naturalmente que posee la Verdad, si verdaderamente cree en un Ser Supremo y Creador de todas las cosas, está en la obligación de reconocer sus limitaciones racionales en la infinitesimal realidad de su existencia y conceder a los demás su comprensión en un abrazo fraternal que no rivalice sino que aglutine; en otras palabras, en un esfuerzo ecuménico de entendimiento y humildad.
Podría afirmarse que quienes atenten contra estos principios ecuménicos de tolerancia y fraternidad son quienes más lejos están de la Verdad. La Verdad es armonía, es estabilidad, es comprensión en su más alto sentido. Desde el punto de vista Cristiano, todo esto se sintetiza en un solo verbo: AMOR. Porque el AMOR “todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”, porque “no se regocija de la injusticia, sino que se alegra con la Verdad”. Amar “es saber soportar; es ser bondadoso; es no tener envidia, ni ser presumido, ni orgulloso, ni grosero, ni egoísta; es no enojarse ni guardar rencor” (1 Corintios 13). En otras palabras: el amor nunca deja de SER.
La única religión verdadera es la que estas normas practica, no importa su nombre ni su denominación. Sin este mandato, sin esta lógica, se impone el relativismo moral que intenta desmantelar y destruir a las religiones. Y ese relativismo moral, a través de la historia, ha provocado el derrumbe de civilizaciones en el caos de sociedades que se han alejado de la ética religiosa para involucionar sin más principios que los de las conveniencias del momento y los del capricho de egoístas e incautos.
La religión, en otras palabras, es el refugio de la Verdad. Una sociedad religiosa, en la búsqueda constante de esa Verdad, es capaz de trazar un camino de progreso en armonía y confraternidad, impulsada por el deseo civilizador que busca la perfección en un proyecto que es de todos y para el bien de todos.
La evolución de las especies que culmina en el homo sapiens es un proceso gradual que abarca miles de millones de años, pero que cristaliza en un momento preciso en el que un individuo de nuestra especie comenzó a formular los por qués de su existencia y a reflexionar sobre su trascendencia.
Desde el momento en que el ser humano contempla el universo que lo rodea y se maravilla por la belleza y diversidad de su entorno, nace la idea de un Ser supremo o Creador al que rinde alabanzas y ofrece veneración. Nadie ha podido determinar cuándo se produce este eslabón de nuestra especie, pero sabemos que fue en el momento preciso que conoció a Dios y se postró para venerarlo y adorarlo. A partir de ese momento tuvo conciencia de su mortalidad, al tiempo que reflexionaba sobre la trascendencia del ser, forjando ideas filosóficas y religiosas que justificaran su razón de existir.
De ese crisol surge el arte, el lenguaje, las herramientas, las invenciones, estimuladas por la idea de que se vive para progresar y para mejorar en beneficio propio y de las generaciones futuras. Desde entonces empezó a enterrar a sus difuntos con ritos que demostraban su convencimiento de un más allá en las moradas ignotas de ese Ser supremo que comenzaba a vislumbrar. Superó el instinto con el amor, la compasión y el sacrificio por los demás.
Alrededor de este despertar de la conciencia surgieron las religiones. Las más primitivas identificaban deidades en el firmamento, o las representaban en formas de animales pensantes con características humanas, hasta desembocar en un politeísmo antropromorfo con deidades poderosas, pero demasiado humanas en sus pasiones.
No obstante, en todos esos esquemas religiosos primitivos predominaba siempre un Ser supremo, un Creador omnipotente, una entidad primigenia que debía ser, por lógica, el origen de todas las cosas. En el panteón de los griegos primaba el dios Cronos (Saturno para los romanos), padre ancestral de todos los dioses y señor del tiempo. Pero mucho antes, en los albores de la historia, ya reconocían los sumerios y los asirios a Anú, dios del cielo y padre de todos los dioses.
Los estudios realizados sobre el tema estiman que en realidad el monoteísmo precedió al politeísmo porque los pueblos acabaron interpretando durante la evolución de las culturas prehistóricas hasta los albores de nuestra historia que ese Dios todopoderoso, creador y primigenio, al poseer tantas cualidades, se traducía en toda una “familia” de dioses porque en cada característica identificaron a una deidad diferente; así se pasó de atributos a individualidades.
El judaísmo viene a corregir esa desviación, que tiene un antecedente notable cuando el Faraón Akhenatón retomó el monoteísmo, reconociendo un solo dios que nombró Atón. Esto duró poco porque implicaba una transformación radical en la estratificada sociedad egipcia, que optó por barrer violentamente con todo vestigio monoteísta a la muerte del faraón en 1334 AC, pero la chispa acabó prendiendo en el padre Abraham.
De la corriente judaica que desemboca en el Cristianismo, el concepto de Dios se traduce como “la realidad absoluta”, en contraposición a la idea panteísta que identifica a Dios con el Universo del que todos y todo somos parte. Pero el Universo es una entidad creada, en el que transcurre el tiempo, evoluciona y cambia, mientras que el Dios judeo-cristiano es eterno (trasciende al tiempo) e infinito (trasciende al espacio) y el Universo y todos sus componentes son su Creación.
El problema de la multiplicidad de religiones es que cada una interpreta a Dios y a su Creación a su modo. Los relativistas afirman que cada una defiende “su verdad”, como si pudieran haber muchas verdades distintas sobre una misma cosa. Es evidente que ninguna religión ha podido identificar y comprender en toda su extensión la Verdad absoluta que es origen de todas las verdades de la ciencia porque eso significaría haber logrado la perfección, de la cual estamos todavía muy lejos. No obstante, es razonable postular que alguna religión debe estar más cerca de la Verdad que todas las demás. Por lo tanto, no se las puede equiparar a todas.
Aunque cada uno en la fe que deposite en sus creencias va a proclamar naturalmente que posee la Verdad, si verdaderamente cree en un Ser Supremo y Creador de todas las cosas, está en la obligación de reconocer sus limitaciones racionales en la infinitesimal realidad de su existencia y conceder a los demás su comprensión en un abrazo fraternal que no rivalice sino que aglutine; en otras palabras, en un esfuerzo ecuménico de entendimiento y humildad.
Podría afirmarse que quienes atenten contra estos principios ecuménicos de tolerancia y fraternidad son quienes más lejos están de la Verdad. La Verdad es armonía, es estabilidad, es comprensión en su más alto sentido. Desde el punto de vista Cristiano, todo esto se sintetiza en un solo verbo: AMOR. Porque el AMOR “todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”, porque “no se regocija de la injusticia, sino que se alegra con la Verdad”. Amar “es saber soportar; es ser bondadoso; es no tener envidia, ni ser presumido, ni orgulloso, ni grosero, ni egoísta; es no enojarse ni guardar rencor” (1 Corintios 13). En otras palabras: el amor nunca deja de SER.
La única religión verdadera es la que estas normas practica, no importa su nombre ni su denominación. Sin este mandato, sin esta lógica, se impone el relativismo moral que intenta desmantelar y destruir a las religiones. Y ese relativismo moral, a través de la historia, ha provocado el derrumbe de civilizaciones en el caos de sociedades que se han alejado de la ética religiosa para involucionar sin más principios que los de las conveniencias del momento y los del capricho de egoístas e incautos.
La religión, en otras palabras, es el refugio de la Verdad. Una sociedad religiosa, en la búsqueda constante de esa Verdad, es capaz de trazar un camino de progreso en armonía y confraternidad, impulsada por el deseo civilizador que busca la perfección en un proyecto que es de todos y para el bien de todos.
Last edit: 11 Jan 2015 17:45 by Gerardo E. Martínez-Solanas.
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- Abelardo Pérez García
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Re: La lógica de las religiones
11 Jan 2015 18:21 - 11 Jan 2015 18:28
Ante todo quisiera destacar la profunda amistad y aprecio que siento por Gerardo, primero por sus inmensas cualidades humanas, luego por su profundo conocimiento de la Ciencia Económica, que muestra en particular en sus artículos y ensayos, así como por la claridad de sus escritos sobre cuestiones políticas.
Es de destacar también su extensa cultura y su amplio saber en Historia.
Ahora bien, cuando Gerardo se disfraza de metafísico con ínfulas filosóficas y se pone a martirizar a Doña Lógica, que es una persona muy mayor a quien hay que tratar con mucho cuidado y delicadeza, entonces pocas veces coincido con él.
Aprovecho la oportunidad para decirle al amigo Paco Porto, si lee estas líneas, que siento volver a “jugar a la pelota dentro de la casa” pero es Gerardo el que entró con ella.
Trataré de no romper jarras ni cristales. Además, aunque sé pertinentemente que no podré convencer a Gerardo, él sí que podrá entender perfectamente mis argumentos.
El problema que se plantea es que no es posible razonar sobre estos temas difíciles y peliagudos usando “el sentido común” y “el lenguaje corriente”.
Si en la vida cotidiana nos son indispensables, el análisis de los problemas ontológicos y todo lo tocante al conocimiento mismo de las nociones necesita definiciones precisas y un razonamiento muchísimo más fino que el simple “sentido común” o el uso del “habla coloquial”.
Si necesitamos hacer una operación delicada de microcirugía no podremos llevarla a cabo con un matavacas de carnicero.
Gerardo escribe:
“El problema de la multiplicidad de religiones es que cada una interpreta a Dios y a su Creación a su modo. Los relativistas afirman que cada una defiende “su verdad”, como si pudieran haber muchas verdades distintas sobre una misma cosa”
Aquí el lenguaje común le oculta el verdadero sentido de lo que él considera como la afirmación de los “relativistas”, en este caso la aseveración “cada religión defiende su verdad”.
Si yo le dijera: “Gerardo, fulano me está tomando el pelo”; no creo que él me contestaría: “Eso no es posible, Abelardo porque a ti casi no te queda pelo”.
Él entendería que estoy diciendo que: “fulano se está burlando de mí”, que es lo que significa la expresión.
Sin embargo, cae en la trampa del engañoso lenguaje cuando no entiende que “cada uno defiende su verdad” es una forma incorrecta de significar: “cada uno defiende lo que cree que es verdad”; que no es lo mismo ni se escribe igual, lo cual además no tiene nada de absurdo pues uno puede creer algo que es verdad sin que esto signifique que lo que creen los demás sea falso sencillamente porque es diferente.
Los hindúes dan a menudo un ejemplo elocuente.
Unos ciegos hablan sobre cómo es un elefante del cual sólo han podido tocar una parte.
El que tocó una pata dice: Es como una gruesa columna peluda.
El que tocó la trompa dice: Es como una gran serpiente. El que tocó una oreja dice: Es como un ala grande que se mueve como un abanico.
El que tocó un colmillo dice: Es un arma lisa y puntiaguda. Afirman verdades distintas sobre el elefante y todos tienen razón salvo si alguno o cada uno se cree que sabe cómo es el elefante en su totalidad.
Un tema que al amigo Gerardo le gusta sacar a relucir es el de la Verdad Absoluta en oposición a la verdad relativa. Una vez le pedí que definiera este concepto y escribió:
“LA VERDAD es el conjunto de todas las verdades del universo y la existencia, según el éxito de descubrirlas mediante análisis específicos de cada caso. Luego, cada una de esas verdades no es relativa, porque entonces LA VERDAD también lo sería”
Esta definición es un atentado mortal contra Doña Lógica. Explicarlo a fondo y rigurosamente está desafortunadamente fuera del alcance de este artículo pues habría que emplear nociones de la Teoría de Conjuntos y de la Lógica de Proposiciones.
Me limitaré a tratar de dar una idea de lo que falla.
Decir que el conjunto de todas las verdades es La Verdad no tiene sentido pues en general el Conjunto de todos los elementos que lo forman no es forzosamente un elemento del mismo conjunto.
Para ser más claro paro los profanos:
Podemos definir, por ejemplo, el Conjunto de todos los niños varones de la Florida de menos de tres años.
Este conjunto está definido porque si tomamos a un niño cualquiera podemos decir si pertenece o no a ese conjunto.
Si es varón, vive en la Florida y tiene menos de tres años pertenece al Conjunto, si no, no.
Ahora bien, el Conjunto de todos los niños varones de la Florida que tienen menos de tres años NO ES un niño varón que vive en la Florida y que tiene menos de tres años.
¿Está claro?
El conjunto de todos los perros no es El Perro.
¿Qué le permite afirmar a Gerardo que el conjunto de todas las verdades es La Verdad?
No digo nada sobre su conclusión de que esas verdades parciales no pueden ser relativas porque, como dice, entonces su conjunto, La Verdad Absoluta, también lo sería.
Sí, voy a decir algo: que es mejor leer esto que ser ciego.
Gerardo, por favor, recuerda lo que dijo Martín Fierro: “No pinta quien tiene ganas, sino quien sabe pintar”.
Sin duda a nuestro amigo le ha interesado mucho el neoplatonismo, pero para construir un sistema “a la Plotino” de donde “El Uno”, por emanaciones se desciende hasta nuestro universo, hay que dominar precisamente la Lógica.
No es posible afirmar después de “definir” lo que es la Verdad Absoluta decir que:
“Es evidente que ninguna religión ha podido identificar y comprender en toda su extensión la Verdad absoluta que es origen de todas las verdades de la ciencia”.
Parece muy lógico para nuestro “sentido común” y nuestra “habla coloquial” pero esto es literalmente insignificante, es decir que no significa nada.
Creo poder afirmar que el artículo del amigo Gerardo perdería mucho de su importancia si no tratara de defender él mismo también lo que legítimamente cree y que para él es, por supuesto, la “verdadera religión”.
Como hábilmente sugiere: “es razonable postular que alguna religión debe estar más cerca de la Verdad que todas las demás. Por lo tanto, no se las puede equiparar a todas”.
Parece muy razonable, sí, pero no lo es.
En el ejemplo de los ciegos hindúes, ¿cuál está más cerca de lo que ES un elefante?
Voy a dar otro ejemplo,mío esta vez.
Un profesor propone un problema para un premio y explica que si ningún candidato encuentra el resultado exacto, dará el premio al que encuentre el resultado más cercano a él.
El resultado que hay que encontrar es cero (x=0) pero ninguno lo encuentra.
Alberto encuentra x=√2.
Pedro encuentra un número x mayor que 1.4121 y menor que 1.4122, es decir 1.4121<x<1.4122,.
Pablo, muy bueno en geometría afirma que en realidad el resultado buscado es igual a la longitud de la diagonal de un cuadrado que tiene por lado la unidad.
Juan dice que Alberto lo encontró casi pero que se equivocó de signo porque es x=-√2.
Cuando el profesor explica que ningún candidato halló el buen resultado todos le dicen:
“Profesor, es razonable pensar que alguno de nosotros esté más cerca del resultado correcto que los demás” pero aquél les contesta que no, que todos quedaron a igual distancia del resultado correcto x=0.
Y el profesor tenía razón.
Que los amigos que leen este texto no se crean que estoy en contra de La Religión, si acaso no estaría a favor de “las religiones”.
La palabra religión puede tener dos orígenes “releggere” (volver a leer) o “religare” (volver a ligar, a unir, a atar).
El entrañable y excelente San Agustín aceptaba las dos etimologías y nos incitaba a “leer a Dios en nosotros y a ligarnos a él”.
Esta manera de ver lleva naturalmente al optimismo ecuménico de Gerardo, que aplaudo y comparto totalmente.
Quisiera recordar que la palabra sánscrita “yoga” tiene la misma raíz que yugo que significa unión.
El “Yoga” que Krishna enseña a Arjuna es la misma unión de que la que nos habla el obispo de Hipona cuando nos incita a ligarnos a Dios.
Gerardo, en su magnífica introducción, nos expone la evolución de la Religión a través de las épocas y nos recuerda cómo se pasó del monoteísmo al politeísmo, pasando por el panteísmo para volver al monoteísmo gracias al judaísmo del cual nació el cristianismo.
Me gustaría hacer dos observaciones al respecto:
La primera es que no conozco ninguna religión que no sea, en el fondo, monoteísta.
¿Cómo? –Se preguntarán algunos- ¿Y la religión azteca? Con sus múltiples dioses, eso es politeísmo.
Sí, en apariencia, pero esos « dioses » eran representaciones para el pueblo que necesitaba deidades concretas para explicar la lluvia, el viento, los terremotos, la salida del sol, etc…pero para la casta sacerdotal y la minoría pensante esas deidades eran “emanaciones” a la Plotino del Ometeotl que “se inventaba él mismo” y aquí no estamos muy lejos del “ego sum qui sum” de la Biblia.
Pero bueno –dirán otros- ¿y el hinduismo con sus Shiva, Visnú, Kali, Krishna, etc…?
Pues es igual, son emanaciones de un Brahman sin atribuciones, del que no se puede decir nada
(“De lo que no se puede hablar hay que guardar silencio” decía Wittgenstein)
La segunda es que considerar sólo una oposición panteísmo vs Dios creador y creación distinta del creador es demasiado reductor.
Hay que considerar también al “panenteísmo” que considera que hay un Dios trascendente y una creación que está en él (inmanencia).
Muchos pensadores, todos condenados por la Iglesia Católica, han sido (a menudo sin emplear la palabra) panenteístas: G. Bruno, B. Spinoza, KF.Krause (que influyó a José Martí) y otros .
Demos para terminar el ejemplo del Krishnaísmo:
“Conoce Mi otra naturaleza, la Suprema que se hace espíritu y por la cual se sostiene el mundo. Has de saber que es la matriz de todos los seres. Yo Soy el nacimiento del mundo entero y también su disolución. Más allá de Mí nada reina supremo. En Mí todo lo que existe en este mundo está ensartado como las perlas en el hilo de un collar”.
(Krishna a Arjuna en el Bhagavad Gîta)
Si no puedo aceptar, como dice San Pablo, que “el amor es el Ser” acepto plenamente el cristiano “Ama a tu prójimo como a ti mismo” que de por sí es una condena de todo fanatismo.
En los trágicos momentos de hoy ruego a los valientes lectores que hayan llegado hasta aquí que piensen conmigo:
JE SUIS CHARLIE
Es de destacar también su extensa cultura y su amplio saber en Historia.
Ahora bien, cuando Gerardo se disfraza de metafísico con ínfulas filosóficas y se pone a martirizar a Doña Lógica, que es una persona muy mayor a quien hay que tratar con mucho cuidado y delicadeza, entonces pocas veces coincido con él.
Aprovecho la oportunidad para decirle al amigo Paco Porto, si lee estas líneas, que siento volver a “jugar a la pelota dentro de la casa” pero es Gerardo el que entró con ella.
Trataré de no romper jarras ni cristales. Además, aunque sé pertinentemente que no podré convencer a Gerardo, él sí que podrá entender perfectamente mis argumentos.
El problema que se plantea es que no es posible razonar sobre estos temas difíciles y peliagudos usando “el sentido común” y “el lenguaje corriente”.
Si en la vida cotidiana nos son indispensables, el análisis de los problemas ontológicos y todo lo tocante al conocimiento mismo de las nociones necesita definiciones precisas y un razonamiento muchísimo más fino que el simple “sentido común” o el uso del “habla coloquial”.
Si necesitamos hacer una operación delicada de microcirugía no podremos llevarla a cabo con un matavacas de carnicero.
Gerardo escribe:
“El problema de la multiplicidad de religiones es que cada una interpreta a Dios y a su Creación a su modo. Los relativistas afirman que cada una defiende “su verdad”, como si pudieran haber muchas verdades distintas sobre una misma cosa”
Aquí el lenguaje común le oculta el verdadero sentido de lo que él considera como la afirmación de los “relativistas”, en este caso la aseveración “cada religión defiende su verdad”.
Si yo le dijera: “Gerardo, fulano me está tomando el pelo”; no creo que él me contestaría: “Eso no es posible, Abelardo porque a ti casi no te queda pelo”.
Él entendería que estoy diciendo que: “fulano se está burlando de mí”, que es lo que significa la expresión.
Sin embargo, cae en la trampa del engañoso lenguaje cuando no entiende que “cada uno defiende su verdad” es una forma incorrecta de significar: “cada uno defiende lo que cree que es verdad”; que no es lo mismo ni se escribe igual, lo cual además no tiene nada de absurdo pues uno puede creer algo que es verdad sin que esto signifique que lo que creen los demás sea falso sencillamente porque es diferente.
Los hindúes dan a menudo un ejemplo elocuente.
Unos ciegos hablan sobre cómo es un elefante del cual sólo han podido tocar una parte.
El que tocó una pata dice: Es como una gruesa columna peluda.
El que tocó la trompa dice: Es como una gran serpiente. El que tocó una oreja dice: Es como un ala grande que se mueve como un abanico.
El que tocó un colmillo dice: Es un arma lisa y puntiaguda. Afirman verdades distintas sobre el elefante y todos tienen razón salvo si alguno o cada uno se cree que sabe cómo es el elefante en su totalidad.
Un tema que al amigo Gerardo le gusta sacar a relucir es el de la Verdad Absoluta en oposición a la verdad relativa. Una vez le pedí que definiera este concepto y escribió:
“LA VERDAD es el conjunto de todas las verdades del universo y la existencia, según el éxito de descubrirlas mediante análisis específicos de cada caso. Luego, cada una de esas verdades no es relativa, porque entonces LA VERDAD también lo sería”
Esta definición es un atentado mortal contra Doña Lógica. Explicarlo a fondo y rigurosamente está desafortunadamente fuera del alcance de este artículo pues habría que emplear nociones de la Teoría de Conjuntos y de la Lógica de Proposiciones.
Me limitaré a tratar de dar una idea de lo que falla.
Decir que el conjunto de todas las verdades es La Verdad no tiene sentido pues en general el Conjunto de todos los elementos que lo forman no es forzosamente un elemento del mismo conjunto.
Para ser más claro paro los profanos:
Podemos definir, por ejemplo, el Conjunto de todos los niños varones de la Florida de menos de tres años.
Este conjunto está definido porque si tomamos a un niño cualquiera podemos decir si pertenece o no a ese conjunto.
Si es varón, vive en la Florida y tiene menos de tres años pertenece al Conjunto, si no, no.
Ahora bien, el Conjunto de todos los niños varones de la Florida que tienen menos de tres años NO ES un niño varón que vive en la Florida y que tiene menos de tres años.
¿Está claro?
El conjunto de todos los perros no es El Perro.
¿Qué le permite afirmar a Gerardo que el conjunto de todas las verdades es La Verdad?
No digo nada sobre su conclusión de que esas verdades parciales no pueden ser relativas porque, como dice, entonces su conjunto, La Verdad Absoluta, también lo sería.
Sí, voy a decir algo: que es mejor leer esto que ser ciego.
Gerardo, por favor, recuerda lo que dijo Martín Fierro: “No pinta quien tiene ganas, sino quien sabe pintar”.
Sin duda a nuestro amigo le ha interesado mucho el neoplatonismo, pero para construir un sistema “a la Plotino” de donde “El Uno”, por emanaciones se desciende hasta nuestro universo, hay que dominar precisamente la Lógica.
No es posible afirmar después de “definir” lo que es la Verdad Absoluta decir que:
“Es evidente que ninguna religión ha podido identificar y comprender en toda su extensión la Verdad absoluta que es origen de todas las verdades de la ciencia”.
Parece muy lógico para nuestro “sentido común” y nuestra “habla coloquial” pero esto es literalmente insignificante, es decir que no significa nada.
Creo poder afirmar que el artículo del amigo Gerardo perdería mucho de su importancia si no tratara de defender él mismo también lo que legítimamente cree y que para él es, por supuesto, la “verdadera religión”.
Como hábilmente sugiere: “es razonable postular que alguna religión debe estar más cerca de la Verdad que todas las demás. Por lo tanto, no se las puede equiparar a todas”.
Parece muy razonable, sí, pero no lo es.
En el ejemplo de los ciegos hindúes, ¿cuál está más cerca de lo que ES un elefante?
Voy a dar otro ejemplo,mío esta vez.
Un profesor propone un problema para un premio y explica que si ningún candidato encuentra el resultado exacto, dará el premio al que encuentre el resultado más cercano a él.
El resultado que hay que encontrar es cero (x=0) pero ninguno lo encuentra.
Alberto encuentra x=√2.
Pedro encuentra un número x mayor que 1.4121 y menor que 1.4122, es decir 1.4121<x<1.4122,.
Pablo, muy bueno en geometría afirma que en realidad el resultado buscado es igual a la longitud de la diagonal de un cuadrado que tiene por lado la unidad.
Juan dice que Alberto lo encontró casi pero que se equivocó de signo porque es x=-√2.
Cuando el profesor explica que ningún candidato halló el buen resultado todos le dicen:
“Profesor, es razonable pensar que alguno de nosotros esté más cerca del resultado correcto que los demás” pero aquél les contesta que no, que todos quedaron a igual distancia del resultado correcto x=0.
Y el profesor tenía razón.
Que los amigos que leen este texto no se crean que estoy en contra de La Religión, si acaso no estaría a favor de “las religiones”.
La palabra religión puede tener dos orígenes “releggere” (volver a leer) o “religare” (volver a ligar, a unir, a atar).
El entrañable y excelente San Agustín aceptaba las dos etimologías y nos incitaba a “leer a Dios en nosotros y a ligarnos a él”.
Esta manera de ver lleva naturalmente al optimismo ecuménico de Gerardo, que aplaudo y comparto totalmente.
Quisiera recordar que la palabra sánscrita “yoga” tiene la misma raíz que yugo que significa unión.
El “Yoga” que Krishna enseña a Arjuna es la misma unión de que la que nos habla el obispo de Hipona cuando nos incita a ligarnos a Dios.
Gerardo, en su magnífica introducción, nos expone la evolución de la Religión a través de las épocas y nos recuerda cómo se pasó del monoteísmo al politeísmo, pasando por el panteísmo para volver al monoteísmo gracias al judaísmo del cual nació el cristianismo.
Me gustaría hacer dos observaciones al respecto:
La primera es que no conozco ninguna religión que no sea, en el fondo, monoteísta.
¿Cómo? –Se preguntarán algunos- ¿Y la religión azteca? Con sus múltiples dioses, eso es politeísmo.
Sí, en apariencia, pero esos « dioses » eran representaciones para el pueblo que necesitaba deidades concretas para explicar la lluvia, el viento, los terremotos, la salida del sol, etc…pero para la casta sacerdotal y la minoría pensante esas deidades eran “emanaciones” a la Plotino del Ometeotl que “se inventaba él mismo” y aquí no estamos muy lejos del “ego sum qui sum” de la Biblia.
Pero bueno –dirán otros- ¿y el hinduismo con sus Shiva, Visnú, Kali, Krishna, etc…?
Pues es igual, son emanaciones de un Brahman sin atribuciones, del que no se puede decir nada
(“De lo que no se puede hablar hay que guardar silencio” decía Wittgenstein)
La segunda es que considerar sólo una oposición panteísmo vs Dios creador y creación distinta del creador es demasiado reductor.
Hay que considerar también al “panenteísmo” que considera que hay un Dios trascendente y una creación que está en él (inmanencia).
Muchos pensadores, todos condenados por la Iglesia Católica, han sido (a menudo sin emplear la palabra) panenteístas: G. Bruno, B. Spinoza, KF.Krause (que influyó a José Martí) y otros .
Demos para terminar el ejemplo del Krishnaísmo:
“Conoce Mi otra naturaleza, la Suprema que se hace espíritu y por la cual se sostiene el mundo. Has de saber que es la matriz de todos los seres. Yo Soy el nacimiento del mundo entero y también su disolución. Más allá de Mí nada reina supremo. En Mí todo lo que existe en este mundo está ensartado como las perlas en el hilo de un collar”.
(Krishna a Arjuna en el Bhagavad Gîta)
Si no puedo aceptar, como dice San Pablo, que “el amor es el Ser” acepto plenamente el cristiano “Ama a tu prójimo como a ti mismo” que de por sí es una condena de todo fanatismo.
En los trágicos momentos de hoy ruego a los valientes lectores que hayan llegado hasta aquí que piensen conmigo:
JE SUIS CHARLIE
Last edit: 11 Jan 2015 18:28 by Abelardo Pérez García. Reason: corrección
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- Ernesto Ortiz
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Re: La lógica de las religiones
12 Jan 2015 01:57 - 12 Jan 2015 02:05
Me impresiona la manera en que Gerardo y Abelardo tratan de entenderse en un tema tan complejo (y que me interesa hasta cierto punto); así que he intentado comprenderlos a ambos, en este y otros artículos donde sacan a relucir el asunto.
Por inclinaciones religiosas, me alineo con Gerardo; aunque no me son ajenas las creencias de Abelardo, a quien me une además alguna que otra inmersión (las suyas, obviamente, mucho más profundas) en las matemáticas y la física.
Por eso entiendo que uno habla del elefante en su totalidad; de la idea del elefante, si se quiere -visto que ha procesado las ideas de infinito número de ciegos que captan un aspecto -digamos- infinitesimal (aunque todos juran que esencial) del mismo. Este (Gerardo) quiere englobar una magnitud enorme, mientras que aquel la disecciona; es decir, uno pierde de vista el conjunto mientras que de algún modo el otro difumina los detalles (lo que sin embargo se acerca más a la idea o la probable realidad de la idea que quiere expresar). Recordemos, Abelardo, al ciego, que tiene razón en la realidad de su pequeña parcela, pero que se equivoca si pretende que eso es la totalidad. Y diría más: incluso el elefante es más (mucho más) que la suma de sus partes.
Percibo que los argumentos con los que Abelardo intenta corregir los "errores lógicos" de Gerardo, se presentan también discutibles. No tanto por su formulación (igualmente retórica) sino por la extrapolación que hace a un ente muy poco relacionado (esencialmente) con la deducción conseguida "en la parcela". Extrapolación que pasa ineludiblemente por el lenguaje y su significación; esa trampa en la que caemos todos (con ínfulas o no), porque está en la naturaleza compleja (más que imperfecta) y en varios niveles desligada de la realidad o de la verdad, o de la lógica, que es el lenguaje.
Pero "con esos bueyes hay que arar"; y una buena manera de hacerlo puede ser usar constantemente las comillas (ese chapoteo y esa sospecha habitual del entrecomillado) o detenerse en definir al menos unas categorías básicas para comenzar a desenvolver el ovillo. Agradezco que Abelardo discuta una vez más la categoría de "verdad absoluta" de Gerardo (y no le falta razón, es francamente mejorable). Sin embargo, sería interesante (y hasta cierto punto necesario) si, al igual que este, aquel intentase resumir en un párrafo (para el consumo de los mortales, sin teoría de conjuntos) su propio concepto.
¿Acaso (me pregunto), habría que prescindir del término un poco más filosófico y filoso de "verdad" y comenzar primero por definir lo "relativo" o "absoluto"? Y si no aparece esa definición mejorada de Abelardo, ¿podríamos simplemente considerar la de Gerardo como premisa (algo tautológica, como casi todas)?
Porque LA VERDAD que Gerardo quiere hacer su punto de partida, puede funcionar como premisa en el conjunto de la totalidad a la que esa verdad con mayúsculas se refiere. Una premisa funciona como el silencio, para usar la mística y bella frase de Wittgenstein que nos recuerda Abelardo: deja para después los asuntos que no sabemos muy bien como desentrañar (gracia que le es dada a muy pocos). De esta forma, evitaríamos el berenjenal al que esa totalidad apunta (y no precisamente como una simple suma de "partes"): el concepto de Dios; algo muy personal, muy "relativo" (ya que somos seres limitados); y minimizaríamos el impacto de nuestro prejuicio.
Parece evidente que EL ABSOLUTO (¡qué miedo!) que tiene en mente Gerardo, y del que desprende su noción de verdad absoluta, es algo muy distante de pensar el conjunto de niños, que es finito y acotado; parece que de algún modo le sobra simplicidad. Así que, honestamente, ayudaría mucho que la demostrada inteligencia y el cuidado matemático de Abelardo nos gestara una definición o una premisa de "verdad absoluta", para complementar o enriquecer ambos puntos de vista... Si es que entiende que algo como esto pueda existir, o que vale la pena o que pueda expresarse con la corrección y la "amplitud" que se le sobreentiende al término.
Sería un buen ejercicio de aproximación; y a lo mejor el profesor, al final, nos dice que todos estábamos igual de cerca (o de lejos).
Por inclinaciones religiosas, me alineo con Gerardo; aunque no me son ajenas las creencias de Abelardo, a quien me une además alguna que otra inmersión (las suyas, obviamente, mucho más profundas) en las matemáticas y la física.
Por eso entiendo que uno habla del elefante en su totalidad; de la idea del elefante, si se quiere -visto que ha procesado las ideas de infinito número de ciegos que captan un aspecto -digamos- infinitesimal (aunque todos juran que esencial) del mismo. Este (Gerardo) quiere englobar una magnitud enorme, mientras que aquel la disecciona; es decir, uno pierde de vista el conjunto mientras que de algún modo el otro difumina los detalles (lo que sin embargo se acerca más a la idea o la probable realidad de la idea que quiere expresar). Recordemos, Abelardo, al ciego, que tiene razón en la realidad de su pequeña parcela, pero que se equivoca si pretende que eso es la totalidad. Y diría más: incluso el elefante es más (mucho más) que la suma de sus partes.
Percibo que los argumentos con los que Abelardo intenta corregir los "errores lógicos" de Gerardo, se presentan también discutibles. No tanto por su formulación (igualmente retórica) sino por la extrapolación que hace a un ente muy poco relacionado (esencialmente) con la deducción conseguida "en la parcela". Extrapolación que pasa ineludiblemente por el lenguaje y su significación; esa trampa en la que caemos todos (con ínfulas o no), porque está en la naturaleza compleja (más que imperfecta) y en varios niveles desligada de la realidad o de la verdad, o de la lógica, que es el lenguaje.
Pero "con esos bueyes hay que arar"; y una buena manera de hacerlo puede ser usar constantemente las comillas (ese chapoteo y esa sospecha habitual del entrecomillado) o detenerse en definir al menos unas categorías básicas para comenzar a desenvolver el ovillo. Agradezco que Abelardo discuta una vez más la categoría de "verdad absoluta" de Gerardo (y no le falta razón, es francamente mejorable). Sin embargo, sería interesante (y hasta cierto punto necesario) si, al igual que este, aquel intentase resumir en un párrafo (para el consumo de los mortales, sin teoría de conjuntos) su propio concepto.
¿Acaso (me pregunto), habría que prescindir del término un poco más filosófico y filoso de "verdad" y comenzar primero por definir lo "relativo" o "absoluto"? Y si no aparece esa definición mejorada de Abelardo, ¿podríamos simplemente considerar la de Gerardo como premisa (algo tautológica, como casi todas)?
Porque LA VERDAD que Gerardo quiere hacer su punto de partida, puede funcionar como premisa en el conjunto de la totalidad a la que esa verdad con mayúsculas se refiere. Una premisa funciona como el silencio, para usar la mística y bella frase de Wittgenstein que nos recuerda Abelardo: deja para después los asuntos que no sabemos muy bien como desentrañar (gracia que le es dada a muy pocos). De esta forma, evitaríamos el berenjenal al que esa totalidad apunta (y no precisamente como una simple suma de "partes"): el concepto de Dios; algo muy personal, muy "relativo" (ya que somos seres limitados); y minimizaríamos el impacto de nuestro prejuicio.
Parece evidente que EL ABSOLUTO (¡qué miedo!) que tiene en mente Gerardo, y del que desprende su noción de verdad absoluta, es algo muy distante de pensar el conjunto de niños, que es finito y acotado; parece que de algún modo le sobra simplicidad. Así que, honestamente, ayudaría mucho que la demostrada inteligencia y el cuidado matemático de Abelardo nos gestara una definición o una premisa de "verdad absoluta", para complementar o enriquecer ambos puntos de vista... Si es que entiende que algo como esto pueda existir, o que vale la pena o que pueda expresarse con la corrección y la "amplitud" que se le sobreentiende al término.
Sería un buen ejercicio de aproximación; y a lo mejor el profesor, al final, nos dice que todos estábamos igual de cerca (o de lejos).
Last edit: 12 Jan 2015 02:05 by Ernesto Ortiz.
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Re: La lógica de las religiones
13 Jan 2015 18:14
Agradezco a Ernesto su inteligente respuesta y, después de haber leído atentamente su texto, creo poder afirmar que las diferencias entre su apreciación y la mía vienen sobre todo de que yo pasé casi cuarenta años de mi vida enseñando, y sé por experiencia que es muy difícil dar a entender algo cuando no se dominan los principios elementales del tema que se trata.
Me había dado cuenta, por supuesto, de que no había proporción entre un ejemplo que toma un conjunto finito y la definición de la Verdad Absoluta según Gerardo, pero lo usé porque me pareció accesible a todos y también porque evitaba una explicación que utilizara enunciados más difíciles de entender.
Creo que cualquier lector del artículo habrá comprendido que un Conjunto de botellas no puede ser “La Botella” aun en el caso de que admitiéramos la existencia de un tal ente.
El mismo Ernesto se enfrenta con la misma dificultad que yo con su “número infinito de ciegos” que conocen solo una parcela “infinitesimal” del elefante.
El concepto del animal en su totalidad será así mucho más difícil de comprender si la “suma de sus partes” se convierte en una especie de “Suma de Riemann”.
Esto aparte, estoy de acuerdo con que el elefante es muchísimo más que la suma de sus partes pero el problema que yo traté de señalar es que muchos adeptos de religiones son como esos hindúes ciegos que estuvieran convencidos de que su pobre percepción es “la verdadera”, y por consiguiente “la única”, y que los demás están “en el error”.
De ahí a pensar que si no se retractan de su herejía hay que transformarlos en ceniza, o decapitarlos, o ametrallarlos, me parece que no hay más que un paso (que muchos han dado).
Lo mismo digo sobre ciertas ideologías políticas como el comunismo en el cual a partir de ciertas observaciones que me parecen justas, se erigieron principios que me parecen falsos y que, considerados absolutos e indiscutibles, sirvieron – y sirven aún - a fanáticos (Hombres del Lena, de acero, grandes timoneles, líderes máximos…) para aterrorizar y mantener en la miseria a países enteros durante décadas.
El reto que me lanza Ernesto: definir “lo absoluto”, “lo relativo” y la noción de “Verdad”, está lleno de emboscadas, sobre todo que personalmente no niego la posibilidad de que Dios (lo más Absoluto de los “absolutos”) exista.
Lo único que afirmo es que no se puede demostrar su existencia, ni su inexistencia, usando la Lógica.
Por eso me limité a señalar no, como dice Ernesto, “los errores lógicos” sino “los errores de Lógica” de la ponencia de Gerardo.
El problema es que solo puede entender esto a fondo la gente que ha estudiado esta difícil, árida y ardua asignatura que poco tiene que ver con el “sentido común” y además, no se puede explicar algo difícil, con palabras de todos los días, si en vez de atender lo que dice uno que lo ha estudiado se discute al mismo tiempo con argumentos falaciosos como “La prueba de que lo Absoluto existe es que lo Infinito existe (como los números que son infinitos) ¿no es entonces el infinito una prueba de lo absoluto?” y otras afirmaciones absurdas por el estilo.
Primero pensé que de nada serviría dar mi punto de vista pero luego me dije que era cobardía el no aceptar un reto, así que, después de reflexionar, propongo las definiciones siguientes:
Def(1): Es absoluto un ente que no depende de nada más que de sí mismo; todo lo que depende de algo es relativo.
Def(2): Es verdad lo que concuerda con su tema (concreto o abstracto) y respeta las leyes del razonamiento (Lógica).
Def(3): La verdad es la concordancia de la expresión de un pensamiento con su objeto.
Ahora bien, para razonar esto no es suficiente.
Hay que partir de “axiomas” que son convenciones arbitrarias y según se encadenan los razonamientos (que no deben conducir a contradicciones) se crea un sistema hipotético-deductivo.
Ejemplos: (reducidos a su expresión más elemental solo para dar una idea del método, sin añadir proposiciones que son indispensables para obtener sistemas congruentes y completos pero cuyas leyes son particularmente difíciles de manejar)
Sistema I
Axioma A: Existe un ente absoluto.
Según la definición (1) solo depende de sí mismo y, por el principio de identidad, concuerda con sí mismo. Satisface pues la definición (2) y podemos decir que este ente absoluto es Verdad (o verdadero).
Podemos llamarlo Dios.
Dios no es contradictorio con sí mismo si suponemos su existencia.
Pero en el
Sistema II:
Axioma A’: No existe ningún ente absoluto.
Todo ente existente es entonces relativo lo cual implica que las concordancias de la expresión del pensamiento lo son también y toda verdad es relativa.
Creo que esto da una idea de por qué la Lógica no es el instrumento adecuado en estos temas y sin embargo, sin ella, nuestro razonamiento es impotente.
¿Qué nos queda? Pues la Fe, y es mucho.
Fijémonos a pesar de todo en que nadie tiene fe en que dos y dos son cuatro o en que Méjico está al Sur de EEUU.
La Fe nos permite creer lo que no sabemos o lo que nuestra razón nos dice que no es posible.
En guisa de ejemplo he aquí un fragmento de una conferencia del Padre Henri Lacordaire, un excelente predicador francés del siglo XIX:
“[La Verdad] es una esencia real, infinita, eterna, absoluta, que existe por sí y tiene consciencia e inteligencia de sí; pues, ¿cómo la verdad no se entendería con ella misma si es la fuente de todo entendimiento?
Decir esto de la verdad es definir a Dios; Dios es el nombre propio de la verdad, como la verdad es el nombre abstracto de Dios”.
(Conférences de Notre - Dame)
¿Bonito, verdad? Debía de ser exaltante para los fieles que lo escuchaban.
Muchos estarán de acuerdo con esto.
Yo veo Fe y hasta cierta poesía pero… ¿Lógica? No. Y mejor así porque ésta no tiene nada que hacer aquí.
Será más fácil encontrar poesía en la Gastroenterología que Lógica en la Religión.
Me había dado cuenta, por supuesto, de que no había proporción entre un ejemplo que toma un conjunto finito y la definición de la Verdad Absoluta según Gerardo, pero lo usé porque me pareció accesible a todos y también porque evitaba una explicación que utilizara enunciados más difíciles de entender.
Creo que cualquier lector del artículo habrá comprendido que un Conjunto de botellas no puede ser “La Botella” aun en el caso de que admitiéramos la existencia de un tal ente.
El mismo Ernesto se enfrenta con la misma dificultad que yo con su “número infinito de ciegos” que conocen solo una parcela “infinitesimal” del elefante.
El concepto del animal en su totalidad será así mucho más difícil de comprender si la “suma de sus partes” se convierte en una especie de “Suma de Riemann”.
Esto aparte, estoy de acuerdo con que el elefante es muchísimo más que la suma de sus partes pero el problema que yo traté de señalar es que muchos adeptos de religiones son como esos hindúes ciegos que estuvieran convencidos de que su pobre percepción es “la verdadera”, y por consiguiente “la única”, y que los demás están “en el error”.
De ahí a pensar que si no se retractan de su herejía hay que transformarlos en ceniza, o decapitarlos, o ametrallarlos, me parece que no hay más que un paso (que muchos han dado).
Lo mismo digo sobre ciertas ideologías políticas como el comunismo en el cual a partir de ciertas observaciones que me parecen justas, se erigieron principios que me parecen falsos y que, considerados absolutos e indiscutibles, sirvieron – y sirven aún - a fanáticos (Hombres del Lena, de acero, grandes timoneles, líderes máximos…) para aterrorizar y mantener en la miseria a países enteros durante décadas.
El reto que me lanza Ernesto: definir “lo absoluto”, “lo relativo” y la noción de “Verdad”, está lleno de emboscadas, sobre todo que personalmente no niego la posibilidad de que Dios (lo más Absoluto de los “absolutos”) exista.
Lo único que afirmo es que no se puede demostrar su existencia, ni su inexistencia, usando la Lógica.
Por eso me limité a señalar no, como dice Ernesto, “los errores lógicos” sino “los errores de Lógica” de la ponencia de Gerardo.
El problema es que solo puede entender esto a fondo la gente que ha estudiado esta difícil, árida y ardua asignatura que poco tiene que ver con el “sentido común” y además, no se puede explicar algo difícil, con palabras de todos los días, si en vez de atender lo que dice uno que lo ha estudiado se discute al mismo tiempo con argumentos falaciosos como “La prueba de que lo Absoluto existe es que lo Infinito existe (como los números que son infinitos) ¿no es entonces el infinito una prueba de lo absoluto?” y otras afirmaciones absurdas por el estilo.
Primero pensé que de nada serviría dar mi punto de vista pero luego me dije que era cobardía el no aceptar un reto, así que, después de reflexionar, propongo las definiciones siguientes:
Def(1): Es absoluto un ente que no depende de nada más que de sí mismo; todo lo que depende de algo es relativo.
Def(2): Es verdad lo que concuerda con su tema (concreto o abstracto) y respeta las leyes del razonamiento (Lógica).
Def(3): La verdad es la concordancia de la expresión de un pensamiento con su objeto.
Ahora bien, para razonar esto no es suficiente.
Hay que partir de “axiomas” que son convenciones arbitrarias y según se encadenan los razonamientos (que no deben conducir a contradicciones) se crea un sistema hipotético-deductivo.
Ejemplos: (reducidos a su expresión más elemental solo para dar una idea del método, sin añadir proposiciones que son indispensables para obtener sistemas congruentes y completos pero cuyas leyes son particularmente difíciles de manejar)
Sistema I
Axioma A: Existe un ente absoluto.
Según la definición (1) solo depende de sí mismo y, por el principio de identidad, concuerda con sí mismo. Satisface pues la definición (2) y podemos decir que este ente absoluto es Verdad (o verdadero).
Podemos llamarlo Dios.
Dios no es contradictorio con sí mismo si suponemos su existencia.
Pero en el
Sistema II:
Axioma A’: No existe ningún ente absoluto.
Todo ente existente es entonces relativo lo cual implica que las concordancias de la expresión del pensamiento lo son también y toda verdad es relativa.
Creo que esto da una idea de por qué la Lógica no es el instrumento adecuado en estos temas y sin embargo, sin ella, nuestro razonamiento es impotente.
¿Qué nos queda? Pues la Fe, y es mucho.
Fijémonos a pesar de todo en que nadie tiene fe en que dos y dos son cuatro o en que Méjico está al Sur de EEUU.
La Fe nos permite creer lo que no sabemos o lo que nuestra razón nos dice que no es posible.
En guisa de ejemplo he aquí un fragmento de una conferencia del Padre Henri Lacordaire, un excelente predicador francés del siglo XIX:
“[La Verdad] es una esencia real, infinita, eterna, absoluta, que existe por sí y tiene consciencia e inteligencia de sí; pues, ¿cómo la verdad no se entendería con ella misma si es la fuente de todo entendimiento?
Decir esto de la verdad es definir a Dios; Dios es el nombre propio de la verdad, como la verdad es el nombre abstracto de Dios”.
(Conférences de Notre - Dame)
¿Bonito, verdad? Debía de ser exaltante para los fieles que lo escuchaban.
Muchos estarán de acuerdo con esto.
Yo veo Fe y hasta cierta poesía pero… ¿Lógica? No. Y mejor así porque ésta no tiene nada que hacer aquí.
Será más fácil encontrar poesía en la Gastroenterología que Lógica en la Religión.
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- Gerardo E. Martínez-Solanas
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Re: La lógica de las religiones
20 Mar 2015 17:17 - 09 May 2020 19:11
Son muy objetivas las tres definiciones de Abelardo, cuando señala que:
Def(1): Es absoluto un ente que no depende de nada más que de sí mismo; todo lo que depende de algo es relativo.
Def(2): Es verdad lo que concuerda con su tema (concreto o abstracto) y respeta las leyes del razonamiento (Lógica).
Def(3): La verdad es la concordancia de la expresión de un pensamiento con su objeto.
Sobre la Def(2) me atrevería a postular que no se puede llegar por el razonamiento (o la lógica) a la Verdad. La Verdad es una meta, como lo es la perfección, y ninguna de las dos puede someterse a una estructura racional, simplemente porque ES. Todos los que queremos superarnos, buscamos la perfección, y para ello utilizamos el razonamiento, pero nunca la alcanzamos. En ese sentido es como el infinito, podemos avanzar muchísimo numéricamente, pero nunca lo alcanzamos. Lo mismo sucede con la Verdad. Así con mayúsculas es la búsqueda mediante el razonamiento de un hecho o una realidad demostrable, es decir, la búsqueda de esa concordancia de la Def(3), pero no puede fragmentarse con el argumento de que cada uno tiene la suya según las circunstancias.
La Ley Natural y el Derecho Natural tienen un origen intuitivo que aspira a basarse en los conceptos del absoluto y de la Verdad. No obstante, no está divorciada del razonamiento, sencillamente porque es la interpretación humana de lo absoluto y de la Verdad lo que respalda el derecho. Para eso, se refiere a la revelación divina que se manifiesta en la voz de la conciencia, lo que para los no creyentes puede llamarse intuición.
Aunque el Derecho Natural como base fundamental de los Derechos Humanos internacionalmente reconocidos tiene un trasfondo occidental con un fuerte contenido judeocristiano, hay fundamentos semejantes en otras culturas, como son el orden o ley fundamental (el dharma) en las tradiciones hindúes, las reglas éticas del budismo, o la búsqueda de la armonía del confucianismo.
La cuestión es que al derivar a la interpretación actual de los Derechos Humanos, no podemos aceptar para que efectivamente los apliquemos y respetemos que la dignidad fundamental del Ser Humano que esos derechos defienden debe ajustarse a interpretaciones relativas fruto de verdades parciales y de un racionalismo fragmentado por las conveniencias. En otras palabras, deben estar por encima de todo razonamiento para que sean efectivos.
Cuando el Artículo 3 de la Declaración Universal dice que "Toda persona tiene derecho a la vida ..." no pone condiciones ni admite interpretaciones. Cualquier análisis racional de este derecho para condicionarlo a circunstancias políticas, sociales, culturales o económicas, es dar un paso hacia la dictadura y hacia el abuso. Ni siquiera en una seudodemocracia mayoritaria sería legítimo votar la aprobación de una ley que mate a los que son un estorbo o una carga para la sociedad. Evidentemente, las víctimas no estarían de acuerdo. Y el principio del derecho es que nadie puede ser sometido a un castigo injusto simplemente porque una mayoría así lo determine.
Lo mismo podemos argumentar de los demás artículos, como el Artículo 4 sobre la esclavitud o el Artículo 5 sobre la tortura. Sin embargo, hay culturas y gobiernos que también relativizan estos dos artículos y pretenden demostrar que no son aplicables en determinadas circunstancias.
Si aceptamos esta actitud relativista nos ponemos a merced de las turbas y de los dictadores.
Def(1): Es absoluto un ente que no depende de nada más que de sí mismo; todo lo que depende de algo es relativo.
Def(2): Es verdad lo que concuerda con su tema (concreto o abstracto) y respeta las leyes del razonamiento (Lógica).
Def(3): La verdad es la concordancia de la expresión de un pensamiento con su objeto.
Sobre la Def(2) me atrevería a postular que no se puede llegar por el razonamiento (o la lógica) a la Verdad. La Verdad es una meta, como lo es la perfección, y ninguna de las dos puede someterse a una estructura racional, simplemente porque ES. Todos los que queremos superarnos, buscamos la perfección, y para ello utilizamos el razonamiento, pero nunca la alcanzamos. En ese sentido es como el infinito, podemos avanzar muchísimo numéricamente, pero nunca lo alcanzamos. Lo mismo sucede con la Verdad. Así con mayúsculas es la búsqueda mediante el razonamiento de un hecho o una realidad demostrable, es decir, la búsqueda de esa concordancia de la Def(3), pero no puede fragmentarse con el argumento de que cada uno tiene la suya según las circunstancias.
La Ley Natural y el Derecho Natural tienen un origen intuitivo que aspira a basarse en los conceptos del absoluto y de la Verdad. No obstante, no está divorciada del razonamiento, sencillamente porque es la interpretación humana de lo absoluto y de la Verdad lo que respalda el derecho. Para eso, se refiere a la revelación divina que se manifiesta en la voz de la conciencia, lo que para los no creyentes puede llamarse intuición.
Aunque el Derecho Natural como base fundamental de los Derechos Humanos internacionalmente reconocidos tiene un trasfondo occidental con un fuerte contenido judeocristiano, hay fundamentos semejantes en otras culturas, como son el orden o ley fundamental (el dharma) en las tradiciones hindúes, las reglas éticas del budismo, o la búsqueda de la armonía del confucianismo.
La cuestión es que al derivar a la interpretación actual de los Derechos Humanos, no podemos aceptar para que efectivamente los apliquemos y respetemos que la dignidad fundamental del Ser Humano que esos derechos defienden debe ajustarse a interpretaciones relativas fruto de verdades parciales y de un racionalismo fragmentado por las conveniencias. En otras palabras, deben estar por encima de todo razonamiento para que sean efectivos.
Cuando el Artículo 3 de la Declaración Universal dice que "Toda persona tiene derecho a la vida ..." no pone condiciones ni admite interpretaciones. Cualquier análisis racional de este derecho para condicionarlo a circunstancias políticas, sociales, culturales o económicas, es dar un paso hacia la dictadura y hacia el abuso. Ni siquiera en una seudodemocracia mayoritaria sería legítimo votar la aprobación de una ley que mate a los que son un estorbo o una carga para la sociedad. Evidentemente, las víctimas no estarían de acuerdo. Y el principio del derecho es que nadie puede ser sometido a un castigo injusto simplemente porque una mayoría así lo determine.
Lo mismo podemos argumentar de los demás artículos, como el Artículo 4 sobre la esclavitud o el Artículo 5 sobre la tortura. Sin embargo, hay culturas y gobiernos que también relativizan estos dos artículos y pretenden demostrar que no son aplicables en determinadas circunstancias.
Si aceptamos esta actitud relativista nos ponemos a merced de las turbas y de los dictadores.
Last edit: 09 May 2020 19:11 by Democracia Participativa.
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