Tres libras de cositas sueltas
- Abelardo Pérez García
- Topic Author
- Offline
- Administrator
- Posts: 159
- Thanks: 6
Tres libras de cositas sueltas
26 Nov 2014 15:49
Tres libras de cositas sueltas
Gerardo y José Manuel tienen mil veces razón. En los debates, por la fuerza de la deriva natural de los argumentos, terminamos discutiendo de cosas que ya no tienen relación con el tema del primer artículo.
Por ejemplo, a partir del tema propuesto por el señor Valenzuela: “rescatar el verdadero capitalismo” (¿cuál es el falso?) hemos llegado a hablar de la interpretación de las parábolas de Jesús en los Evangelios y aun de la clasificación mundial de las universidades.
Lo ideal sería atenerse al tema y no desviarse ni un ápice de él. Pero no siempre lo ideal es lo mejor y, para no sentirnos atados en nuestras ideas y poder decir lo que nos dé la gana sin que nos acusen de salirnos del tema y nos digan que hay que abrir otro debate.
Propongo una rúbrica que llamo “tres libras de cositas sueltas” en la cual podamos escribir todas las ideas que se nos ocurran y pasar de un tema a otro sin sentirnos culpables de haber traicionado el propósito del Artículo I.
Voy a empezar, como acostumbro, citando al buen amigo Gerardo:
“En cierto modo, Abelardo también exagera, porque nadie pretende "engañarlo" cuando le dice que las universidades de EEUU son las mejores del mundo”.
De primera y pata, digo que no entiendo el “le”.
Mi comentario no era más que una reacción algo sarcástica al texto de Valenzuela pues ¿cómo pueden ser buenas las universidades si se han convertido en un “semillero de mulas rabiosas” cuyos estudiantes “al graduarse salen intoxicados con ideas colectivistas”?
Decía pues que me engañaban cuando me decían que eran las mejores del mundo.
Pero he aquí que Gerardo quizá interprete que yo critico injustamente a las universidades norteamericanas las cuales para él son sin duda las mejores y, para probarlo, nos habla de las famosas listas de clasificación.
Esas listas pueden dar alguna idea pero no debemos tomarlas por palabra de Evangelio pues no están exentas de críticas, algunas de ellas muy bien fundadas.
La célebre clasificación de Shanghai, por ejemplo, favorece por sus criterios a las universidades anglosajonas dado el peso que tienen las publicaciones en Science & Nature para no citar más que éstas.
Perjudica a las universidades pequeñas y no toma en cuenta a las que trabajan en red (muchas universidades europeas).
Vamos a dar otro ejemplo: en Francia existen grandes centros de investigación nacionales (es decir que son de la “nación” y no pertenecen a ninguna universidad, como el CNES (Centro Nacional de Estudios Espaciales).
Tomemos ahora a un físico, premio nóbel, que trabaja de investigador en el CNES y que enseña, digamos, en la universidad de Toulouse.
Para Shanghai ese nóbel se divide en dos 50% para U. de Toulouse y 50% para el CNES (¡que no cuenta para nada en la clasificación ya que no es una universidad!)
Un premio nóbel de MIT es 100% para MIT que luego resulta beneficiado en la clasificación.
(El premio nóbel francés vale entonces, según estos criterios, la mitad del premio nóbel norteamericano)
No estoy criticando a MIT, estoy dando un ejemplo de una consecuencia del modo de cálculo de Shanghai.
En general los criterios como los del periódico The Guardian favorecen a sus propios países y esto se puede comprobar fácilmente.
Contrariamente a lo que afirma Gerardo, en esa lista (la de 2014), la Universidad de Harvard es cuarta, precedida por la Universidad de Cambridge y el Imperial College of London, que son… británicas.
En ningún momento pongo en duda la excelencia de estos centros de estudio, lo que sí pondría en duda es la salud mental de los que se crean que se puede afirmar que la Universidad de Cambridge (UK) es mejor que la Universidad de Harvard o que la Universidad Pierre et Marie Curie de París es mejor que la Universidad de Utrecht (NL).
Si establezco una lista dándole mucho peso al criterio:
“número de cafés aledaños para que estudiantes y profesores puedan conversar y compartir entre las clases o al salir de ellas”, las universidades de París estarían entre las primeras del mundo.
Sin embargo, si tomo como criterio:
“porcentaje de estudiantes de primer año que logran pasar a segundo”, entonces todas las universidades francesas estarían entre las últimas.
En la Universidad de Artois, en Arras, donde yo enseñé, alrededor de un 30% de estudiantes de primer año pasaba a segundo al cabo de un año.
¿Cómo explicar este desastre? Hay que saber que en Francia, cualquier ñame (badulaque) que haya logrado sacar un título de bachiller tiene derecho a matricularse en una universidad.
Y como tiene derecho lo hace, aunque su cerebrito no dé para los estudios.
Así obtiene una tarjeta que le permite almorzar (y muchas veces cenar) en los comedores universitarios a un precio bajísimo, ser beneficiario de la seguridad social de estudiantes (enfermedad, hospitalización y medicina gratis, etc.) y el Estado está contentísimo pues así la persona no aumenta la lista de desempleados del país.
El 30 o 40 por ciento que pasa a segundo está formado en general por buenos estudiantes, serios y aplicados que honrarían a cualquier universidad del mundo.
Algo que no se sabe y que asombra siempre que se lo digo a personas que viven en otros países es que el 10 o 12 por ciento de los jóvenes más capacitados en Francia, es decir “los mejores” estudiantes no van a “la Universidad”.
Después de haber sacado su bachillerato pasan, en clases superiores de algunos Institutos, dos o tres años en las “Clases preparatorias a las Grandes Escuelas” siguiendo una preparación muy intensa, al cabo de la cual se presentan a oposiciones (exámenes competitivos) extremadamente selectivas.
Si tienen éxito entran en alguna de esas Grandes Escuelas (que no son la universidad).
Para dar una idea del nivel de estos estudiantes; si al cabo de dos o tres años no logran entrar por oposición en una de estas Grandes Escuelas pero tienen un buen expediente de su Instituto, entran sin más trámites en tercer año de licenciatura en la Universidad que escojan.
Esto es para mostrar cómo los sistemas de enseñanza pueden diferir y por qué es difícil compararlos.
Como ya es un poco largo voy a dejarlo aquí. Otro día voy a hablar de mi experiencia personal con estudiantes y profesores de otros países que durante mi vida profesional tuve el gusto y el honor de conocer.
Gerardo y José Manuel tienen mil veces razón. En los debates, por la fuerza de la deriva natural de los argumentos, terminamos discutiendo de cosas que ya no tienen relación con el tema del primer artículo.
Por ejemplo, a partir del tema propuesto por el señor Valenzuela: “rescatar el verdadero capitalismo” (¿cuál es el falso?) hemos llegado a hablar de la interpretación de las parábolas de Jesús en los Evangelios y aun de la clasificación mundial de las universidades.
Lo ideal sería atenerse al tema y no desviarse ni un ápice de él. Pero no siempre lo ideal es lo mejor y, para no sentirnos atados en nuestras ideas y poder decir lo que nos dé la gana sin que nos acusen de salirnos del tema y nos digan que hay que abrir otro debate.
Propongo una rúbrica que llamo “tres libras de cositas sueltas” en la cual podamos escribir todas las ideas que se nos ocurran y pasar de un tema a otro sin sentirnos culpables de haber traicionado el propósito del Artículo I.
Voy a empezar, como acostumbro, citando al buen amigo Gerardo:
“En cierto modo, Abelardo también exagera, porque nadie pretende "engañarlo" cuando le dice que las universidades de EEUU son las mejores del mundo”.
De primera y pata, digo que no entiendo el “le”.
Mi comentario no era más que una reacción algo sarcástica al texto de Valenzuela pues ¿cómo pueden ser buenas las universidades si se han convertido en un “semillero de mulas rabiosas” cuyos estudiantes “al graduarse salen intoxicados con ideas colectivistas”?
Decía pues que me engañaban cuando me decían que eran las mejores del mundo.
Pero he aquí que Gerardo quizá interprete que yo critico injustamente a las universidades norteamericanas las cuales para él son sin duda las mejores y, para probarlo, nos habla de las famosas listas de clasificación.
Esas listas pueden dar alguna idea pero no debemos tomarlas por palabra de Evangelio pues no están exentas de críticas, algunas de ellas muy bien fundadas.
La célebre clasificación de Shanghai, por ejemplo, favorece por sus criterios a las universidades anglosajonas dado el peso que tienen las publicaciones en Science & Nature para no citar más que éstas.
Perjudica a las universidades pequeñas y no toma en cuenta a las que trabajan en red (muchas universidades europeas).
Vamos a dar otro ejemplo: en Francia existen grandes centros de investigación nacionales (es decir que son de la “nación” y no pertenecen a ninguna universidad, como el CNES (Centro Nacional de Estudios Espaciales).
Tomemos ahora a un físico, premio nóbel, que trabaja de investigador en el CNES y que enseña, digamos, en la universidad de Toulouse.
Para Shanghai ese nóbel se divide en dos 50% para U. de Toulouse y 50% para el CNES (¡que no cuenta para nada en la clasificación ya que no es una universidad!)
Un premio nóbel de MIT es 100% para MIT que luego resulta beneficiado en la clasificación.
(El premio nóbel francés vale entonces, según estos criterios, la mitad del premio nóbel norteamericano)
No estoy criticando a MIT, estoy dando un ejemplo de una consecuencia del modo de cálculo de Shanghai.
En general los criterios como los del periódico The Guardian favorecen a sus propios países y esto se puede comprobar fácilmente.
Contrariamente a lo que afirma Gerardo, en esa lista (la de 2014), la Universidad de Harvard es cuarta, precedida por la Universidad de Cambridge y el Imperial College of London, que son… británicas.
En ningún momento pongo en duda la excelencia de estos centros de estudio, lo que sí pondría en duda es la salud mental de los que se crean que se puede afirmar que la Universidad de Cambridge (UK) es mejor que la Universidad de Harvard o que la Universidad Pierre et Marie Curie de París es mejor que la Universidad de Utrecht (NL).
Si establezco una lista dándole mucho peso al criterio:
“número de cafés aledaños para que estudiantes y profesores puedan conversar y compartir entre las clases o al salir de ellas”, las universidades de París estarían entre las primeras del mundo.
Sin embargo, si tomo como criterio:
“porcentaje de estudiantes de primer año que logran pasar a segundo”, entonces todas las universidades francesas estarían entre las últimas.
En la Universidad de Artois, en Arras, donde yo enseñé, alrededor de un 30% de estudiantes de primer año pasaba a segundo al cabo de un año.
¿Cómo explicar este desastre? Hay que saber que en Francia, cualquier ñame (badulaque) que haya logrado sacar un título de bachiller tiene derecho a matricularse en una universidad.
Y como tiene derecho lo hace, aunque su cerebrito no dé para los estudios.
Así obtiene una tarjeta que le permite almorzar (y muchas veces cenar) en los comedores universitarios a un precio bajísimo, ser beneficiario de la seguridad social de estudiantes (enfermedad, hospitalización y medicina gratis, etc.) y el Estado está contentísimo pues así la persona no aumenta la lista de desempleados del país.
El 30 o 40 por ciento que pasa a segundo está formado en general por buenos estudiantes, serios y aplicados que honrarían a cualquier universidad del mundo.
Algo que no se sabe y que asombra siempre que se lo digo a personas que viven en otros países es que el 10 o 12 por ciento de los jóvenes más capacitados en Francia, es decir “los mejores” estudiantes no van a “la Universidad”.
Después de haber sacado su bachillerato pasan, en clases superiores de algunos Institutos, dos o tres años en las “Clases preparatorias a las Grandes Escuelas” siguiendo una preparación muy intensa, al cabo de la cual se presentan a oposiciones (exámenes competitivos) extremadamente selectivas.
Si tienen éxito entran en alguna de esas Grandes Escuelas (que no son la universidad).
Para dar una idea del nivel de estos estudiantes; si al cabo de dos o tres años no logran entrar por oposición en una de estas Grandes Escuelas pero tienen un buen expediente de su Instituto, entran sin más trámites en tercer año de licenciatura en la Universidad que escojan.
Esto es para mostrar cómo los sistemas de enseñanza pueden diferir y por qué es difícil compararlos.
Como ya es un poco largo voy a dejarlo aquí. Otro día voy a hablar de mi experiencia personal con estudiantes y profesores de otros países que durante mi vida profesional tuve el gusto y el honor de conocer.
Reply to Abelardo Pérez García
Moderators: Miguel Saludes, Abelardo Pérez García, Oílda del Castillo, Ricardo Puerta, Antonio Llaca, Efraín Infante, Pedro S. Campos, Héctor Caraballo
Time to create page: 0.440 seconds