Conveniente dialogar, informarnos con rigor, argumentar con solidez y diferir lo necesario, pero…
-Si hay algo en lo que existen pocas dudas y menos cuestionamientos, tanto dentro de Cuba como fuera de ella; es precisamente el de los esfuerzos y resultados apreciados en el contexto general de la sociedad, por lo alcanzado en la esfera de la salud pública, incluso durante los difíciles y desabastecidos años del prolongado y crítico período especial.
-Las circunstancias excepcionales en que la población cubana ha podido tener acceso a los servicios de salud, de manera universal y prácticamente sin costo alguno; es algo extraordinario para un pequeño país en vías de desarrollo y además, hostigado desde hace casi seis décadas desde el exterior.
Algo en en esa dirección social, en verdad bien meritorio. Mayor aún cuando dicho sistema de salud ha practicado, de manera general, no solo una medicina asistencial, sino complementaria y fundamentalmente otra de carácter preventiva.
-No es posible desconocer la cantidad de galenos, enfermeras y técnicos de la salud cubanos y de innumerables países, que han sido formados en la escuela de la medicina cubana; como tampoco porque ahí están vigentes, los hospitales, policlínicos casas del médico de la familia, hogares para ancianos, de discapacitados y otras tantas instituciones de salud y asistencia social que se han erigido a lo ancho y largo del país.
Son realidades inobjetables y tangibles que se encuentran distribuidas por toda la nación.
Son además y sencillamente factibles de encontrar e inventariar para cualquier interesado en conocer seriamente tal cuestión.
-Visitar pueblos, ciudades y campos de Cuba y entrar en contacto con sus gentes, posibilita a todos, como lo aprecian también muchos visitantes extranjeros; poder observar la situación o estado de salud de la población. O lo que es igual el cuadro fisiológico que nos rodea y se observa cuando estas en Cuba.
Que mejor muestra de convencimiento masivo que ello. Señores quiérase o no, son realidades que no pueden desconocerse por más deseos contrarios se tengan, propaganda, o manipulación mediática se realice.
-¿Quién o qué se gana con querer meter la cabeza bajo tierra como el avestruz, ante realidades que son conocidas y reconocidas universalmente?
-Acaso el crítico desconoce los sobradamente reiterados reconocimientos otorgados al sistema de salud cubano por las más prestigiosas instituciones internacionales, como la Organización Mundial de la Salud (OMS), o la Organización Panamericana de la Salud (OPS), instituciones especializadas y dedicadas en exclusivo a dichos menesteres; así como por innumerables países que han recibido la solidaridad de la medicina cubana y no pocos profesionales y científicos de la salud estadounidenses; entonces por qué cuestionar y además agredir las modestas líneas colocadas en el prestigioso portal de democracia participativa; cuando son en realidad tales instituciones, países y profesionales de la salud, los que le han conferido credibilidad y prestigio mundial a los esfuerzos realizados al sector de la medicina pública de Cuba.
Y por supuesto considero no exista labor humana se desenvuelva sin limitaciones, defectos, e imperfecciones y dicho sector cubano no es una excepción en ello; porque tales situaciones son elementos consustanciales o inherentes a nosotros los seres humanos.
-Desafortunadamente a un supuesto escribano en política, la pasión ciega o nubla la razón; que pena y lamentable es, porque distanciarse de las realidades ante todo lo hace auto engañarse y peor, utilizar un medio de comunicación prestigioso para engañar a otras personas.
-En el trabajo “Valoraciones y estadísticas del sistema de salud cubano I”, en el párrafo dos expresé; "Aclaro no me he caracterizado por regodearme en complacencias triunfalistas, ni inclinaciones para justificar lo que no tiene mérito, pero considero justo y conveniente hacerlo a lo qué si lo tiene, más cuando tales hechos se producen en circunstancias de sanciones desde el exterior hacia el país y complejas situaciones económicas”.
-En el planeta en que vivimos, que probablemente ya seamos muchos para soportarnos y resistir algunos de nuestros desaguisados permanentes o irracionalidades, también nuestras intolerancias; es necesario dialogar, estar informados con seriedad y rigor, argumentar con solidez nuestros criterios y diferir cuando lo consideremos conveniente; pero todo ello es necesario hacerlo con profesionalidad, ética y respeto, más en las diferencias, porque es cuestión de cultura, también de decencia y educación y los seres humanos nos merecemos ello y mucho más.
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