Trataremos de reflejar las ideas recogidas en el libro El Plan América (ISBN 9788409557349), respecto a la competencia de monedas propuesta del Presidente D. Javier Milei. Este libro está siendo editado como alternativa monetaria para Argentina. El presente informe recoge literalmente uno de los capítulos del libro El Plan América y otros comentarios. |
El Mito de la Libre Emisión de Monedas
Vacio Teórico Monetario.
Como hemos dicho, el dinero se creó con la única finalidad del intercambio de trabajo. Por eso el dinero debe representar un depósito de valor previo y efectivo. Estoy en contra de la libre emisión de dinero, pero a favor de la competencia de monedas que respeten el criterio único de emisión o respaldo de su zona (CUR pág.83), con el fin de que cada zona económica tenga una unidad de cuenta. De esta forma los emisores de una zona podrán competir con otras monedas de otras zonas. En definitiva, en un Estado liberal podrían convivir varias monedas, pero cada zona económica debería disponer una única unidad de cuenta, es decir, cada zona económica debería definir su propio criterio de respaldo o emisión (CUR). La propiedad de “unidad de cuenta”, que históricamente se ha atribuido a la moneda, en verdad pertenece a la zona económica. La moneda emitida en esa zona, con la denominación facial de la zona, debe respetar la unidad de cuenta de la zona.
La libre emisión o impresión sin criterio de respaldo (CUR) es la política monetaria de economistas mediocres que no tienen política monetaria. Existen diferentes motivos que avalan esta afirmación.
Técnicamente la libre emisión de monedas presenta grandes problemas.
a) En primer lugar la unidad de cuenta. Al existir múltiples monedas sin un criterio único de emisión o respaldo por zona (CUR), no existiría unidad de cuenta en una zona económica, por lo que el comercio, en una primera fase se ralentizaría. Ya hemos dicho que en EE.UU., a mediados del siglo XIX, la existencia de más de 8.000 diferentes tipos de billetes (nominados en dólares) que emitían bancos privados, empresas de seguros y del ferrocarril, cada cual con sus propios depósitos y sistema de respaldo, generó tal ruido y confusión monetaria que llegó a frenar la buena marcha de la actividad económica, todo ello a pesar de considerarse monedas de curso legal y estar referenciadas en dólares (pág. 78)
b) El hegemón monetario. El mercado, para solucionar este problema tendería a adoptar una moneda-patrón, como el dólar, por lo que la competencia de monedas desaparecería a medio plazo. La libre emisión de monedas es una utopía temporal poco útil. Es más, el Estado, al cobrar los impuestos en una moneda oficial de referencia, favorecería y aceleraría el no uso de las monedas locales secundarias. La historia ratifica esta propensión, la historia valida la figura del hegemón monetario.
El emisor de la moneda hegemónica, fuera del control de toda autoridad, sin ancla de ningún tipo, gozaría de todos los privilegios típicos de cualquier Banco Central fiduciario. En definitiva, el BCRA sería sustituido, a la postre, por otro banco central privado hegemónico. El Plan América está en contra de cualquier tipo de banco emisor fiduciario y defiende la necesidad de transformar el BCRA en un banco con depósito de valor, por medio del Patrón
Interés.
c) Un tercer problema técnico de primer orden es la inflación. La libre emisión de monedas no respetaría el Principio de Crecimiento Progresivo de la Masa Monetaria, por lo que existirán, mayoritariamente, períodos de exceso de dinero e inflación, y otros, los menos, de escasez monetaria y de deflación.
La libre emisión generaría gran inflación en su primera etapa (competencia pura). Durante su segunda etapa, en la que dominará el mercado un banco o empresa hegemónica, el grado de inflación dependería de la propia gestión del banco hegemónico.
Durante la primera etapa, muchos bancos y empresas de primer orden, emitirían y concederían créditos alegremente para ganar cuota de mercado. Los bienes refugios aumentarían de valor, los cuales, a su vez, desencadenarían un efecto dominio inflacionario en alquileres y restantes precios.
Una vez estabilizado el mercado emisor con diferentes quiebras, minicrisis y crisis, la competencia de monedas, en su fase de banco hegemónico (segunda etapa), producirá igualmente inflación por motivos similares a los que la produce cualquier Banco Central: a) porque la inflación no es una herramienta sólida que nos permita conocer con precisión a priori la cantidad de moneda a emitir, manifestándose sus efectos entre 18 y 24 meses; y b) porque, “el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”.[1] El banquero hegemónico se sentiría tentado de definir, influir y manipular el funcionamiento de todos los sectores de actividad económica. Su soberbia le haría errar y hacerle pensar qué sector es el bueno y cuál es el malo, quién es buen administrador y
cuál es el incompetente, etc. Trataría de nombrar “a dedo” a familiares y conocidos en los Consejos de Administración de las empresas, partidos, etc.
Por eso estamos en contrata de todo banco fiduciario y apostamos por los bancos con depósito de valor. El ancla del Principio de Crecimiento Progresivo de la Masa Monetaria impide que la arrogancia del banquero pueda accrescere y provocar burbujas e inflación.
d) El cuarto gran problema técnico es la pérdida del blindaje monetario. Con la dolarización de la economía, excluido el Peso del mercado, Argentina perdería su blindaje monetario natural, permitiendo que el emisor hegemónico, sea nacional o extranjero, pueda apropiarse de los principales recursos naturales del país mediante la emisión monetaria, es decir, exportando o generando inflación. Por ejemplo, la Reserva Federal podría hacer una impresión especial de dinero para comprar la empresa que controla la explotación de “Vaca Muerta” y hacer que su dinero circule fuera de EE.UU. El Plan América, mediante la serialización del dinero electrónico (pág. 151), describe como evitar que especuladores o monedas internacionales hegemónicas puedan desestabilizar la tipo de cambio y/o el valor de la moneda nacional, provocando un proceso inflacionista o deflacionista (Mecanismo flujo-especie-precio de Hume pág.146). Argentina debe mantener la masa monetaria que demanda el mercado nacional, impidiendo que la especulación o las injerencias monetarias extranjeras alteren su bloque monetario. Perder el blindaje monetario, como propone Javier Milei, es muy negativo. Si esto se produce, con el paso del tiempo, los principales recursos naturales argentinos pasarán a estar controlados por empresas extranjeras. Y que las empresas extranjeras controlen los recursos naturales de Argentina no sería malo si la lucha a entablar en el mercado por dichos recursos fuese de “tú a tú”, es decir, en igual de condiciones. Pero mientras que los empresarios argentinos, para obtener dólares o euros, tendrían que trabajar duro y exportar bienes transables (commodities), un norteamericano o un europeo solo tendrían que estar próximo a la impresora monetaria y pedir un par de favores. Unos lucharían con trabajo por el control de los recursos naturales y otros, con tan solo “hacer pasillo”, podrían obtener la financiación necesaria. Además de hacerse con el control de dichos recursos exportarían inflación. Perder el blindaje monetario es una locura.
Competencia de Monedas: realidad práctica.
La idolatrada Escuela Austriaca de Economía (EAE), por carecer de una teoría monetaria sólida, equipara las reglas del mercado industrial al monetario. Confunden la libre emisión con la competencia de monedas con criterio de respaldo (CUR pág.83). Como hemos indicado anteriormente, en un país pueden cohabitar varias monedas (competencia monetaria), pero en cada zona económica
de ese país solo puede haber un criterio de emisión monetaria o respaldo (CUR), porque, de lo contrario, se rompería la unidad de cuenta, una de las propiedades fundamentales de una zona económica.
Porque la EAE es realmente sólida y brillante en todo menos en teoría monetaria, muchos austriacos añoran el Patrón Oro y otros la competencia de monedas defendida por Mises.[2] Y justamente porque la EAE no tiene una teoría monetaria vanguardista, muchos economistas austriacos, como Javier Milei, dejan abiertas todas las puertas monetarias.
La competencia de monedas ya existe en países donde el mercado de divisas no tiene restricciones o “cepos”. En la Unión Europea existe competencia de monedas, e incluso se permite las monedas electrónicas privadas y las monedas sociales complementarias. Por tanto, liberalizando el mercado de divisas argentino Javier Milei ya cumpliría una de sus promesas políticas: la competencia de monedas.
Para ganar la confianza de los ciudadanos, las reformas legales monetarias se tendrían que elevar a rango constitucional. Y dentro de la Constitución, estos derechos se tendría que considerar o categorizar como derechos fundamentales, para que ningún Juez, ni siquiera esgrimiendo otro derecho fundamental, como lo es el “interés general”, pudiera autorizar a un Gobierno a apropiarse o limitar la libre tenencia y cambio de divisas. Por lo expuesto, no es necesario que Javier Milei dinamite el Banco Central o que extermine el Peso.
Y si este nivel de competencia nos parece escaso, como propone el Patrón Interés, en una zona económica podrá haber empresas y bancos que emitan dinero, respetando el criterio único de emisión o respaldo (CUR) y el Principio de Crecimiento Progresivo de la Masa Monetaria.
Javier Milei, que presume de ser liberal, debería de permitir que el Peso siguiese compitiendo con otras monedas. Si cierra el Banco Central de la República Argentina (BCRA) estaremos impidiendo que el Peso pueda competir. El Peso será la única moneda excluida de la competencia monetaria. Curioso, realmente curioso. Liberalizando el mercado de divisas y protegiendo las cuentas bancarias en monedas extranjeras, permitirá que el pueblo argentino decida con qué moneda quiere trabajar y ahorrar. Cuando él decide dinamitar el Banco Central se está convirtiendo en un planificador más. El cierre del BCRA es propio de un planificador socialista más que de un liberal de cuna. No reinventemos la rueda. El Peso debe de tener la oportunidad de reformarse y de competir en el mercado.
Es paradójico observar como Javier Milei tiene por mitos a personalidades históricas que opinan justo lo contrario de lo que él defiende, como Juan Bautista Alberdi (anti dolarización) o Murray Rothbard (anti free banking).
Respecto al Free Banking, o libre emisión de moneda por parte de los bancos, el libro dedica varios capítulos a estudiar sus debilidades. La historia de Inglaterra, Escocia y de EE.UU., perfectamente documentada, vienen a indicar que existe una gran mitificación sobre este sistema de emisión de moneda (ver más detalles en el libro).
Pocos meses antes de las elecciones presidenciales, Javier Milei seguía diciendo que no tenía una propuesta monetaria de dolarización clara. Seguía diciendo que tiene cinco opciones o vías de dolarización, pero sin definirse por ninguna de ellas. Apuesta porque la competencia de monedas salvaría a Argentina, sin especificar cómo el Estado proveería de dinero a la economía en caso de una pandemia, donde los ingresos en dólares del Estado bajasen súbitamente.
La dolarización argentina no depende ni del tipo de cambio dólar-peso, ni de si el nivel de endeudamiento del Estado es un cinco por ciento más o menos. Si realmente la Libertad Avanza dispone de un sistema monetario científico de conversión, este tipo de factores no deberían influir. Es más, “cuanto peor mejor”, es decir, cuanto más se devalúe el Peso, más fácil debería ser dolarizar la economía argentina. Y esta es la tendencia actual del Peso. Por tanto, en nuestra opinión, la falta de concreción en el modelo de dolarización es debido a una inseguridad clara y manifiesta de lo que desean hacer. Ya debería haber apostado por una vía y explicado el cronograma de acciones tanto respecto a la libre emisión como a la dolarización.
En El Plan América (ISBN 9788409557349), exponemos 17 razones técnicas por las cuales no se debe dolarizar la economía argentina. A largo plazo, el Presidente Milei hará mucho daño al movimiento liberal por no madurar sus ideas.
No nos engañemos, la dolarización dura, sin la competencia del Peso, no es altruista. Será un gran negocio financiero y un gran negocio extractivo de recursos naturales para unos pocos.
[1] En 1887, Lord Acton escribió al Obispo Creighton indicándole se debían aplicar las mismas normas morales a todos los hombres, incluidos los líderes políticos y religiosos, especialmente porque “el poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”
[2] Mises, La desnacionalización del dinero (Madrid: Unión Editorial, 1983)
(El Plan América: ISBN 9788409557349)