La deuda nacional de Estados Unidos ha sobrepasado ya los 28,7 trillones de dólares (billones en español), lo cual equivale a más de 227 mil dólares por cada contribuyente. Para colmo, el déficit presupuestario superará este año con creces todos los records anteriores (incluso los de tiempos de guerra) por un total de casi 3,2 trillones de dólares, lo cual hará que suba considerablemente el nivel de la deuda. Este déficit representa alrededor del 40% del presupuesto federal, el cual debería reducirse en esa cantidad para equilibrarlo. Por el contrario, se están pasando leyes que añaden gastos por más y más trillones de dólares que el país NO TIENE. Esto significa que el Tesoro deberá expedir más dinero y más instrumentos de deuda, a la vez que idea nuevas fuentes de ingresos impositivos, como ahora se está barajando el de cobrar impuestos a los automóviles según el millaje que recorran cada año.
Lo cierto es que en lo que va de siglo se ha abusado irresponsablemente de esta emisión de dinero sin valor de respaldo, hasta
el punto de que el "Money Supply" (oferta de dinero o dinero circulante) es en estos momentos casi cinco veces mayor que era en 2000 y, por tanto, el poder adquisitivo ha sufrido proporcionalmente. Si bien el país requería urgentemente un presupuesto orientado a reparar y mejorar la infraestructura, lo cual beneficia la economía en el largo plazo, es indignante que la mayor parte de los gastos aprobados sean "pork barrel" añadido para favorecer intereses creados y promover el populismo partidista a costa de seguir alimentando una catástrofe económica y financiera en un futuro no tan lejano.
La consecuencia inflacionaria de esta política económica puede provocar que la tasa aumente hasta más del 7% en 2022/2023.