AL BORDE DEL ABISMO ECONÓMICO EN EEUU

Un trillón de dólares en Estados Unidos son un 1 seguido de doce ceros.  En español diríamos un billón de dólares, porque corresponde a los doce ceros de un millón de millones.  Es prácticamente imposible visualizar esa cifra sin dibujarla en la vida real.  Imagínense un multimillonario que gastara un millón de dólares anuales.  Con ese generoso presupuesto, tendría que vivir un millón de años para gastarse el trillón de que hablan los estadounidenses o el billón de los hispanohablantes.

Hablemos en nuestros términos para entendernos mejor.  Un millón de millones o billón de dólares es apenas una fracción de la deuda soberana contraída por Estados Unidos.  Al comenzar 2012, la deuda superaba 15 billones 195 mil millones de dólares ó $15,195,000,000,000.  Esto representa casi $50,000 por habitante y casi $135,000 por cada contribuyente.  A nuestro multimillonario le tomaría más de 15 millones de años gastar semejante cifra.  En cuanto a los demás habitantes de recursos más moderados, la deuda que a cada uno le toca representa una cifra superior a los ingresos anuales de la mayoría.  A muchos les tomaría hasta dos o tres años sufragar su parte de la deuda si dedicaran todos sus ingresos a pagarla.

Esta cifra es sostenible para una potencia industrializada tan enorme como Estados Unidos si la política presupuestaria estuviese orientada a limitar gastos para que la deuda no siga aumentando de manera tan descontrolada, tanto que aumenta a un promedio de un millón de dólares cada 30 segundos.  La deuda superó el Producto Nacional Bruto (PNB) en 2011, es decir, lo que todo el país produjo (incluyendo los servicios) en un año, y ahora representa el 100.61% del PNB.  Esta cifra superior al 100% significa que la economía está al borde del abismo económico.  Por tanto, sería lógico detener la carrera antes de caer en él.

USBudgetBal2001-2012Pero no es así.  Aparte de que la deuda actual impone a los estadounidenses casi 4 billones de dólares anuales de interés, lo que equivale a casi $12.000 por habitante, el derroche presupuestario continúa irresponsablemente.  Según cifras oficiales, el déficit de 2011 se elevó a $1. 3 billones, elevando la deuda de 2010 de poco menos de 14 billones a la cifra actual.  Observen el cuadro.  A principios de 2011 se planteaban gastos que habrían elevado la deuda 1.65 billones más, luego las batallas congresionales nos han “ahorrado” este año la friolera de unos 350 mil millones de lo proyectado en el presupuesto original.  Algunos pretenden vender este hecho como una gran cosa, pero la realidad es que el déficit de este año ha sido aún mayor que el de 2010.  ¡Y ya en 2009 se derrochaba a un ritmo entre tres y ocho veces mayor que los años “derrochadores” de Bush!

Asombran los argumentos en pro y en contra del aumento del techo de la deuda, como si el problema no fuera el inminente desastre económico que nos acecha sino las ventajas políticas que pueden lograrse aprobando o no determinados renglones del presupuesto o, peor aún, discutiendo si el acuerdo debe limitarse a los próximos dos meses o prolongarse doce más. En febrero debe decidirse si se reduce el déficit a los 1.112 del cuadro o si se mantiene el nivel actual de gastos que lo aumentaría a 1.304 billones.  La realidad es que cuando se ha gastado mucho más de lo que se tiene o se produce, la recuperación es dolorosa y difícil porque el deudor no puede seguir gozando del mismo nivel de vida. Tiene que pagar lo que debe y gastar menos.  Es indispensable un recorte presupuestario drástico y demostrar una voluntad compartida de no seguir elevando el techo de la deuda al ritmo actual mediante un firme programa de reducción de gastos orientado a eliminar los déficits.  Cualquier argumento de justicia social no se sostiene frente a la perspectiva tan cercana de una bancarrota nacional y una desastrosa depresión que empobrecerían considerablemente a toda la nación.

Si Estados Unidos no aprieta el cinturón, muy pronto sus acreedores comenzarán a perder la confianza tradicional que han inspirado sus finanzas.  Ya se está hablando de reemplazar al dólar como divisa preponderante y esta perspectiva, aunque no pase todavía del plano de las conversaciones, socava el valor de la moneda, eleva el nivel de riesgo de la deuda y la tasa resultante de intereses y predispone a los capitales globales a distanciarse del dólar y provocar su estrepitosa caída.  De hecho, el valor intrínseco del dólar cayó un 12% entre junio de 2010 y junio de 2011.  Si este proceso se acelera como consecuencia del nivel excesivo de derroche presupuestario, muy pronto se disparará la inflación y aumentará considerablemente el desempleo a niveles muy superiores a los de la desastrosa administración del Presidente Carter.

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