Más de 150 delegados de todo el mundo
participaron en Roma
Durante los días 2 al 4 de noviembre, en la ciudad de Roma, distintos delegados de Movimientos Populars de 67 países reunidos en el III Encuentro Mundial de Movimientos Populares en diálogo con el Papa Francisco, reflexionaron sobre los graves problemas y conflictos sociales que suceden en el mundo. En dicha reunión no faltó el Movimiento de Trabajadores Cristianos de Cuba; este reconocimiento llenó a todas las comunidades de base que peregrinamos en esta Isla de una enorme satisfacción y alegría.
Los delegados de los Movimientos Populares elaboraron un comunicado dirigido a las Autoridades Nacionales Correspondientes, al Papa Francisco y a los pueblos de los países representados donde denunciaron determinadas situaciones y elevaron una serie de mociones recogidas en 41 puntos en los cuales se acaba pidiendo oraciones para que la gracia de Dios sea multiplicada para los seres humanos y que nuestras voces y gritos sean escuchados y cumplidos en nombre de Jesús.
En el discurso del Papa Francisco a los participantes en este Encuentro se subrayó la dimensión profética del mismo.
El Papa recordó el anterior, que tuvo lugar en Bolivia, donde se habló de la necesidad de un cambio para que la vida sea digna, un cambio de estructuras; también de cómo los miembros de los movimientos populares podemos ser sembradores de cambio, promotores de un proceso en el que confluyen millones de acciones grandes y pequeñas, encadenadas creativamente, como en una poesía; por eso el Papa quiso llamarlos "poetas sociales" y también enumeró algunas tareas imprescindibles para marchar hacia una alternativa humana frente a la globalización de la indiferencia: 1. poner la economía al servicio de los pueblos; 2. construir la paz y la justicia; 3. defender la Madre Tierra.
Los miembros de los Movimientos Populares reivindican: trabajo digno para los excluidos del mercado laboral; tierra para los campesinos y pueblos originarios; vivienda para las familias sin techo; integración urbana para los barrios populares; erradicación de la discriminación, de la violencia contra la mujer y de las nuevas formas de esclavitud; el fin de todas las guerras, del crimen organizado y de la represión; libertad de expresión y comunicación democrática, ciencia y tecnología al servicio de los pueblos. Se comprometen a abrazar un proyecto de vida que rechace el consumismo y recupere la solidaridad, en amor entre sus miembros y el respeto a la naturaleza como valores esenciales. El Papa recordó en su discurso que es la felicidad de "vivir bien" lo que los miembros de los Movimientos reclamamos, la "vida buena", y no ese ideal egoísta que engañosamente invierte las palabras y nos propone la "buena vida".
Hay una frase en el discurso del Papa donde percibo de manera fuerte la dimensión profética que puede acabar en el martirio. Se trata de aquella en la que afirma literalmente: "Sé que muchos de ustedes se juegan la vida. Sé -lo quiero recordar, la quiero recordar- que algunos no están hoy acá porque se jugaron la vida ... pero no hay mayor amor que dar la vida. Eso nos enseña Jesús".
Acabó diciendo que miramos hacia delante, pensamos, discutimos y hacemos, y por eso nos felicitaba, nos acompañaba y pedía que sigamos abriendo caminos y luchando.
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