¡Urgente! Necesitamos políticos auténticos en Colombia

Gustavo Jiménez Cadena, SJEstamos frente a una emergencia nacional y necesitamos desesperadamente quien nos venga arreglar este camión destartalado, sin dirección y sin frenos, que desde hace rato viene rodando pen-diente abajo hacia el fondo del cañón. De poco le servirá a Colombia hoy el charlatán promesero, el mecánico chambón o el cazador de fortunas. La emergencia requiere profesionales especializados que, además, den garantía de absoluta honradez.

A los profesionales especializados de la cosa pública los llamamos POLÍTICOS. Así, con mayús-culas: Colombia necesita hoy más que nunca de políticos. ¿Dónde encontrarlos? ¡Ahí está el pro-blema! El cínico Diógenes perdía su tiempo dando vueltas por las calles oscuras de la ciudad buscando con su vieja linterna un hombre; y dicen que no lo encontró.

¡Cómo quisiéramos hoy disponer de una poderosa linterna de Diógenes que nos ayude a descubrir auténticos políticos! No políticos disfrazados de tales. Ni politiqueros, antítesis bastarda de los pro-fesionales de la política. De éstos últimos hay por cantidades. Nos sobran, nos estorban, nos perjudican. ¡Lástima que por las leyes de Colombia, esta especie es de prohibida exportación!

Necesitamos que los políticos auténticos salgan a las plazas y se nos den a conocer. Tales como son, sin maquillajes ni photoshop. Que sepamos que sí existen y quiénes son, a fin de que, con nuestro voto, los encarguemos de regir los destinos de nuestro país.

Los políticos son necesarios. Sin ellos no puede subsistir la vida de un país. Sin ellos, Colombia estaría condenada a pasar rápidamente de la sala de cuidados intensivos a la carroza funeraria. Me refiero a los políticos auténticos: esos hombres y mujeres que se entregan con todas sus fuerzas a buscar el bien integral de la sociedad.

Tan noble es la actividad política que el Papa Francisco afirma de ella: “La política, tan denigrada, es una altísima vocación, es una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común”.

El Papa habla de la política como de una vocación. En el lenguaje eclesiástico, vocación equiva-le a un llamamiento de Dios. Así como algunos jóvenes se sienten llamados por Dios al sacerdocio -con vocación al sacerdocio-, también hay hombres y mujeres con vocación para servir a la sociedad en la actividad política. Llamamiento o vocación que en último término, si es auténtica, viene de Dios. Vocación para servir a la gente, no para servirse de la gente. Vocación para trabajar con desinterés por el progreso económico y social, la paz, la justicia y la equidad, la promoción de los más pobres y excluidos.

Esa es la clase política que necesita Colombia. Políticos que tengan la valentía de ser honrados, que se atrevan a dejar el cargo público sin haberse adueñado de un solo peso del fisco, que se lancen como candidatos sin comprar conciencias, que bus-quen servir a la sociedad. ¿Dónde están? Con ellos sueña el Papa Francisco: “Ruego al Señor que nos regale más políticos a quienes les duela de verdad la sociedad, el pueblo, la vida de los pobres”.

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