Desde Cuba – ¿RECLAMAR O CALLAR?

Sor Nadieska AlmeidaNo sé en este momento la respuesta a esta pregunta, pero está ahí como tantas otras.

Ayer, después de un tiempo de incertidumbre, le dijimos adiós al P. David Pantaleón. Ayer recordábamos que alguien que está injustamente privado de su libertad cumplía años, Ángel Mesa. Ambos sufriendo por ser fieles a su conciencia, por su lealtad a lo que Dios, allí en lo más profundo de su ser, les pide. Allí donde se debate internamente la vida, las decisiones, ese espacio sagrado que tenemos como seres racionales, donde escuchamos si queremos. Allí, en ese espacio, también se sufre, porque basta que quieras ser coherente con ese diálogo interior para que tu alma se debata continuamente entre lo que quieres tú y lo que te pide ÉL.

Hoy hacemos memoria de la Santa Cruz, y aquí se nos une la vida íntegra del Maestro de Nazaret, que en una madrugada de oración al Padre pidió: "aparta de mí este cáliz, pero que se haga tu voluntad", y esa voluntad lo llevó a la peor de las muertes, la más ignominiosa. ¿Acaso un discípulo fiel, leal, tendrá una vida diferente?

No, no debe. Quien sigue al Maestro tiene que cargar con la cruz y llevarla dignamente, es lo que están haciendo estos dos hombres, no por voluntad personal, por COHERENCIA. Esto con tristeza, sufrimiento, desarraigos. Es muy duro vivir en una cárcel por reclamar derechos o simplemente pedir libertad o cambio, o expresar el deseo de algo diferente. Y se hace más duro el presidio teniendo a una madre anciana a quien cuidar.

Es triste, además de vergonzoso para nuestro propio país, que te expulsen de un lugar donde te sientes llamado a entregar la vida por vocación, donde además de escuchar, orientar, sostener espiritualmente a tantos, también puedes enseñar o ayudar a pensar, a expresar. Pero la coherencia tiene precio, y un hombre de Dios como nuestro hermano David corrió el riesgo y no traicionó su conciencia, sino que llegó hasta el final: la expulsión, la no renovación de su residencia, como queramos llamarlo. Es igual, al menos así lo veo, quitaron de en medio a una VOZ clara, serena, cercana y fiel a un pueblo que hizo suyo.

Hoy no puedo dejar de mirar al crucificado. En el grito de Jesús oímos la protesta del Padre contra todas las violaciones de sus hijos. Dentro de su grito "lanzado al cielo encomiendan su vida en las manos del Padre todos los que se sienten abandonados en un misterio incomprensible". Y le hago la misma pregunta: ¿RECLAMAR O CALLAR? Creo firmemente que hacer silencio es aceptar que estoy de acuerdo con lo que ha sucedido, con lo que viene sucediendo. Es por eso que ante ti, Maestro, dueño de mi vida y de la de todos, amigo de pobres y compañero de camino, expreso públicamente mi desacuerdo ante esta y tantas decisiones que nuestro gobierno sigue tomando como respuesta a un solo motivo: PENSAR DIFERENTE Y EXPRESARLO.

Estas decisiones nos hacen más incapaces de diálogo, nos colocan internacionalmente como un pueblo retrógrado, incapaz de sentarse con todos y buscar juntos el verdadero bienestar. Estas decisiones lo único que refuerzan es un poder que sigue ahogando y oprimiendo a un pueblo con necesidad de cambio, con deseos de algo nuevo, que prefiere huir para que no le sigan encarcelando. Decisiones como estas nos pueden seguir hundiendo en la tristeza, aunque inventen motivos para celebrar. Pero llegará el día en que esta nación cansada, obstinada, sufriente y con hambre material y espiritual, se levante desde sus cenizas y reclame de una buena vez y por todas lo que se les sigue arrebatando. Yo solamente reclamo, con mi pequeña voz, que tomen conciencia, que paren las injusticias y que entiendan que no son nuestros dueños. Hemos sido creados para la libertad, que nos fue dada junto con la dignidad. Ojalá dejen de creerse que todo está en sus manos o que tienen toda la razón. Una vez más se han equivocado y eso les ha llevado a otro error que pagaremos como pueblo.

Si no quieren a un pueblo libre, capaz de pensar, capaz de emprender y de sustentarse por sí mismo, un pueblo que aún puede rescatar sus valores, que puede volver a sonreír, que no desea mendigar ni esperar a comprar algo después de largas jornadas de colas... Entonces, con el mayor respeto que se merecen y sin ánimo de ofender a nadie, entonces, hermanos que están en el poder, RETÍRENSE y dejen ese lugar a quienes quieren hacer de esta nación un lugar donde vivir dignamente.

Aquí, delante de Jesús Crucificado pido que mi pueblo, nuestro pueblo, llegue a ver la libertad deseada y sus sueños de prosperidad. Que Cuba pueda ser un espacio con todos, sin más expulsiones, y para el bien de todos.

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