ISBN 978-1-59388-242-6
Ediciones Universal, 2012
$25.00
Como un Manantial
por Eduardo Mesa
El periodista Julio Estorino ha compilado los escritos de Mons. Agustín Román. “Una palabra más fuerte” es el título de esta obra que recoge una parte significativa de la obra escrita por este santo obispo. El autor nos confiesa que el orden cronológico de los escritos se debió a la imposibilidad de ordenarlos por temas específicos, pues no se puede separar el amor a Cuba y el amor a la Iglesia en los textos de Mons. Román.
“Una palabra más fuerte”, publicado bajo el sello de Ediciones Universal, constituye un regalo para los fieles de la Arquidiócesis de Miami y muy en particular para los cubanos. La vida de Mons. Román ha dejado honda huella en esta comunidad, pero es poco conocida para los cubanos que habitan en la Isla. Creo que el primer acierto de este libro es que permitirá a nuestros compatriotas más jóvenes asomarse a los desvelos de este santo obispo por el bien de los cubanos en cualquier parte del mundo.
Los que lean estas páginas comprenderán que el corazón de Mons. Román nunca se fue de Cuba, que sus manos trabajaron con ahínco por la reconciliación, que su vida convidaba a la virtud porque él procuró una vida virtuosa, cultivada en la excelencia del espíritu. Los que lean con atención este libro descubrirán que este hombre no perdió nunca a Cristo de vista porque veía al Señor en el rostro sufriente de sus hermanos y estaba listo a compartir la cruz. Este era el talante del sacerdote que confortó a las víctimas del castrismo en todas las épocas, del obispo que defendió los derechos del preso común que llegó por el Mariel en una sucia jugada del tirano, del párroco que acogió a los balseros y al “sin papeles” de cualquier nación.
Los escritos de Mons. Román reflejan su vocación por la justicia, un compromiso sostenido en la contemplación de la Verdad y en la práctica de la misericordia, por eso no es posible encasillar su pensamiento en los intereses particulares de grupo alguno. Su voz profética nos pone en la presencia de una Verdad que nos cuestiona a todos por igual, que nos incita a ser personas auténticas y a ejercitar esa fraternidad que tanto necesitamos para alcanzar la unidad. Una unidad en el amor a Cuba que él creía posible, sin renunciar a la diversidad que es innata a cualquier grupo humano.
No tuve la dicha de ser amigo de amigo de Mons. Román, no coincidimos en el tiempo y en las experiencias comunes que hermanan a los hombres; esto no evitaba que su estampa me resultara familiar y que en mis visitas a la Ermita de la Caridad, al escuchar su prédica, saliera esperanzado; era un hombre de Dios y Dios habla con meridiana claridad a través de los hombres como Agustín Román.
Pocos días antes de su muerte bendijo a mis hijos. Mi esposa, que tiene una fe infinitamente mayor que la mía, no quiso que nos fuéramos sin que Mons. Román bendijera a nuestra familia. Ese día lo tengo grabado de forma indeleble en mi memoria.
Quiero terminar este comentario agradeciendo al periodista Julio Estorino por este regalo, no siempre he coincidido con sus juicios pero respeto su rigor, admiro su prosa, su raigal cubanía y su amor a la Iglesia. Guardaré este tesoro que Estorino me ha dado, este libro, de cuidada edición, que es como un manantial.
Les recomiendo a todos su lectura y de un modo especial a los compatriotas más jóvenes, dondequiera que vivan; ellos tienen en sus manos nuevas el futuro de la Iglesia y de la Patria, dos amores, que como bien dice el editor de este libro, son imposibles de separar en la vida y en la obra de Mons. Agustín Román, santo obispo, pastor perseverante en el largo exilio.