September 30, 2014
672 pages
ISBN 978-0-374-22735-7
Farrar, Straus and Giroux
El libro de Francis Fukuyama presenta un completo y erudito recuento analítico del desarrollo de la democracia liberal después de las revoluciones francesa, estadounidense e industrial a fines del siglo XVIII hasta su actual globalización. Es el segundo libro de Fukuyama sobre la historia del desarrollo político de la humanidad, el primero “The Origins of Political Order,” cubrió el periodo anterior a esos tres decisivos acontecimientos.
El legado de la revolución francesa es una legislación moderna y una administración pública técnica y efectiva que intentan brindar verdadera igualdad de oportunidades a los ciudadanos. El legado de la revolución estadounidense es una activa participación ciudadana en el manejo público. El legado de la revolución industrial ha sido el progreso socioeconómico que conllevó una transformación de la ideología social.
El análisis de Fukuyama coincide con las tendencias al fortalecimiento de la posición económica estadounidense a nivel global y una creciente inestabilidad del orden político internacional por la existencia de varios estados débiles o fracasados debido a la falta de autoridad o debilidad de las instituciones centrales, entre otros, en Afganistán, Irak, Libia, Pakistán y Siria, así como por las políticas internacionales más confrontacionales de Rusia y China basadas en sus aspiraciones territoriales y por el extremismo musulmán.
“Political Order and Political Decay“ está dividido en cuatro secciones temáticas: el establecimiento del estado moderno en Europa Occidental y Norteamérica; su expansión a otras regiones del mundo con diferentes grados de éxito; la expansión presente de la democracia, a veces creciendo y a veces menguando; y la decadencia de las instituciones democráticas en algunos países, particularmente en EEUU.
Según Fukuyama la democracia liberal consiste de tres instituciones básicas estrechamente vinculadas entre sí, todas las cuales son necesarias y que se refuerzan mutuamente, pero que a su vez presentan ciertos conflictos entre ellas: (1) un estado moderno fuerte, efectivo, con pleno dominio sobre el territorio nacional, capaz de ofrecer servicios básicos a la población y alentar el desarrollo nacional; (2) dar garantías de un estado de derecho con reglas claras e igualdad de oportunidades y derechos a los ciudadanos, con un poder judicial independiente; y (3) un gobierno que rinda cuentas a la ciudadanía y en el que predomine el bien común y se convierta en una fuente de participación y libertades ciudadanas.
La clase media a medida que va creciendo exige un mayor respeto a sus derechos (estado de derecho con igualdad de oportunidades), participación política y rendición de cuentas en la gobernanza. Fukuyama considera que la clase media tiene un papel clave en desarrollar y consolidar la democracia. Elabora que no haber eliminado el clientelismo apropiadamente en Grecia y el Sur de Italia ha impedido desarrollar una democracia sólida.
A principios del siglo XX el gobierno de EEUU era débil y corrupto, mandaban los empresarios más ricos, y no había un servicio civil de carrera. Quien ganaban una elección colocaban a sus amigos en la burocracia. Pero, la presión de la pujante clase media que se alió con ciertos sectores empresariales impulsó el llamado movimiento político Progresista, el cual determinó la creación de un estado eficaz. Fue un proceso largo que tomó más de 50 años.
Considera que un estado fuerte en los países europeos fue resultado de los conflictos bélicos típicos de los siglos XIX y XX pero se constituyó en un problema en América Latina por la ausencia de conflictos bélicos de trascendencia, lo que no presionó al estado a desarrollar bases tributarias para fortalecerse centralmente. Ello ha influido en que existan estado débiles que no pueden enfrentar apropiadamente los antagonismos mayores, entre ellos, el crimen organizado y los carteles de la droga.
La preeminencia actual de la democracia liberal como fórmula decisiva de ordenamiento político no significa que el sistema no corra el peligro de malograrse. La sección final del libro presenta los desafíos de la decadencia del orden político en la democracia liberal; elabora, desde una perspectiva histórica, un diagnóstico sobre la pérdida de legitimidad política, particularmente en EEUU después de la Gran Recesión del 2008-2009. Entre otros, señala la polarización del sistema político, así como la creciente desigualdad y automatización de actividades productivas con la reducción de la clase media, la inflexibilidad, el sistema judicial adoptando decisiones que deberían corresponder al ejecutivo.
Los frenos y contrapesos de poderes plasmados en la constitución de EEUU se han convertido en textos sagrados, fines en sí mismos, conduciendo a la inflexibilidad del sistema político y la dificultad de adoptar decisiones en un sistema presidencialista, especialmente con el fortalecimiento de lo que llama la vetocracia, o el predominio de las minorías. También está ocurriendo una inflexibilidad con influencias declinantes en la India, Italia y Japón.
La captura del estado por intereses económicos y la labor de los cabilderos, que en su forma extrema desató la revolución francesa, según Fukuyama, es evidente en EEUU, con un sistema tributario con elevadas tasas impositivas pero lleno de exenciones, privilegios y subsidios, que lo transforma en una triste farsa, y determina el creciente aumento de la desigualdad social que debilita el estado de derecho, la clase media y la responsabilidad de las instituciones. La captura del estado se basa en la tendencia natural de los políticos a favorecer a sus partidarios, el clásico clientelismo, que llama repatrimonialización.
Fukuyama considera que Alemania y los países escandinavos, entre otros, han podido enfrentar mejor que EEUU los problemas de la decadencia de la democracia.
China gracias a su historia de poder imperial, tiene un estado central fuerte, que data de miles de años, pero que es relativamente débil en la rendición de cuentas y la participación democrática. Sin embargo, la expansión de la clase media que ha traído la expansión económica de China está solicitando una mayor participación política, una mayor rendición de cuentas y cuestiona el clientelismo y la corrupción.