La Conferencia de Aparecida (CELAM)

La Conferencia de Aparecida – Antecedentes CELAM

 Aparecida (13 a 31 de mayo 2007) no es sólo un  acontecimiento de la Iglesia Latinoamericana sino es un  evento de la Iglesia Universal

Para descubrir su alcance y profundidad nos sería muy útil  mirar hacia los Concilios últimos y su repercusión en América Latina.

Al Concilio de Trento de 1545 a 1563 los obispos de Indias no pudieron llegar pero a partir de ese gran encuentro eclesial se llevaron a cabo numerosos concilios provinciales y sínodos locales en muchas latitudes del Nuevo Mundo. Hubo errores de opresión y explotación pero el arraigo del catolicismo en este continente es signo y legado de aquella primera y profunda inculturación del evangelio.

Las guerras de independencia dejaron un pequeño número de pastores y unas iglesias diezmadas humana y materialmente. La reconstrucción eclesial sólo podía venir de Roma. En el Concilio Vaticano I (8 diciembre 1869 a 20 0ctubre 1870) participaron 700 obispos en total y de ellos eran 54 los obispos latinoamericanos.

Pero el evento mayor para la América Latina que ya había sido bautizada así por el colombiano José María Torres Caicedo fue el Concilio Plenario del Episcopado Latinoamericano convocado por la Santa Sede en Roma en 1899. Es curiosa la convocación a episcopados de países que se han separado  del poder metropolitano español y portugués y se han constituido en 20 estados separados e incomunicados. En las celebraciones por el cuarto centenario del descubrimiento se percibe con claridad que existe un retomar de la identidad común.

Esta toma de conciencia y el interés de algunos eclesiásticos de las Congregaciones Romanas en la realidad y los problemas de América Latina hicieron que el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) naciera antes del Concilio Vaticano II. Sería interesante estudiar el intercambio de correspondencia entre Mons. Antonio Samore, que fue Nuncio en Colombia en 1950 y  posteriormente Presidente de la Comisión Pontificia para América Latina con figuras latinoamericanas como Mons. Manuel Larraín (obispo de Talca, Chile),  Don Helder Cámara (obispo de Recife) y otros tantos que son como los precursores de la idea de coordinación de las fuerzas vivas de la Iglesia en Latinoamérica,

Pero este espíritu de acercamiento no puede entenderse si no se tiene en cuenta el salto cualitativo que se realizó durante el pontificado de Pio XII.

Este Papa cuando aún era Mons. Eugenio Pacelli había sido legado pontificio en el importante Congreso Eucarístico Internacional en Buenos Aires en 1934.

En el año 1945, con el final de la Segunda Guerra Mundial y el inicio del bipolarismo mundial crea 32 nuevos cardenales y de ellos 5 son latinoamericanos. En el celebre Mensaje de Navidad de ese año dice: “La Iglesia es un todo indivisible y universal. Supranacional porque abraza con un mismo amor a todas las naciones y a todos los pueblos, en ninguna parte es extranjera… En otros tiempos… desplegaba su vigor preferentemente en los países de la Vieja Europa.

En 1955 escribió en su mensaje  al Congreso Eucarístico Internacional en Río de Janeiro “Es justo que nuestras miradas se vuelvan con especial insistencia a la multitud de fieles que viven en ese continente. Pues unidos y hermanados entre sí no obstante la diversidad de cada nación, por la proximidad geográfica, por la comunidad de cultura y sobre todo por el supremo don recibido por la verdad evangélica constituyen más de la cuarta parte del orbe católico”.

América Latina dejaba atrás aquellos sufridos tiempos decimonónicos y en los primeros cincuenta años del siglo XX se habían creado más de 270 jurisdicciones eclesiásticas y crecían a la par una gran red de escuelas y Universidades y se implantaba en casi todos los países la Acción Católica.

Después de celebrado el Congreso Eucarístico de Río de Janeiro del 17 al 24 de junio de 1955 tuvo lugar un mes después la Primera Conferencia General del Episcopado Latinoamaericano del 25 de julio al 4 de agosto. Mons. Helder Cámara había sido Secretario del Congreso Eucarístico y ostentó el mismo cargo en esa Primera Conferencia fundante.

El objetivo de la conferencia se planteó así: “el estudio en forma concreta y con resoluciones prácticas de los puntos más fundamentales y urgentes del problema religioso en América Latina desde el doble aspecto de la defensa y de la conquista apostólica”, pero era difícil cualquier intento organizativo, según se manifestó repetidamente por el aislamiento e incomunicación de las iglesias locales.

El problema central se consideraba la escasez de clero para un catolicismo de multitudes.

Pero en definitiva el CELAM fue una sorprendente novedad como institución eclesial,   ya que la organización episcopal en Conferencias diocesanas no existía en el Continente.

En Colombia la Conferencia de obispos había comenzado muy anteriormente; pero como institución esporádica sin estructura de continuidad. Solo en Brasil funcionaba una desde 1952 con un Secretariado General permanente que podía generar y mantener estructuras de servicio y reflexión. Por eso una de las más importantes tareas emprendidas por el CELAM fue incentivar    la constitución de las Conferencias Episcopales Nacionales.

En ese momento de la historia con las características apuntadas los obispos veían el CELAM como algo remoto y tal vez artificioso.

El CELAM nace de nuevo durante las sucesivas sesiones del Concilio Vaticano II (ll octubre del 62 a 8 diciembre del 65).

En el Concilio de los 2,500 Padres conciliares presentes el 22 % procedía de América Latina y el silencio de esta iglesia fue percibido y comentado.   De todas maneras a modo individual no podemos dejar de mencionar a algunos obispos que aunque aisladamente fueron voces significativas: los chilenos Raúl Siva Enríquez y Manuel Larraín; los brasileños Avelar Brandao Vilela, Helder Cámara y Eugenio de Araujo; el mexicano Darío Miranda, el panameño Marcos Mac Grath; el ecuatoriano Pablo Muñoz Vega y el peruano Juan Landázuri.

De todas maneras el acontecimiento conciliar y el tiempo de reflexión denso y prolongado que provocaba fueron una escuela de “aggiornamento” y  una ocasión para estrechar vínculos personales de amistad y sobre todo colegialidad.

Todo esto hace posible que a pesar de la convulsividad del final de los sesenta el Papa Pablo VI convoque  la Segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Medellín del 26 de agosto al 7 se septiembre de 1968 para orientar y acompañar el camino de “la Iglesia en las actuales transformaciones de América Latina a la luz del Concilio”.

Cuando se inaugura Medellín imperaba un clima latinoamericano álgido, tenso, con altas mareas de politización e ideologización A nivel mundial  el año 1968 evoca la guerra de Vietnam, el mayo francés, y sobre todo para el patio latinoamericano la proyección intensa de la influencia marxista insurreccional de la revolución cubana.

La II Conferencia tuvo por primera vez la presencia de un Papa en tierras latinoamericanas. Los discursos del  Pontífice criticaron repetidamente la violencia y tuvieron presente los contenidos de sus últimos documentos: la encíclica social Populares Progressio que había tenido gran acogida en América Latina y la Humana Vitae que  provoco una campana adversa de gran virulencia.

Más al final emergen dos temas mayores: el de los pobres y el de la liberación.

Medellín da especial impulso a las comunidades eclesiales de base, sobre todo como modalidad de participación de sectores populares marginados, donde no llegan las estructuras eclesiásticas tradicionales, y procuraban además espacios de libertad en contextos de opresión y represión.

La siguiente  conferencia, según los acuerdos, seria 10 años después y, en este caso en México, Puebla de los Ángeles, pero en el 1968 muere Pablo VI y lo sucede por 33 días Juan Pablo I. Cuando es elegido Juan Pablo II convoca la III conferencia. 

El tiempo que transcurrio entre Medellin y Puebla es rico, complejo, tenso, tiempo de grandes pruebas y el CELAM estuvo en el epicentro de ellos . La Iglesia Latinoamaericana no podía quedar al margen de aquel curioso paisaje .

 La muerte del Che Guevara mostro el fracaso de la lucha guerrillera en montanas y abrió la fase de las guerrillas urbanas sobre todo en el Cono Sur. Se consolidaron regímenes militares de seguridad nacional. Comienza la Teologia de la Liberacion a conocerse con una gran diversidad de de autores, corrientes y acentos. El triunfo de la Unidad Popular en Chile y la muerte de Allende impulsaron las corrientes de “cristianos por el socialismo”.

Esta dramática situación  con su  crisis de identidad consecuente provoco abundantes deserciones y abandonos de la institución eclesial. Como índice podemos apuntar que las reducciones al estado laical (o reincorporaciones) fueron en 1963, 167; ascendieron a 2,263 en 1968  y a 3,800 en 1970. Las palabras de Pablo VI  reflejaban el dramatismo de la época.  El dia 7 de diciembre de 1968 dijo en la Catequesis de la semana : “la Iglesia se encuentra en una hora de inquietud, de autocritica, se diría incluso de autodestrucción” .

En este periodo fue muy importantes la IV Asamblea General del Sinodo de los Obispos. Resulto  extraordinariamente notable la intervención de Mons. Eduardo Pironio entonces presidente del CELAM. En la Exhortacion apostolica correspondiente al Sinodo, la Evangelii Nuntiandi (1975) Pablo VI conto con la colaboración del Cardenal brasileño Lucas Moreira Neves. Con todas estas influencias el Cardenal Alfonso Lopez Trujillo que fuera primero secretario y después presidente del CELAM dijo que “fue un Sinodo en el cual la influencia latinoamericana fue muy completa”.

Para la realización de la  III Conferencia General se hizo una consulta amplia, diversificada.

Al fin  fue convocada e inaugurada por Juan Pablo II después del paso breve y refrescante de Juan Pablo I.  El  escenario mexicano con Maria bajo la advocación guadalupana hizo que la Virgen fuera  proclamada “estrella de la evangelización” con una bellísima mariología que pretendía compensar el sorprendente silencio de la devoción mariana en los documentos de Medellin.

El Papa indico el camino en su intervención inaugural proponiendo un trípode de verdades: verdad sobre Jesucristo, verdad sobre la Iglesia y verdad sobre el hombre.

Puebla concluyo con una profunda afirmación de identidad cristiana, eclesial y latinoamericana.

El post Puebla tiene una característica importante: los viajes de Juan Pablo II a los países del continente. El CELAM  lo sigue con atención El Papa propone y alienta una nueva evangelización. Emprende además una peregrinación espiritual a los santuarios marianos llevado por su devoción y su lema de Totus tuus consciente de que Maria es la gran pedagoga del Evangelio.

Se acercaba el quinto centenario de la evangelización y la fecha se considero apropiada para celebrar la IV Conferencia General del Episcopado. En esa etapa el presidente del CELAM es el Argentino Mons. Antonio Quarracino quien sugirió al Papa viajar a Republica Dominicana en 1984 a comenzar un novenario de anos hasta la grandiosa efeméride y que sirviera como preparación a la Conferencia.  Acepa el Papa y se mantiene como línea el novenario de anos y de la misma conferencia: “una evangelización que fuera nueva en su ardor, en sus métodos y en su expresión”.

Para la Conferencia de Santo Domingo no se logra la movilizacion esperada Se hace una gran esfuerzo en cuanto a publicaciones (Colección V Centenario) pero suscita en definitiva menos participación , aportes, debates que  la de Puebla.

Fue poco oportuno el momento de la Conferencia pues America Latina se había sumido en un estancamiento general y se busca una mayor tranquilidad. Particularmente en el Iglesisa la Teologia de la Liberacion era bastante muda o repetitiva, casi habían desaparecido los “cristianos por el socialismo” y las comunidades eclesiales de base no tienen la pujanza anterior.

Tal vez algún motivo sutil como la reestructuración y fortalecimiento de la Comision Pontificia para America Latina y las fricciones con el CELAM hicieron perder energias.

El Papa quiso impulsar el Sinodo de los Obispos de todo el continente americano y aunque es cierto que lo anuncio en la Carta Apostolica que preparaba el Gran Jubileo en los albores del tercer milenio Tertio Milennio Ineunte ya lo había manifestado dos anos antes en el discurso de Inauguracion de la IV Conferencia en Santo Domingo. Que este sorprendente acontecimiento viniera del deseo personal del Santo Padre  y no como maduración propia de las Iglesias continentales podía plantar dudas lógicas acerca del entusiasmo que iba a ser necesario para ese novedoso paso. Hubo quienes malinterpretaron el Sinodo Americano y la correspondiene Exhortacion Apostolica “Ecclesia in America” como una sustitución del CELAM por una nueva estructura de coordinación continental. No era pertinente por el contrario hablar solo de America en singular como si se tratara de un continente sin contenidos diversificados.

El Sinodo especial para America se celebro en el Vaticano del 16 de noviembre al 12 de diciembre de 1997. Fue en definitiva un lugar de encuentro, dialogo y estrechamiento de vínculos de amistad entre los obispos. El documento post sinodal mas que un fruto de larga maduración fue una guía recapituladora para futuros trabajos.

Y después de estas etapas algunos ven por doquier signos de un renovado dinamismo eclesial latinoamericano. Se han atenuado los empenos ideologicos y se hacen esfuerzos para la custodia y la transmisión del deposito de la fe. Se han superado muchas crisis de identidad cristiana y ministerial. Al mirar a los Pastores se abandonan un poco los estereotipos de conservadores y progresistas. Hay mas vocaciones al sacerdocio ministerial. La piedad popular se alienta y educa. Se difunden los movimientos y comunidades eclesiales que para algunos es una contención de las fugas hacia las sectas.

El CELAM por muchos anos ha servido a las Conferencias Episcopales de America Latina  y el Caribe(22) promoviendo, impulsando, dinamizando la colegialidad episcopal y la comunión entre las Iglesias.

Y asi llega el tiempo de la V Conferencia convocada para celebrarse en Aparecida Brasil en mayo de 2007.

El Papa Francisco reunido en Brasil con el Comité de coordinación del CELAM (28 de julio de 2013) Hace una valoración de Aparecida. Se conoce que esta Conferencia y el documento final tuvieron una cercanía y participación de el cuando a la sazon era Cardenal Arzobispo de Buenos Aires.

La originalidad de la V Conferencia esta dada por cuatro características que son como columnas del desarrollo.

La primera tiene que ver con el documento base de la reunión. Las tres conferencias anteriores comenzaron sus trabajos con un camino recorrido de preparación que culmino en una especie de Instrumenton laboris desde el cual se motivo la discusión, reflexión y posterior aprobación del documento final 

Aparecida por el contrario promovió la participación de las Iglesias particulares como camino  de preparación y esto culmino en un documento de síntesis. Tal documento fue referencia pero no se asumió como documento de partida

La segunda característica destaca el Papa que es el ambiente de oración reinante y con el Pueblo de Dios. La celebración de la Eucaristia y otros momentos litúrgicos fueron acompañados por el Pueblo de Dios. Ademas puesto que la conferencia funciono en el subsuelo del Santuario la música de fondo siempre fueron los canticos y oraciones de los fieles.

La tercera característica es el deseo de un nuevo Pentecostes para la Iglesia que surge del contexto de oración y vivencia de fe. El final de Aparecida no es un Documento sino la prolongación de la Conferencia en la Mision Continental.

La cuarta característica es la presencia de Maria, madre de America.

En la Conferencia de Aparecida hay que tener en cuenta que el objetivo principal de cada una de ellas es la preocupación por la misión evangelizadora.  La Evangeli nuntiandi en el numero 14 dice “La Iglesia existe para evangelizar

Medellin y Puebla basados en Gaudium et spes afirman que la acción evangelizadora debe estar siempre basada en un discernimiento de la realidad. Y asi fue en las Conferencias anteriores.

Pero mirando desde el principipio :

·         Para Rio de Janeiro en el ano 55 el reto era el catolicismo desafiado por el laicismo moderno y el protestantismo. Ademas aunque esta conferencia creo el CELAM e hizo un discernimiento de las necesidades pastorales del continente, no fue un momento únicamente latinoamericano Como apuntamos sus preocupaciones iban mas alla pues eran el reflejo del proyecto hisatorico de la neocristiandad occidental de una reconquista para los católicos hacia una Iglesia desafiada por lo que ya anotamos.

·         para Medellin en el ano 68 la preocupación era traer el Concilio a America en el contexto de pobreza de la mayoría de la población del subcontinente;

·         para Puebla en el ano 79 a la luz de la Exhortacion de la Evangelii nuntiandi de Pablo VI la necesidad de una Iglesia de comunión y participación en un mundo pluricultural

·         Santo Domingo podemos reiterar surge para una efeméride y su base es mas reflejo de un proyecto pastoral que de unos presupuestos teologicos

-          Aparecida invita a dejar atrás las seguridades antiguas , abandonar caminos transitados, posturas preaconciliares para dar nuevas respuestas a las actuales preguntas. Las propuestas de Aparecida exigen que se pase de una pastoral de solo conservación a una pastoral decididamente misionera.

El Papa Francisco en Brasil habla de Aparecida con los miembros del Comité de Coordinacion del CELAM y en sus insistencias y propósitos vemos los ecos que encontramos ahora en la Evangelii Gaudium (Es fácil encontrar las citas que hace en la Exhortacion Apostolica del documento de Aparec ida)

Dice en Brasil bajo el acápite de Renovacion interna de la Iglesia que “Aparecida ha propuesto como necesaria la Conversion Pastoral. En “La Alegria del Evangelio” numero 27 dice: “La reforma de estructuras que exige la Conversion Pastoral solo puede entenderse en este sentido: procurar que todas ellas se vuelvan mas misioneras, que la pastoral ordinaria en todas sus instancias sea mas expansiva y abierta que coloque a los agentes pastorales en constante actividad de salida y favorezca asi la respuesta positiva de todos aquellos a quienes Jesus convoca a su amistad”

Para esto en Brasil hace unas preguntas que serán como guía para la Iglesia toda:

-¿Procuramos que nuestro trabajo sea mas pastoral que administrativo? ¿Quién se beneficia mas de ese trabajo, la Iglesia como organización o el Pueblo de Dios en su totalidad?

-¿Cómo atendemos los problemas, de manera reactiva o creamos habitos proactivos? ¿Promovemos espacios y ocasiones para manifestar la misericordia de Dios?

A manera de conclusión:

Estamos en la etapa de Post Aparecida. Hay un buen texto pero de nada sirve si la V Conferencia se reduce a un evento puntual, si no tiene un después.

Aparecida es una propuesta pero… ¿a quien? Mirando nuestro hoy muchos se preguntan:  ¿Quién la asumirá y llevara adelante? Algunos dicen “si depende de sacerdotes y obispos ya esta muerta”  En Santo Domingo se le paso el protagonismo a los laicos. Pero la recepción del mensaje es complejo pues esta acción receptiva incluye el conjunto del Pueblo de Dios. En la medida en que los fieles por el bautismo son depositarios de la diversidad de los carismas en el mismo Espiritu  la concepción de una iglesia trinitaria funda sacramentalmente la participación de todos en el proceso de recepción .

 

 

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