Consideraciones sobre el Celibato

Circulan controversias y debates en diversos círculos y medios sociales porque el Papa Francisco hizo declaraciones sobre la posible eliminación del celibato como condición para ser sacerdote. Pero hay que tener mucho cuidado con los medios de comunicación que suelen sacar de contexto las declaraciones cuando les conviene para adelantar sus objetivos editoriales. Por consiguiente, hay que puntualizar que dijo: «Que lo decida mi sucesor si lo cree conveniente». Y subrayó que es una cuestión disciplinar, pero que él «respeta la tradición de la Iglesia de occidente». En cuanto a los argumentos de hacerlo debido a la crisis de vocaciones, dijo: «El problema es cultural. No debemos ser ingenuos y pensar que los cambios programáticos traerán la solución».

Debemos tener muy en cuenta que en la cultura cristiana la familia es lo primero. Es el núcleo esencial, primordial y prioritario de todas las responsabilidades humanas. Por tanto, un sacerdote que tenga familia debería dedicarse primordialmente a esa familia por encima de toda otra responsabilidad. Por el contrario, el celibato es un voto por el La gran familia de un sacerdotecual el sacerdote se compromete a tener una gran familia de feligreses a la cual le dedique TODAS sus prioridades. Luego se trata de una vocación de servicio activo y abnegado.

Hay muchas otras opciones de servicio religioso que no requieren ese sacrificio por la comunidad a la que sirven. Los diáconos son verdaderos sacerdotes con la única restricción de la consagración eucarística y del ejercicio del sacramento de la confesión. Pueden dedicarse prioritariamente a su familia, pero prestan una ayuda esencial a las iglesias y parroquias. A un nivel menor está la participación de los laicos en movimientos apostólicos y de caridad como un aporte voluntario y devoto a nuestras Iglesias.

Por último, la Iglesia ha reflexionado sobre el problema y concede una dispensa a los sacerdotes que desean formar una familia, mediante la cual se les priva del privilegio de la Eucaristía y la confesión para que puedan reintegrarse a la vida pública y orientar sus prioridades a la vida personal.

En otro contexto, el Papa Francisco ha considerado hacer una posible excepción en su exhortación apostólica postsinodal “Querida Amazonia”, publicada el 12 de febrero de 2020, en la que abrió la puerta a la posibilidad de ordenar sacerdotes a hombres casados para celebrar la Eucaristía en zonas remotas y aisladas de la selva amazónica. Además, en unas declaraciones pronunciadas durante aquél Sínodo de los Obispos, en octubre de 2019, reflexionó que: «Personalmente, pienso que el celibato es un don para la Iglesia. Yo no estoy de acuerdo con permitir el celibato opcional. No. Solamente, quedaría alguna posibilidad en los puestos lejanísimos, pienso en las islas del Pacífico… cuando hay necesidad pastoral, ahí el pastor debe pensar en los fieles».

No obstante, en la celebración de su 10º Aniversario como Sumo Pontífice, en un contexto de creciente debate en el interior de la Iglesia, especialmente tras la irrupción, hace tres años, del proceso sinodal en Alemania, pareció vacilar y ceder a la presión de los obispos alemanes y de otras fuentes y declaró estar dispuesto a "revisar" el celibato en el seno de la Iglesia católica, ya que es una "prescripción temporal" de la iglesia occidental. Señaló que: «No hay ninguna contradicción para que un sacerdote se pueda casar. El celibato en la iglesia occidental es una prescripción temporal: no sé si se resuelve de un modo o de otro, pero es provisoria en este sentido».

La Enciclopedia Católica, define el celibato como «la renuncia al matrimonio, implícita o explícita, que hacen los que reciben el sacramento de las órdenes en cualquiera de los grados más altos para la más perfecta observancia de la castidad».

Si nos remontamos a los orígenes, en la Primera Epístola a los Corintios, Pablo de Tarso señala que: «Hermanos: Quiero que estén libres de preocupaciones: el soltero se preocupa de los asuntos del Señor, buscando contentar al Señor. En cambio, el casado se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su mujer, y anda dividido.»

Jesús, el Cristo, fue célibe. Dijo a sus apóstoles, precursores de los sacerdotes de hoy y de todos los tiempos: «El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo» (Lucas 14,27). «Si alguien desea seguirme, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.» (Mateo 15,24)

Por tanto, el Catecismo de la Iglesia Católica prescribe en su párrafo 1579 que: «Todos los ministros ordenados de la Iglesia latina, exceptuados los diáconos permanentes, son ordinariamente elegidos entre hombres creyentes que viven como célibes y que tienen la voluntad de guardar el celibato "por el Reino de los cielos" (Mt 19,12). Llamados a consagrarse totalmente al Señor y a sus "cosas" (cf 1 Co 7,32), se entregan enteramente a Dios y a los hombres. El celibato es un signo de esta vida nueva al servicio de la cual es consagrado el ministro de la Iglesia; aceptado con un corazón alegre, anuncia de modo radiante el Reino de Dios».

Es importante considerar en este tema que el hombre que forma familia asume otras responsabilidades y debe luchar por el bienestar de ese núcleo social por encima de cualquier otro propósito en la vida. Desde esa base familiar, puede hacer mucho por la Iglesia y dedicarle tiempo y esfuerzos. Lo que no puede hacer es desplazar a la familia en el orden de sus prioridades.

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