POLÍTICA MIGRATORIA: Dinamarca y Suecia apuntan a un modelo común más estricto en leyes de extranjería.

El pragmatismo migratorio se impone al antiguo idealismo. 

 

Copenhague, Jun.28 (DP.net).– Los daneses se hicieron racistas en 2001. Los suecos, en 2015. Al menos, según la lógica de Anders Lindberg, editorialista del tabloide Aftonbladet, uno de los diarios más leídos de Suecia, en sus ataques a las nuevas políticas migratorias de ambos países.

Durante más de medio siglo Dinamarca fue conocida como uno de los países del mundo que más apoyaban la causa de los refugiados y los inmigrantes, incluyendo los que intentan migrar sin visa. No en vano fue la primera nación en firmar en 1951 la Convención de la ONU que establece los mecanismos para protegerles.

Sin embargo, el jueves 3 de junio el Parlamento danés aprobó una nueva legislación para reubicar a los solicitantes de asilo en otros países fuera de la Unión Europea, donde deberán esperar hasta que sus casos sean decididos pero que, además, permitiría la posibilidad de que terminen siendo acogidos no por Dinamarca sino por ese otro país no europeo (uno de esos países es Ruanda).

"Si solicitas asilo en Dinamarca, sabes que te enviarán a un país fuera de Europa y, por tanto, esperamos que la gente deje de buscar asilo en Dinamarca", dijo el portavoz del gobierno danés, Rasmus Stoklund.

Dinamarca y Suecia endurecen sus leyes de inmigración a pesar de que cada vez reciben menos refugiados

El Gobierno de Suecia ha anunciado que retirará los fondos que había destinado a los ayuntamientos para que pudieran dar cobijo a todos aquellos menores refugiados que llegan a la frontera sueca sin sus padres y familiares. "El año pasado Suecia acogió al 40 por ciento de todos los menores no acompañados que llegaron a la Unión Europea. Es un número insostenible", ha declarado la Ministra de Integración sueca, Ylva Johansson.

Suecia tenía 9,7 millones de habitantes en 2015, antes de que recibiera 162.000 solicitantes de asilo. El 70% de esos solicitantes de asilo llegaron de Siria, Afganistán e Irak. El 70% de esos solicitantes de asilo también eran hombres. A partir de entonces han ingresado al país más de 200 mil immigrantes. La inmigración genera un impacto demográfico que afecta a la identidad nacional y cultural de Suecia, además del aplastante efecto económico que tiene sobre el Estado del bienestar sueco, por el cual el 58% de los que reciben ayuda de subsistencia son extranjeros. Además, la integración de los inmigrantes en la sociedad sueca ha sido un fracaso, un problema sobre el que tanto los expertos como los políticos suecos están de acuerdo.

Volviendo al caso de Dinamarca, una de las medidas que mejor muestra el giro que ha dado ese país en estos temas es el hecho de que en mayo se convirtió en el primer país europeo en revocar el estatus de asilados a más de 200 refugiados procedentes de Siria debido a que "algunas partes de Siria ya son lo suficientemente seguras como para que puedan regresar."

Martin Lemberg-Pedersen, profesor asociado del Centro de Estudios Avanzados sobre Migración, señala que en la actualidad el sistema danés no cree que la integración puede funcionar, por lo que sus políticas se centran en una "lógica de disuasión", en enviar un mensaje para que los potenciales inmigrantes no vean a ese país como un destino posible.

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