Mi querido Wen,
No hace mucho, Carlos Alberto Montaner nos regaló una columna –excelente, como todo lo que escribe- explicando el significado de la palabra “mentecato”, y definiéndola, si mal no recuerdo, como alguien que tiene su mente cautivada o captiva de algún ideario (ideario que nuestro amigo considera equivocado, claro, pues de lo contrario, y si coincidiera con el suyo, no lo llamaría mentecato sino “brillante”). Su acopio de argumentos en esta cartita que te escribe y de la que me envía copia a mi es un buen ejemplo de lo que nuestro común y querido amigo decía en aquella columna sobre la mentecatería.
El ideario que algunos llaman neo-liberal (yo no: para mi, si algo es, es neo-conservador, ya que me imagino que los liberales de la primera hora –los de La Pepa, digamos- verían a Carlos Alberto, a mi tocayo Azel y a tantos otros agitadores de la bandera del liberalismo "auténtico" entre nosotros, como representantes del Ancien Regime…, y en el caso de los extremos a los que llegan los mentecatos de Miami estamos hablando de “ancien pero ancien de verdad”, como diría Fausto Miranda), me lo conozco bien -aun sin pretender que nadie me considere “persona inteligente”- incluido su componente de “saber económico” al que apela Carlos Alberto en esta cartita.
Pero, y como diríamos en Venezuela, yo a los mentecatos, de uno o de otro lado, no les paro ni micra… Además, se me hace evidente que “el saber económico” -y aquí hablo en general- es un oxímoron (a los que un amigo en España ejemplifica a través de la frase “pensamiento navarro”, sosteniendo que o piensas o eres navarro…).
Me imagino que “el brillante economista austro húngaro Peter Bauer”, ese que se regodea en la falta de causas para la pobreza, sea coetáneo de los otros economistas austríacos que tanto leen Carlos Alberto y mi tocayo Azel (aunque mi tocayo es, ante todo, un adorador irrestricto de Ayn Rand, llegando a decir recientemente que ser liberal es lo mismo que ser libertario: un liberalismo De Puta Madre, como diríamos en castizo…). Pero repasaré mis desordenados papeles para tratar de confirmar en que época paso Bauer por nuestro atribulado mundo.
Sin embargo, nuestra amable discusión (dialogo, prefiero llamarlo) comenzó como un debate sobre quien ignora o vive de espaldas a la realidad y quien no, si mal no recuerdo. Y mi sugerencia fue dirimir esa diferencia de opinión en el tipo de escenario democrático que tanto tu como yo quisiéramos ver en Cuba. Aunque te aclaro que yo no quiero para Cuba una “democracia” como la nuestra, donde el santo y seña es la billetera y se trata de excluir a los votantes "molestos" –todo esto con el beneplácito y bajo el amparo de nuestro “ancla” institucional, que es quien fija cual es el estado de y "del" derecho- y donde solo vota alrededor del cuarenta por ciento de los empadronados. Mi sugerencia fue, recordarás, que Carlos Alberto (y su ideario neo-conservador) se sometieran al veredicto de los votantes cubanos. Sugiero mas: sugiero que su compañero de formula sea Arthur Lewis, el negro caribeño de Princeton que tanto celebra Carlos Alberto en su cartita… SUERTE!!!!
Y si no alcanza con la suerte, el final de esta novela ya está escrito: los cubanos de la isla (menos los dos o tres que habrán votado la formula “Montaner / Lewis”) son todos unos mentecatos y unos "perfectos idiotas", además de todo lo que dice Pedro Corzo que son en su inverosimil columna del 19 de junio del 2015 en El Nuevo Herald, en la cual desahucia y descalifica al menos a dos generaciones de cubanos. Habrá que ver como hacemos para que no puedan votar esos nueve millones de cubanos, sin tener, espero, que recurrir a métodos como los de Pol Pot en Camboya o Pinochet (vía Milton Friedman, otro que leía con fruición a los economistas austriacos) en nuestro vecindario.
Abrazo grande,
José Manuel
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