La insurrección en Cuba: la única opción emancipadora

El empleo de métodos violentos en defensa del bien común y en la lucha por la libertad y el derecho es "un deber grave". El argumento de que los cristianos están obligados a oponerse a todo tipo de violencia es falso cuando se dan determinadas circunstancias. Incluso para los cristianos es permisible la defensa propia y la defensa y protección de los oprimidos.

El Catecismo de la Iglesia Católica #2265 señala claramente que:

«La legítima defensa puede ser no solamente un derecho, sino un deber grave, para el que es responsable de la vida de otro. La defensa del bien común exige colocar al agresor en la situación de no poder causar prejuicio. Por este motivo, los que tienen autoridad legítima tienen también el derecho de rechazar, incluso con el uso de las armas, a los agresores de la sociedad civil confiada a su responsabilidad.»

Sobre este tema controversial, he aquí una tesis breve, pero contundente, de este incisivo sacerdote, el Padre José Antonio Fortea, en su análisis de que una insurrección en Cuba es una responsabilidad moral de los amantes de la democracia cuando los métodos de concertación pacífica han demostrado ser totalmente inoperantes:

Es importante abundar sobre nuestras obligaciones humanas al enfocar estos temas. En primer lugar, estoy absolutamente de acuerdo con el trasfondo cristiano de quienes se preguntan si las guerras son necesarias, porque el amor al prójimo que verdaderamente nazca del corazón es la senda segura hacia un mundo de paz. Es también muy cierta la frase que dice: "El Amor todo lo puede". Y, por supuesto, como toda generalización, nadie puede decir con certeza que "las guerras son necesarias", porque en todas las cosas hay matices y condiciones.

No obstante, vivimos en sociedad con seres humanos en una realidad que demuestra que todos somos imperfectos y tenemos que reconocer también que esas imperfecciones no tienen límites de maldad y crueldad en muchos de nuestros semejantes. Por tanto, ese amor por nuestros semejantes (por el prójimo) nos obliga a defender a los agredidos, a los torturados, a los perseguidos, a los esclavizados ... Cuando los crueles y malvados se imponen por la fuerza, tenemos la obligación solidaria de ir al apoyo y rescate de los agredidos, en lugar de darles las espaldas porque "es un asunto interno" o porque "no es nuestro problema" o porque "es mejor dialogar y negociar" ... ¡Ah! ¿con los crueles y malvados?

Las guerras consumen muchas vidas, ¡muy cierto!, pero si están justificadas en defensa de la libertad y los derechos, ahorran muchas más vidas que perecerán miserablemente bajo prolongadas dictaduras y tiranías si optamos por desentendernos de nuestras obligaciones con tales pretextos.