Sara Naranjo de 88 años salió a tocar cazuela y protestar en Cuba este pasado Domingo en La Habana. Los jóvenes del Reparto Arroyo Naranjo hoy lunes continúan su gesta cívica que replico voces nuevas en Holguín, Cárdenas, Camagüey, Cienfuegos y Palma Soriano. Este es un Julio idílico y temerario nacido de un pueblo que se levantó de las voces viejas que sufrieron la masacre de niños en un remolcador un 13 de Julio y de los pinos nuevos que llamaron a Conciliar un programa alternativo al comunismo.
Sara dice que está cansada y que necesitamos “un cambio bueno.” Sara sabe lo que pide.
Ese es el cambio que hoy se clama en tantas calles de nuestra venerada Cuba. Ese es el cambio asegurado por mujeres, jóvenes, viejos, blancos y negros no con armas, pero con un grito común redentor de libertad y esa convicción futurista de Patria y Vida.
Sara pide un “cambio bueno” porque está cansada del hambre y de pasar trabajo. Ese es un cambio que le debemos a Sara todos los cubanos. Ese cambio que comenzó a morir en 1959 cuando un caudillo guerrillero traiciono la promesa de reinstaurar la Constitución de 1940 y en su lugar embargo las fábricas de bienes de consumo para crear una riña con una potencia extranjera y engrandecer su ego.
Ese fue el embargo que destruyo el presente de Sara; no el embargo de la nación extranjera.
La destrucción de la propiedad privada destruyó la riqueza del país y arruinó la posibilidad de una vejez con dignidad para Sara y todo su pueblo.
Sara quiere un “cambio bueno” y es un cambio imperativo en la marcha de todos garantizarle a Sara ese tipo de cambio. Esta vez sin equívocos, sin dilaciones, sin traiciones, consignas suicidas huecas, ni caudillismos a ultranza. No necesitamos ideologías apocalípticas, ni partidos únicos. Solo la magia de la pluralidad, la propiedad privada y los azares que de seguro nos traerá construir una nueva vida. ¡Vamos Cuba!
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