Totalitarismo y Prudencia - dilemas de la Iglesia católica

Muchos cubanos se sienten insatisfechos por la posición de los Obispos cubanos en la Carta Pastoral publicada y leída en todos los templos católicos de Cuba el 8 de septiembre. No obstante, cabe reconocer que rompe el hielo que la proverbial discreción de la Iglesia en cuestiones políticas había adoptado desde 1961 bajo los embates de la opresión del régimen de los hermanos Castro en Cuba.

La Iglesia ha seguido a través de 20 siglos de historia una estrategia conciliatoria frente al abuso y la represión, pero en los segmentos históricos durante los cuales adoptó posiciones contestatarias, éstas derivaron lamentablemente hacia el fanatismo o el fundamentalismo.

Por lo tanto, prefiero que la Iglesia mantenga su actuación conciliatoria con mucha discreción y prudencia porque la actitud contestataria suele ser contraproducente en el choque contra las fuerzas totalitarias. Esa fue la experiencia en los comienzos del proceso revolucionario cubano, que desembocó en el desmembramiento total de la Iglesia católica como institución de influencia en Cuba y el martirio de muchos de sus fieles.

Ya lo había sido también en la Revolución Mexicana de comienzos de ese siglo y fracasó trágicamente en la reacción armada de la "Cristiada". Pero hay otras experiencias que demuestran durante el mismo siglo XX que es la labor de zapa y la doctrina que se predica con el ejemplo y la humildad la que acaba dando frutos.

La estrategia contestataria del enfrentamiento de los cristianos con Lenin, Stalin o Mao desembocó en el martirio y la destrucción de las instituciones religiosas. Pero la fe de los cristianos se mantuvo cuando se recogió en sí misma y optó por la prudencia y la vida ejemplar.

Lo mismo fue con los nazis, pero con ellos el Papa Pío XII actuó con mayor discreción y tuvo mejores logros. Después se le ha tachado de muchas cosas por su aparente "silencio" o "indiferencia" frente a los horrores del holocausto y otros abusos, pero la historia finalmente ha demostrado que hizo lo justo dentro de sus posibilidades y hoy la Iglesia sigue triunfante mientras que el nazismo es sólo una molesta nota extremista al margen de la vida moderna.

La historia de Edith Stein es un buen ejemplo de lo que digo.

Durante la II Guerra Mundial, las acciones del Papa Pío XII (1876-1958) y sus asistentes del Vaticano no solo ayudaron a salvar a casi 900 mil judíos sino que también él mismo y en persona asistió a muchos de ellos en Roma, según afirma un experto historiador judío, Gary Krupp, respaldando las conclusiones de otro historiador judío y diplomático israelí, Pinchas Lapide.

Gary Krupp relata el caso de una judía cuya familia fue rescatada gracias a la intervención directa del Vaticano. "Hay una carta inusual, escrita por una mujer que aún vive en el norte de Italia, quien dijo que participó con su madre, su tía y otros parientes en una audiencia con Pío XII en 1947".

Junto a Pío XII estaba su Secretario de Estado, el entonces Mons. Giovanni Montini, que sería luego el Papa Pablo VI. "Su tía miró al Papa y dijo: «usted estaba vestido como franciscano», y miró a Montini quien estaba a su costado y le dijo «y usted como un sacerdote común. Me sacaron del gueto y me llevaron al Vaticano».”

Krupp cree que estas afirmaciones son ciertas porque están en la línea del carácter de Pío XII quien "necesitaba ver con sus propios ojos cómo eran las cosas. Solía salir en su carro a zonas bombardeadas de Roma, y ciertamente no tenía miedo. De la misma forma lo puedo ver entrando al gueto para ver lo que estaba sucediendo", afirma el historiador.

Krupp y su esposa Meredith son fundadores de la Pave the Way Foundation iniciada en 2002 para "identificar y eliminar los obstáculos no teológicos entre las religiones". En 2006 líderes católicos y judíos le solicitaron investigar el "escollo" de la reputación del Papa Pío XII durante la guerra. Pave the Way tiene unas 46 mil páginas de documentación histórica que sostienen estas afirmaciones.

La notable prudencia de Pío XII durante la II Guerra Mundial puede entenderse como un sincero esfuerzo de evitar males mayores, después de lo ocurrido cuando la Iglesia Católica holandesa se atrevió a condenar públicamente a los nazis en una carta pastoral leída en todos los templos los domingos de mayo de 1942. Esto provocó una salvaje represalia contra la Iglesia y contra los judíos, quienes hasta entonces no habían sido perseguidos en Holanda.

Edith Stein era una judía alemana nacida en 1891 y había abrazado el catolicismo en 1916, inspirada en parte por el filósofo Max Scheler y por la autobiografía de Sta. Teresa de Avila. Pese a una brillante carrera y a los obstáculos que encontró por su origen judío, logró entrar en un Convento de las Carmelitas en 1933, tomando los hábitos el año siguiente como Sor Teresa Benedicta de la Cruz.
Al comenzar las persecuciones nazis a los judíos, las Carmelitas le ordenan trasladarse a Holanda donde tuvo tiempo de escribir varias obras notables. No obstante, como consecuencia de los acontecimientos de mayo y de la persecución desatada contra católicos y judíos, la Gestapo se presentó en el convento y la encontró orando en la capilla el 2 de agosto de 1942. Partió de Holanda con 987 judíos y algunos cristianos hacia Auschwitz el 7 de agosto y dos días más tarde entregaba su alma a Dios en las cámaras de gas.

El abierto enfrentamiento con los nazis de la Iglesia holandesa sólo logró dolor y martirio. La Iglesia italiana, por el contrario, conservó la prudencia y logró mucho más.

Prudencia es la virtud cardinal del catolicismo que consiste en discernir y distinguir lo que está bien de lo que está mal y actuar en consecuencia, por lo tanto es de esperar que la Iglesia católica como organismo actúe con prudencia.

En lo que no estamos totalmente de acuerdo, es que la carta Pastoral publicada por los Obispos en Cuba este 8 de Septiembre rompe el hielo proverbial de la Iglesia en cuestiones políticas adoptada desde 1961. Al contrario, si comparamos la presente Pastoral con la Pastoral “El Amor todo lo Espera” dada a conocer en Septiembre de 1993 estimamos que la posición de la Iglesia cubana ha ido de estrategia conciliatoria a una actitud no de prudencia sino de timidez contra el régimen castrista.

No encontramos la fortaleza de palabra donde la Iglesia cubana reconocía que "no puede tener un programa político, porque su esfera es otra, pero la Iglesia puede y debe dar su juicio moral sobre todo aquello que sea humano o inhumano, en el respeto siempre dadas autonomías propias de cada esfera" ya que " la lucha por la justicia no es una lucha ante la cual uno pueda quedarse neutral, porque esto equivaldría a ponerse a favor de la injusticia y Jesús, refiriéndose al hombre que quiere cumplir la voluntad de Dios, declaró bienaventurados a los que «tienen hambre y sed de justicia» (Mt. 5, 6) y a «los que son perseguidos por procurar la justicia».

Veinte años atrás la Pastoral “El Amor todo lo Espera” le decía a los cubanos que "treinta y cuatro años era un lapso suficiente como para tender una mirada no sólo coyuntural, sino histórica, sobre un proceso que nació lleno de promesas e ideales.

Hoy, cincuenta y cuatro años desde el inicio del régimen totalitario castrista aún no se han encontrado las respuestas aquellas preguntas que se preguntaban en la Pastoral dada a conocer en 1993: ¿por qué hay tantos cubanos que quieren irse y se van de su Patria?, ¿por qué renuncian algunos, dentro de su misma Patria, a su propia ciudadanía para acogerse a una ciudadanía extranjera?, ¿por qué profesionales, obreros, artistas, sacerdotes, deportistas, militares, militantes o gente anónima y sencilla aprovechan cualquier salida temporal, personal u oficial, para quedarse en el extranjero?, ¿por qué el cubano se va de su tierra siendo tradicionalmente tan «casero» que, durante la época colonial, no había para él castigo más penoso que la deportación, «el indefinible disgusto» como le llama Martí, quien dice también que «un hombre fuera de su Patria es como un árbol en el mar», y que «algo hay de buque náufrago en toda casa extranjera»?

Cuando las preguntas se contestan sin reparos ni timoratos, vemos claramente el por qué y el por quien: un régimen totalitario que asesina no solamente a sus ciudadanos sino también a la esperanza de sus ciudadanos.

Mucho pedir a un pueblo que siga esperando ya que la esperanza nunca defrauda. ¿Hasta cuándo?

El Padre Fernando E. Heria destaca en un análisis que nos ofrece sobre esta Carta Pastoral desde la Sección de " Columnistas Invitados " que los lectores pueden encontrar entre estas páginas que: «Los obispos cubanos abogan por “sustituir definitivamente el Estado paternalista por un Estado participativo” que es otra forma de reclamar la libertad participativa hacia un estado democrático.» Y destaca también que la Carta Pastoral hace énfasis en el Principio de Subsidiariedad cuando señalan en su texto que es "uno de los fundamentos de una sociedad abierta y solidaria".

Esta exigencia de aplicar el Principio de Subsidiariedad es un desafío claro al gobierno cubano sobre la necesidad imperiosa de descentralizar el poder para abrir las puertas hacia una Cuba mejor. En otras palabras, la Carta Pastoral tiene mucho contenido basado en la Doctrina Social de la Iglesia, que dista mucho de ser objeto de la devoción del régimen de los Hermanos Castro.

El texto es terminante, aunque guarde ese tono de prudencia: "Los obispos de Cuba queremos ver en todo esto, tal como lo expresamos en la Carta Pastoral 'El Amor todo lo Espera' (1993)... el inicio de un proceso de reformas siempre amplias en bien de la población y de las nuevas generaciones de cubanos. Confiados en el Señor esperamos estas reformas".

Marta dice que: "No encontramos la fortaleza de palabra". Yo pregunto si toca a los guías espirituales de la Iglesia (entendiendo como "Iglesia" a todos los católicos practicantes) arremeter con la espada justiciera en alto contra los poderes dictatoriales a sabiendas de que a ellos sólo les toca mostrar el camino con el ejemplo de la doctrina de Cristo y no empujar a los fieles católicos al martirio.

La Iglesia, que son todos los que creen en las doctrinas de Jesús, el Cristo, tiene una tarea que realizar en la reconstrucción de la nación cubana. Pero eso es reponsabilidad de todos y no sólo de los Obispos.

La semantica es la interpretacion de las palabras o sentido de las mismas. Gerardo interpreta la palabra "Iglesia" en el sentido del conjunto de todos los catolicos practicantes. Mi referencia sobre la iglesia no es del conjunto de todos los católicos, sino de la Iglesia cubana y especificamente del papel que juegan algunos de sus actuales guias espirituales.

Al escuchar las palabras de los obispos de Cuba que quieren ver, ...'el inicio de un proceso de reformas siempre amplias en bien de la población y de las nueva generacions de cubanos y confiados en el Señor esperamos estas reformas".no podemos evitar el compararlas con las palabras de Juan Pablo II cuando abogó por la libertad y los derechos humanos, al mismo tiempo que denunciaba la violencia en Polonia.

La tarea ha realizarce en la reconstrucción de la nación cubana no es solamente de los que creemos en las doctrinas de Jesús, el Cristo, sino de todos los cubanos, creyentes y no creyentes. Y aunque esta tarea no es exclusiva de los Obispos de la Iglesia cubana, tampoco oimos palabras como aquellas de Juan Pablo II en la plaza de San Pedro ante miles de pereginos cuando dijo ... " el problema de Polonia es un problema importante para la historia del hombre y no sólo para la historia de un país". : "¡Que no se pierda en mi patria la herencia de libertad y de paz que es obra de generaciones enteras! ¡Que no se pierda la herencia de estos dificiles meses y años. Solidaridad pertenece hoy al patrimonio, de los trabajadores de Polonia y de todo el mundo, del bien común, de la justicia y de la paz ".

Palabras del Pontifice en apoyo de la clandestidad polaca dichas sin espadas justicieras ni creyentes tirados a los leones . Hay muchas formas de mostrar el camino, no solo con el ejemplo, tambien con la palabra. Esperemos que la reconstrucción de la nación cubana no tenga que esperar a la elección de un Santo Padre cubano.

Veo elementos razonables de parte y parte en este diálogo, con argumentos válidos aunque sea imposible cubrir todos los ángulos de un asunto tan complejo...y emocional.

Quiero, en particupar, referirme a las diferencias entre el caso polaco y el cubano:

1.-El sentimiento "anti-ruso" era anterior al "anti-soviético", pues venía desde la Edad Media y se agudizó con la partición de Polonia y su opresión bajo el el Imperio Zarista. Polonia era un país bajo ocupación extranjera y con un fuerte sentimiento nacionalista

2.-La posición de Juan Pablo II respecto a su propio pueblo no fue exactamente igual en referencia a Cuba. Los años, la distancia geográfica-cultural, la influencia de algunos miembros poderosos de la Curia...lo cierto es que no fue su visita a Cuba ni remotamente parecida a aquella histórica visita a Polonia que dió inicio al cambio.

3.-La Iglesia en Polonia era el 90% de la población. En Cuba no pasa de un 20%...si acaso.¿Es posible comparar el poder movilizador de una y otra?