La diversidad de criterios e intereses contrapuestos existentes en el mundo musulmán va más allá de la imaginación del occidental promedio, ya bien sea este europeo o americano. Como decimos los cubanos es un arroz con mango, en este caso cuscús.
Percibimos que se visten y hablan igual, profesan la misma religión y persiguen más o menos los mismos intereses. Nada más lejos de la realidad.
Irán y Turquía objetaron la caída de Mohamed Morsi dadas sus analogías en la instauración de un estado islámico. El grupo terrorista Hamas disfrutó de ventajas desconocidas durante el gobierno de Mubarak, tan pronto como llegó al poder Morsi; por lo tanto, condenaron su destitución.
Los kurdos iraquíes de la Unión Islamita Kurda se sumaron a la condena a los militares egipcios luego de la destitución de Morsi, en tanto que el gobierno iraquí aplaudió el cambio.
El caso de Irán es muy curioso. Irán es un gobierno teocrático que impone la sharia a su pueblo, tal como Morsi intentaba hacer en Egipto. En eso coincidían. Sin embargo, Irán ve con beneplácito la caída de Morsi en Egipto por varias razones. Veamos.
Lo más trascendente del descalabro de Morsi para Irán es el cese del liderazgo que ejercía en el conflicto sirio, puesto que, como líder electo democráticamente del país árabe más poblado del mundo, su relevancia entre los sunitas y la HM tiene un peso, que desaparece del entorno del conflicto sirio, donde antes, junto a Turquía, Qatar, Arabia Saudita y los Emiratos presentaban un sólido bloque frente a Assad, Hezbolá e Irán.
El arribo de Morsi al poder vino acompañado de una colaboración significativa para el grupo terrorista Hamas, en todos los ámbitos, desligándose de la tutela e influencia iraní. Por lo tanto, la caída de Morsi significará, sin duda, un regreso de Hamas al seno iraní, conllevando a la recuperación de la importancia del régimen persa como factor de desequilibro en el conflicto árabe-israelí.
A pesar de su diminuto tamaño, el reino de Qatar posee considerables riquezas en gas natural, lo cual le ha permitido crear una importante infraestructura universitaria, poco común en el vecindario, dándole relevancia internacional y la autoridad para ser elegido como mediador en varios conflictos. Junto al Egipto de Morsi, el pequeño país se unió frente al régimen de Assad, apoyado por Irán. Con la desaparición de Morsi, disminuye el papel de Qatar en la región.
El hecho de que el gobierno de Obama haya mantenido un discreto silencio hasta ver cómo termina la fiesta, mengua sus credenciales de defensor del proceso democrático, lo que podría desalentar a otros a buscar la opción electoral como mecanismo para el cambio, para beneplácito de los ayatolas.
Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos también se sienten más tranquilos ante el derrumbe del gobierno de la Hermandad. Ellos perciben el incremento del poder de los islamistas en la región como una amenaza a sus intereses. A pesar de que tanto Riad como Abu Dhabi tienen suficientes recursos económicos para debilitar el movimiento islamista, realmente no pueden hacer mucho dado su popularidad y espacios políticos logrados por ellos.
Es natural que los sauditas y los Emiratos Árabes Unidos apoyen cualquier iniciativa post-Mohammed Morsi que se aleje del islamismo y coincida con la hoja de ruta política del ejército egipcio. Cuando los movimientos militares nacionalistas de Nasser, Gadafi, Saddam Hussein y otros derrocaron monarquías, sintieron el mismo temor, mas luego de ciertas tensiones iniciales, lograron la cooperación de estos, bajo un cierto panarabismo que impidió la caída de las monarquías sauditas y de los Emiratos Árabes.
De cualquier modo, está escrito en la pared que el tiempo de estas monarquías se está extinguiendo y, eventualmente, no podrán mantener el orden en una región donde el sentimiento popular está desafiando la autocracia y donde los movimientos políticos más estructurados son islamistas con el objetivo de instalar estados islámicos a través de medios democráticos.
Para protegerse, casi inmediatamente a la destitución de Morsi, los sauditas y los emiratos anunciaron que proveerán una ayuda financiera de $ 5 mil millones de Arabia Saudita, y $3 mil millones provenientes de los Emiratos Árabes Unidos. El anuncio se produjo a menos de una semana de la destitución de Mohamed Morsi por el presidente del Tribunal Supremo, a quien le correspondía de acuerdo con la constitución.
Quiera Dios que cese el derramamiento de sangre de inocentes tanto en Siria como en Egipto y que ganen los mejores, así ganamos todos. ¿A Ud. no le parece? A mí, sí.
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