El grave daño del agua embotellada

Aparte de que se ha comprobado que el uso habitual del agua embotellada en plástico puede tener un efecto acumulativo de residuos tóxicos que emanan de estos productos derivados del petróleo, sobre todo cuando se almacena por largos períodos o en lugares no refrigerados, el perjuicio más grave para la ecología y la humanidad es la enorme acumulación de plástico que se añade al medio ambiente. Estos deshechos acabarán por saturar los depósitos de desperdicios en pocas décadas con un producto de muy lenta degradación. Cada botella de plástico tarda más de 700 años en descomponerse, pero incluso la química de esa descomposición es contaminante del agua del subsuelo.

Quienes viajan a otros países donde el agua potable puede crearle problemas intestinales y quienes por algunas otras circunstancias no tienen acceso fácil al agua potable. no cabe duda de que encuentran una solución a su necesidad en el agua embotellada. No obstante, el enorme consumo de agua embotellada se ha convertido en una moda provocada por el mercadeo y la propaganda.

En Estados Unidos, por ejemplo, la población gasta más de 15 mil millones de dólares al año en este producto, requiriendo 17 millones de barriles de petróleo sólo para satisfacer este capricho. Según el Container Recycling Institute, 28 mil millones de botellas plásticas terminaban todos los años en depósitos de basura en el país. Es decir, del consumo de 35 mil millones, sólo se reciclan unos 7 mil millones. Pero muchas más de ellas van a parar a ríos y al mar y otras quedan desperdigadas por toda la tierra (foto). Además, la sociedad tiene que pagar cientos de millones de dólares en impuestos solamente para deshacerse de esos desechos. Este es un problema creciente de mayores proporciones. En Chile, por poner otro ejemplo, se ha duplicado el consumo de este producto entre 2007 y 2012.

Y esto está sucediendo en países donde el agua potable que reciben las casas por cañería es de igual calidad, y a veces de mayor calidad, que la embotellada. Para colmo, el agua embotellada que compramos a alto costo, con demasiada frecuencia es la misma que proveen los servicios municipales. En otras palabras, embotellan el agua del grifo y nos cobran por ella.

Al problema de los desechos hay que sumar la energía que se consume en las plantas embotelladoras y, por supuesto, el combustible que se usa para el transporte del producto. Para colmo, en algunos lugares la extracción del agua para su embotellamiento deja a los lugareños sin agua en sus redes locales y provoca grandes desequilibrios y carencias.

Hay reacciones aisladas encaminadas a remediar este nocivo negocio que deben servirnos de ejemplo, pero que todavía son demasiado pequeñas y escasas. Los habitantes de Bundanoon, pequeña ciudad australiana, decidieron por unanimidad acabar con las botellas de agua, preocupados por el impacto del plástico en el medio ambiente. También consiguieron evitar que una compañía embotelladora explotará los acuíferos del pueblo. En Alemania y Austria se esta imponiendo el uso de botellas de vidrio, mucho más reutilizables y reciclables que las de plástico. En California algunos famosos restaurantes se niegan a servir agua embotellada, aconsejando el consumo del agua del grifo. Y los alcaldes de Santa Bárbara y San Francisco dictaron ordenanzas en 2006 y 2007 prohibiendo a sus municipios la compra de agua embotellada. Confiemos en que la medida no sólo se mantenga sino que se esté extendiendo a otras partes.

Además de que el agua potable en muchos países es saludable y de buena calidad, la mayoría de los refrigeradores que se venden hoy día cuentan con filtros de agua o se les pueden instalar para hacerla más potable. Basta que tomemos conciencia de esta lacra consumista para que procedamos a tomar decisiones cotidianas beneficiosas para el medio ambiente.

Por favor, no seamos negligentes con el futuro del planeta. ¡No tenemos otro!