Si tuvieran esposas no tendrían tiempo para abusar de menores

Mientras la Iglesia católica de Australia confirma la vergonzosa cifra de 620 de casos de abusos sexuales contra menores cometidos por sacerdotes desde la década de 1980, la profesora de la Universidad de Harvard, Karen King, revela un documento escrito en copto o egipcio antiguo, que reproduce un comentario de Jesús con sus discípulos y en el cual habla de su mujer, a la que llama María.

A pesar de que el descubrimiento de King sobre el matrimonio de Jesús está todavía muy lejos de ser confirmado y la afirmación de que ‘si los sacerdotes tuvieran esposas tendrían menos tiempo para abusar de menores’, podría ser una simple falacia ya que la mayoría de los abusos a menores no vienen de clérigos, algo con mucha urgencia tiene que hacer la Iglesia Católica para que sus pastores ocupen sus mentes en quehaceres de naturaleza socio-religiosos y no en ese acto sucio y denigrante de abusar de niños inocentes.

A todo lo anterior hay que decir que el Papa Benedicto XVI ha hecho todo lo humanamente posible -como Pontífice- por cambiar la percepción de que la Iglesia Católica estuvo pasiva e indiferente ante ese bochornoso comportamiento criminal de algunos religiosos en el pasado, que nadie sabe cómo llegaron a graduarse en prestigiosos seminarios católicos.

Tal vez por ahí debería empezar la reflexión que proponemos, porque Jesús no necesitó de grandilocuentes seminarios, para formar y estimular a los apóstoles a que llevaron su mensaje salvífico de ‘amar a Dios y al prójimo por sobre todas las cosas’ a todos los rincones del mundo.

Si en aquella época de Jesús de Nazaret, de tanta santidad y compromiso misionero, la Iglesia no necesitó de seminarios ni de embajadas ni embajadores, tal vez no sería desacertado revisar la funcionabilidad de estas entidades y los programas que las sustentan.

Además de pedir perdón, que es imprescindible que se haga y Benedicto XVI lo ha hecho con elegancia y sinceridad, en los corazones de los feligreses católicos está la verdadera solución en exigir a las autoridades de la Iglesia Católica, un cambio radical de mentalidad y de conducta en ese andar amoroso y misionero que Jesús quiso y proclamó para todos los hijos de Dios.

Ese cambio de mentalidad y de conducta tiene que empezar por erradicar la mentalidad de corrupción sexual, de apego a las riquezas materiales, y de rituales y vestimentas pomposas, que alejan a la Iglesia Católica de su vocación en favor de los pobres y de los que no creen.

El apostolado de salvación de los cristianos no puede complacerse solamente en orar dentro de un templo limpio, aunque eso sea edificante y bueno, también tienen que salir por las calles pantanosas del pecado y de la pobreza, en misión de conversión.

Si los católicos no actúan como verdaderos misioneros de la obra de Dios, la Iglesia está en peligro de convertirse en una burocracia acomodada -bien vestida y perfumada- pero que no atrae vocaciones ni conversos, porque desprecia a los no creyentes, a los divorciados, a los pobres, a los jóvenes que usan condones, a los donantes de embriones y a los homosexuales.

Por eso es que la Iglesia está anticuada y cansada, como afirmaba el santo cardenal jesuita Carlo Maria Martini, que acaba de fallecer.

Pero no todo está perdido, hay expresiones muy santas y misioneras de la Iglesia Católica actual, como la obra caritativa de la Madre Teresa, la lucha contra al sida y la pobreza en África, más la obra de cuidar enfermos y ancianos por todo los rincones del planeta, que cumplen a cabalidad con la obra apostólica de Jesús de Nazaret.

La obra de conversión y de apostolado de todos los cristianos queda en proclamar la palabra amorosa de Dios ante este mundo de violencias y desigualdades, que nos pide abrir los brazos con humildad y caridad para recibir a creyentes y no-creyentes, a ricos y pobres, a amigos y enemigos.

Queda mucho por hacer…

Como siempre, es un instructivo placer leer los escritos de Alberto Müller, tan lejano de estridencias, tan cercano a la razón.

Aunque entiendo que no es el centro de su escrito, Müller menciona en hallazgo del papiro escrito por una comunidad copta del siglo IV dC donde se hace referencia a Jesús como hombre casado.Bueno, eso no sería nada del otro viernes. Pero la realidad es que dar todo el crédito a ese documento escrito por una comunidad en particular, no menos de 200 años después de los Evangelios, y considerarlo una prueba definitiva, como pretenden algunos interesados, me parece un poquito tanto mucho...

Me gustaría agregar que tanto el celibato de los sacerdotes del rito latino, como la ordenación de diaconisas (tales como las que existieron en las primeras comunidades cristianas) son susceptibles a análisis y cambios sin contravenir dogma de fe alguno.

Es notable cómo agnósticos, ateos y otros anticristianos se preocupan tanto por el celibato de los sacerdotes que, como señala Porto, es una decisión voluntaria derivada de su vocación de servicio. Los católicos que no desean ser célibes tienen muchas otras opciones de servicio y de evangelización en el ámbito de la Iglesia. Se molestan también esos críticos por el celibato de Jesús de Nazaret y hacen sorprendentes esfuerzos de toda índole para negarlo.

En este caso, quieren asirse a un minúsculo fragmento (mucho más chico que una tarjeta postal) de un texto antiguo que el lector debe conocer para estar bien informado. Dice así (la numeración de los renglones es mía):

1 ) “no [para] mí. Mi madre me dio la vida…”
2 ) Los discípulos le dijeron a Jesus, “.
3 ) negado. María es merecedora de ello
4 )……” Jesús les dijo, “Mi esposa …
5 )… ella podría ser mi discípulo . .
6 ) Dejemos que los malvados se enorgullezcan …
7 ) En cuanto a mí, comparto con ella a fin de .
8 ) una imagen ...

En ninguna parte se identifica al Jesús del fragmento con el Cristo ni a María con la Virgen de los cristianos. Era una época donde ambos nombres eran muy comunes. Además, el cuarto renglón, donde dice “Mi esposa” no puede tomarse como prueba alguna para la especulación porque si se tratara de palabras atribuidas a Jesús de Nazaret habría que recordar que solía hablar en parábolas y en forma figurativa, luego este texto fuera de contexto bien podía ser el comienzo de una de las tantas historias que Jesús decía a sus discípulos.

Por otra parte, ni la antigüedad del papiro ni su autenticidad se han comprobado todavía, como lo reconoce la misma Karen King. Entre otras cosas porque está escrito con el alfabeto griego en una versión del idioma copto que no surgió hasta el siglo IV.

En cuanto a la pederastia, es un crimen espantoso e imperdonable por la justicia humana. Cabe preguntar por qué los afectados y sus familias no armaron el escándalo cuando sucedió y acusaron a los culpables a las autoridades cuando era más fácil probar el crimen. ¿Por qué ese largo silencio? Esto no justifica a los clérigos culpables, pero despierta la sospecha en los intereses que manejan los abogados para apoderarse de una buena tajada del erario de la Iglesia católica.

Además, la mayoría de los pederastas cometieron sus crímenes contra muchachos varones. Eso significa que eran sacerdotes homosexuales. La tolerancia a los homosexuales creció en los seminarios a partir de los años 50 y, sobre todo, después del Concilio Vaticano II. Creo que fue un grave error.

Unos cuantos aspectos interesantes apunta Gerardo Martinez-Solanas:

1.-En la inmensa mayoría de los abusos reportados cometidos por sacerdotes contra menores se refiere a niños varones, es decir que no cabe otra definición que la de pederastia homosexual. Yo no veo cómo es posible otra interpretación, pese a lo que digan muchos especialistas al respecto.

2.-El celibato es una decisión personal, de dedicación total, que no se aplica solo a los hombres, pues también las religiosas son célibes. Lo que sí sería conveniente es que existiera la posibilidad, analizando caso por caso, de que los sacerdotes casados pudieran volver a ministrar y que se contemplara la posibilidad de ordenar hombres casados que ya ejerzan como diáconos. Existe el precedente de los sacerdotes anglicanos que se han reunido a la Iglesia de Roma.

Aprovecho para señalar que coincido con Alberto Müller cuando afirma: "Si los católicos no actúan como verdaderos misioneros de la obra de Dios, la Iglesia está en peligro de convertirse en una burocracia acomodada -bien vestida y perfumada- pero que no atrae vocaciones ni conversos, porque desprecia a los no creyentes, a los divorciados, a los pobres, a los jóvenes que usan condones, a los donantes de embriones y a los homosexuales."