“Basta: herir a una mujer es ultrajar a Dios”
Su llegada anunciaba un movimiento reformador en la Iglesia
Fue un hito al convertirse en el primero en muchos aspectos. Fue el primer pontífice latinoamericano, primero no europeo desde Gregorio III, fallecido en el Siglo VIII; primer jesuita en gobernar la iglesia católica y el primero también en elegir como nombre
Francisco, símbolo de humildad, servicio y reforma, fiel al espíritu de San Francisco de Asís.
Aún convaleciente de una infección respiratoria y aunque por su estado de salud la Santa Sede prefería prudencia, hizo su última aparición pública este domingo para la bendición Urbi et Orbi recorriendo la plaza de San Pedro para saludar a las decenas de miles de fieles que allí se congregaban. Fue su acto de despedida. Hasta el final.
Publicó
motu propio, Vos estis lux mundi (
Ustedes son la Luz del Mundo), un compendio de reglas para erradicar los abusos sexuales cometidos por miembros de la Iglesia católica contra menores de edad y personas vulnerables.
Comprometido con el ser humano sin tener en cuenta su ideología, y cercano a los más débiles, nos enseñó a vivir los valores del Evangelio con fidelidad, valentía y amor universal, especialmente en favor de los más pobres y marginados.
Fue un revulsivo para muchos que no lo entendieron. Para la mayoría de los creyentes, sin embargo, será recordado como un líder con sensibilidad pastoral que trató de reconectar a la Iglesia con lo esencial de la fe cristiana.
Que su memoria nos siga inspirando a construir un mundo más justo y más fraterno.
Descanse en Paz.
Partido Demócrata Cristiano de Cuba
21 de abril de 2025