Matices de un día histórico
- Miguel Saludes
- Topic Author
- Offline
- Moderator
- Posts: 144
- Thanks: 16
Matices de un día histórico
22 Dec 2014 22:58
El amanecer del 17 de diciembre del 2014 llegó con sorpresivas noticias para Cuba y Estados Unidos. Una jornada señalada por muchos medios y personalidades políticas como histórica. La liberación inmediata de Alan Gross y de un agente cubano al servicio de Estados Unidos que llevaba dos décadas en prisión coincidió con la no menos inesperada liberación de los tres agentes de la Red Avispa que cumplían condenada en Estados Unidos. No serían las únicas novedades del día en el que se cruzaron las coincidencias del calendario: fiesta de San Lázaro, cumpleaños del Papa Francisco, uno de los artífices de los acuerdos y el inicio de las fiestas de Hanukkah que acogerán al recién liberado Gross en el seno familiar.
En pocas horas la avalancha noticiosa se desencadenó tras sendas intervenciones pronunciadas al unísono. Mientras el presidente Barack Obama daba a conocer un paquete de medidas en las que destacan el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Cuba, el General Raúl Castro notificaba el intercambio de Gross y los agentes cubanos. Aunque en sus palabras Castro evitó abordar detalles de los acuerdos logrados con la contraparte norteamericana sí se pronunció elogiosamente sobre el paso de Obama, dejando entrever que se abren posibilidades hasta ahora selladas no solo en las relaciones entre los enemigos irreconciliables sino en temas espinosos como derechos humanos y comunicaciones.
Los hechos se veían venir desde hace un tiempo en declaraciones y gestos. El silencio ante la petición de asilo de Snowden, el apretón de manos durante las exequias de Mandela, los mensajes llevados entre Washington y La Habana por mandatarios latinoamericanos (Santos o Mujica), la cadena de editoriales del New York Time y en particular las palabras de Bill Clinton acerca un posible cambio positivo de relaciones-con levantamiento de embargo incluido- si Cuba liberaba a Gross-, hacían predecir que algo se barruntaba. El desenlace lo confirma.
Muchos acusan a Obama injustamente de ceder al chantaje que se facilitó en el 2009. Muchos no quisieron reconocerlo entonces. La carta jugada por el gobierno cubano a la figura del contratista tenía visos de triunfo desde que fue astutamente apostada. Norteamericano de pura cepa, judío de religión y con una edad poco recomendable para una larga estadía en prisión. Las presiones sobre el mandatario debieron ser muy fuertes tomando en cuenta la importancia del lobby hebreo y su capacidad de maniobrar cuando uno de los suyos o sus intereses se ponen en juego. Son dignos de admirar por ello.
Los críticos de Obama señalan que el presiente ha cedido demasiado sin esperar nada por parte de La Habana. Una afirmación dudosa cuando se sabe que los acuerdos proclamados son fruto de 18 meses de intensos intercambios y conversaciones secretas. Es notorio, por ejemplo, que ni siquiera Maduro estuviera al tanto de lo que se cocinaba siendo sorprendido por las noticias en plena reunión de Mercosur.
Los reclamos de que Cuba debería primero dar pasos que justifique cualquier apertura obvian una realidad poco creíble para algunos e insuficiente para otros, pero que cobra peso a los ojos de la comunidad internacional incluyendo los medios informativos de Estados Unidos. A pesar de los recientes actos represivos verificados en la Isla y las detenciones de disidentes, en su mayoría los casos no culminan en juicios condenatorios o largas reclusiones. Por otra parte se da la imagen sobre una relajación en materia de control de información. La salida de 14 y Medio saludada como primera publicación independiente en la Isla, entre otros hechos, maquillan la rigidez en el rostro el castrismo.
El problema de la oposición, más sensible para el régimen, parece lograr algunos visos de permisividad y reconocimiento tácito cuando la mayoría de los opositores y disidentes salen al exterior, manifiestan sus posturas y definen posiciones para después ingresar de nuevo a la Isla sin mayores consecuencias. Deben señalarse los encuentros de algunos de ellos con el propio presidente Obama. La gama de sus mensajes varía desde las peticiones aperturistas hasta los que apelan incluso el endurecimiento del embargo contra el gobierno cubano.
En cuanto a los apuntes sobre restricciones económicas y religiosas en la Isla, estos se hacen cada vez más engorroso debido a los cambios verificados en esas materias durante los últimos años. Más difícil resultan las alegaciones que colocan a Cuba como país patrocinador del terrorismo. Las mismas topan con dos hechos contradictorios. El primero gira en torno al papel de Cuba, garante junto a Noruega de las negociaciones de paz entre el gobierno colombiano y las FARC con sede en La Habana. El otro evento sin conexiones aparentes, trae referencias al asunto. En el mimo día en que se anuncian estos acuerdos en la Unión Europea dejan fuera de la lista de organizaciones terroristas a Hamas. Si la facción palestina no es terrorista cabe reflexionar como queda el caso cubano comparativamente hablando.
La manera abrupta en que se produjeron los hechos del 17 de diciembre puede ser el indicativo del cierre de un ciclo con la inminencia de la partida definitiva del Comandante en la gloria de su promesa del Volverán cumplida. A esto seguiría la realidad de la vieja nomenclatura a punto de hacer mutis del panorama, justamente en los dos años que le restan a la legislatura de Obama. Espacio en el que pueden ocurrir nuevos eventos que justifiquen las concesiones del gobierno norteamericano y la posibilidad de implementar nuevos gestos. Aunque ellos sirvan a la nueva generación heredera del poder ya no existirán los mismos compromisos con el pasado, a pesar de lo que ahora se sostenga acerca de la conservación de purezas ideológicas. Las trasformaciones, aún dentro del sistema unipartidista bajo identidad revolucionaria, terminarán por extenderse a todos los aspectos de la sociedad cubana.
El proceso trasformador no puede desvincularse de otro fenómeno que ocurre en el lado norte del Estrecho. Se trata del creciente influjo de una nueva generación de emigrantes (o exiliados) y sus descendientes nacidos en suelo norteamericano, marcados por otros intereses e ideas. Los enfrentamientos verbales escenificados por estos días en Miami denotan dos vertientes. El anticastrismo vertical de las patadas y el fuego aniquilador como mejor solución para el problema de Cuba (cuyas imágenes han sido difundidas con esmero por los medios locales) encuentra como antagonista el lenguaje moderado y conciliador de los que en considerable número apoyan las medidas aperturistas de Obama en un exilio divido.
No obstante lo que importa en todo este estruendo noticioso va sobre el objetivo real de las nuevas medidas y cambios, plausibles si con ellas se consigue dar un vuelco a décadas de enfrentamiento improductivo. Otra cosa es si los giros son en definitiva dictados por la justa razón de ganar derechos y libertades para los cubanos como pueblo o si se trata de un arreglo destinado a favorecer intereses económicos de grupos privados o de estrategia para la alta política. Solo el tiempo lo dirá.
En pocas horas la avalancha noticiosa se desencadenó tras sendas intervenciones pronunciadas al unísono. Mientras el presidente Barack Obama daba a conocer un paquete de medidas en las que destacan el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Cuba, el General Raúl Castro notificaba el intercambio de Gross y los agentes cubanos. Aunque en sus palabras Castro evitó abordar detalles de los acuerdos logrados con la contraparte norteamericana sí se pronunció elogiosamente sobre el paso de Obama, dejando entrever que se abren posibilidades hasta ahora selladas no solo en las relaciones entre los enemigos irreconciliables sino en temas espinosos como derechos humanos y comunicaciones.
Los hechos se veían venir desde hace un tiempo en declaraciones y gestos. El silencio ante la petición de asilo de Snowden, el apretón de manos durante las exequias de Mandela, los mensajes llevados entre Washington y La Habana por mandatarios latinoamericanos (Santos o Mujica), la cadena de editoriales del New York Time y en particular las palabras de Bill Clinton acerca un posible cambio positivo de relaciones-con levantamiento de embargo incluido- si Cuba liberaba a Gross-, hacían predecir que algo se barruntaba. El desenlace lo confirma.
Muchos acusan a Obama injustamente de ceder al chantaje que se facilitó en el 2009. Muchos no quisieron reconocerlo entonces. La carta jugada por el gobierno cubano a la figura del contratista tenía visos de triunfo desde que fue astutamente apostada. Norteamericano de pura cepa, judío de religión y con una edad poco recomendable para una larga estadía en prisión. Las presiones sobre el mandatario debieron ser muy fuertes tomando en cuenta la importancia del lobby hebreo y su capacidad de maniobrar cuando uno de los suyos o sus intereses se ponen en juego. Son dignos de admirar por ello.
Los críticos de Obama señalan que el presiente ha cedido demasiado sin esperar nada por parte de La Habana. Una afirmación dudosa cuando se sabe que los acuerdos proclamados son fruto de 18 meses de intensos intercambios y conversaciones secretas. Es notorio, por ejemplo, que ni siquiera Maduro estuviera al tanto de lo que se cocinaba siendo sorprendido por las noticias en plena reunión de Mercosur.
Los reclamos de que Cuba debería primero dar pasos que justifique cualquier apertura obvian una realidad poco creíble para algunos e insuficiente para otros, pero que cobra peso a los ojos de la comunidad internacional incluyendo los medios informativos de Estados Unidos. A pesar de los recientes actos represivos verificados en la Isla y las detenciones de disidentes, en su mayoría los casos no culminan en juicios condenatorios o largas reclusiones. Por otra parte se da la imagen sobre una relajación en materia de control de información. La salida de 14 y Medio saludada como primera publicación independiente en la Isla, entre otros hechos, maquillan la rigidez en el rostro el castrismo.
El problema de la oposición, más sensible para el régimen, parece lograr algunos visos de permisividad y reconocimiento tácito cuando la mayoría de los opositores y disidentes salen al exterior, manifiestan sus posturas y definen posiciones para después ingresar de nuevo a la Isla sin mayores consecuencias. Deben señalarse los encuentros de algunos de ellos con el propio presidente Obama. La gama de sus mensajes varía desde las peticiones aperturistas hasta los que apelan incluso el endurecimiento del embargo contra el gobierno cubano.
En cuanto a los apuntes sobre restricciones económicas y religiosas en la Isla, estos se hacen cada vez más engorroso debido a los cambios verificados en esas materias durante los últimos años. Más difícil resultan las alegaciones que colocan a Cuba como país patrocinador del terrorismo. Las mismas topan con dos hechos contradictorios. El primero gira en torno al papel de Cuba, garante junto a Noruega de las negociaciones de paz entre el gobierno colombiano y las FARC con sede en La Habana. El otro evento sin conexiones aparentes, trae referencias al asunto. En el mimo día en que se anuncian estos acuerdos en la Unión Europea dejan fuera de la lista de organizaciones terroristas a Hamas. Si la facción palestina no es terrorista cabe reflexionar como queda el caso cubano comparativamente hablando.
La manera abrupta en que se produjeron los hechos del 17 de diciembre puede ser el indicativo del cierre de un ciclo con la inminencia de la partida definitiva del Comandante en la gloria de su promesa del Volverán cumplida. A esto seguiría la realidad de la vieja nomenclatura a punto de hacer mutis del panorama, justamente en los dos años que le restan a la legislatura de Obama. Espacio en el que pueden ocurrir nuevos eventos que justifiquen las concesiones del gobierno norteamericano y la posibilidad de implementar nuevos gestos. Aunque ellos sirvan a la nueva generación heredera del poder ya no existirán los mismos compromisos con el pasado, a pesar de lo que ahora se sostenga acerca de la conservación de purezas ideológicas. Las trasformaciones, aún dentro del sistema unipartidista bajo identidad revolucionaria, terminarán por extenderse a todos los aspectos de la sociedad cubana.
El proceso trasformador no puede desvincularse de otro fenómeno que ocurre en el lado norte del Estrecho. Se trata del creciente influjo de una nueva generación de emigrantes (o exiliados) y sus descendientes nacidos en suelo norteamericano, marcados por otros intereses e ideas. Los enfrentamientos verbales escenificados por estos días en Miami denotan dos vertientes. El anticastrismo vertical de las patadas y el fuego aniquilador como mejor solución para el problema de Cuba (cuyas imágenes han sido difundidas con esmero por los medios locales) encuentra como antagonista el lenguaje moderado y conciliador de los que en considerable número apoyan las medidas aperturistas de Obama en un exilio divido.
No obstante lo que importa en todo este estruendo noticioso va sobre el objetivo real de las nuevas medidas y cambios, plausibles si con ellas se consigue dar un vuelco a décadas de enfrentamiento improductivo. Otra cosa es si los giros son en definitiva dictados por la justa razón de ganar derechos y libertades para los cubanos como pueblo o si se trata de un arreglo destinado a favorecer intereses económicos de grupos privados o de estrategia para la alta política. Solo el tiempo lo dirá.
Reply to Miguel Saludes
Moderators: Miguel Saludes, Abelardo Pérez García, Oílda del Castillo, Ricardo Puerta, Antonio Llaca, Efraín Infante, Pedro S. Campos, Héctor Caraballo
Time to create page: 0.369 seconds