Clon de Generación Y en Hialeah en apoyo a dictadura cubana
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Clon de Generación Y en Hialeah en apoyo a dictadura cubana
18 Oct 2014 20:55
Sin odios ni rencores, el sugerente título que encabeza el blog de una joven cubano americana residente en Miami, ha saltado al debate público por estos días. Yadira Escobar, su autora, irrumpe abruptamente en el espacio mediático miamense a través de polémicas opiniones sobre el exilio cubano y las realidades de la isla. Entrevistas en el programa La tarde se mueve o intervenciones críticas en otros medios, locales y externos, provocan reacciones encontradas sobre sus polémicas opiniones. La más reciente de sus diatribas estuvo enfilada por partida doble contra la labor de la página Cubanet publicada desde Miami y las opiniones de un bloguero disidente que publica en Cuba.
Un amigo me envió algunos videos de la controversial Yadira. Él cree que la joven está “de ingreso”. Veo los materiales propuestos y otros que no estaban en la lista. Al final no puedo compartir la preocupación de mi entrañable conocido, al que puedo señalar de compañero, colega o… camarada.
Comienzo por la historia entre tierna y patética que Yadira conforma con elementos incongruentes, tremebundos e inexactos mezclados en un todo. Primero quiere mostrar que ella reconoce la dureza totalitaria de la Cuba que dejó en 1994 cuando apenas contaba seis años. La anécdota de los zapaticos amarillos de esta Nemesia de Hialeah, ilustra la violencia policial desatada contra su familia. Incluso su memoria prodigiosa grabó el apellido del agente (Cifuentes) quien la tomó en vilo por sus piernitas para arrancarle el único calzado que poseía. Un incidente que según nos narra la joven provocó un derrame cerebral a su mamá, presuntamente en estado de gravidez en aquellos momentos.
Gracias a Dios y a la medicina cubana la mujer rebasó trauma y enfermedad. Parió felizmente para poco después salir de Cuba junto a toda la progenie en el programa de refugiados políticos. Un detalle que no puede faltar y que Yadira resalta con particular atención para demostrar que ella no es cualquier tipo de emigrante. No vino en balsa, ni pasó por terceros países buscando tierras de libertad o ganó el bombo de la lotería. Yadira pertenece a la estirpe de los perseguidos políticos lo cual le confiere una autoridad por encima de tantos otros que no soportaron el rigor de la situación política y económica en la Isla. Claro que ese detalle tampoco aporta una credibilidad completa púes es bien sabido lo controversial que pueden resultar ciertos historiales disidentes y la aplicación del estatus de refugio político. Por eso nos recrea desde su blog el currículo opositor de su padre, que remonta a principios de 1984. Una fecha en la que en Cuba los únicos disidentes destacados estaban en las filas del Presidio Político o en un incipiente Comité de Derechos Humanos que muchos pudimos conocer cuando Radio Martí comenzó a emitir hacia la Isla.
Luego todo se va tejiendo en este entramado cuyos errores poco importan porque no está hecho para los que puedan desentrañar sus falsas costuras. El mensaje y el objetivo resultan obvios. Se trata de demostrar que una nueva generación, para señas de esa misma que se autodenomina Generación Y (ella se nombra Yadira) está en el exilio, con ideas propias y renovadas. Sin rencores ni odios apostando por el cambio de ropajes que el régimen cubano se apresta a estrenar.
Baste comprobar el lenguaje de esta muchacha que para nada es tonta aunque sí demuestre una egolatría tremenda. Con una dicción muy cercana a las actrices de Telemundo la cubano americana de Hialeah se refiere a la realidad de su país de origen con una propiedad y argumentos que ni ella misma domina. Hay que superar momentos amargos en la vida de cada uno (ella ya nos expuso el suyo) y vivir con coraje hacia adelante. No se trata de olvidar sino ver que pasó (para ver que ocurrió lo primero es mantener la memoria histórica de lo pasado). Cuba no necesita cambios políticos (me suena el mensaje). Los intransigentes del exilio, grupitos con influencia (el subrayado es mío) cuentan con recursos para hacer esos cambios a “su manera”.
Yadira les recuerda a estos desmemoriados que la nueva generación de Cuba sí quiere algo y está claro qué es lo quiere: una nación en la que quepa el amplio abanico de pensamiento que tienen todos los cubanos. Un deseo que personaliza en un Tú, Él y Ella ambiguos olvidando mencionar el Nosotros que corresponde a un abarcador conjunto de los que componen una sociedad aunque piensen diferente. Se aventura en una clase didáctica de historia y filosofía. De la utopía de Tomás Moro salta a la retórica sobre un pasado del que ella no parece conocer mucho, para decirnos que en Cuba no vale la experiencia democrática. Allí ya se experimentó la democracia y fracasó. Tanto como el capitalismo y el comunismo que incluye en la olla de los fracasos, no sea que la acusen de izquierdista.
Pero si en algo pudiera estar de acuerdo con Yadira es que en Cuba apenas tuvimos democracia. No obstante en el breve tiempo en que esta funcionó parió una de las Constituciones más adelantadas del mundo con el consenso y la colaboración de los pensamientos más variados. La jornada de ocho horas, la licencia de maternidad paga y unos artículos que después servirían de base a la Declaración Universal de Derechos Humanos, salieron de esa democracia infantil que apenas contaba con 40 años vividos en república. Casi nada en la historia política de una nación poco más que centenaria, que entre dictaduras y gobiernos irregulares ha visto pasar setenta primaveras.
El ataque al blog de Yusnaby (otro de la generación Y pero en este caso residente en Cuba) al que acusa falta de patriotismo saca la faz contradictoria de Yadira. Invitada en el programa El espejo cuestiona a uno de los panelistas el hecho de haber sido crítico con la dictadura cubana en su propio terreno. Ahora Yadira increpa de anti patriotas a los que, como Yusnaby, ejercen la crítica en la propia Isla. Igual de manido resulta su ataque sobre los periodistas que desde Cuba y en Cubanet escriben realidades y opiniones propias del país donde ellos viven.
Yadira que ha ido a Cuba de visita coloca en su colección de videos y obras de arte de su creación un mensaje muy claro y nada sutil. Las cadenas que en el exilio parecen reflejar opresión reaparecen en la escenografía de la Isla como símbolo del resguardo de libertades y soberanía. Con el Morro de fondo la joven vestida de rojo (no se si por aquello de estar bien con Changó y el Comunismo) lanza el mensaje de que lo más importante que tiene Cuba es su soberanía y que allí nadie puede imponer modelos diferentes. Consejos tal vez, al estilo de un amiguete bonachón al que se le puede soportar la admonición que discurre entre los oídos y el arco de Belén. Desde el Malecón se remite a Chibás (¿Eduardo quizás?) para anunciar que Cuba está destinada a tener un brillante futuro. Invita a los destinatarios de su material proselitista a ir a la isla caribeña y comprobar con sus propios ojos esa sorpresa en clave futurista que ella descubrió.
Y al final se entiende que los verdaderos receptores de los mensajes de este clon hecho a la medida de los que mandan a 90 millas de Miami, con silueta y peinado parecido a la de otra bloquera que vive en la capital cubana, no es otro que el componente juvenil de emigrados y estudiantes norteamericanos que puedan ser ganados desde La Habana en busca de potenciar un cambio político positivo hacia el régimen de Raúl Castro. No creo que sea otro el verdadero papel del personaje representado por Yadira Escobar que ni es tonta, ni está loca de atar e interpreta a partir de un guión bien elaborado. Una campaña que por estos días coincide con otros temas en boga y que prefiero dejar para próximos artículos.
Un amigo me envió algunos videos de la controversial Yadira. Él cree que la joven está “de ingreso”. Veo los materiales propuestos y otros que no estaban en la lista. Al final no puedo compartir la preocupación de mi entrañable conocido, al que puedo señalar de compañero, colega o… camarada.
Comienzo por la historia entre tierna y patética que Yadira conforma con elementos incongruentes, tremebundos e inexactos mezclados en un todo. Primero quiere mostrar que ella reconoce la dureza totalitaria de la Cuba que dejó en 1994 cuando apenas contaba seis años. La anécdota de los zapaticos amarillos de esta Nemesia de Hialeah, ilustra la violencia policial desatada contra su familia. Incluso su memoria prodigiosa grabó el apellido del agente (Cifuentes) quien la tomó en vilo por sus piernitas para arrancarle el único calzado que poseía. Un incidente que según nos narra la joven provocó un derrame cerebral a su mamá, presuntamente en estado de gravidez en aquellos momentos.
Gracias a Dios y a la medicina cubana la mujer rebasó trauma y enfermedad. Parió felizmente para poco después salir de Cuba junto a toda la progenie en el programa de refugiados políticos. Un detalle que no puede faltar y que Yadira resalta con particular atención para demostrar que ella no es cualquier tipo de emigrante. No vino en balsa, ni pasó por terceros países buscando tierras de libertad o ganó el bombo de la lotería. Yadira pertenece a la estirpe de los perseguidos políticos lo cual le confiere una autoridad por encima de tantos otros que no soportaron el rigor de la situación política y económica en la Isla. Claro que ese detalle tampoco aporta una credibilidad completa púes es bien sabido lo controversial que pueden resultar ciertos historiales disidentes y la aplicación del estatus de refugio político. Por eso nos recrea desde su blog el currículo opositor de su padre, que remonta a principios de 1984. Una fecha en la que en Cuba los únicos disidentes destacados estaban en las filas del Presidio Político o en un incipiente Comité de Derechos Humanos que muchos pudimos conocer cuando Radio Martí comenzó a emitir hacia la Isla.
Luego todo se va tejiendo en este entramado cuyos errores poco importan porque no está hecho para los que puedan desentrañar sus falsas costuras. El mensaje y el objetivo resultan obvios. Se trata de demostrar que una nueva generación, para señas de esa misma que se autodenomina Generación Y (ella se nombra Yadira) está en el exilio, con ideas propias y renovadas. Sin rencores ni odios apostando por el cambio de ropajes que el régimen cubano se apresta a estrenar.
Baste comprobar el lenguaje de esta muchacha que para nada es tonta aunque sí demuestre una egolatría tremenda. Con una dicción muy cercana a las actrices de Telemundo la cubano americana de Hialeah se refiere a la realidad de su país de origen con una propiedad y argumentos que ni ella misma domina. Hay que superar momentos amargos en la vida de cada uno (ella ya nos expuso el suyo) y vivir con coraje hacia adelante. No se trata de olvidar sino ver que pasó (para ver que ocurrió lo primero es mantener la memoria histórica de lo pasado). Cuba no necesita cambios políticos (me suena el mensaje). Los intransigentes del exilio, grupitos con influencia (el subrayado es mío) cuentan con recursos para hacer esos cambios a “su manera”.
Yadira les recuerda a estos desmemoriados que la nueva generación de Cuba sí quiere algo y está claro qué es lo quiere: una nación en la que quepa el amplio abanico de pensamiento que tienen todos los cubanos. Un deseo que personaliza en un Tú, Él y Ella ambiguos olvidando mencionar el Nosotros que corresponde a un abarcador conjunto de los que componen una sociedad aunque piensen diferente. Se aventura en una clase didáctica de historia y filosofía. De la utopía de Tomás Moro salta a la retórica sobre un pasado del que ella no parece conocer mucho, para decirnos que en Cuba no vale la experiencia democrática. Allí ya se experimentó la democracia y fracasó. Tanto como el capitalismo y el comunismo que incluye en la olla de los fracasos, no sea que la acusen de izquierdista.
Pero si en algo pudiera estar de acuerdo con Yadira es que en Cuba apenas tuvimos democracia. No obstante en el breve tiempo en que esta funcionó parió una de las Constituciones más adelantadas del mundo con el consenso y la colaboración de los pensamientos más variados. La jornada de ocho horas, la licencia de maternidad paga y unos artículos que después servirían de base a la Declaración Universal de Derechos Humanos, salieron de esa democracia infantil que apenas contaba con 40 años vividos en república. Casi nada en la historia política de una nación poco más que centenaria, que entre dictaduras y gobiernos irregulares ha visto pasar setenta primaveras.
El ataque al blog de Yusnaby (otro de la generación Y pero en este caso residente en Cuba) al que acusa falta de patriotismo saca la faz contradictoria de Yadira. Invitada en el programa El espejo cuestiona a uno de los panelistas el hecho de haber sido crítico con la dictadura cubana en su propio terreno. Ahora Yadira increpa de anti patriotas a los que, como Yusnaby, ejercen la crítica en la propia Isla. Igual de manido resulta su ataque sobre los periodistas que desde Cuba y en Cubanet escriben realidades y opiniones propias del país donde ellos viven.
Yadira que ha ido a Cuba de visita coloca en su colección de videos y obras de arte de su creación un mensaje muy claro y nada sutil. Las cadenas que en el exilio parecen reflejar opresión reaparecen en la escenografía de la Isla como símbolo del resguardo de libertades y soberanía. Con el Morro de fondo la joven vestida de rojo (no se si por aquello de estar bien con Changó y el Comunismo) lanza el mensaje de que lo más importante que tiene Cuba es su soberanía y que allí nadie puede imponer modelos diferentes. Consejos tal vez, al estilo de un amiguete bonachón al que se le puede soportar la admonición que discurre entre los oídos y el arco de Belén. Desde el Malecón se remite a Chibás (¿Eduardo quizás?) para anunciar que Cuba está destinada a tener un brillante futuro. Invita a los destinatarios de su material proselitista a ir a la isla caribeña y comprobar con sus propios ojos esa sorpresa en clave futurista que ella descubrió.
Y al final se entiende que los verdaderos receptores de los mensajes de este clon hecho a la medida de los que mandan a 90 millas de Miami, con silueta y peinado parecido a la de otra bloquera que vive en la capital cubana, no es otro que el componente juvenil de emigrados y estudiantes norteamericanos que puedan ser ganados desde La Habana en busca de potenciar un cambio político positivo hacia el régimen de Raúl Castro. No creo que sea otro el verdadero papel del personaje representado por Yadira Escobar que ni es tonta, ni está loca de atar e interpreta a partir de un guión bien elaborado. Una campaña que por estos días coincide con otros temas en boga y que prefiero dejar para próximos artículos.
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