La entrevista de Alfi Fanjul en el Washington Post -por su dimensión mediática- ha reavivado las dos visiones estratégicas tradicionalmente distintas sobre Cuba que se debaten en el exilio cubano.
Permítanme los dos involucrados, por el respeto y la amistad sincera que les profeso, mis comentarios puntuales:
Sylvia Iriondo con su acostumbrada vehemencia expone la visión dura y tradicional de una gran parte del exilio cubano que apoya el embargo norteamericano contra Cuba y defiende el aislamiento de la isla.
Alfi Fanjul, como anteriormente Carlos Saladrigas, entre otros, han expuesto una visión más flexible de estímulo a la inversión privada en la isla, siempre exigiendo garantías jurídicas en ello, para impulsar una transición pacífica hacia la democracia en Cuba y un proceso de reconciliación entre todos los cubanos.
La visión dura o tradicional busca limitar los viajes de cubanos y norteamericanos a la isla, el envío de remesas y los intercambios culturales. A su vez que insiste en mantener a toda costa el embargo comercial de más de medio siglo a Cuba y no cree viable un proceso de reconciliación entre todos los cubanos, que incluya el régimen castrista.
La visión más flexible opina todo lo contrario, por lo que defienden los viajes, las remesas, los intercambios, el fin del embargo y un proceso de reconciliación entre los cubanos, como el acaecido en la Suráfrica de Nelson Mandela.
Pienso que estas dos visiones antagónicas, con un poco de comprensión podrían ser complementarias, porque ambas buscan el mismo fin de que la libertad, la prosperidad y la democracia regresen a Cuba.
Como los dos son amigos y me siento amigo de los dos, me atrevo a sugerir que se eviten los ataques personales, porque eso sólo beneficia a los que oprimen al pueblo cubano. También sugiero que no se use el argumento de los mártires, porque los muertos duelen y pertenecen a todos, a los duros y a los flexibles.
Recordemos como dice la Biblia, ‘que los muertos entierren a sus muertos’, mientras nosotros estamos obligados a respetarlos y mantenerlos vivos en nuestra memoria.
¿Cómo sabemos nosotros si los muertos, de estar vivos, no defenderían una u otra posición? Yo al menos no lo sé.
Me ofrezco humildemente a mediar para un encuentro amistoso entre Alfi y Sylvia, porque sé con plena convicción, que ambos honestamente buscan el mismo fin de liberar a Cuba. Los quiero y respeto a los dos... Alberto Muller