La privacidad se muere si la supeditamos al Estado
- Alberto Müller
- Topic Author
- Offline
- Moderator
- Posts: 52
- Thanks: 3
La privacidad se muere si la supeditamos al Estado
04 Nov 2013 15:25
No es el problema de si los gobiernos amigos o menos amigos se espíen entre sí, porque se han espiado siempre. El principal debate debe centrarse en saber si el Gran Hermano (El Estado) tiene el derecho de violar la privacidad del ciudadano -masivamente a su anotjo- o de si sigue siendo ese ciudadano el portador de la libertad de expresión, incluyendo a la prensa, los que juntos verdaderamente tienen el derecho de investigar los designios del Gran Hermano y sus parecidos.
Ese es el verdadero debate. Si invertimos la ecuación y el Estado es el que supervisa los respiros y la intimidad del individuo, que es la persona humana con su dignidad inmanente, entonces nos vamos pareciendo más a Stalin y a Hitler, que a Ronald Reagan y John F. Kennedy. Y esto es sumamente grave para Estados Unidos.
Parece que no ha sido suficiente el autoritarismo totalitario de los Soviets contra el individuo, cuyo sistema se derrumbó finalmente a un alto costo humano de 12 millones de personas sacrificadas en campos de concentración, torturas y paredones de muerte.
No pretendemos hacer comparaciones irritantes y también distantes realmente, los Estados Unidos no se parecen en nada a la Rusia totalitaria, pero no nos olvidemos que aquella locura represiva de los Soviets de Stalin empezó por controlar al individuo y supeditarlo al Estado.
Claro, es cierto que con el Siglo XXI ha llegado otro fenómeno complejo con la aparición del Gran Hermano Terrorista de la Yihad y de Al Qaeda, que además de atentar salvajemente contra la individualidad del mundo islámico, extiende su violencia masiva indiscriminada contra toda la sociedad del mundo occidental.
Para la Yihad terrorista ya no es matar al enemigo, matar a su esposa e hijos, torturarlos salvajemente, como hacían Stalin y Hitler.
Ahora es estrellar unos aviones contra las Torres Gemelas en Nueva York, o poner bombas en trenes, escuelas y maratones deportivos, como el de Boston, para que la muerte sea abundante, repulsiva y global, sin excluir a niños y ancianos.
¡Vaya el nuevo Gran Hermano, en este caso de origen musulmán, que aunque una minoría exigua dentro de ese mundo maravilloso del profeta Mahoma y del Corán, no necesita tanto del espionaje individual porque asesinan masivamente y con una desvergüenza poco común!
Definitivamente la privacidad se muere, si no somos capaces de protegerla por su valor intrínsecamente humano y si la seguimos supeditando a esa sed insaciable de información del Estado y de sus organismos de inteligencia.
Proteger la privacidad personal es crucial y determinante, porque con ello garantizamos la libertad humana. No caigamos en la falacia de algunos con el pretexto de la seguridad a ultranza, y de que Estados Unidos cambie su faz abierta, generosa y solidaria de iniciativas privadas, por un rictus nervioso autoritario de Gran Hermano que nos vigila y escucha masivamente, típico del espionaje y de la represión burda de los totalitarismos.
La conclusión más importante de las informaciones de The Guardian y The New York Times sobre las filtraciones de Edward Snowden y el programa de recolección de llamadas conducido por la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) es que el volumen de penetración en territorio estadounidense y en otros países, en cuanto a escuchas y vigilancia, fue excesivo, masivo e innecesariamente incisivo.
Fue tan excesiva la extensión de las escuchas, que ahora la Administración del presidente Obama, está decidida a establecer controles más estrictos, al igual que algunos miembros moderados del Congreso de los Estados Unidos.
Ese sería un primer paso de racionalidad sobre el control arbitrario de la privacidad. Lamentablemente el debate se ha desviado hacia el problema de los Gobiernos amigos que se espían entre sí. Ese no es el tema neurálgico, pues esos gobiernos siempre se han espiado de una y otra forma, con más o menos intensidad.
Lo prioritario a garantizar es la privacidad del ciudadano y no limitar el poder de la prensa para que investigue los excesos de autoridad del Estado.
La solución está en la libertad, en la privacidad y en la investigación racional e inteligente de los organismos de inteligencia centrada en los centros y en los individuos activos dentro de las organizaciones del terrorismo.
No decimos que no se investigue a los sospechosos, pero si rechazamos que se investiguen las líneas telefónicas de los periodistas de la AP, de Verizon y las entradas y salidas de los puertos del Internet.
No hace falta tanto, porque el mayor antídoto para neutralizar el autoritarismo y los terrorismos, es el ejercicio sensato, sano e inteligente de la libertad. No equivoquemos el camino...
Ese es el verdadero debate. Si invertimos la ecuación y el Estado es el que supervisa los respiros y la intimidad del individuo, que es la persona humana con su dignidad inmanente, entonces nos vamos pareciendo más a Stalin y a Hitler, que a Ronald Reagan y John F. Kennedy. Y esto es sumamente grave para Estados Unidos.
Parece que no ha sido suficiente el autoritarismo totalitario de los Soviets contra el individuo, cuyo sistema se derrumbó finalmente a un alto costo humano de 12 millones de personas sacrificadas en campos de concentración, torturas y paredones de muerte.
No pretendemos hacer comparaciones irritantes y también distantes realmente, los Estados Unidos no se parecen en nada a la Rusia totalitaria, pero no nos olvidemos que aquella locura represiva de los Soviets de Stalin empezó por controlar al individuo y supeditarlo al Estado.
Claro, es cierto que con el Siglo XXI ha llegado otro fenómeno complejo con la aparición del Gran Hermano Terrorista de la Yihad y de Al Qaeda, que además de atentar salvajemente contra la individualidad del mundo islámico, extiende su violencia masiva indiscriminada contra toda la sociedad del mundo occidental.
Para la Yihad terrorista ya no es matar al enemigo, matar a su esposa e hijos, torturarlos salvajemente, como hacían Stalin y Hitler.
Ahora es estrellar unos aviones contra las Torres Gemelas en Nueva York, o poner bombas en trenes, escuelas y maratones deportivos, como el de Boston, para que la muerte sea abundante, repulsiva y global, sin excluir a niños y ancianos.
¡Vaya el nuevo Gran Hermano, en este caso de origen musulmán, que aunque una minoría exigua dentro de ese mundo maravilloso del profeta Mahoma y del Corán, no necesita tanto del espionaje individual porque asesinan masivamente y con una desvergüenza poco común!
Definitivamente la privacidad se muere, si no somos capaces de protegerla por su valor intrínsecamente humano y si la seguimos supeditando a esa sed insaciable de información del Estado y de sus organismos de inteligencia.
Proteger la privacidad personal es crucial y determinante, porque con ello garantizamos la libertad humana. No caigamos en la falacia de algunos con el pretexto de la seguridad a ultranza, y de que Estados Unidos cambie su faz abierta, generosa y solidaria de iniciativas privadas, por un rictus nervioso autoritario de Gran Hermano que nos vigila y escucha masivamente, típico del espionaje y de la represión burda de los totalitarismos.
La conclusión más importante de las informaciones de The Guardian y The New York Times sobre las filtraciones de Edward Snowden y el programa de recolección de llamadas conducido por la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) es que el volumen de penetración en territorio estadounidense y en otros países, en cuanto a escuchas y vigilancia, fue excesivo, masivo e innecesariamente incisivo.
Fue tan excesiva la extensión de las escuchas, que ahora la Administración del presidente Obama, está decidida a establecer controles más estrictos, al igual que algunos miembros moderados del Congreso de los Estados Unidos.
Ese sería un primer paso de racionalidad sobre el control arbitrario de la privacidad. Lamentablemente el debate se ha desviado hacia el problema de los Gobiernos amigos que se espían entre sí. Ese no es el tema neurálgico, pues esos gobiernos siempre se han espiado de una y otra forma, con más o menos intensidad.
Lo prioritario a garantizar es la privacidad del ciudadano y no limitar el poder de la prensa para que investigue los excesos de autoridad del Estado.
La solución está en la libertad, en la privacidad y en la investigación racional e inteligente de los organismos de inteligencia centrada en los centros y en los individuos activos dentro de las organizaciones del terrorismo.
No decimos que no se investigue a los sospechosos, pero si rechazamos que se investiguen las líneas telefónicas de los periodistas de la AP, de Verizon y las entradas y salidas de los puertos del Internet.
No hace falta tanto, porque el mayor antídoto para neutralizar el autoritarismo y los terrorismos, es el ejercicio sensato, sano e inteligente de la libertad. No equivoquemos el camino...
Reply to Alberto Müller
- Marta Menor
- Offline
- Moderator
- Posts: 98
- Thanks: 3
- Gerardo E. Martínez-Solanas
- Offline
- Moderator
- Posts: 821
- Thanks: 76
Re: Re: La privacidad se muere si la supeditamos al Estado
01 Sep 2014 17:43
Efectivamente, la función del Estado es la de "defender" más que la de "imponer". Defender los derechos y utilizar su poder coactivo únicamente para impedir los abusos, las trampas y la miseria en la que pueden sumirse algunos sectores de la población debido a circunstancias fortuitas o accidentales. Por supuesto que, al defender los derechos, defiende también la seguridad de sus gobernados. La defiende de quienes quieren violarlos, como hacen los delincuentes y los terroristas de toda especie con sus métodos violentos y delictivos.
Esta obligación primordial de "defender" es la que garantiza el bien común y el respeto a los "derechos". Pero el Estado no tiene autoridad alguna por encima de la sociedad civil que gobierna para suspender unilateralmente esos derechos, salvo en casos muy puntuales, breves y limitados de emergencia nacional. El Poder Ejecutivo, como uno de los tres poderes del Estado, tiene una función "administrativa" y no es el que hace las leyes ni tampoco el que las interpreta. Su única función respecto a las leyes es defenderlas para que la labor del Poder Judicial sea efectiva. La vigilancia indiscriminada de la población sin motivaciones judiciales que la justifiquen de conformidad con las leyes y las garantías constitucionales, ES una herramienta dictatorial.
Este tema tiene muchos aspectos y aristas que merecen análisis y recomiendo a los lectores que lean también el aporte de Miguel Saludes bajo el título " La ambivalente lucha de Snowden contra la vigilancia informática "
Esta obligación primordial de "defender" es la que garantiza el bien común y el respeto a los "derechos". Pero el Estado no tiene autoridad alguna por encima de la sociedad civil que gobierna para suspender unilateralmente esos derechos, salvo en casos muy puntuales, breves y limitados de emergencia nacional. El Poder Ejecutivo, como uno de los tres poderes del Estado, tiene una función "administrativa" y no es el que hace las leyes ni tampoco el que las interpreta. Su única función respecto a las leyes es defenderlas para que la labor del Poder Judicial sea efectiva. La vigilancia indiscriminada de la población sin motivaciones judiciales que la justifiquen de conformidad con las leyes y las garantías constitucionales, ES una herramienta dictatorial.
Este tema tiene muchos aspectos y aristas que merecen análisis y recomiendo a los lectores que lean también el aporte de Miguel Saludes bajo el título " La ambivalente lucha de Snowden contra la vigilancia informática "
Reply to Gerardo E. Martínez-Solanas
Moderators: Miguel Saludes, Abelardo Pérez García, Oílda del Castillo, Ricardo Puerta, Antonio Llaca, Efraín Infante, Pedro S. Campos, Héctor Caraballo
Time to create page: 0.361 seconds