Atacar a Siria sería un error estratégico de Obama
- Alberto Müller
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Atacar a Siria sería un error estratégico de Obama
10 Sep 2013 14:01
Nadie pone en dudas la matanza genocida del presidente Bachar al Asad, al atacar con armas químicas el barrio oposicionista de Ghuta en Damasco, la capital Siria, que provocó la cifra de 1,429 civiles muertos, entre los que se incluyen 400 niños. ¡Un verdadero acto de barbarie contemporáneo!
Para entender la guerra civil en Siria hay que tener en cuenta que su territorio y su población están divididos en dos grandes grupos religiosos, la minoría alauí (de origen chiita), a la que pertenecen el Gobierno genocida de Al Asad, que desde el exterior reciben el apoyo de Rusia, del grupo terrorista Hezbolá y de los Ayatolas iraníes; y la otra parte del país de trascendencia religiosa sunita, que representa el 80% de la población, a la que pertenece el Ejército Sirio de Liberación (ESL), conformado por militares profesionales disidentes del gobierno sirio, más los grupos terroristas alrededor del Frente Al Nusra, una filial siria de Al Qaeda que dirige Al Zawahri, el mentor intelectual de Bin Laden.
La comunidad internacional, la Liga Árabe, la Organización del Atlántico Norte (OTAN) y posiblemente una mayoría del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, con la excepción de Rusia y China, condenan enfáticamente la matanza química de Al Asad en Damasco.
Ante este escenario, Estados Unidos no debe asumir el papel de policía del mundo, porque ni le corresponde, ni la Organización de Naciones Unidas se lo ha concedido, ni le asienta bien políticamente en un conflicto civil tan complejo y de tantas aristas terroristas, porque en ambas partes de la colisión o guerra civil, hay sectores muy cercanos a las tácticas y a los tejidos de Al Qaeda.
Para Estados Unidos existen opciones más efectivas que las de atacar directamente a Siria por el genocidio reciente de Bachar el Asad en Damasco, como, en primera instancia, apoyar las acciones que determine la Liga Árabe. Segundo, ayudar efectiva y masivamente al Ejército Sirio Libre (ESL) en las diferentes zonas liberadas en territorio sirio, que son unas cuantas. Tercero, solicitar una condena moral enérgica en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas por la matanza de civiles y niños en Damasco.
Hace diez años el presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, atacó a Irak con el pretexto de que el dictador Saddam Hussein tenía armas de destrucción masiva, que finalmente nunca se encontraron. Todo resultó un fiasco mayúsculo que dañó el prestigio político y la moral de Estados Unidos, sin contar los dos mil millones de millones de dólares que costó la intervención y los cuatro mil soldados norteamericanos que perdieron sus vidas en el conflicto.
Pero este desastre en Irak, provocado por la acción unilateral de Estados Unidos ordenado por el presidente W. Bush, no sólo violó la carta constitutiva de la Organización de Naciones Unidas, sino más grave aún fue que rompió el equilibrio político-religioso del Cercano Oriente, entre Irán con sus Ayatolas chiitas e Irak con su gobierno de corte sunita. Inmediatamente los chiitas se apoderaron de Irak y la violencia crece por días en ese país.
Por todo lo anterior, es que parece un error mayúsculo que el presidente Barack Obama esté a las puertas de bombardear Siria sin el apoyo del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y sin el respaldo de la Liga Árabe, sólo para castigar el comportamiento criminal de Asad, cuando tiene a su mano opciones más razonables, beneficiosas y humanas que dañarían más al Gobierno sirio.
Cualquier acto del Gobierno estadounidense que lo convierta en el policía del mundo, representa abrogarse un derecho que sólo puede decidirlo el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. No nos extrañe que el ataque con armas químicas en Damasco, haya sido planificado por Asad y otros terroristas de la zona, como Hezbolá, para provocar la ira y la respuesta violenta de Estados Unidos y así exacerbar los ánimos contra Israel.
El mejor consejo para la Administración del presidente Obama, es que tome el camino de la moral y de la no violencia, para castigar al dictador sirio, Bachar el Asad, en el ángulo que más le duele, que es ayudando a los rebeldes sirios del Ejército Sirio de Liberación (ESL).
Para entender la guerra civil en Siria hay que tener en cuenta que su territorio y su población están divididos en dos grandes grupos religiosos, la minoría alauí (de origen chiita), a la que pertenecen el Gobierno genocida de Al Asad, que desde el exterior reciben el apoyo de Rusia, del grupo terrorista Hezbolá y de los Ayatolas iraníes; y la otra parte del país de trascendencia religiosa sunita, que representa el 80% de la población, a la que pertenece el Ejército Sirio de Liberación (ESL), conformado por militares profesionales disidentes del gobierno sirio, más los grupos terroristas alrededor del Frente Al Nusra, una filial siria de Al Qaeda que dirige Al Zawahri, el mentor intelectual de Bin Laden.
La comunidad internacional, la Liga Árabe, la Organización del Atlántico Norte (OTAN) y posiblemente una mayoría del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, con la excepción de Rusia y China, condenan enfáticamente la matanza química de Al Asad en Damasco.
Ante este escenario, Estados Unidos no debe asumir el papel de policía del mundo, porque ni le corresponde, ni la Organización de Naciones Unidas se lo ha concedido, ni le asienta bien políticamente en un conflicto civil tan complejo y de tantas aristas terroristas, porque en ambas partes de la colisión o guerra civil, hay sectores muy cercanos a las tácticas y a los tejidos de Al Qaeda.
Para Estados Unidos existen opciones más efectivas que las de atacar directamente a Siria por el genocidio reciente de Bachar el Asad en Damasco, como, en primera instancia, apoyar las acciones que determine la Liga Árabe. Segundo, ayudar efectiva y masivamente al Ejército Sirio Libre (ESL) en las diferentes zonas liberadas en territorio sirio, que son unas cuantas. Tercero, solicitar una condena moral enérgica en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas por la matanza de civiles y niños en Damasco.
Hace diez años el presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, atacó a Irak con el pretexto de que el dictador Saddam Hussein tenía armas de destrucción masiva, que finalmente nunca se encontraron. Todo resultó un fiasco mayúsculo que dañó el prestigio político y la moral de Estados Unidos, sin contar los dos mil millones de millones de dólares que costó la intervención y los cuatro mil soldados norteamericanos que perdieron sus vidas en el conflicto.
Pero este desastre en Irak, provocado por la acción unilateral de Estados Unidos ordenado por el presidente W. Bush, no sólo violó la carta constitutiva de la Organización de Naciones Unidas, sino más grave aún fue que rompió el equilibrio político-religioso del Cercano Oriente, entre Irán con sus Ayatolas chiitas e Irak con su gobierno de corte sunita. Inmediatamente los chiitas se apoderaron de Irak y la violencia crece por días en ese país.
Por todo lo anterior, es que parece un error mayúsculo que el presidente Barack Obama esté a las puertas de bombardear Siria sin el apoyo del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y sin el respaldo de la Liga Árabe, sólo para castigar el comportamiento criminal de Asad, cuando tiene a su mano opciones más razonables, beneficiosas y humanas que dañarían más al Gobierno sirio.
Cualquier acto del Gobierno estadounidense que lo convierta en el policía del mundo, representa abrogarse un derecho que sólo puede decidirlo el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. No nos extrañe que el ataque con armas químicas en Damasco, haya sido planificado por Asad y otros terroristas de la zona, como Hezbolá, para provocar la ira y la respuesta violenta de Estados Unidos y así exacerbar los ánimos contra Israel.
El mejor consejo para la Administración del presidente Obama, es que tome el camino de la moral y de la no violencia, para castigar al dictador sirio, Bachar el Asad, en el ángulo que más le duele, que es ayudando a los rebeldes sirios del Ejército Sirio de Liberación (ESL).
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