Los Casinos - Una Peligrosa Invasión

  • Martín N. Añorga
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Los Casinos - Una Peligrosa Invasión

29 Feb 2012 01:51
#5515
Nunca me imaginé que la ciudad de Miami iba a ser una sucursal de Las Vegas, o más bien, ya que está recostada al océano, la “Atlantic City” del sur. Hay que tener en cuenta que pertenezco a la primera generación de exiliados, los que cruzábamos la calle sin miedo a que nos arrollaran y caminábamos sin temor a que nos alcanzara una bala perdida.

Recuerdo los días en que South Beach era una hilera de hotelitos que en invierno se llenaban de ancianos que venían del frío norteño a disfrutar de nuestras playas. Eran tiempos en que nuestros compatriotas que trabajaban en ciudades un poco al sur de Canadá, venían a gozar de las imágenes que se les ofrecía de Cuba en los paisajes, las comidas, los amigos y parientes y los paseos por la zona del Parque Everglades y la visita obligada a los cayos. South Beach es hoy día el tramo más codiciado por las industrias de los bares, clubes y restaurantes caros. Presumo que no vamos a demorar en ver ese tramo bullicioso, anegado de escenarios musicales, y visitantes de todas las procedencias, adornado hasta el tope de tapetes verdes, y los ritmos cambiados por el tintineo de monedas que se deslizan por insaciables ranuras. El juego cambia la identidad del turismo. Ya no habrá espacio para que los jóvenes se diviertan sanamente ni para que los viejos dormiten bajo la sombra de un árbol frente al mar, sino para que los mafiosos y los tahúres se adueñen hasta del sol. La industria del juego es como la hiedra, una vez que se adhiere, crece y se arraiga de forma tenaz. El ejemplo lo tenemos en la Lotería de la Florida.

Después de varios intentos fallidos, el 4 de noviembre del año 1986 la Lotería fue electoralmente aprobada en la Florida, pero en términos tan imprecisos que hoy día tenemos decenas de sorteos y decenas de los llamados raspaditos que han invadido la mayoría de los más importantes comercios de la ciudad. Se anuncia a bombo y platillo que la Lotería ha dedicado miles de millones de dólares a la educación y a algún que otro programa social; pero de sus utilidades, de los salarios que ganan sus administradores y de los sitios donde se acumulan los fondos disponibles nunca se ha dicho una sola palabra. Siempre hemos afirmado que la administración del sistema de la Lotería es el secreto mejor guardado del estado. Nunca hemos sabido de legislador alguno en Tallahassee que haya tocado el tema. Creemos que la Lotería debe ofrecer un informe anual a la legislatura, y hacerlo conocer al público. ¿Quién nos asegura que con el juego organizado no sucederá lo mismo que sucede con la Lotería, a la que le dieron un dedo y se ha cogido los dos brazos?

La Cámara Hispana ha expresado su apoyo a los casinos, por ahora, un par de hoteles de lujo en la zona costera donde estuvieran enclavados los edificios de Miami Herald. Los legisladores en la capital, finalmente, después de la invasión de cabilderos y dólares invertidos en la “propaganda” han accedido a la aprobación de los mismos. ¿Por qué no han adoptado el mismo proceso electoral por el que pasó la Lotería? El argumento de que somos representados por los oficiales electos y que no existe la necesidad de una consulta popular tiene ciertos rasgos de veracidad; pero no cuando se tratan temas que afectan la constitucionalidad y tienden a cambiar la imagen de nuestras comunidades.

Recordamos los tiempos en que no se mencionaba ni siquiera la posibilidad de instalar casinos, no existían loterías, clubes nocturnos donde la desnudez, la violencia y la droga son males comunes. No había aglomeraciones del tránsito, ni multas opresivas, ni carestías insoportables. Miami era un paraíso tropical, y no hemos sido precisamente los cubanos los que lo hemos echado a perder. Lo cierto es, sin embargo, que nos han cambiado la cara de lo que considerábamos nuestro pueblo. Tenemos que decir la reiterada frase que señala que ”cualquier tiempo pasado fue mejor”.

Nuestra ciudad era literalmente una comunidad conservadora. Nos respetábamos, íbamos a los parques, nos sentábamos a las orillas del mar, visitábamos las playas de Key Biscayne sin pagar el peaje de $1.50 y dejábamos a los muchachos corretear sin miedo a que alguien les hiciera daño. Hoy vivimos tras las rejas que nosotros mismos nos hemos impuesto, miramos con desconfianza a los extraños y no conocemos a los vecinos que nos quedan al lado de donde vivimos, además de que se nos amenaza con la industria del juego de manera desafiante.

Lamentablemente el problema del juego es general. El Instituto para la Investigación Social de la Universidad de Michigan ha revelado que los estadounidenses, y particularmente los de origen hispano y asiático, invirtieron el año pasado en juegos de azar la astronómica cantidad de 50 mil millones de dólares, y que las dos terceras partes de la población participa de los juegos de azar. Si contamos el dinero que pasa por los casinos, la lotería y las apuestas nos tropezaríamos con la sorpresa de que cerca de cien mil millones de dólares, que han podido tener mejor destino, se gastan en estos negocios. Los Estados Unidos no tienen nada que envidiarle a la Rivera Francesa ni a los complejos negocios del juego en países como Mónaco.

Las familias que huyen de la presencia nociva de los juegos de azar, tarde o temprano serán alcanzadas por los mismos adonde quiera que se vayan. En nuestros vecindarios, en cualquier establecimiento abundan los “pegaditos” y las ventas de boletos de los diferentes sorteos de la lotería. Hemos visto a personas mayores, que seguramente disponen de muy limitados recursos, raspando tarjetas que cuestan varios dólares con una fruición casi patológica, probablemente dejando de comprar la medicina necesitada o los alimentos recomendados. Es sencillamente increíble que nos hayan implantado un casino en plena calle Flagler y otro en el centro de Hialeah, añadido el anuncio de que el imponente edificio de la calle 36 del “northwest” dedicado al Jai-Alai, se está convirtiendo en un mega centro de juegos de azar..

El sur de la Florida es la Meca de los cruceros. Nos dicen -nunca nos hemos aventurado a irnos en uno- que en los barcos rueda a borbotones el dinero en los casinos flotantes. Recuerdo a la señora que me decía, que “el viaje en un crucero es barato … si no juegas”. El problema es que en los cruceros el 92% de los adultos que viajan se gastan miles de millones de dólares en los juegos de azar.

El consuelo de muchos es que el juego nos traerá bonanza económica. Incidentalmente, comparto una información que acabamos de leer y es que Las Vegas es la cuarta ciudad más pobre de la nación, y en cuanto a Atlantic City hay que afirmar que los casinos se han “incautado” de una importante zona costera, aislándose de una comunidad plagada de desempleo y pobreza. La bonanza económica de los casinos se desliza hacia las bolsas insaciables de los jefes de la mafia y los tahúres profesionales. El pueblo no gana, sino que pierde en muchos sentidos. Quiebras, suicidios, problemas familiares, delincuencia y desplome moral son sus penosas utilidades.

“Miami es la joya de la corona para este mercado –refiriéndose a los casinos-, eso lo sabe todo el mundo”, dijo Nick Iarossi, cabildero de la corporación “Las Vegas Sands”, quien trabaja con los legisladores en compañía de otros representantes de la industria mundial delos juegos de azar. Ya han comprado los valiosos terrenos y se atreven a afirmar que en la isla Watson levantarán el edificio más alto del mundo, en el que habrá de todos los adelantos, sin que falten los más lujosos casinos del país.

Los cabilderos que promueven la industria del juego nos quieren vender la tesis de que los juegos de azar resolverán los problemas económicos del estado, y muchos de nuestros legisladores, “convenientemente” se adhieren a la dudosa promesa y abren las puertas al deterioro moral de nuestras tradicionales comunidades. Los casinos atraerán a nuestras costas a visitantes que no edificarán ni respetarán nuestros valores, y por ese camino la Florida dejará de ser “el estado del sol brillante” para convertirse en “el estado del deterioro humillante”.

Sí, nos han cambiado la cara de Miami. Ya no es la ciudad conservadora, con playas para el pueblo, limpio futuro para nuestra niñez y sosiego para nuestros adultos.. Yo prefiero la cara de ayer, la que sin cosméticos ni falsos oropeles nos ofrecía la sonriente bienvenida a un paraíso tropical. ¿La habremos perdido para siempre? La respuesta a esta pregunta me aterra.

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  • Gerardo E. Martínez-Solanas
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Re: Re:Los Casinos - Una Peligrosa Invasión

05 Mar 2012 20:12
#5578
Es alentador que se alcen voces honestas y decentes, como la del prestigioso Rev. Añorga para enfrentar este flajelo que encandila los ojos de muchos ciudadanos con una falsa promesa de bonanza para la comunidad del Sur de la Florida. No podemos prohibir el juego, pero tenemos que limitarlo para evitar que tan insidioso vicio compulsivo penetre a fondo en nuestra sociedad y la corroa.

Es alentador también que durante este fin de semana del 3 al 5 de febrero, los medios locales de prensa se hayan hecho eco de las opiniones de otros prestigiosos columnistas, cuyos argumentos contienen mucha información fidedigna sobre las consecuencias que provocaría la proliferación de casinos, salas de juego y otros medios de arrinuar a grandes sectores de nuestra sociedad.

Por eso exhorto a los lectores de este excelente aporte de Martín Añorga a que también lean los otros análisis que brindan otros argumentos contundentes que debemos tener en cuenta sobre este tema:

El trágico rostro de la adicción al juego
por Daniel Shoer Roth

Por qué me opongo a los casinos
por Carlos Trujillo

Los casinos: el primer “round” de doce
por Hellen Aguirre
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