Tiroteos masivos y asesinatos selectivos, sintomatología de una sociedad en estado crítico 

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Tiroteos masivos y asesinatos selectivos, sintomatología de una sociedad en estado crítico 

03 Oct 2025 21:31
#20412
El atentado  cometido contra personalidades políticas de Minnesota el pasado junio iniciaba una jornada estival que una nota de AP adelantaba " ardua ". A mediados de aquel mes la ex presidenta del congreso estatal, Melissa Hortman murió junto a su esposo en el tiroteo atribuido a un ciudadano identificado como Vance Boelter, pastor evangélico de 57 años. La acción, dirigida contra cuatro figuras prominentes del partido demócrata, quedó registrada como un hecho de “violencia política”. De las razones que impulsaron al autor del crimen apenas trascendieron algunos detalles poco claros en una carta escrita a manera de confesión poco antes  antes de ocurrir el suceso. Destacado como el primero de su tipo en iniciar la temporada veraniega, el acontecimiento no era una novedad. Justo un mes antes un individuo nombrado Cody Balmer , provocaba un incendio en la residencia de Josh Shapiro, gobernador de Pensilvania. El acto fue reportado por el mismo incendiario a los servicios de emergencia. En declaraciones a las autoridades dijo sentir odio hacia el político por sus opiniones sobre la guerra en Gaza y que con gusto le habría golpeado con un martillo, recordando aquel raro suceso que tuvo por escena el hogar de los Pelosi en 2022.  Balmer, de 38 años, presentaba un largo historial de problemas personales y financieros que incluía acusaciones de agresión a su esposa e hijos, así como intento de suicidio. La orden judicial señalaba que la “entonación y cadencia” mantenida por el detenido durante el interrogatorio sonaba como si estuviera “leyendo un guión”. 

Poco más se ha sabido en los meses siguientes de aquellos eventos, pero la saga de episodios sucedidos desde entonces puede haber contribuido a la difuminación de las noticias que les precedieron. La más reciente, de connotación abiertamente política, aún escuece en la piel social de la nación y fuera de sus fronteras. El asesinato de Charlie Kirk ,  la imagen de su muerte ocurrida en directo durante la transmisión del evento que presidia en una universidad de Utah, permanece latente en la mente de millones de seguidores horrorizados ante el crimen. Alrededor de este hecho sangriento y abominable se han suscitado comentarios controversiales venidos de personas que se suponen están libres del lastre que significa la intolerancia. Se verifican opiniones que justifican y hasta celebran lo ocurrido, cargando incluso la responsabilidad sobre la víctima a la que acusan de retrógrada e intolerante. De nuevo se acude a la estigmatización para marcar con el epíteto de fascista al destinatario de unas balas cuyos casquillos llevaban impresa de manera incoherente la frase " ¡Oye fascista! ¡Atrápalo! ". Hechos preocupantes que deberían llamar a una reflexión oportuna sobre los límites a los que se está llegando en una sociedad donde la violencia se impone en todos los ámbitos, dejando poco espacio a la  confrontación civilizada de la opinión, mientras que por el contrario figuras políticas, medios de comunicación, redes sociales  y ciudadanos en general, expresan criterios viciados por falta de rigor, desconocimiento histórico (no pocas veces consciente), sectarismo  y actitudes fanáticas con las buscan mantener sus posturas.  

Los seguidores de Kirk coinciden mayoritariamente en señalar la capacidad que poseía para el debate, una virtud en peligro de extinción. Su eslogan “convénceme si estoy equivocado” atraía la atención  de simpatizantes y detractores, quienes acudían a sus encuentros para discutir sobre temas polémicos en un debate donde se daba prioridad a los que defendían el punto de vista contrario a los del ponente, algo que confirma un artículo de CNN publicado bajo la firma de Van Jones .  Sobre las reacciones surgidas al calor del crimen, Vance critica la manera en que la muerte del activista ha sido utilizada para atizar más violencia, recordando que esa no era la manera en que Charlie Kirk gestionaba los desacuerdos, sino que por el contrario presionaba buscando más conversación, descartando el silenciamiento o la censura. “Él presionó por más civilidad, no más estridencia o veneno” subraya el periodista en el escrito donde cuenta como una discusión mantenida con Kirk sobre el asesinato de una mujer blanca de origen ucraniano conectado con asuntos raciales, derivó o en una propuesta para un programa donde invitaba a Vance a mantener una conversación respetuosa sobre el tema crimen y raza.  “...Seré un caballero, y sé que tú también lo serás. Podemos discrepar sobre estos temas de forma amistosa”, recuerda el periodista del mensaje que da título a su artículo.

Pocas fuentes han hecho un análisis abarcador sobre lo ocurrido, sin ir mucho más allá del trasfondo confrontativo en el que se enfrascan derechas y liberales de izquierda, enzarzados en condenarse mutuamente. Destaca el que hicieran Lorenzo Ramirez y el Dr. Cesar Vidal en el programa el Gran Reseteo emitido el pasado 13 de septiembre, poniendo la mirada en aspectos que no quedan centrados en las pasiones levantadas entre adeptos y críticos de la actual administración de la Casa Blanca. Y aunque algunos acusen de conspiracionismo toda argumentación que pretenda indagar en datos y detalles sombreados por dudas y sospechas, resulta inquietante descubrir que no falta razón a los que apuestan por el esclarecimiento  profundo que se apunta de conspiranoia.   Y ciertamente no resulta difícil adscribir la tendencia conspirativa desde el momento en que el mundo que nos rodea está plagado de poderes que se construyen desde la intriga, el engaño y la elaboración de guiones con los que buscan lograr el dominio absoluto para su beneficio organismos y personajes al servicio de intereses oscuros, el de industria armamentista entre los principales. Resulta evidente el paralelismo entre lo ocurrido en Utah y aquel intento fallido en Pensilvania contra el entonces candidato presidencial Donald Trump. El silencio en que ha quedado rodeado en muchos aspectos aquel suceso y su ejecutor, marcan diferencias.  Pero las similitudes entre la manera de actuar de los protagonistas resultan apreciables. Igual ocurre con la negligente seguridad en eventos celebrados al aire libre donde el foco estaba centrado sobre personalidades de reconocido calibre político y proyecciones polémicas, capaces de levantar pasiones en temas espinosos.  Para dar razones a los que visionan con mayor alcance del que se vende en las noticias, trascienden algunos aspectos relacionados con las posturas de Kirk sobre Israel, Gaza o el compromiso incondicional del gobierno norteamericano con su aliado en el Medio Oriente. Resaltan también sus opiniones adversas a la confrontación con Irán  y sobre la política de apoyo a Ucrania, país al que se negó a viajar cancelando una cita previamente planificada. No es extraño el aluvión de mensajes publicados en redes ucranianas celebrando su asesinato, reacciones omitidas por igual en la mayoría de medios de derecha e izquierda. 

Resulta llamativo que el disparo mortal haya coincidido precisamente con el momento en el que Kirk respondía al cuestionamiento de un participante sobre el apoyo al derecho de portar armas acorde a la enmienda constitucional que lo respalda. El diálogo aparece en la crónica publicada por BBC ( -"¿Sabe cuántos tiroteos masivos ha habido en Estados Unidos en los últimos 10 años? -¿Contando o sin contar la violencia de las pandillas? pregunta Kirk. Instantes después, se oye el disparo…)  Esto cuando se han producido hechos ligados a esta peculiaridad del modo de vida norteamericano y que no pocos críticos del asesinado han utilizado para en cierto modo justificar su muerte, en consonancia con el comentario atribuido a un afamado artista que al parecer colocó en las redes el estribillo del conocido son cubano que reza “el que siembra su maíz que se coma su pilón”, en referencia al suceso sangriento. No puede escapar finalmente un aspecto que ya no podrá verificarse y es el futuro prominente que tenía por delante Charlie Kirk, quien con solo 31 años había logrado alcanzar notoriedad pública suficiente como para abrirse camino hacia una carrera política en la que no podría descartarse la apuesta presidencial. Una persona abierta al debate, de ideas conservadoras pero flexible a escuchar opiniones opuestas y capaz de manifestar cierta independencia sobre el influjo de intereses, bien pudiera causar preocupaciones a los que calculan con perspectiva futurista. 

Pero más allá de cuestiones relacionadas con esta etapa marcada por el retorno de un Donald Trump apabullante y que al parecer no estaba en los cálculos de sus antagonistas, vale tener en cuenta la realidad de una sociedad enferma de violencia, marcada por la intolerancia y aquejada de múltiples problemas. Una situación que ya no queda circunscrita al interior de las fronteras estadounidenses y que prácticamente se extiende como lacra por todo el planeta. El hecho más reciente ocurrido en Estados Unidos, sin aparentes nexos políticos, tuvo lugar el pasado 28 de agosto cuando un joven de 23 años disparó contra niños de una escuela católica en momentos en que estos se encontraban orando en la iglesia adyacente al centro, con el saldo de dos vidas inocentes. Un incidente que remite a otros ocurridos en recintos escolares de diferentes estados. En este caso el autor, Robin Westman, identificado como un miembro de la comunidad trans, había colgado en Youtube un manifiesto donde expresaba su odio hacia niños, judíos, cristianos, Trump y Dios, en una mezcolanza descabellada en la que el cuestionamiento divino - "¿Crees en Dios?", "¿Dónde está tu Dios?"- era seguido por una divisa condenatoria tomada como meta: "¡Matar a Donald Trump!"  Refiriéndose al suceso, el Secretario de Salud Robert F. Kennedy Jr, apuntaba que este tipo de eventos resultan inéditos en la historia de la humanidad. "No hubo ningún momento en el pasado en el que la gente entrara en una iglesia o en un aula y empezara a disparar a la gente. Y realmente no está ocurriendo en otros países. Está ocurriendo aquí, y tenemos que examinar a todos los posibles culpables que puedan estar contribuyendo a ello." Una apreciación no muy exacta puesto que actos peores se vieron en décadas pasadas en las masacres genocidas bajo el ropaje étnico en Ruanda y Bosnia Herzegovina, por citar dos casos. Más que señalamientos faltan soluciones que pongan freno a esta realidad cuasi pandémica. Se propone por el contrario incrementar la disponibilidad de armamento al alcance de civiles, llegando a pedir la eliminación de las llamadas "zonas libres de armas", incluyendo escuelas. Se torna a la propuesta de que maestros y personal docente porten armas de fuego para prevenir ataques y que se impongan limitaciones a quienes tengan diagnosticado trastornos mentales o de personalidad, como los relativos a identidad sexual, transexuales en específico, basado esto último en cierto estudio de la FDA donde se demuestra que “los bloqueadores de la pubertad aumentan la depresión y los pensamientos suicidas". (El acceso al artículo en cuestión “ Cómo alguien puede cometer tiroteo masivo ” donde aparece la referencia a los bloqueadores de pubertad y sus efectos adversos ha sido eliminado en Yahoo) 

La mentalidad inestable capaz de llevar a la peligrosidad extrema, no puede relacionarse solo a temas de identidad sexual, raza, preferencias políticas o esquemas preestablecidos de carácter individual o razones puntuales. Hace poco escuchaba de manera incidental una conversación entre dos señores de edad avanzada, cubanos y blancos. Uno de ellos manifestaba haber estado a un segundo de caerle a tiros a alguien por motivos que no alcancé  a escuchar.  “-Estuve a nada de desgraciarme la vida”, decía el anciano reconociendo el esfuerzo de contención que lo puso a salvo de tomar una iniciativa homicida. Es lo mismo que ocurre en los llamados hechos de “furia al timón”, discusiones en el seno familiar o en celebraciones que terminan en desenlaces mortales sobre todo cuando se tiene a mano un arma de fuego. Dicen que no son aquellas las que matan sino quienes las portan.  Una sentencia cierta sólo en parte. Las personas matan y lo hacen con mayor facilidad, sin tener tiempo a reflexionar, cuando disponen de la herramienta letal para hacerlo. Y no ocurre solo con un determinado tipo de individuos, ni siquiera están exentos los que se suponen seguros por tener mayor control, entrenamiento adecuado, historial limpio o una edad en la que no cabe esperarse peligrosidad. No pocas veces basta con un cuchillo, como demostró el horrendo asesinato de la joven ucraniana en Charlotte. Un crimen que según fuentes familiares pudo haberse evitado si se hubieran tomado las medidas pertinentes con el asesino, aquejado de esquizofrenia y con un extenso récord criminal pero que estaba en la calle. El ejemplo que desmitifica la suficiencia de un expediente garante de confiabilidad llegó desde Houston, Texas, donde un hombre hispano ultimó de manera alevosa y cobarde a un niño de apenas 11 años, porque este había tocado la puerta de su casa en una especie de broma que se ha vuelto viral, pero que no es nueva. En Cuba muchos no estaríamos haciendo el cuento hoy por juegos como este si la reacción de los afectados hubiera sido la misma. El asesino en cuestión, Gonzalo León , resultó ser un veterano militar que estuvo desplegado en Afganistán como soldado de infantería y que posteriormente pasó a integrar la Guardia Nacional en el estado donde reside. Finalmente saltó a las noticias el video que recoge el arsenal reunido por un pequeño de trece años residente en Seattle con el que planificaba cometer una masacre en su escuela. El hecho, no muy difundido, trascendió a través de un video donde se aprecia la cantidad de armas en posesión del niño y  que provoca la interrogante sobre su entorno familiar y la posible falta de atención responsable. 


Por estos días en la Florida entró en vigor la disposición de que cualquier persona que cuente con licencia para portar armas pueda llevarla sin ocultar. Aunque se avisa de que las autoridades policiales estarán atentas a los portadores, evitando que estos hagan una exhibición “indecorosa” de dichos implementos, resulta inviable saber quienes de los que lleven las armas al estilo del viejo Oeste tengan un pleno equilibrio mental que asegure la fiabilidad de que no cometerán delitos mortales como los que suelen aparecer en las noticias de cada día, con muertes provocadas por la criminalidad de asaltos, robos o asuntos relacionados a la delincuencia, pero que también pueden tener por origen frustraciones de todo tipo capaces de provocar la salida del monstruo que la gente lleva consigo. El hecho de que un arma sea mucho menos costosa que una medicina, la renta de un mes en el lugar más humilde o la comida que se consume solo en una compra de mercado, es una realidad que facilita el acceso a un instrumento peligroso, que de manera imprevista puede pasar a convertirse en protagonista mortal en situaciones violentas. Esto con el agravante de un caldo de cultivo social donde resulta fácil encontrar potenciales asesinos, con posibilidad de ser captados y dirigidos sin siquiera llegar al reclutamiento personal. Basta poner la semilla en el sitio adecuado, el abono eficaz de una propaganda machacona  o el aliento insuflado a través de redes oscuras, dedicadas a encontrar el oído receptivo capaz de interiorizar el mensaje y ponerlo en práctica. De tener éxito quedarán referidos al accionar de lobos solitarios, desequilibrados dispuestos a convertirse en kamikazes en busca de notoriedad pública o la gloria eterna. Al final todos, víctimas y victimarios, sufren las consecuencias de una sociedad inmersa en una crisis que está haciendo metástasis en su organismo. El síntoma de violencia que la invade es un llamado de alerta sobre el grave estado en que se encuentra el paciente y la urgencia de terapia adecuada que le ayude a recobrar su salud. Un tratamiento que debe excluir el suministro indiscriminado de armas. 
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