Donald Trump a un paso de cerrar las cortinas del escenario bélico ucraniano
- Miguel Saludes
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Donald Trump a un paso de cerrar las cortinas del escenario bélico ucraniano
28 Mar 2025 21:22
“…Gracias por enviarme. Le confieso que desde que se inició la guerra, la guerra mediática es tan fuerte, que llevan a la gente a dudar de todo. Escuchándolo, termina uno por apoyar el pretexto de Rusia para invadir a un país pequeño y soberano. Así que, en medio de tanta confusión, prefiero atenerme a los hechos y el enorme conflicto e impacto que tiene para el mundo la agresión rusa. Saludos …”
La nota anterior, acuse de recibo de un escrito enviado a una persona en Cuba sobre el conflicto en Ucrania en sus inicios, resume en pocas palabras la percepción falseada que prevalece respecto a una situación que estuvo cerca de derivar en catástrofe, gracias a la activa concurrencia de numerosos intereses implicados. La manipulación política y mediática ha sido constante en un proceso dedicado a establecer una narrativa acorde a los propósitos de las partes involucradas en esa guerra que nunca debió iniciar, alentada por círculos que ayudaron a desatarla de manera irremediable, sin que aquellos que aparentemente estaban al margen pusieran empeño para evitarla. Por el contrario, no pocos se convirtieron en los fogoneros dedicados a atizar las brasas de un fuego en el que se cocinaban sus ambiciones, como ya se va descubriendo, sin que importara el coste de vidas, la destrucción de países y el riesgo de que se produjera un desastre de consecuencias incalculables para Europa y la Humanidad. Con esa posibilidad jugaron inescrupulosamente grupos políticos, militares y económicos occidentales, los de Estados Unidos incluidos. Para ellos ese escenario se convirtió en una oportunidad a la que había que sacar el máximo de provechos, propósito acusado desde un inicio por el presidente húngaro Víktor Orbán . Precisamente el secretario de Defensa del gabinete Biden llegó a calificar esta contienda de “ maratón ” para el que prometía apoyo a largo plazo. La llegada de Donald Trump a la presidencia en segunda ocasión, colocó en un serio aprieto las pretensiones de estos buitres de la guerra en sus planes de alargar la mortífera ‘carrera de fondo’, respecto a la que Trump siempre afirmó nunca hubiera empezado bajo su mandato y que pudo terminar casi al comienzo mediante un pacto negociado .
La discusión escenificada entre el Donald Trump, el vicepresidente J.D. Vance y Vladimir Zelenski el pasado 28 de febrero puso en evidencia lo que muchas voces llevaban diciendo desde hacía un tiempo. Resultó llamativa la reacción de no pocos simpatizantes de Trump, que ante los señalamientos hechos por el republicano pusieron el grito en el cielo en defensa de la contraparte ucraniana. Pero, y siempre con la aclaración de mis distancias con el actual mandatario por el que he votado en esta ocasión, el polémico Trump y su vice tuvieron la razón en la mayoría de sus observaciones. Destaca la crítica a manera de tarjeta amarilla sacada por Vance al huésped, para amonestarle su presencia activa durante un acto de campaña presidencial norteamericana, acompañando a Kamala Harris en un evento de la agenda organizada por los demócratas, como muestra de apoyo del ucraniano a la candidatura de Harris frente a su rival. Un detalle que no puede ser cargado solo sobre los hombros del invitado, puesto que los anfitriones a la cita de la OTAN celebrada en Washington por aquellos días fueron mucho más locuaces dando preferencias explicitas a la fórmula encabezada por Biden, entonces todavía presente en las papeletas electorales. Siguiendo esa misma consideración de justa equidad es bueno recordar que tampoco Zelenski ha sido el único ni el mayor responsable de lo ocurrido. De hecho, se debe recuperar para la memoria que Ucrania y Rusia estuvieron a un paso de sentarse ante una mesa de negociaciones a pocas semanas de comenzada la guerra. Israel y Turquía aparecían entre los garantes de aquellas conversaciones frustradas tras la aparición inesperada del primer ministro británico Boris Johnson . Se asegura que el político inglés era portador de un mensaje del presidente demócrata norteamericano inhibiendo a los ucranianos concretar el inicio de aquella tentativa. Pero no fue esta la única propuesta conciliadora que no terminó por prosperar. Le siguió la del presidente mexicano Manuel López Obrador con la creación de un comité de paz avalado por el Consejo de Seguridad de la ONU. "Se trata de buscar con urgencia un acuerdo para detener la guerra en Ucrania y lograr una tregua de cuando menos cinco años entre las naciones y dedicar ese tiempo para enfrentar los grandes problemas económicos y sociales que aquejan y atormentan a los países del mundo", señalaba López Obrador quien no obstante dejaba entrever su pesimismo en cuanto que la propuesta fuera desechada por presiones perversas de quienes sacaban partido con este trance, la industria bélica principalmente. Efectivamente el esfuerzo fue rechazado por Kiev donde lo catalogaron de “ utilitarista ”. Tampoco fue acogido el pronunciamiento de alto al fuego solicitado desde el Vaticano por el Papa Francisco, en este caso porque Zelenski consideró de inútil un esfuerzo que no conduciría a la paz. Igual suerte corrió el presidente brasileño Lula da Silva con su proposición de crear un grupo de negociones pacíficas entre Rusia y Ucrania, que de alguna manera recogía lo que siempre ha puesto sobre la mesa Donald Trump como vía de salida y cierre del enfrentamiento. Aquel “Zelenski es tan responsable como Putin”, criterio de Lula recogido por la prensa que luego el autor modeló de acuerdo con el curso cambiante de los acontecimientos, y que los mismos medios irían matizando a conveniencia, perfilaba de manera clara la compostura asumida por los que llevaban el peso del enfrentamiento en su porfía por mantenerlo.
Son varios los aspectos a desatacar en la discusión escenificada de manera descarnada ante las cámaras y micrófonos de los reporteros presentes en el encuentro en la Casa Blanca. Sin cortes ni rectificaciones Trump puso en claro aspectos esenciales que se sabían, pero que han sido maquillados unos y ocultados otros por muchas de las agencias noticiosas de las que presenciaban el altercado. Uno de estos apuntes hechos por el presidente norteamericano tocó la situación que enfrenta Ucrania en el frente de batalla y que no puede tacharse de falsedad. Se trata de la manera en que están siendo reclutados los jóvenes, muchos de ellos adolescentes de ambos sexos, para ser llevados al combate. Las noticias que apenas recogen las corporaciones noticiosas que mal cubren este contexto, omiten esas levas efectuadas de manera sorpresiva a las salidas de discotecas, escuelas y centros de trabajo. Reclutamientos que no excluyen enfermos mentales y minusválidos. Uno de los más mediáticos ocurrió en días recientes con un hombre lisiado de sus dos piernas citado nuevamente para ir a combatir y que a pesar de su impedimento fue dado como apto para el regreso a la carnicería. Tampoco se ha podio ocultar el escándalo de certificados emitidos por dinero para evitar el alistamiento, un suceso que involucró médicos y funcionarios de altas esferas de gobierno. Cabe destacar la actitud de ciertos estados vecinos que manifestaron la disposición de repatriar a nacionales ucranianos acogidos en sus territorios. En Polonia el gobierno del presidente Donald Tusk declaró su intención para cumplir con el requerimiento que le hacían sus amigos de Kiev para devolver a quienes estaban en edad apta de reclutamiento en su país de origen. El ministro de defensa polaco justificaba esta aquiescencia argumentando que muchos polacos se indignaban cuando veían a jóvenes ucranianos en los cafés. Quizás alguno de estos establecimientos fuera propiedad de emprendedores provenientes de la nación vecina, de acuerdo a un censo realizado a un millón de negocios por el gobierno polaco en 2023, revelando el dato de que cada diez empresas creadas en el país báltico en ese año, una pertenecía a ucranianos. Poco probable que la mayoría de ellos estuviera en disposición de regresar para ir a pelear. Una actitud comprensible hasta para ciudadanos el país anfitrión. En el centro de refugiados ucranianos de Varsovia una señora opinaba que devolver a hombres en edad de combatir no tenía sentido. "Los que eran patriotas, los que podían luchar, ya están allí. Los que se quedan son los que no se ven empuñando un arma, los que no se imaginan matando a nadie, o simplemente tienen miedo". Es lo que deben creer aquellos que a riesgo de sus vidas atraviesan fronteras para escapar de una guerra en la que no creen. Ocurre con muchos que escapan de otros conflictos irracionales en diversas partes del mundo. Y nadie habla de regresarles al infierno. Justo se pudo apreciar en el equipo de refugiados que compitió en las Olimpiadas de París con integrantes huidos de conflagraciones en Etiopía, Eritrea, Afganistán o Siria, por citar algunas.
Y aunque no fue enfático Trump sobre el gasto multimillonario del que se presume el empleo poco transparente de una gran cantidad de dinero y recursos asignados, sí lo fue para destacar el peligroso juego del que Zelesnki se hizo parte situando al mundo al borde del precipicio nuclear. Una posibilidad de la que medios y políticos hablaban desde el comienzo de la confrontación sin tapujos ni sonrojos, como si a ellos no les fuera a afectar la ocurrencia de esa hecatombe. A finales del 2022 una revista dedicada a seguir los temas de enredos, chismes e interioridades de la farándula norteamericana colocó en su portada la imagen apocalíptica pronosticando el desenlace fatal. Los consumidores pasaban ante ella sin inmutarse, o siquiera prestarle atención. Una manera propagandística de ir preparando a las masas irreflexivas a convivir con la contingencia de confrontar el horror. Respondía aquella cobertura singular en primera plana a la alerta lanzada por el presidente Biden sobre el “ Armagedón ” que se avecinaba de acuerdo con amenazas rusas de responder de manera contundente a un ataque contra su territorio. Expresiones y llamados que se producían de manera coincidente a pocos meses de la intervención de George Soros en el encuentro de Davos celebrado en mayo de ese mismo año, en el que el magnate dijo que Ucrania podía marcar el inicio de la Tercera Guerra Mundial , en una predicción que estaba en la mente, y tal vez en el deseo, de personajes de su talante. Poco tiempo después Telemundo 51 difundía un reportaje del periodista Yunieski Ramírez, sobre una planta de construcción de refugios antiatómicos situada en Texas. El material exponía el incremento de solicitudes hechas por clientes dispuestos a pagar precios que oscilaban entre 200 a 400 mil dólares por contenedores adaptados para salvaguardar la vida de los compradores en caso del estallido nuclear. Para un encierro llevadero las estructuras estaban compartimentadas en dormitorios, recibidores, cocinas, comedores, salitas de lectura y baños, amueblados de manera conveniente y hasta con cierto lujo. Una muestra del desatino de una sociedad enajenada al extremo de pensar sobrevivir tras una calamidad de esa magnitud. Las acciones en este sentido se repitieron en varios escenarios y continúan apareciendo con cierta frecuencia hasta la actualidad. En Nueva York daban consejos a los pobladores de lo que debían hacer en medio de un bombardeo nuclear, en Finlandia los felices finlandeses agotaron en las farmacias las pastillas de yodo , algo que nunca ocurrió cuando el mundo se encontraba a merced de la rivalidad entre dos bloques antagónicos que hacían gala de su arsenal a manera disuasoria para evitar que se desatara una guerra de exterminio entre ambas partes. Recientemente Suecia y Alemania, otros dos países agraciados por la felicidad, emprendieron un inventario de sus cementerios con vistas a ampliar los sacros terrenos para una mayor acogida de inquilinos ante la inminencia de una guerra nuclear. Y en medio de esto Zelenski, quien apuntaba a Moscú para decir que se estaba preparando a los rusos para la eventualidad, daba el visto bueno a la reserva de artículos indispensables (vinos, ropa y comida) en caso de desastre, en su caso con un alcance más localista, reducido a la zona donde se encuentra la central nuclear de Zaporiyia.
Uno de los puntos estrellas prometidos por Donald Trump durante su campaña por el regreso a la presidencia era precisamente terminar la guerra en Ucrania. Decía entonces que lo haría al siguiente día de asumir el cargo. Una proyección muy optimista que no se ha cumplido aún a tres meses de su estancia en la oficina oval. Pero ciertamente hay que reconocerle que, si por una parte pecó de exagerado, el camino hacia el fin del conflicto está cobrando forma bajo su mando, algo que no parecía ser el objetivo de su contraparte demócrata, que auguraba un largo recorrido para el que no escatimaron enormes gastos, llegando a poner la meta de la paz en un punto casi inalcanzable. Al menos Trump bajó el listón haciendo posible avizorar luz en este pasadizo escabroso al que nos ha llevado la guerra de Ucrania. La “bronca” escenificada en la Casa Blanca, criticada por unos y aplaudida por otros, sirvió para dar celeridad al proceso. Mientras tanto hay otros detalles, no ajenos a este episodio, que han quedado fuera de la diatriba pero que no pueden quedar ignorados. Quiénes iniciaron esta saga, las razones que le animaron, su responsabilidad en hechos relativos que han sido silenciados o adaptados de manera turbia en favor de los que han manejado los entresijos de la trama. Temas ineludibles para la necesaria reconstrucción de la historia y su recuento desde el principio para buscar que no se repitan hechos similares, pero sobre todo para poner en evidencia la maquinaria de engaño y manipulación puesta en marcha como método de control social.
La nota anterior, acuse de recibo de un escrito enviado a una persona en Cuba sobre el conflicto en Ucrania en sus inicios, resume en pocas palabras la percepción falseada que prevalece respecto a una situación que estuvo cerca de derivar en catástrofe, gracias a la activa concurrencia de numerosos intereses implicados. La manipulación política y mediática ha sido constante en un proceso dedicado a establecer una narrativa acorde a los propósitos de las partes involucradas en esa guerra que nunca debió iniciar, alentada por círculos que ayudaron a desatarla de manera irremediable, sin que aquellos que aparentemente estaban al margen pusieran empeño para evitarla. Por el contrario, no pocos se convirtieron en los fogoneros dedicados a atizar las brasas de un fuego en el que se cocinaban sus ambiciones, como ya se va descubriendo, sin que importara el coste de vidas, la destrucción de países y el riesgo de que se produjera un desastre de consecuencias incalculables para Europa y la Humanidad. Con esa posibilidad jugaron inescrupulosamente grupos políticos, militares y económicos occidentales, los de Estados Unidos incluidos. Para ellos ese escenario se convirtió en una oportunidad a la que había que sacar el máximo de provechos, propósito acusado desde un inicio por el presidente húngaro Víktor Orbán . Precisamente el secretario de Defensa del gabinete Biden llegó a calificar esta contienda de “ maratón ” para el que prometía apoyo a largo plazo. La llegada de Donald Trump a la presidencia en segunda ocasión, colocó en un serio aprieto las pretensiones de estos buitres de la guerra en sus planes de alargar la mortífera ‘carrera de fondo’, respecto a la que Trump siempre afirmó nunca hubiera empezado bajo su mandato y que pudo terminar casi al comienzo mediante un pacto negociado .
La discusión escenificada entre el Donald Trump, el vicepresidente J.D. Vance y Vladimir Zelenski el pasado 28 de febrero puso en evidencia lo que muchas voces llevaban diciendo desde hacía un tiempo. Resultó llamativa la reacción de no pocos simpatizantes de Trump, que ante los señalamientos hechos por el republicano pusieron el grito en el cielo en defensa de la contraparte ucraniana. Pero, y siempre con la aclaración de mis distancias con el actual mandatario por el que he votado en esta ocasión, el polémico Trump y su vice tuvieron la razón en la mayoría de sus observaciones. Destaca la crítica a manera de tarjeta amarilla sacada por Vance al huésped, para amonestarle su presencia activa durante un acto de campaña presidencial norteamericana, acompañando a Kamala Harris en un evento de la agenda organizada por los demócratas, como muestra de apoyo del ucraniano a la candidatura de Harris frente a su rival. Un detalle que no puede ser cargado solo sobre los hombros del invitado, puesto que los anfitriones a la cita de la OTAN celebrada en Washington por aquellos días fueron mucho más locuaces dando preferencias explicitas a la fórmula encabezada por Biden, entonces todavía presente en las papeletas electorales. Siguiendo esa misma consideración de justa equidad es bueno recordar que tampoco Zelenski ha sido el único ni el mayor responsable de lo ocurrido. De hecho, se debe recuperar para la memoria que Ucrania y Rusia estuvieron a un paso de sentarse ante una mesa de negociaciones a pocas semanas de comenzada la guerra. Israel y Turquía aparecían entre los garantes de aquellas conversaciones frustradas tras la aparición inesperada del primer ministro británico Boris Johnson . Se asegura que el político inglés era portador de un mensaje del presidente demócrata norteamericano inhibiendo a los ucranianos concretar el inicio de aquella tentativa. Pero no fue esta la única propuesta conciliadora que no terminó por prosperar. Le siguió la del presidente mexicano Manuel López Obrador con la creación de un comité de paz avalado por el Consejo de Seguridad de la ONU. "Se trata de buscar con urgencia un acuerdo para detener la guerra en Ucrania y lograr una tregua de cuando menos cinco años entre las naciones y dedicar ese tiempo para enfrentar los grandes problemas económicos y sociales que aquejan y atormentan a los países del mundo", señalaba López Obrador quien no obstante dejaba entrever su pesimismo en cuanto que la propuesta fuera desechada por presiones perversas de quienes sacaban partido con este trance, la industria bélica principalmente. Efectivamente el esfuerzo fue rechazado por Kiev donde lo catalogaron de “ utilitarista ”. Tampoco fue acogido el pronunciamiento de alto al fuego solicitado desde el Vaticano por el Papa Francisco, en este caso porque Zelenski consideró de inútil un esfuerzo que no conduciría a la paz. Igual suerte corrió el presidente brasileño Lula da Silva con su proposición de crear un grupo de negociones pacíficas entre Rusia y Ucrania, que de alguna manera recogía lo que siempre ha puesto sobre la mesa Donald Trump como vía de salida y cierre del enfrentamiento. Aquel “Zelenski es tan responsable como Putin”, criterio de Lula recogido por la prensa que luego el autor modeló de acuerdo con el curso cambiante de los acontecimientos, y que los mismos medios irían matizando a conveniencia, perfilaba de manera clara la compostura asumida por los que llevaban el peso del enfrentamiento en su porfía por mantenerlo.
Son varios los aspectos a desatacar en la discusión escenificada de manera descarnada ante las cámaras y micrófonos de los reporteros presentes en el encuentro en la Casa Blanca. Sin cortes ni rectificaciones Trump puso en claro aspectos esenciales que se sabían, pero que han sido maquillados unos y ocultados otros por muchas de las agencias noticiosas de las que presenciaban el altercado. Uno de estos apuntes hechos por el presidente norteamericano tocó la situación que enfrenta Ucrania en el frente de batalla y que no puede tacharse de falsedad. Se trata de la manera en que están siendo reclutados los jóvenes, muchos de ellos adolescentes de ambos sexos, para ser llevados al combate. Las noticias que apenas recogen las corporaciones noticiosas que mal cubren este contexto, omiten esas levas efectuadas de manera sorpresiva a las salidas de discotecas, escuelas y centros de trabajo. Reclutamientos que no excluyen enfermos mentales y minusválidos. Uno de los más mediáticos ocurrió en días recientes con un hombre lisiado de sus dos piernas citado nuevamente para ir a combatir y que a pesar de su impedimento fue dado como apto para el regreso a la carnicería. Tampoco se ha podio ocultar el escándalo de certificados emitidos por dinero para evitar el alistamiento, un suceso que involucró médicos y funcionarios de altas esferas de gobierno. Cabe destacar la actitud de ciertos estados vecinos que manifestaron la disposición de repatriar a nacionales ucranianos acogidos en sus territorios. En Polonia el gobierno del presidente Donald Tusk declaró su intención para cumplir con el requerimiento que le hacían sus amigos de Kiev para devolver a quienes estaban en edad apta de reclutamiento en su país de origen. El ministro de defensa polaco justificaba esta aquiescencia argumentando que muchos polacos se indignaban cuando veían a jóvenes ucranianos en los cafés. Quizás alguno de estos establecimientos fuera propiedad de emprendedores provenientes de la nación vecina, de acuerdo a un censo realizado a un millón de negocios por el gobierno polaco en 2023, revelando el dato de que cada diez empresas creadas en el país báltico en ese año, una pertenecía a ucranianos. Poco probable que la mayoría de ellos estuviera en disposición de regresar para ir a pelear. Una actitud comprensible hasta para ciudadanos el país anfitrión. En el centro de refugiados ucranianos de Varsovia una señora opinaba que devolver a hombres en edad de combatir no tenía sentido. "Los que eran patriotas, los que podían luchar, ya están allí. Los que se quedan son los que no se ven empuñando un arma, los que no se imaginan matando a nadie, o simplemente tienen miedo". Es lo que deben creer aquellos que a riesgo de sus vidas atraviesan fronteras para escapar de una guerra en la que no creen. Ocurre con muchos que escapan de otros conflictos irracionales en diversas partes del mundo. Y nadie habla de regresarles al infierno. Justo se pudo apreciar en el equipo de refugiados que compitió en las Olimpiadas de París con integrantes huidos de conflagraciones en Etiopía, Eritrea, Afganistán o Siria, por citar algunas.
Y aunque no fue enfático Trump sobre el gasto multimillonario del que se presume el empleo poco transparente de una gran cantidad de dinero y recursos asignados, sí lo fue para destacar el peligroso juego del que Zelesnki se hizo parte situando al mundo al borde del precipicio nuclear. Una posibilidad de la que medios y políticos hablaban desde el comienzo de la confrontación sin tapujos ni sonrojos, como si a ellos no les fuera a afectar la ocurrencia de esa hecatombe. A finales del 2022 una revista dedicada a seguir los temas de enredos, chismes e interioridades de la farándula norteamericana colocó en su portada la imagen apocalíptica pronosticando el desenlace fatal. Los consumidores pasaban ante ella sin inmutarse, o siquiera prestarle atención. Una manera propagandística de ir preparando a las masas irreflexivas a convivir con la contingencia de confrontar el horror. Respondía aquella cobertura singular en primera plana a la alerta lanzada por el presidente Biden sobre el “ Armagedón ” que se avecinaba de acuerdo con amenazas rusas de responder de manera contundente a un ataque contra su territorio. Expresiones y llamados que se producían de manera coincidente a pocos meses de la intervención de George Soros en el encuentro de Davos celebrado en mayo de ese mismo año, en el que el magnate dijo que Ucrania podía marcar el inicio de la Tercera Guerra Mundial , en una predicción que estaba en la mente, y tal vez en el deseo, de personajes de su talante. Poco tiempo después Telemundo 51 difundía un reportaje del periodista Yunieski Ramírez, sobre una planta de construcción de refugios antiatómicos situada en Texas. El material exponía el incremento de solicitudes hechas por clientes dispuestos a pagar precios que oscilaban entre 200 a 400 mil dólares por contenedores adaptados para salvaguardar la vida de los compradores en caso del estallido nuclear. Para un encierro llevadero las estructuras estaban compartimentadas en dormitorios, recibidores, cocinas, comedores, salitas de lectura y baños, amueblados de manera conveniente y hasta con cierto lujo. Una muestra del desatino de una sociedad enajenada al extremo de pensar sobrevivir tras una calamidad de esa magnitud. Las acciones en este sentido se repitieron en varios escenarios y continúan apareciendo con cierta frecuencia hasta la actualidad. En Nueva York daban consejos a los pobladores de lo que debían hacer en medio de un bombardeo nuclear, en Finlandia los felices finlandeses agotaron en las farmacias las pastillas de yodo , algo que nunca ocurrió cuando el mundo se encontraba a merced de la rivalidad entre dos bloques antagónicos que hacían gala de su arsenal a manera disuasoria para evitar que se desatara una guerra de exterminio entre ambas partes. Recientemente Suecia y Alemania, otros dos países agraciados por la felicidad, emprendieron un inventario de sus cementerios con vistas a ampliar los sacros terrenos para una mayor acogida de inquilinos ante la inminencia de una guerra nuclear. Y en medio de esto Zelenski, quien apuntaba a Moscú para decir que se estaba preparando a los rusos para la eventualidad, daba el visto bueno a la reserva de artículos indispensables (vinos, ropa y comida) en caso de desastre, en su caso con un alcance más localista, reducido a la zona donde se encuentra la central nuclear de Zaporiyia.
Uno de los puntos estrellas prometidos por Donald Trump durante su campaña por el regreso a la presidencia era precisamente terminar la guerra en Ucrania. Decía entonces que lo haría al siguiente día de asumir el cargo. Una proyección muy optimista que no se ha cumplido aún a tres meses de su estancia en la oficina oval. Pero ciertamente hay que reconocerle que, si por una parte pecó de exagerado, el camino hacia el fin del conflicto está cobrando forma bajo su mando, algo que no parecía ser el objetivo de su contraparte demócrata, que auguraba un largo recorrido para el que no escatimaron enormes gastos, llegando a poner la meta de la paz en un punto casi inalcanzable. Al menos Trump bajó el listón haciendo posible avizorar luz en este pasadizo escabroso al que nos ha llevado la guerra de Ucrania. La “bronca” escenificada en la Casa Blanca, criticada por unos y aplaudida por otros, sirvió para dar celeridad al proceso. Mientras tanto hay otros detalles, no ajenos a este episodio, que han quedado fuera de la diatriba pero que no pueden quedar ignorados. Quiénes iniciaron esta saga, las razones que le animaron, su responsabilidad en hechos relativos que han sido silenciados o adaptados de manera turbia en favor de los que han manejado los entresijos de la trama. Temas ineludibles para la necesaria reconstrucción de la historia y su recuento desde el principio para buscar que no se repitan hechos similares, pero sobre todo para poner en evidencia la maquinaria de engaño y manipulación puesta en marcha como método de control social.
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