¿Quién pagará los aranceles propuestos por la nueva administración?
- Gerardo E. Martínez-Solanas
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¿Quién pagará los aranceles propuestos por la nueva administración?
23 Jan 2025 18:58
El grave error de un proteccionismo generalizado.
No cabe la menor duda que Estados Unidos experimenta desde hace décadas el problema de un abrumador déficit comercial con casi todos los países del mundo, sobre todo con China. Es una desastrosa realidad que se ha venido agravando año tras año y que destapa la política encubierta de esos países que han abusado con aranceles, subsidios y bajos salarios para anular la capacidad competitiva de los productos de Estados Unidos. Eventualmente, han logrado desmantelar industrias enteras cuyos empresarios han quebrado o se han fugado precisamente a los países que han fomentado unilateralmente sus ventajas competitivas contra este país.
Con el objetivo de remediar parcialmente este problema, la rebaja impositiva a muchas de esas industrias que fue aplicada durante la anterior administración del Presidente Trump, logró el regreso de muchos de esos productores a reanudar sus actividades en Estados Unidos. Fue una medida acertada que debiera seguir fomentándose en la actual administración.
Por el contrario, la medida prometida en campaña y ahora en vías de ejecución, por la cual se impondrían tarifas del 10% a la importación de todo producto procedente de esos países que han gozado durante tanto tiempo de abusivas ventajas comerciales, es un grave error que no sólo fomentará una desastrosa guerra comercial sino que, lejos de aliviar la carga impositiva que sufren los habitantes de este país, representa en realidad un engañoso impuesto del 10% tanto a consumidores de productos elaborados como a productores y empresarios que importan de esos países materia prima indispensable para la elaboración de sus productos.
El Presidente Trump ha alardeado afirmando que los países que abusan de nuestra indiferente política comercial estarán pagando de ese modo un impuesto que puede restarse del gravamen impositivo a los habitantes del país. Cabe preguntarse si algún economista puede haberlo asesorado para cometer semejante pifia. Si así fuera, es un economista impostor.
Los aranceles no son pagados por los exportadores del país al que se aplica el arancel. Los aranceles que se apliquen a los productos chinos, por ejemplo, no son pagados por las empresas chinas; son pagados por los importadores que hacen negocios con China. Para ser precisos, el importador registrado que debe pagar los aranceles puede ser el comprador o su socio agente de aduanas, pero sea quien sea, si hay que pagar un arancel y usted inició el procedimiento de importación, los fondos provendrán de usted. De hecho, es un impuesto que se cobra a los consumidores, empresarios y productores del país importador.
Esto quiere decir que un arancel universal del 10% encarecerá proporcionalmente todos los productos de importación elaborados por el país exportador. Peor aún, cuando lo que se importa es un producto básico o un producto no elaborado, el empresario industrial que lo importa para elaborar sus productos en Estados Unidos seguramente aumentará el precio más del 10% para obtener alguna ganancia del costo adicional de importación.
Entonces, básicamente: si usted importa un bien o producto que está sujeto a aranceles, usted es quien lo paga a la Aduana o a los controles fronterizos directa o indirectamente. ¡Eso es todo! Los aranceles sobre el país de origen significan que los importadores de Estados Unidos sufragan su costo y los consumidores y productores los pagan.
Por otra parte, es un hecho que Estados Unidos ya tiene un sistema de aranceles. Pero estos son aplicados selectivamente. Solo alrededor del 30% de las importaciones a los Estados Unidos están sujetos a aranceles en estos días.
El Arancel de Aduanas Armonizado de los Estados Unidos (Harmonized Tariff Schedule of the United States) es una lista de códigos arancelarios para todo lo que se importa a Estados Unidos, los cuales suelen ser hiperespecíficos y los derechos de aduana pueden cambiar en relación con diferentes códigos. Las flores artificiales de plástico, por ejemplo, tienen una tasa diferente a las flores naturales, mientras que el cabello humano prácticamente no tiene ningún arancel a pesar de tener un código arancelario. Tener una entrada en el Programa de Aranceles Armonizados no significa que haya que pagar aranceles en todos los casos sino en casos específicos.
Los acuerdos de libre comercio, como el Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y Corea (KORUS), garantizan que los aranceles permanezcan al margen del comercio internacional moderno. En el marco de KORUS, se ha eliminado el 95% de los aranceles sobre los bienes entre los dos países. Otros tratados de libre comercio con Canadá, México y otros acuerdos funcionan de manera semejante.
Por tanto, el arancel universal del 10% es un grave error. En caso de considerarse una guerra comercial como una necesidad ante la relación abusiva del país exportador, habría que ser selectivos con adversarios como China, pero no con países amigos con los que se puede negociar, al tiempo que se apliquen medidas para atraer productores al país, eliminar la pesada carga regulatoria que agobia muchas industrias (una de las promesas de Trump) y reducir a niveles competitivos las tasas impositivas a las corporaciones radicadas en el país (otra de sus promesas).
Es indispensable que Trump se asesore bien sobre este tema y recapacite a tiempo. Iniciar una guerra comercial con el resto del mundo puede desembocar en un desastre.
No cabe la menor duda que Estados Unidos experimenta desde hace décadas el problema de un abrumador déficit comercial con casi todos los países del mundo, sobre todo con China. Es una desastrosa realidad que se ha venido agravando año tras año y que destapa la política encubierta de esos países que han abusado con aranceles, subsidios y bajos salarios para anular la capacidad competitiva de los productos de Estados Unidos. Eventualmente, han logrado desmantelar industrias enteras cuyos empresarios han quebrado o se han fugado precisamente a los países que han fomentado unilateralmente sus ventajas competitivas contra este país.
Con el objetivo de remediar parcialmente este problema, la rebaja impositiva a muchas de esas industrias que fue aplicada durante la anterior administración del Presidente Trump, logró el regreso de muchos de esos productores a reanudar sus actividades en Estados Unidos. Fue una medida acertada que debiera seguir fomentándose en la actual administración.
Por el contrario, la medida prometida en campaña y ahora en vías de ejecución, por la cual se impondrían tarifas del 10% a la importación de todo producto procedente de esos países que han gozado durante tanto tiempo de abusivas ventajas comerciales, es un grave error que no sólo fomentará una desastrosa guerra comercial sino que, lejos de aliviar la carga impositiva que sufren los habitantes de este país, representa en realidad un engañoso impuesto del 10% tanto a consumidores de productos elaborados como a productores y empresarios que importan de esos países materia prima indispensable para la elaboración de sus productos.
El Presidente Trump ha alardeado afirmando que los países que abusan de nuestra indiferente política comercial estarán pagando de ese modo un impuesto que puede restarse del gravamen impositivo a los habitantes del país. Cabe preguntarse si algún economista puede haberlo asesorado para cometer semejante pifia. Si así fuera, es un economista impostor.
Los aranceles no son pagados por los exportadores del país al que se aplica el arancel. Los aranceles que se apliquen a los productos chinos, por ejemplo, no son pagados por las empresas chinas; son pagados por los importadores que hacen negocios con China. Para ser precisos, el importador registrado que debe pagar los aranceles puede ser el comprador o su socio agente de aduanas, pero sea quien sea, si hay que pagar un arancel y usted inició el procedimiento de importación, los fondos provendrán de usted. De hecho, es un impuesto que se cobra a los consumidores, empresarios y productores del país importador.
Esto quiere decir que un arancel universal del 10% encarecerá proporcionalmente todos los productos de importación elaborados por el país exportador. Peor aún, cuando lo que se importa es un producto básico o un producto no elaborado, el empresario industrial que lo importa para elaborar sus productos en Estados Unidos seguramente aumentará el precio más del 10% para obtener alguna ganancia del costo adicional de importación.
Entonces, básicamente: si usted importa un bien o producto que está sujeto a aranceles, usted es quien lo paga a la Aduana o a los controles fronterizos directa o indirectamente. ¡Eso es todo! Los aranceles sobre el país de origen significan que los importadores de Estados Unidos sufragan su costo y los consumidores y productores los pagan.
Por otra parte, es un hecho que Estados Unidos ya tiene un sistema de aranceles. Pero estos son aplicados selectivamente. Solo alrededor del 30% de las importaciones a los Estados Unidos están sujetos a aranceles en estos días.
El Arancel de Aduanas Armonizado de los Estados Unidos (Harmonized Tariff Schedule of the United States) es una lista de códigos arancelarios para todo lo que se importa a Estados Unidos, los cuales suelen ser hiperespecíficos y los derechos de aduana pueden cambiar en relación con diferentes códigos. Las flores artificiales de plástico, por ejemplo, tienen una tasa diferente a las flores naturales, mientras que el cabello humano prácticamente no tiene ningún arancel a pesar de tener un código arancelario. Tener una entrada en el Programa de Aranceles Armonizados no significa que haya que pagar aranceles en todos los casos sino en casos específicos.
Los acuerdos de libre comercio, como el Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y Corea (KORUS), garantizan que los aranceles permanezcan al margen del comercio internacional moderno. En el marco de KORUS, se ha eliminado el 95% de los aranceles sobre los bienes entre los dos países. Otros tratados de libre comercio con Canadá, México y otros acuerdos funcionan de manera semejante.
Por tanto, el arancel universal del 10% es un grave error. En caso de considerarse una guerra comercial como una necesidad ante la relación abusiva del país exportador, habría que ser selectivos con adversarios como China, pero no con países amigos con los que se puede negociar, al tiempo que se apliquen medidas para atraer productores al país, eliminar la pesada carga regulatoria que agobia muchas industrias (una de las promesas de Trump) y reducir a niveles competitivos las tasas impositivas a las corporaciones radicadas en el país (otra de sus promesas).
Es indispensable que Trump se asesore bien sobre este tema y recapacite a tiempo. Iniciar una guerra comercial con el resto del mundo puede desembocar en un desastre.
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