De los males el menor. El juego recién inicia en enero 20 (final)

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De los males el menor. El juego recién inicia en enero 20 (final)

06 Jan 2025 22:12
#15549
Las jornadas que precedieron al regreso triunfal de Donal Trump a la Casa Blanca van quedando atrás, destinadas a formar parte de los anales políticos de la nación o integradas en historias anecdóticas que el paso del tiempo se encargará de decantar, relegando unas al olvido y transformando otras en leyendas de un momento inédito de la vida nacional. Apenas han pasado dos meses de aquellas dudas expuestas por Biden sobre las posibilidades de unas elecciones pacificas, aludiendo al margen apretado de unos comicios cuyos resultados serian difíciles de aceptar por la parte perdedora. Al parecer en octubre las esperanzas demócratas en la victoria no parecían prever lo que ocurriría en las urnas, depositando por adelantado un optimismo que parecía fundamentado más en las convicciones que en la realidad y del que el presidente no fue el único abanderado. Al final los cálculos y predicciones no se ajustaron al escenario de unas elecciones reñidas al punto de llevar a los del bando perdedor al terreno especulativo de los recelos y nuevas acusaciones de fraude. Esta vez los resultados fueron incontestables haciendo fallar al casi invicto historiador Allan Lichtman , creador de un método de cálculo para pronosticar ganadores presidenciales que hasta el momento no había errado y que en esta ocasión presentaba la candidatura de Kamala Harris con ventaja sobre su rival en nueve aspectos y dos empates del total de trece consideraciones que contiene ese estudio. Tampoco acertó el periodista Andrés Oppenhaimer , cuando desde su “humilde opinión” teorizó que la vicepresidenta ganaría con facilidad el voto popular mientras Trump cuestionaría los resultados en caso de perder el favor del colegio electoral. Incluso adelantaba a describir un terreno de impugnaciones donde Kamala Harris seria acusada de organizar un supuesto golpe de Estado contra Biden. En fin, que el hipopótamo Moo Deng desde un Zoo en Tailandia, resultó tener más acierto al escoger una comida que ocultaba la tarjeta que daba la elección presidencial en favor de Trump. Donald Trump logró no solo el triunfo electoral. Con su victoria el partido republicano ganó ambas cámaras del Congreso, otorgando al mandatario un poder considerable para poner en marcha su agenda. A esto se añade el hecho de que el presidente electo, contra todo pronóstico, consiguiera ampliar sus bases entre votantes de todos los grupos para obtener una remontada jamás lograda por un presidente previamente derrotado. Por esto resultó llamativa la maniobra de un conteo de votos que se alargó en extremo en algunos Estados y que a medida que fue avanzando restaba distancias entre ambos contendientes, haciendo ver que la derrota o el triunfo, no eran tan contundentes como reflejaban los datos primarios. Un particular sobre el que puso énfasis el artículo de James Fitzgerald publicado en BBC, bajo un titular sugerente que ofrece la pista de lo que se buscaba conseguir. “Tras el conteo de los votos, ¿cuán grande fue realmente la victoria de Donald Trump?”.  La respuesta al cuestionamiento se desarrolla en el trabajo a través de una amplia exposición, con gráficos incluidos, trazando un paralelo con resultados electorales que abarcan desde los ocurridos en el 2000 hasta estos que acaban de finalizar, en un análisis dedicado a restar fuerza e importancia tanto al triunfo del republicano como a la derrota de la candidata demócrata. No obstante, los cuadros terminan por confirmar algo que estaba por descontado desde aquella contienda del 2020 y es que los votantes de Trump habían constituido un movimiento cuyos números iban a cristalizar en un conjunto invariable que podría crecer, pero difícilmente disminuir de cara a una futura movida presidencialista de su líder.  Algo que quedó demostrado en esos 77 millones que votaron por él en las pasadas elecciones. Casi tres millones más que en el 2020 (74,2 millones), si se compara con lo mostrado en los gráficos concernientes a la barra azul, donde según este análisis en la anterior contienda Biden superó a su antagonista por una diferencia de 4,3 millones de papeletas para lograr 81.3 millones. Ahora, a pesar del empujón de los conteos verificados en algunos estados, inconcebiblemente interminables, Harris obtuvo 74, 5 millones. Dos millones y medio menos de los votos recibidos por Trump en 2024 y apenas trescientos mil más que los asignados al republicano en el 2020, Con casi 7 millones menos que los conseguidos por Biden en aquellas elecciones salta la pregunta: ¿Dónde se metieron esos votos que denotan una diferencia apreciable en esta oportunidad? ¿Acaso pasaron de color partidista? ¿Sería que terminaron optando por la abstención?  ¿O es que se corresponden con los ciudadanos que han abandonado este mundo por diversas causas? Dejando a un lado cuestionamientos sobre irregularidades señaladas en la anterior y polémica elección presidencial del 2020, es sano recordar que en California el ejercicio del voto esta vez no contó con el requerimiento de que el votante mostrara su identidad previo al paso de ejercer ese derecho. Aún con esta sombra no hubo margen  para la duda, al menos en este escenario que nos dejó la jornada del pasado noviembre.  Todo a pesar de los impedimentos, campañas y la imagen adversa que pesaba sobre el ganador, responsabilizado de gestar y promover los hechos del Capitolio, entre decenas de otros delitos sumados a su cuenta desde que decidiera presentarse a las elecciones.
¿Significa esto que todo ha concluido y que las cosas van a fluir según los deseos de la parte ganadora? Hay razones para no creer que será tan fácil de manejar el próximo estadio republicano en la Oficina Oval. El primer aviso llegó al día siguiente de celebrarse las elecciones a través de un hecho que en otras circunstancias pudiera tomarse como una broma de mal gusto. Se trató de una serie de mensajes con contenido racista enviados a numerosos correos pertenecientes a personas de raza negra. Hombres, mujeres y estudiantes, incluidos alumnos de secundaria, recibieron textos convocándoles a presentarse en plantaciones y granjas agrícolas en condición de esclavos.  Aunque se desconoce la autoría de aquella campaña investigada por el FBI , las intenciones resultan obvias. Crear miedo y confusión ante las consecuencias de la vuelta de Trump al que se identifica con el supremacismo blanco. En segundo lugar, y asumiendo la suposición de que los avisos no provengan de ese entorno, queda deducir que detrás de los mismos se encuentre la mano de simpatizantes demócratas que se resisten a la idea de que el voto afroamericano no haya funcionado según lo esperado y por esa causa usen este método para ofender a los “traidores” y de paso sugerirles que su decisión les ha convertido de alguna manera en cómplices del esclavismo.  Un reproche fuera de lugar que hurga en un pasado doloroso y terrible del que aún sangran heridas. En otro punto destacado las noticias dieron a conocer la acusación contra un ciudadano de origen afgano encargado de dirigir una red que planeaba cometer varias tramas criminales enfocadas en objetivos políticos norteamericanos, entre los que se encontraba Donald Trump. El comunicado revela el nombre del acusado, Farhad Shakeri, quien reside en Teherán desde que fuera deportado al cumplir diez años de prisión en Nueva York, condenado como miembro activo de la Guardia Republicana de Irán. Esta notificación quedaba relacionada con las advertencias hechas al entonces candidato presidencial sobre presuntos planes del gobierno iraní para asesinarle, justo semanas antes del atentado perpetrado en Pensilvania.  El Departamento de Justicia aseguraba que Shakeri participó voluntariamente en una conversación telefónica con el FBI, asegurando que el 7 de octubre pasado le encargaron preparar un plan para matar a Donald Trump en los días posteriores, pero que nunca pensó en llevarlo adelante “en el marco de tiempo propuesto por la Guardia Revolucionaria", poque la milicia iraní había pausado la misión hasta después de las elecciones al considerar que Trump las perdería y que "después sería más fácil" asesinarlo. Una declaración poco clara y llena de contradicciones desde el momento en que el conocimiento de la conjura se produjera a través de una conversación sostenida a distancia con el acusado, donde este se auto implicaba de manera voluntaria en un proyecto magnicida organizado por un gobierno enemigo. Una revelación con poca base de credibilidad desde el momento en que la presencia del declarante no era tangencial y se producía por vía telefónica supuestamente desde Irán, donde los servicios de inteligencia creen que reside. Es interesante que la acusación apareciera después que la campaña de Trump divulgara en septiembre las advertencias hechas sobre “amenazas reales y específicas por parte de Irán” de asesinar al candidato. El detalle del plan congelado no deja de presuponer serios peligros. Porque en caso de surgir cualquier eventualidad relacionada con este, queda por sentado el origen, poniendo en la diana el objetivo del próximo conflicto que pudiera ser letal, no solo para los implicados. La cadena de hechos y determinaciones de última hora, que parecieran concebidas contra reloj, resultan por igual preocupantes en la dirección en que las mismas puedan derivar en situaciones comprometedoras que supongan alto riesgos para la futura administración, incluso antes de que tome las riendas del gobierno. Desde el visto bueno dado a Kiev para el uso de minas antipersonales y misiles  norteamericanos contra territorio ruso, hasta las nuevas aprobaciones de paquetes de ayuda, siendo la más reciente la nada despreciable cifra de seis mil millones de dólares. Todo esto unido a apariciones imprevistas e inexplicadas de flotillas de drones sobrevolando en oleadas puntos sensibles del territorio norteamericano, un suceso que presuntamente ya había ocurrido casualmente casi en las mismas fechas del 2023, pero que fue revelado oficialmente en octubre pasado, poco antes de que ocurrieran los nuevos avistamientos, coincidiendo con la conclusión de las elecciones. A esto habría que agregar una lista de acciones que repercuten en el clima enrarecido que envuelve a buena parte del planeta desde Israel, Siria, Georgia, Rumania, Francia, Alemania y el propio Estados Unidos con recientes episodios violentos, uno relacionado con el terrorismo islámico. Todo esto, sin obviar los anuncios constantes de nuevas irrupciones de virus en diversos puntos del mundo y la amenaza latente de una nueva pandemia sobre la que se alerta con insistencia desde hace un tiempo. Situaciones que hacen predecir un gobierno difícil el que inaugura próximamente Donald Trump sobre un terreno espinoso abonado por los que le preceden en el puesto.  Solo habrá que esperar al desarrollo de los acontecimientos en un juego que se abre a múltiples salidas y con muchas cartas sobre la mesa.
Moderators: Miguel SaludesAbelardo Pérez GarcíaOílda del CastilloRicardo PuertaAntonio LlacaEfraín InfantePedro S. CamposHéctor Caraballo
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