George Floyd y Frank Tyson. Coincidencias y diferencias para muertes similares
- Miguel Saludes
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George Floyd y Frank Tyson. Coincidencias y diferencias para muertes similares
28 May 2024 17:33 - 28 May 2024 17:34
“- ¡No puedo respirar! –” Si la frase anterior viene acompañada por la imagen de un hombre afroamericano tirado en el suelo, con la rodilla de un agente policial presionándole la espalda, el conjunto será asociado de manera inmediata con un hecho ocurrido en mayo del 2020. La alusión del episodio nos devolverá al escenario de Minneapolis, la muerte de George Floyd y la explosión de un amplio movimiento de protestas lideradas por la organización Black Lives Matter, expandido por Estados Unidos y otras zonas del planeta, donde se reprodujeron similares movimientos en rechazo de abusos cometidos contra minorías. La memoria revivirá días aciagos de toques de queda, violencia social, ataques a comercios y discursos cargados de denuncias contra la actuación racista de las fuerzas del orden norteamericanas. También por asociación, el ambiente tenso que prometían unas elecciones presidenciales en las que Donald Trump buscaba una reelección que sus partidarios daban por descartada.
"Floyd debería estar vivo hoy", decía Biden el pasado 24 de mayo durante un mitin electoral donde el mandatario demócrata recordó al ciudadano George Floyd, afirmando que aquella muerte cambió el mundo y estremeció la conciencia de Estados Unidos. Sin embargo, los hechos parecen desmentir las afirmaciones del presidente. Al paso de cuatro años, casi a pocas semanas de cumplirse el aniversario de aquel suceso y las jornadas de conmoción social que provocara, por ironías de la vida la historia se reprodujo en Ohio. Cambia el nombre del protagonista, pero igual se trató de un hombre de raza negra. Se repitió en la acción policial durante el arresto de Frank Tyson por una infracción de tráfico. Las palabras de Tyson advirtiendo que no podía respirar por la acción inmovilizadora del agente, retrotraen aquel grito lanzando por Floyd que se convirtiera icónico. Pero en esta reproducción existen marcadas diferencias con la secuencia original. El desenlace, igualmente fatal, no quedó recogido en el celular de un testigo casual, como ocurriera con la adolescente Darnella Frazier que contribuyó a la difusión del caso Floyd a través de las redes sociales. La agonía de Tyson y su voz de alarma, grabado por la cámara corporal del oficial en funciones, llegó a las noticias con las “debidas consideraciones” advirtiendo sobre las secuencias extremas a las que las mismas exponían. Pero la gran diferencia quedó marcada por la reacción provocada por estas muertes. La de Tyson apenas comentada, sin repercusiones sociales, protestas, ni entierro en coche fúnebre tirado por caballos o murales y monumentos conmemorativos, contrasta con aquella de su compatriota escenificada en Minneapolis, antesala de una movilización inusitada contra el racismo subyacente en la sociedad norteamericana. Se da el caso de que ambos hechos coincidieron en tiempos preelectorales, con presidentes en funciones pretendiendo continuar un período más en la silla del gobierno. En el 2020 lo buscaba Donald Trump y ahora lo intenta su entonces rival, el demócrata Joe Biden.
¿Fue la muerte violenta de Frank Tyson la única de este tipo ocurrida en estos últimos meses? Las noticias, aunque escuetas, recogen eventos de naturaleza racial, con igual desenlace e incluso de mayor crudeza como para desatar las iras populares. Destacan algunos que han trascendido a los medios. El 7 de junio del 2023 una mujer blanca mató a su vecina de raza negra mientras esta le reclamaba por maltratos racistas contra sus hijos. El incidente tuvo lugar en Ocala, estado de Florida. Susan Lorincz mató de un disparó a través de la puerta de su casa a Ajike Aj Owens cuando esta buscaba encarar a la vecina. La joven madre de 35 años dejaba cuatro huérfanos, que para colmo presenciaron el asesinato. Acusada de homicidio involuntario Lorincz quedó en libertad bajo fianza. Un hecho que causó consternación y levantó cierta polémica reflejada en los medios, pero que no trascendió a otros niveles, ni ha vuelto a ocupar espacio en las noticias.
El 1º de septiembre se daba a conocer un video mostrando a agentes policiales disparando mortalmente contra una joven negra que posteriormente se supo estaba embarazada. El incidente ocurrió el 24 de agosto del 2023 en el municipio de Blendon, Ohio, cuando Takiya Young de 21 años fue confrontada por los agentes que respondían a una llamada por robo de bebidas alcohólicas en una tienda local. El disparo, captado por la cámara policial, se produjo a través del parabrisas del auto de la mujer mientras esta trataba de abandonar la escena tras negarse a salir del vehículo, siguiendo los requerimientos de oficial. Con razón o sin ella, la descarga mató a la presunta ladrona y al feto que llevaba en su vientre. En este caso la víctima dejaba dos niños huérfanos. El autor del disparo quedó suspendido y bajo investigación, con el mismo silencio social ante un hecho trágicamente conmovedor.
A principios de noviembre del 2023 se conocía la noticia sobre la absolución de un policía blanco acusado de dar muerte a un joven negro en el 2019. El hecho ocurrido en Aurora, Colorado, databa de pocos meses antes de los sucesos relacionados con George Floyd. El agente Nathan Woodyard estaba acusado de homicidio involuntario y homicidio por negligencia criminal por la muerte de Elijah McClain , fallecido tres días después de su detención. Una acción en la que se reportaron actos de estrangulación y la aplicación de ketamina como sedante, cuya reacción provocó un paro cardiaco al hombre de 23 años, según investigaciones. De acuerdo con el reporte de la detención, McClain estaba desarmado cuando fue interceptado por una denuncia que reportaba la presencia de una "persona sospechosa" usando máscara y caminando "con actitud extraña". La familia del difunto afirmó que la víctima había salido a comprar té y que frecuentemente usaba la máscara para mantenerse abrigado porque sufría de anemia. La absolución del policía no causó mayores revuelos, y el juicio a los paramédicos involucrados en la aplicación del sedante letal tampoco ha tenido seguimiento.
El hecho más reciente se reportó en Miami el pasado 10 de mayo, cuando una organización progresista de derechos civiles pidió investigar la muerte de un afroamericano de 23 años abatido a las puertas de su domicilio en Fort Walton Beach. El hecho se produjo cuando la policía se personó ante la vivienda de Roger Fortson atendiendo a un llamado por “incidentes”. El policía que efectuó el disparo alegó que lo hizo en defensa propia al percatarse que el ciudadano estaba armado. Fortson era miembro de las Fuerzas Aéreas y servía en la base militar de Hurlburt Field, en el estado floridano. "Estamos profundamente entristecidos por la trágica muerte de un miembro del servicio a manos de la Policía. Le quitaron la vida injustamente en su propia casa", dijo en un comunicado Margaret Huang, presidenta y directora ejecutiva del Southern Poverty Law Center (SPLC). Más allá de estas declaraciones la noticia no ha tenido mayores repercusiones y nuevamente se aprecia el silencio de una sociedad que en su día se mostró muy proactiva y combativa ante un caso específico, cruel ciertamente, pero no único ni peor.
Más allá de la visible pasividad social ante situaciones que debieran provocar su enardecimiento y protesta, tal como ocurriera con aquella oleada removida por la muerte de Floyd, resulta sugerente, que sucesos similares tengan un resultado completamente diferente en la actual coyuntura política. Ni la prensa pone demasiado énfasis sobre los hechos y los grupos relacionados con los afectados parecen desconvocados o faltos de un liderazgo que les haga reaccionar. Tal vez tenga que ver en ello el descredito en el que se sumió la misma organización que abanderara las protestas por la muerte de George Floyd, cuando Patrisse Cullors , directora de la fundación Black Lives Matter, renunciara tras serios cuestionamientos sobre la compra de una lujosa casa de 1,4 millones de dólares en la cercanía del exclusivo Malibú en California, así como de otras tres viviendas, posiblemente adquiridas con los fondos de la organización. Por cierto, la noticia sobre las acusaciones y la salida de la señora Cullors se remiten a mayo del 2021, cuando el caso de Floyd había pasado a ser una historia mediatizada que había producido más de 90 millones de dólares por concepto de recaudación según datos aportados por la agencia AP. Cullors abandonó el cargo con más gloria que penas para dedicarse a “otros proyectos”, incluidos la publicación de su segundo libro. Según sus declaraciones dejaba atrás la creación de una infraestructura con “el apoyo, el esqueleto y las bases necesarias que garantizaban su funcionamiento y continuidad”, en posible referencia a Black Matter Lives.
Se abren muchas interrogantes sobre una reacción que encaja más con el entorno político enrarecido que caracteriza la realidad en que se mueve la sociedad norteamericana bajo la actual administración demócrata, que con un acto de corrupción pretérito. ¿Acaso tiene incide la falta de interés de los que controlan los hilos de la trama en llevar las cosas a un clima social confrontativo parecido al que vivimos en el 2020? ¿Sería diferente si el gobierno estuviera encabezado por un liderazgo de otro color político, tal como ocurrió durante la estadía en la Casa Blanca de Donald Trump? Si la respuesta fuera positiva para estos cuestionamientos, entonces resulta obvio el cansancio, el hastío o la desilusión de la gente común al sentirse manipulada por intereses ajenos que les utilizan en beneficio de sus agendas particulares. De ser así, como todo parece evidenciarlo, sería muy triste y preocupante para el futuro inmediato del activismo ciudadano tan necesario cuando se trata de frenar injusticias, malos manejos de la política y aplicación de proyectos que ponen en peligro la estabilidad y salud cívica de la sociedad, sobre todo cuando esta se encuentra aplastada por la desidia y la impotencia al sentir que sus esfuerzos resultan vanos para cambiar el orden de las cosas. O más bien saberse prescindible y aún peor disponible para ser utilizada a conveniencia de los poderes establecidos cuando se trata de sacar sus planes adelante. Un panorama que pone en serias dudas las aseveraciones hechas por el presidente Biden en su alocución en memoria de George Floyd. Una muerte que realmente no habría logrado cambiar nada.
"Floyd debería estar vivo hoy", decía Biden el pasado 24 de mayo durante un mitin electoral donde el mandatario demócrata recordó al ciudadano George Floyd, afirmando que aquella muerte cambió el mundo y estremeció la conciencia de Estados Unidos. Sin embargo, los hechos parecen desmentir las afirmaciones del presidente. Al paso de cuatro años, casi a pocas semanas de cumplirse el aniversario de aquel suceso y las jornadas de conmoción social que provocara, por ironías de la vida la historia se reprodujo en Ohio. Cambia el nombre del protagonista, pero igual se trató de un hombre de raza negra. Se repitió en la acción policial durante el arresto de Frank Tyson por una infracción de tráfico. Las palabras de Tyson advirtiendo que no podía respirar por la acción inmovilizadora del agente, retrotraen aquel grito lanzando por Floyd que se convirtiera icónico. Pero en esta reproducción existen marcadas diferencias con la secuencia original. El desenlace, igualmente fatal, no quedó recogido en el celular de un testigo casual, como ocurriera con la adolescente Darnella Frazier que contribuyó a la difusión del caso Floyd a través de las redes sociales. La agonía de Tyson y su voz de alarma, grabado por la cámara corporal del oficial en funciones, llegó a las noticias con las “debidas consideraciones” advirtiendo sobre las secuencias extremas a las que las mismas exponían. Pero la gran diferencia quedó marcada por la reacción provocada por estas muertes. La de Tyson apenas comentada, sin repercusiones sociales, protestas, ni entierro en coche fúnebre tirado por caballos o murales y monumentos conmemorativos, contrasta con aquella de su compatriota escenificada en Minneapolis, antesala de una movilización inusitada contra el racismo subyacente en la sociedad norteamericana. Se da el caso de que ambos hechos coincidieron en tiempos preelectorales, con presidentes en funciones pretendiendo continuar un período más en la silla del gobierno. En el 2020 lo buscaba Donald Trump y ahora lo intenta su entonces rival, el demócrata Joe Biden.
¿Fue la muerte violenta de Frank Tyson la única de este tipo ocurrida en estos últimos meses? Las noticias, aunque escuetas, recogen eventos de naturaleza racial, con igual desenlace e incluso de mayor crudeza como para desatar las iras populares. Destacan algunos que han trascendido a los medios. El 7 de junio del 2023 una mujer blanca mató a su vecina de raza negra mientras esta le reclamaba por maltratos racistas contra sus hijos. El incidente tuvo lugar en Ocala, estado de Florida. Susan Lorincz mató de un disparó a través de la puerta de su casa a Ajike Aj Owens cuando esta buscaba encarar a la vecina. La joven madre de 35 años dejaba cuatro huérfanos, que para colmo presenciaron el asesinato. Acusada de homicidio involuntario Lorincz quedó en libertad bajo fianza. Un hecho que causó consternación y levantó cierta polémica reflejada en los medios, pero que no trascendió a otros niveles, ni ha vuelto a ocupar espacio en las noticias.
El 1º de septiembre se daba a conocer un video mostrando a agentes policiales disparando mortalmente contra una joven negra que posteriormente se supo estaba embarazada. El incidente ocurrió el 24 de agosto del 2023 en el municipio de Blendon, Ohio, cuando Takiya Young de 21 años fue confrontada por los agentes que respondían a una llamada por robo de bebidas alcohólicas en una tienda local. El disparo, captado por la cámara policial, se produjo a través del parabrisas del auto de la mujer mientras esta trataba de abandonar la escena tras negarse a salir del vehículo, siguiendo los requerimientos de oficial. Con razón o sin ella, la descarga mató a la presunta ladrona y al feto que llevaba en su vientre. En este caso la víctima dejaba dos niños huérfanos. El autor del disparo quedó suspendido y bajo investigación, con el mismo silencio social ante un hecho trágicamente conmovedor.
A principios de noviembre del 2023 se conocía la noticia sobre la absolución de un policía blanco acusado de dar muerte a un joven negro en el 2019. El hecho ocurrido en Aurora, Colorado, databa de pocos meses antes de los sucesos relacionados con George Floyd. El agente Nathan Woodyard estaba acusado de homicidio involuntario y homicidio por negligencia criminal por la muerte de Elijah McClain , fallecido tres días después de su detención. Una acción en la que se reportaron actos de estrangulación y la aplicación de ketamina como sedante, cuya reacción provocó un paro cardiaco al hombre de 23 años, según investigaciones. De acuerdo con el reporte de la detención, McClain estaba desarmado cuando fue interceptado por una denuncia que reportaba la presencia de una "persona sospechosa" usando máscara y caminando "con actitud extraña". La familia del difunto afirmó que la víctima había salido a comprar té y que frecuentemente usaba la máscara para mantenerse abrigado porque sufría de anemia. La absolución del policía no causó mayores revuelos, y el juicio a los paramédicos involucrados en la aplicación del sedante letal tampoco ha tenido seguimiento.
El hecho más reciente se reportó en Miami el pasado 10 de mayo, cuando una organización progresista de derechos civiles pidió investigar la muerte de un afroamericano de 23 años abatido a las puertas de su domicilio en Fort Walton Beach. El hecho se produjo cuando la policía se personó ante la vivienda de Roger Fortson atendiendo a un llamado por “incidentes”. El policía que efectuó el disparo alegó que lo hizo en defensa propia al percatarse que el ciudadano estaba armado. Fortson era miembro de las Fuerzas Aéreas y servía en la base militar de Hurlburt Field, en el estado floridano. "Estamos profundamente entristecidos por la trágica muerte de un miembro del servicio a manos de la Policía. Le quitaron la vida injustamente en su propia casa", dijo en un comunicado Margaret Huang, presidenta y directora ejecutiva del Southern Poverty Law Center (SPLC). Más allá de estas declaraciones la noticia no ha tenido mayores repercusiones y nuevamente se aprecia el silencio de una sociedad que en su día se mostró muy proactiva y combativa ante un caso específico, cruel ciertamente, pero no único ni peor.
Más allá de la visible pasividad social ante situaciones que debieran provocar su enardecimiento y protesta, tal como ocurriera con aquella oleada removida por la muerte de Floyd, resulta sugerente, que sucesos similares tengan un resultado completamente diferente en la actual coyuntura política. Ni la prensa pone demasiado énfasis sobre los hechos y los grupos relacionados con los afectados parecen desconvocados o faltos de un liderazgo que les haga reaccionar. Tal vez tenga que ver en ello el descredito en el que se sumió la misma organización que abanderara las protestas por la muerte de George Floyd, cuando Patrisse Cullors , directora de la fundación Black Lives Matter, renunciara tras serios cuestionamientos sobre la compra de una lujosa casa de 1,4 millones de dólares en la cercanía del exclusivo Malibú en California, así como de otras tres viviendas, posiblemente adquiridas con los fondos de la organización. Por cierto, la noticia sobre las acusaciones y la salida de la señora Cullors se remiten a mayo del 2021, cuando el caso de Floyd había pasado a ser una historia mediatizada que había producido más de 90 millones de dólares por concepto de recaudación según datos aportados por la agencia AP. Cullors abandonó el cargo con más gloria que penas para dedicarse a “otros proyectos”, incluidos la publicación de su segundo libro. Según sus declaraciones dejaba atrás la creación de una infraestructura con “el apoyo, el esqueleto y las bases necesarias que garantizaban su funcionamiento y continuidad”, en posible referencia a Black Matter Lives.
Se abren muchas interrogantes sobre una reacción que encaja más con el entorno político enrarecido que caracteriza la realidad en que se mueve la sociedad norteamericana bajo la actual administración demócrata, que con un acto de corrupción pretérito. ¿Acaso tiene incide la falta de interés de los que controlan los hilos de la trama en llevar las cosas a un clima social confrontativo parecido al que vivimos en el 2020? ¿Sería diferente si el gobierno estuviera encabezado por un liderazgo de otro color político, tal como ocurrió durante la estadía en la Casa Blanca de Donald Trump? Si la respuesta fuera positiva para estos cuestionamientos, entonces resulta obvio el cansancio, el hastío o la desilusión de la gente común al sentirse manipulada por intereses ajenos que les utilizan en beneficio de sus agendas particulares. De ser así, como todo parece evidenciarlo, sería muy triste y preocupante para el futuro inmediato del activismo ciudadano tan necesario cuando se trata de frenar injusticias, malos manejos de la política y aplicación de proyectos que ponen en peligro la estabilidad y salud cívica de la sociedad, sobre todo cuando esta se encuentra aplastada por la desidia y la impotencia al sentir que sus esfuerzos resultan vanos para cambiar el orden de las cosas. O más bien saberse prescindible y aún peor disponible para ser utilizada a conveniencia de los poderes establecidos cuando se trata de sacar sus planes adelante. Un panorama que pone en serias dudas las aseveraciones hechas por el presidente Biden en su alocución en memoria de George Floyd. Una muerte que realmente no habría logrado cambiar nada.
Last edit: 28 May 2024 17:34 by Miguel Saludes.
The following user(s) said Thank You: Arsenio Miranda
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Re: George Floyd y Frank Tyson. Coincidencias y diferencias para muertes similares
31 May 2024 15:16
Así estamos viendo una justicia parcializada que actúa para adaptarse a los odios y resentimiento de las turbas inspiradas en ideologías que tergiversan el orden democrático y el curso civilizado de la ley y el orden. Fiscales y jueces que responden a motivaciones políticas y sólo promueven aquellos casos que favorecen sus preferencias ideológicas. Claramente, se trata de beneficiar o perjudicar a uno u otro candidato de su preferencia.
Cabe preguntarse, por ejemplo, ahora que el ex Presidente Trump ha sido condenado como un felón, si se abrirán cientos de otros casos para condenar a otros políticos que hayan ocultado aspectos negativos de sus vidas que pudieran afectar sus campañas electorales. En este caso no se ha interpretado como un delito menor de falsificación de datos que suele resolverse con una multa sino como una felonía que corrompe la estructura democrática y puede resultar en un largo período de cárcel. Si esto es un acto legítimo de justicia, confío en que pronto veremos cientos de otros casos similares.
Cabe preguntarse, por ejemplo, ahora que el ex Presidente Trump ha sido condenado como un felón, si se abrirán cientos de otros casos para condenar a otros políticos que hayan ocultado aspectos negativos de sus vidas que pudieran afectar sus campañas electorales. En este caso no se ha interpretado como un delito menor de falsificación de datos que suele resolverse con una multa sino como una felonía que corrompe la estructura democrática y puede resultar en un largo período de cárcel. Si esto es un acto legítimo de justicia, confío en que pronto veremos cientos de otros casos similares.
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